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Venezuela :: 16/10/2017

Elecciones en Venezuela y la estrategia de la “intervención internacional”

Manuel Pardo de Donlebún
La respuesta popular ha sido masiva, superior a la de pasados eventos electorales; y el chavismo se ha hecho con al menos 17 de las 23 gobernaciones en disputa

Con una participación del 61,4% del censo, las elecciones a gobernadores de los estados en Venezuela demostraron de forma arrolladora que el deseo de resolver los problemas domésticos de forma ordenada y pacífica son ampliamente respaldados por su población.

La respuesta popular ha sido masiva, superior a la de pasados eventos electorales; y el chavismo se ha hecho con 17 de las 23 gobernaciones en disputa, pendientes los resultados del estado de Bolívar a la hora de esta crónica. Se trata de una lección incuestionable de democracia popular, a pesar de la recurrente campaña de guerra económica a la que se está sometiendo al pueblo venezolano desde la oligarquía y las trasnacionales, recrudecida tras el fracaso de su estrategia insurgente desarrollada con anterioridad a las elecciones a la Asamblea Nacional Constituyente.

A pesar de ello, las pretendidas “democracias” occidentales preparan ya sus argumentos para desbaratar estos resultados, tachándolos de fraudulentos. El eurodiputado español Javier Couso ha denunciado la existencia de un documento del Parlamento Europeo, llamando a desconocer sus resultados… ¡incluso antes de que las elecciones se celebraran!. Ello, a pesar de las evidencias de que se trata del mejor y más transparente sistema electoral del planeta, como reconoció la fundación Carter y expresó el propio ex-presidente de EEUU, Jimmy Carter (“Tomando en cuenta las 92 elecciones que hemos monitoreado, yo diría que el sistema electoral venezolano es el mejor del mundo”) y de que los mecanismos de supervisión, interna y externa, estaban engrasados y a punto para garantizar los resultados.

Como estaba previsto, sigue ello la táctica de la oposición de denunciar fraude electoral, obviando las evidencias existentes en contra. La UE y sus gobiernos se harán eco de la denuncia y sus medios de persuasión repetirán el mantra hasta convertir su consigna en elemento de “postverdad” que se inserta inadvertidamente en la conciencia de las personas.

Con una inmediatez calculada, el Secretario General de la OEA, sin contar con el respaldo de los embajadores nacionales, se había permitido la osadía de constituir un Tribunal Superior de Justicia paralelo en la sede de esta organización en Washington, con dos días de antelación. Y lo hizo arropado por lo más granado de la delincuencia venezolana y de la extrema derecha internacional, como el inefable Aznar.

En realidad, todo este proceso se inscribe en la estrategia ya dictada desde el Comando Sur de los EEUU para justificar su intervención directa en los asuntos de Venezuela. Vista la incapacidad de la oposición “del interior” para desalojar del poder a Maduro y acabar con el Chavismo, se confirma el cambio de fase a una intervención armada desde el exterior: el siguiente paso, para el que ya se están divulgando las matrices correspondientes, será la denuncia de una “crisis de refugiados” venezolanos, obviando que es precisamente Venezuela la que ha acogido a cinco millones de colombianos que huían de la violencia en su país.

Colombia se ha prestado dócilmente a esta estrategia, preparando, en gesto propagandístico, campamentos para acogerlos. En realidad, Colombia, vinculada ya con la OTAN, es el principal elemento en esta estrategia de guerra, que cuenta con el ejército más poderoso de Latinoamérica (medio millón de combatientes), además de una poderosa fuerza paramilitar, liberada ahora del trabajo de combatir a la guerrilla.

De manera que contemplamos el siguiente escenario: una vez constituido el TSJ “en el exilio”, sus acciones estarán orientadas a perseguir, vía una supuesta “justicia trasnacional”, a las autoridades chavistas. Las declaraciones de fraude en las elecciones serán el nuevo pretexto para deslegitimar al gobierno y justificar, en el corto plazo, la constitución de un “gobierno en el exilio”; la guerra económica, entre tanto, profundizará las dificultades por las que pasa el pueblo, facilitándose la evacuación de sectores de clase media empobrecidos, que será ventilado como “crisis de refugiados”. No es descartable el retorno de las acciones violentas, en especial, a manos de mercenarios colombianos. El “gobierno en el exilio” estaría legitimado para invocar la intervención internacional. Dadas las dificultades a las que se enfrentan las fuerzas armadas de los EEUU en el marasmo guerrerista planetario desatado por su estado profundo, lo más probable es que la intervención no sea directa, sino protagonizada por una mezcla de acciones mercenarias al estilo del ISIS en el contexto del “Medio Oriente Ampliado”, junto con una “coalición internacional” de estados del Grupo de Lima, coordinados operativamente por el propio Comando Sur de los EEUU. En resumen: criminalizar y deslegitimar al gobierno bolivariano, declarar un estado fallido y desatar una agresión militar.

Estados Unidos y la oposición apátrida no ignoran, sin embargo, que existe una fuerza popular organizada inmensa, que expresa su deseo de paz en votos, pero que también es capaz de defender su revolución con todas las armas necesarias, y una Fuerza Armada Nacional Bolivariana altamente preparada, que no abandonará a su pueblo como pretenden los traidores.

Madrid, 16 de octubre de 2017.

 

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