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Estado español :: 08/08/2020

"Groom of the stool", los limpiadores del culo del rey

Izquierda Castellana
Las organizaciones que convocamos la movilización del 25 de julio en Madrid ya hemos iniciado los preparativos para hacer una gran manifestación

La dinastía de los Tudor en Inglaterra, (siglos XV y XVI) primero Enrique VII y después Enrique VIII (quien llevó tal actividad a su máximo esplendor), institucionalizó el oficio conocido como “Groom of the Stool”, que tenía como esencia limpiarle el culo al Rey, además de otros cuidados personales. Así de simple. Tal cargo era de los más cotizados en la Corte, por la “cercanía, confianza y conocimientos” que se suponía que tal oficio tendría con y sobre el monarca. En un momento dado llegó a ser el cargo institucional más apreciado.

El cargo de limpiaculos del rey estuvo vigente desde el siglo XVI hasta 1901, cuando fue abolido bajo el reinado de Eduardo VII. Como dato que va más allá de la mera curiosidad, cuando en vez de rey había reina, esta no tenía “limpiador de culo”.

Oficialmente los Borbón, que se sepa, no tienen limpiadores de culo en su sentido literal, pero los tienen en abundancia y con alto compromiso en el sentido político y mediático.

La Segunda Restauración Borbónica, realizada de la mano del franquismo a través de la constitución ilegítima de 1978, es un campo en el que abunda ese oficio, por lo que parece, tan rentable.

Hay que recordar que los “Grooms of the Stool” a partir de un determinado momento durante el reinado de Enrique VIII se convirtieron también en los tesoreros de la casa real y a través de esta actividad accedieron a un amplio control sobre las finanzas del conjunto del reino. Esta parte del oficio seguramente era una de las que lo hacían más atractivo. Desde luego ahora y en este país es un elemento clave que explica la amplitud del número de políticos y miembros del poder mediático y otros, con vocación de limpiaculos.

Esa actividad es muy intensa desde el momento mismo del nombramiento por Franco de Juan Carlos como su sucesor a título de rey, y fue incrementándose con el paso del tiempo y con los diversos acontecimientos políticos: cuando Juan Carlos jura como rey sobre los Principios Fundamentales del Movimiento Nacional del 18 de julio; cuando su evidente implicación en el 23-F en el año 1981; cuando la primera expresión de sus robos sistemáticos con los famosos 10.000 millones (de pesetas) transferidas por el gupo KIO (caso KIO 1992), marrón que acabó comiéndose su amigo Diego Colón de Carvajal; cuando se empiezan a conocer públicamente algunas de sus aventuras y el uso de dinero público así como de los recursos de la seguridad del Estado para intentar que no trascendieran, como en el famoso asunto de Bárbara Rey…

La corte de limpiaculos política y mediática siempre estaba ahí para intentar hacer limpieza de la cloaca real.

Que no nos vengan a decir ahora que no se sabía nada de su tropelías o que todo el mundo creía que era un personaje ejemplar hasta hace cuatro días. Los limpiaculos son aún mucho más despreciables que el propio monarca. Su objetivo es distorsionar ante la opinión pública la imagen de éste para mantener los privilegios que obtienen de la supervivencia del régimen monárquico borbónico. El programa especial de TVE emitido en la noche del 6 al 7 de agosto es un ejemplo, ya desesperado, de lo que decimos.

Diversas personas de nuestra organización, entre ellas Doris Benegas, tuvieron procesamientos por denunciar las andanzas de Juan Carlos, año 1991 y 1996.
Ahora toda la Corte se vuelca en la tarea de separarlo de su hijo y heredero Felipe, porque al fin y al cabo se trata de salvar a la institución, aunque para ello haya que sacrificar a la persona que la ha encarnado durante décadas. Saben que sin esa institución el chiringuito se les vendría abajo y que en un sistema político democrático, es decir, en una República popular, no les quedaría más remedio que ponerse a trabajar para ganarse el pan con el sudor de su frente, y eso sí que no. “Limpiar culos reales”, lo que haga falta, pero trabajar… eso es cosa de plebeyos y de gente del común, ni hablar.

En esta labor de limpiaculos podemos observar ahora una clara división de tareas: están los que los limpian directamente, como Pedro Sanchez y otros miembros del PSOE en el Gobierno, aunque por supuesto estamos convencid@s de que amplísimos sectores de ese partido no comparten esa posición, eso sí, los del Gobierno, lo hacen por responsabilidad institucional. Están los que no participan directamente en la limpieza de la mierda, pero colaboran estrechamente en ello facilitando el papel higiénico, en una calculada operación de división de tareas, en eso está Podemos, de los que no esperamos contradicción alguna ya que son simplemente una agencia de colocación. Y finalmente están los que exigen que esa operación de limpieza de la mierda se haga con más entusiasmo y dedicación, ahí tenemos al PP, Ciudadan@s y Vox.

Si creen que la operación para salvar la monarquía fascista y corrupta va por el buen camino es porque cada vez están más disociados de la realidad. La huida de Juan Carlos con la complicidad de las instituciones del Estado es de una total sinvergüencería, pero no hace más que hundir todavía a mayores niveles el crédito de la monarquía borbónica. Desde el movimiento popular republicano, además de denunciar ese aspecto de la cuestión, consideramos que esa huida es una victoria del movimiento popular. El Emérito no quería irse y ha tenido que hacerlo para evitar males mayores a corto plazo, pero a medio no va a evitar nada.

No pasará mucho tiempo para que detrás del Campechano se tenga que ir toda la mafia borbónica.

Las organizaciones que convocamos la movilización del 25 de julio en Madrid ya hemos iniciado los preparativos para hacer una gran manifestación contra la monarquía corrupta y por la República popular en octubre. Ese será un nuevo punto de inflexión.

 

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