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Estado español, Carlo Frabetti, Nacionales PP.Catalans :: 16/03/2018

Represión y buenos modales

Carlo Frabetti - La Haine
"No hay que quemar ninguna bandera ni la foto de nadie", dicen los inevitables tontolianos pretendiendo dar ejemplo de ecuanimidad y convivencia armónica

No es infrecuente oír, en mítines y debates políticos, la frase: “Nosotros estamos contra todo tipo de violencia”. Suena muy bien, pero, desgraciadamente, no significa nada. Las extracciones dentales son una forma de violencia. La depilación a la cera es una forma de violencia.

Sujetar a un depravado que golpea a una ancianita indefensa, es una forma de violencia. Quienes dicen estar contra toda forma de violencia son necios o demagogos que, directa o indirectamente, le hacen el juego al poder y su violencia institucional.

Una versión light de este pacifismo ramplón consiste en reivindicar los buenos modales y lo “políticamente correcto” como valores absolutos, sin tener en cuanta las circunstancias concurrentes en cada caso. “No hay que quemar ninguna bandera ni la foto de nadie”, dicen los inevitables tontolianos pretendiendo dar ejemplo de ecuanimidad y convivencia armónica, y dedicando velados (o no tan velados) reproches a raperos y quemafotos antimonárquicos por sus “groserías”.

Los groseros, en el más literal sentido del término (pues la grosería es lo contrario de la sutileza), sois vosotros, hipócritas tontolianos, engolados lameculos. Pedirle que sea “educado” a quien solo dispone del exabrupto para hacerse oír mínimamente, es una estupidez o una vileza. Si en su día un joven judío hubiera quemado una foto de Hitler o una bandera nazi, ¿se lo habríais reprochado? Y no estoy diciendo que el Borbón sea como Hitler ni que la rojigualda sea comparable a la bandera nazi; pero si hay fotos y banderas que sí se pueden quemar, vuestra farisea sentencia cualitativa queda automáticamente invalidada, y en todo caso habría que discutir qué banderas y qué fotos se pueden quemar “educadamente” y cuáles no; dicho de otro modo, habría que cuantificar la maldad de las efigies y los símbolos, lo cual no parece fácil.

No he dicho (y no lo pienso: me apresuro a aclararlo porque al parecer te pueden empapelar por tus ideas) que el Borbón sea comparable a Hitler; pero si se puede quemar la foto de un dictador sanguinario sin sacar los pies del tiesto de lo políticamente correcto, no veo por qué no se puede quemar la de un asesino de osos y elefantes que ha manifestado públicamente su admiración y gratitud hacia otro dictador sanguinario. Y si se puede quemar la bandera de la Alemania nazi, no veo por qué no se puede quemar la de la España fascista, impuesta por Franco en sustitución de la legítima tricolor republicana.

Y, ya puestos, también se podrían quemar las fotos de los encorbatados, relamidos e hipócritas tontolianos que, por el mero hecho de reprocharles a las víctimas de la represión su “mala educación”, les hacen el juego a los verdugos. Muy educadamente, eso sí.

 

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