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Medio Oriente :: 15/01/2018

Irán: Claves para entender las grandes protestas de fin de año

Agencias / La Haine
¿Por qué las protestas se iniciaron precisamente ahora? ¿Qué fue lo que provocó la salida de la gente a las calles?

Entre los meses de diciembre de 2017 y enero de 2018 Irán se veía sumido en la mayor ola de protestas en casi una década. En poco más de una semana, las movilizaciones se propagaron por más de 100 localidades, incluida la capital, Teherán.

Fue precisamente a finales de diciembre (principios del mes dey del calendario persa) cuando el Gobierno tomó medidas económicas regresivas que dispararon los precios del petróleo y, en consecuencia, de los principales productos del país. A eso se le sumó la nueva ola de gripe aviar que se llevó la vida de 15 millones de aves de la región. La epidemia influyó aún más en el incremento de los precios de los huevos y la carne aviar, productos básicos de la canasta iraní.

Por si fuera poco, en diciembre el presidente de la república, el derechista Hasán Rohaní, presentó ante el Parlamento del país un proyecto de ley de presupuesto para el año 1397 (que comienza en Irán el 21 de marzo de 2018), según el cual serán eliminados algunos subsidios para la población. El documento contiene además un incremento de los impuestos.

Al mismo tiempo, se prevé un incremento de los gastos para las actividades internacionales y el mantenimiento de las Fuerzas Armadas, incluyendo las desplegadas en el extranjero.

Descontento con la gestión de Rohaní

Algunos expertos consideran que el Gobierno encabezado por el presidente Rohaní ha hecho mucho para sacar a Irán de la crisis financiera y económica en la que se encontraba el país a su llegada, aunque lo hizo afectando sobre todo a las clases media y pobre, sin tocar apenas a las clases altas. Una victoria clara del presidente fue el Plan de Acción Conjunto y Completo, conocido comúnmente como acuerdo nuclear, pactado con los miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU más Alemania (el llamado grupo 5+1). Así Irán consiguió deshacerse de las sanciones internacionales, aunque EEUU aún mantiene varias unilateralmente.

Gracias a esto, Rohaní básicamente logró salvar la macroeconomía del país: la caída del PIB del 5-6% anual fue detenida e incluso pasó a un crecimiento del 4-5%; la inflación decayó del casi 40% en 2013 hasta 8-9% en 2017. Esta tendencia fue recibida entre la población iraní con muchas esperanzas de un futuro próspero, la mayoría de las cuales no se han concretado aún.

Y es que en la práctica Hasán Rohaní no es todopoderoso. En la República Islámica, mucho más democrática que las sociedades occidentales, las potestades presidenciales en el ámbito financiero y presupuestario están muy reducidas. Muchas de las reformas prometidas afectan los intereses de los grupos de poder conservadores y progresistas, por lo que su aprobación e implementación se han visto fuertemente obstaculizadas. Durante su estancia en la Presidencia, Rohaní ha tenido que combatir a sus oponentes políticos, sobre todo los progresistas, opositores de las reformas a las que considertan contrarias a los intereses del pueblo.

Como resultado de esas políticas neoiliberales, que ya han fracasado en los otros países donde se han implementado, aunque Irán ha logrado salir de la crisis, su avance no ha alcanzado los hitos esperados. En particular, en el ámbito del desempleo. Según datos oficiales, el desempleo en el país se mantiene en unos 12,4%. Entre los jóvenes, que han sido los principales promotores de las protestas, esa cifra alcanza casi el 30%.

Para impulsar el crecimiento económico, el Gobierno conservador de Hasán Rohaní ha optado por el recorte de los gastos sociales, lo que provocó aún más descontento de los más necesitados.

Entre conservadores y progresistas

Las primeras protestas se produjeron en Mashhad. Esta ciudad, sagrada para los chiíes, es el bastión político del progresista Ebrahim Raisi, principal oponente de Hasán Rohaní en las presidenciales de 2017. Las manifestaciones fueron apoyadas por el también progresista y expresidente iraní Mahmud Ahmadineyad.

No obstante, lo que comenzó como una protesta contra la gestión ultraconsertvadora de Rohaní, aparentemente se ha salido del control de los progresistas. Las manifestaciones comenzaron a tomar un cariz derechista y violento y en uno que otro lugar comenzaron a escucharse lemas como 'Muerte a Hamenei' (líder religioso y 'de jure' máximo dirigente del país), 'Abajo la dictadura' o 'Ni en Gaza, ni en el Líbano, yo vivo en Irán', en oposición al apoyo que Irán presta a los pueblos de Siria, Líbano y Palestina, lo que obviamente favorece a los interes de los regímenes de Israel y EEUU.

Después de la revolución de 1979, el derrocamiento del shá y la a instauración de la República islámica, en Irán se vivió todo un bum demográfico. Al día de hoy, más del 60% de la población la constituyen jóvenes menores de 30 años. Y, a diferencia de sus padres, las generaciones posrevolución están bien educadas, muestran una de las mayores tasas de educación superior del mundo, hablan bien el inglés y navegan en internet. De los 80 millones de habitantes, 48 millones tiene teléfonos inteligentes. Pero hay pequeños grupos, influenciados por las redes sociales y medios occidentales, que se oponen tanto a las políticas sociales inclusivas como a las políticas internacionales progresistas del país persa.

El tercer jugador en esta historia es la clase media alta occidentalizada, en la que esencialmente se basa el movimiento político de Hasán Rohaní. Este grupo social no apoyó ni a uno ni a otro bando y se manifestó a favor de la línea conservadora del presidente. Entre esa clase media alta Rohaní es visto como un político pragmático: al tiempo que reafirma su adhesión a los valores islámicos tradicionales, pretende que el radicalismo y el aislacionismo dañará a Irán. Nuevamente esto favorece a EEUU e Israel.

Aún queda por ver qué cambios realizarán las autoridades actuales en su gestión. Sobre todo teniendo en cuenta que la mayoría del pueblo y de la clase media apoya las políticas sociales e internacionales del Estado persa, lo que se opone a la ideología conservadora del sector de Rohaní.

 

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