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Génova 2001: no nos pararán
Josu Egireun ; Paul Nicholson de Hemen eta Munduan, Iniciativa popular de Euskal Herria contra la globalización neoliberal

Ayer a la media noche cuando todo el mundo se había retirado y lo único que deseaba era descansar, faltó tiempo para comenzaran a sonar los móviles alertando de una brutal operación en el Media Centre del Genoa Social Forum: la policía había entrado a saco en él y como, al parecer, no encontró lo que buscaba, se trasladó al edificio de enfrente que albergaba decenas de gente dispuesta a dormir, liándose a golpes (sobre todo en la cabeza) sin mediar palabra. Conclusión: más de cuarenta personas hospitalizadas, algunas de ellas con carácter grave. Un operativo policial que el periodista de La Stampa Renato Rizzi resumía de esta manera: esto parece Chile (de Pinochet, se entiende), y que abre algunas interrogantes.

La primera es, ¿por qué ocurrió esto cuando todo el mundo daba por finalizadas las protestas contra el G-8?. Si seguimos los argumentos dados por los responsables policiales, las razones es que iban a buscar material de guerra, y si nos atenemos a las palabras de un mando de la policía que entró en el edificio vinieron a “acabar el trabajo”. Hoy a la mañana el único ‘material’ que la policía ha podido mostrar son los contusionados por sus porras.

Sin embargo, ninguna de las dos explica por qué acudieron allí y actuaron de forma tan brutal, y es así porque la explicación hay que encontrarla en otro punto: en que los 8 más poderosos del planeta no pudieron asimilar la enorme protesta social que discurrió ayer por las calles de Génova, aún y a pesar de la brutal represión de la víspera; en su decisión de no dejar sin respuesta (y respuesta contundente) la osadía de desafiar su Imperio.

La segunda es ¿qué supone lo ocurrido para el movimiento contra la globalización neoliberal? Y lo que hay que decir es que supone que estamos en buen camino, que ha sido un acierto haber impulsado un consenso tan amplio para trabajar en común entre más de 800 organizaciones sociales frente a la cumbre del G-8, construyendo alianzas entre el ‘nuevo movimiento’ antiglobalización el ‘viejo’ movimiento obrero y el movimiento campesino, pasando por asociaciones recreativo culturales como ARCI u ONGs del peso de la WWF.

Hay que decir también que ha sido un acierto habernos mantenido unidos frente a la estrategia de tensión y provocación impulsada por el Gobierno Berlusconi (con la activa colaboración del resto de gobiernos de la UE) y que de ahora en adelante quienes dirigen los destinos del planeta (G-8, BM, FMI,OMC) tienen la obligación de analizar el punto tan grave al que han conducido al mundo y decidir si van a seguir impulsando políticas que generan tanta protesta para luego reprimirla salvajemente o si van a dar un giro de 180º para caminar hacia un mundo más justo y solidario en el que las personas podamos decidir por nosotras mismas el futuro que deseamos.

Pero no podemos dejar de lado que dentro del movimiento antiglobalización hay sectores que priorizan la contundencia del enfrentamiento contra el imperio frente a la construcción de estas alianzas y la legitimación social que persiguen. Son sectores que responden a la violencia del sistema con la violencia en la calle en un contexto en el que en Génova se ha vuelto a repetir la escena de Barcelona: policía disfrazada de Black Block saliendo de furgones e infiltrándose entre los manifestantes para alimentar la represión de la policía sobre todo el movimiento.

Nosotros consideramos que la mejor forma de impedir que los poderes públicos instrumentalicen la legitimidad de las movilizaciones es optando por la desobediencia civil que deje la acción violenta en la responsabilidad exclusiva de los cuerpos represivos.

En cualquier caso nuestras divergencias con las formas de lucha de estos sectores no nos llevan a olvidar que parten de los condenados de la tierra y en ese sentido la manifestación de ayer tuvo un momento emotivo cuando el portavoz del Génova Social Forum, reivindico a las víctimas de la represión como parte del movimiento, como el tributo que el G8 ha querido hacer pagar al movimiento por enfrentarse a su cumbre.

Así pues, a la pregunta, la tercera de ¿qué balance podemos hacer?, (aunque a falta de la perspectiva que da el tiempo y la necesidad de contrastar pareceres, la respuesta es, de entrada, que el balance es positivo sin paliativos, aunque el tributo que hemos pagado ha sido enorme. Es positivo desde el punto de vista de las alianzas, del pulso con el gobierno, y también desde los acuerdo que el G8 quiere vender para dar a entender que le preocupa algo más que arrasar el planeta y llevar a la humanidad a la miseria. Porque las medidas anunciadas en relación a la deuda externa y las ayudas a programas de salud son fruto de la denuncia permanente de este movimiento: son fruto de la campaña por la abolición de la deuda externa y de la campaña contra el sometimiento de la salud humana a los intereses de las multinacionales de los medicamentos que ya tuvo un primer éxito en Sudáfrica. Y lo único que queda es comprobar que las medidas se aplican, porque aún estamos esperando a que se cumpla la decisión adoptada en 1997 por el BM y el FMI de anular en un 90 la deuda de los 41 países más pobres del planeta.

Pero sobre todo ha sido un éxito porque Génova deja atrás a Seattle y supone un gran salto adelante del movimiento. Porque ha dejado constancia que por encima de los obstáculos, de las campañas de intimidación, de la provocación sistemática y los intentos de criminalización, en Génova ha quedado constancia que no nos pararán, que la voluntad de este movimiento, y sobre todo la enorme esperanza puesta en que acumulando fuerzas y luchando unidos no hay poder en el mundo que pueda detener nuestro sueño por lograr un mundo más justo y solidario. Como decía Víctor Hugo, “los sueños de hoy serán las realidades de mañana”. No nos pararán.

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