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Nacionales E.Herria :: 01/06/2020

Ahora solo toca una cosa; estar con Patxi Ruiz

Borroka Garaia
Ahora solo toca una cosa, estar con Patxi Ruiz, que cada cual haga o no haga lo que crea conveniente. Y si no se está con el, que se aparte del camino.

La única persona que públicamente mostró su rechazo a la disolución de ETA fue Patxi Zabaleta en nombre de Aralar. Claro que alguien se puede preguntar cómo es posible una cosa así cuando si por algo era conocido Patxi Zabaleta era por su oposición firme a ETA. La cuestión es que Patxi Zabaleta pensaba que sería necesaria una ETA no armada y despolitizada orgánicamente (“sin convertirse en partido ni agente político”) para mediante los argumentos de autoridad y legitimidad histórica ganada ante la comunidad de lucha pudiera servir de freno, control y pastoreo de cara al futuro frente a cualquier dinámica política que se saliera de ciertos patrones.

Esta forma de control y de entender la política es un clásico, sobretodo de la socialdemocracia, pero no solo. De hecho,cuando se empieza a producir al interior de los movimientos revolucionarios suele ser uno de los primeros síntomas de decadencia que ineludiblemente hará transitar el camino hacia la socialdemocracia.

De todas maneras, el argumento de autoridad es una falacia, bastante propia del comportamiento sectario. El sectarismo se basa en lo emocional y pocas veces en lo racional. La base del sectarismo es el chantaje. Básicamente indica que se han acabado todas las posibilidades de convencer (falta de confianza en uno mismo) lo cual da paso a la debilidad (cerrarse a un futuro que puede ser diferente). El sectarismo al verse incapacitado para arreglar, contrastar o compartir, usa el argumento de autoridad o el chantaje emocional, es decir, la prohibición. En realidad, el mayor enemigo del sectarismo es el propio sectarismo porque lleva ineludiblemente al pensamiento de grupo, o lo que es llamado también estupidez colectiva que unido al corporativismo en el tiempo solo lleva al estancamiento.

El sectarismo puede ser efectivo a corto plazo pero a medio o largo lo tiene muy difícil. Porque una estructura, anquilosada por la burocracia, las camarillas y los daños colaterales que esto supone, va perdiendo la inteligencia colectiva y va ganando en ensimismamiento. Y este ensimismamiento produce que el interiorizar se superponga y vaya antes del exteriorizar. Cuando es al contrario. Primero se exterioriza en el proceso de inteligencia colectiva y se llega a una síntesis, para luego a través de nuevos proceso de inteligencia colectiva mediante la exteriorización llegar a nuevas síntesis. Cuando la interiorización viene primero, la estructura se puede convertir en una iglesia. Con su biblia, dioses, papa, curas, monaguillos y confesionario, sin olvidar el cielo y el infierno.

Por supuesto, la iglesia puede triunfar y mantener al “pecador” bajo el manto del miedo o el silencio pero no puede cumplir sus objetivos por lo que a medio o largo plazo, en el tramo que va desde que por muy pequeños que sean se abran paso procesos de inteligencia colectiva que no partan de la interiorización prefabricada se derrumba el castillo de naipes al apagarse la confianza.

Que se abra paso la inteligencia colectiva no solo es un remedio eficaz contra el pensamiento de grupo sino que es la manera más efectiva de avances en procesos de liberación. La inteligencia colectiva se alimenta tanto del acuerdo como del desacuerdo, del pensamiento crítico, de esquemas diferenciados que promuevan creatividad, de relaciones simétricas en el colectivo, de la estimulación a procesar críticamente en lugar de solo recibir información, del consenso, de la oposición y de la cooperación entre todos estos factores. Es decir, de la exteriorización previa a la interiorización.

Por si alguien no se ha dado cuenta, en Euskal Herria ese castillo de naipes hace ya un tiempo que se cayó, debido entre otras cosas a la brecha generacional, de ahí que el argumento de autoridad solo sea ya una sombra lamentable que solo produce verguenza ajena en una gran parte de las nuevas hornadas de militantes no dispuestas a dejarse amaestrar, y que no aporta nada positivo para nadie, sino visceras y escasa racionalidad. No se puede atacar gratuítamente a gente que se desconoce, intentar cohibir a gente que se conoce para desmovilizarla, y todo porque en ciertos despachos saltó la alarma roja no por la situación extrema de Patxi Ruiz sino por supuestos intereses partidistas de caracter sectario.

Un grito aislado o una pintada aislada en una herriko ante el vendaval de cientos sino miles de gritos y pintadas por toda Euskal Herria no puede servir de coartada para hacer política de salón. Mas teniendo en cuenta que la lista de acciones poco éticas de un sector del oficialismo con robo de sede incluida y mil y un tejemenejes, criminalizaciones y hechos lamentables es algo de lo que ese sector al parecer no quiere prescindir.

La gente es consciente de cómo, con quién , porqué y para qué se está movilizando. Me atrevería a decir y creo que no me equivoco, que nadie abertzale y socialista al margen de la estrategia de Sortu que por cierto cada vez somos más y esa es una de las claves, ha estado de acuerdo con ese incidente, independientemente de las discrepancias políticas. Algunos son muy listos y saben supuestas procedencias, pero para ser listos hay que saber.

No estamos en una situación cualquiera. En estos momentos la pierna que asfixió en EEUU a George Floyd, que aquí tiene otros nombres empezando por el PSOE y acabando por el PNV, se cierra sobre el cuello del gudari Patxi Ruiz de una manera incluso más fría. Y en estos 22 días que lleva ya en huelga de hambre junto a los 12 anteriores también de sed, podemos estar en los prologomenos de otro asesinato de estado como para andar con politiqueos desmovilizadores de salón, ansias de protagonismo y quítate tu que me pongo yo.

Mucha gente está saliendo a las calles, ejerciendo la solidaridad de muchas formas, incluso en huelgas de hambre solidarias y empezó a salir en las peores condiciones, con un reguero de muertos a sus espaldas por la gestión capitalista del Covid, con el miedo en el cuerpo ante qué deparará el futuro cuando ya no se llega bien a fin de mes, en estado de sitio policial y militar, como para andar lloriqueando y rechazando pintadas o pidiendo derechos humanos de un cajero de mierda.

Ahora solo toca una cosa, estar con Patxi Ruiz, que cada cual haga o no haga lo que crea conveniente. Y si no se está con el, que se aparte del camino.

 

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