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Argentina, Argentina :: 16/08/2019

Argentina; terremoto continental

Ángel Guerra Cabrera
La victoria obtenida demuestra la maestría estratégica de la ex presidenta

La aplastante victoria de Alberto Fernández, candidato a la presidencia por el Frente de Todos (FT), en las elecciones Primarias, Abiertas, Simultáneas y Obligatorias de Argentina (PASO) es un hecho no sólo de gran trascendencia política nacional, sino regional y mundial. Debe subrayarse la presencia, como compañera de fórmula, de Cristina Fernández de Kirchner, uno de los actores y actoras principales de la gran corriente política latinocaribeña de finales del siglo XX y principios del XXI contra el neoliberalismo, por la independencia, la justicia social y la unidad e integración de nuestra América. Cristina en su momento dio un paso al costado y propuso a su correligionario para encabezar el dúo por considerar que era lo más conveniente a los intereses populares.

La victoria obtenida demuestra la maestría estratégica de la ex presidenta –y, claro, su altura de miras–, pues la asunción por Alberto de la candidatura presidencial, junto a su experimentado oficio político y don de gentes, arrojó magníficos frutos en lo que hace al aglutinamiento de gran parte del peronismo en torno a la fórmula Fernández-Fernández (FF) y la atracción por ésta de más sectores de clase media. Ninguna encuestadora fue capaz de acercarse siquiera a los resultados obtenidos por FF, pues aunque coincidían en pronosticar su victoria, le asignaban cinco o menos puntos de ventaja. Pero tardó en exceso en conocerse el cómputo oficial, no obstante que un alicaído y desajustado Macri salió temprano a reconocer su derrota.

De muy mala gana y, en el colmo del narcisismo, el nacido en cuna de oro culpó de ella a los electores y mandó a los argentinos a dormir, orden incumplida por los seguidores de FF. Éstos esperaron pacientemente a que el gobierno anunciara sus datos horas después en un intento por mejorarlos mediante la manipulación digital, impedido por la justicia electoral. No obstante que los sondeos a boca de urna lo habían adelantado, fue entonces que se supo a ciencia cierta que la fórmula FF lograba más de 11 millones y medio de votos y unos 15 puntos de ventaja, celebrados hasta avanzadas horas por los frentistas.

Datos más finos de hoy arrojan 49.2 por ciento de la votación para el peronismo-kirchnerismo frente a 33.1 de Macri, una tremenda ventaja de 16 puntos.

Este resultado dejó claro el contundente rechazo de dos tercios del electorado a las asfixiantes políticas neoliberales aplicadas en los últimos tres años y medio: recortes masivos de empleos, inflación galopante, caída de salarios, devaluación del peso, tarifazos de más de mil puntos porcentuales, desindustrialización, quiebra de miles de Pymes, reducción sustancial de la inversión pública y aumento importante de la pobreza y la desigualdad social.

Ello, no obstante que el ultraneoliberal gobierno de Mauricio Macri, recibió el año pasado un préstamo o rescate del Fondo Monetario Internacional (FMI) por 57mil 100 millones de dólares, el mayor concedido por la institución de crédito en toda su historia. Este supuestamente protegería a los más vulnerables de los efectos del draconiano plan de ajuste acordado con el FMI para sanear la economía rioplatense, pero en realidad quienes se beneficiaron de él fueron principalmente los especuladores financieros, incluidos el presidente argentino y varios de sus ministros de gabinete. Obviamente, el desembolso de un monto tan elevado por el FMI sólo podía obedecer a una decisión de Donald Trump en favor de su amigo Macri y del sostenimiento de uno de los gobiernos más serviles al imperialismo yanqui en América Latina y el Caribe, al extremo que despertó celos y censuras de algunos de los socios europeos de Washington.

La ventaja lograda por Alberto Fernández ha sido de tal contundencia que todos los analistas coinciden en que es simplemente irremontable. De modo que es razonable esperar que refrende y hasta supere este desempeño en la elección del 28 de octubre sin necesidad de someterse a la segunda vuelta, una gran noticia para nuestra América, para las elecciones que esperan a la izquierda en Bolivia y Uruguay y también para el México lopezobradorista. Macri, luego de haber aumentado artificialmente el viernes el precio de los valores argentinos en Wall Street para dar una imagen de favorito de los círculos financieros, ha mantenido después del batacazo una conducta errática e irresponsable, que tiró al piso los indicadores bursátiles y el peso.

Al fin, el miércoles en la mañana, tres días después de su derrota, en una tácita admisión de que se inicia la transición, llamó a Alberto Fernández, quien había mostrado disposición al diálogo, aunque aclaró que quien gobierna hasta el 10 de diciembre es Macri. Fernández criticó el ya cuestionado paquete de medidas económicas y sociales recién anunciadas por el presidente y dio a entender que eran electoreras. Precisamente dijo haberle sugerido que sea más presidente que candidato para evitarle mayores sufrimientos al pueblo argentino.

@aguerraguerra

 

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