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Informe de inteligencia canadiense: El movimiento antiglobalización, imparable
Anne Marie Mergier
Revista Proceso

París.- Se acabó la época en la que las grandes ciudades del mundo solían disputarse el honor de acoger importantes cumbres internacionales.El desasosiego absoluto de las fuerzas de seguridad de Seattle frente a los manifestantes hostiles a la globalización y el consiguiente fracaso de la "ronda del milenio" de la Organización Mundial del Comercio a finales de 1999, dejaron estigmas indelebles.

Desde hace meses el "trauma de Seattle" parece afectar a la ciudad de Quebec donde se realizará la Cumbre de las Américas del 20 al 22 de abril próximo.

El objetivo de la reunión —acelerar el proceso de integración comercial del continente americano al extender el TLC a toda América Latina— es prioritario para el gobierno de George Bush, pero provoca un profundo rechazo en amplios sectores de la sociedad civil latinoamericana, canadiense, estadunidense y de otras partes del mundo.

El Foro Social Mundial de Porto Alegre, que se efectuó a finales de enero, permitió a las redes de ONG y a los sindicatos opuestos al TLC continental armonizar y afinar sus estrategias de lucha.

El ambiente amenaza, por lo tanto, con ser bastante "caliente" en Quebec. Crecen las pesadillas de las autoridades canadienses. Su honda preocupación se refleja en un informe del Servicio Canadiense de Inteligencia de Seguridad, fechado en agosto del 2000.

Su título: La antiglobalización, un fenómeno en plena expansión.

Expresan los expertos canadienses de Inteligencia de Seguridad: "Canadá, en su calidad de miembro de numerosas organizaciones como la OMC, el FMI, el BM, la OEA, que fueron o serán el blanco de actividades de protesta en su territorio y en el extranjero, es a menudo seleccionada para ser sede de sus reuniones. Todos los niveles del gobierno suelen invitar a estas instituciones y animarlas para que organicen sus cumbres y sus conferencias en distintas partes del país.

"Estos encuentros representan una fuente de ingresos y permiten resaltar el carácter democrático de Canadá en la comunidad internacional. Sin embargo, las protestas y las manifestaciones podrían quitarle brillo a esa bella imagen, sobre todo si la información difundida por los medios de comunicación masiva es negativa.

"Algunas autoridades ya empiezan a sugerir, además, que la fama y los intereses de Canadá en el extranjero podrían salir afectados si se presenta al país como uno de los miembros de estas instituciones que los manifestantes internacionales toman como blancos."

Insisten los especialistas: "Los organizadores de la mayoría de las manifestaciones rechazan toda idea de violencia, pero no pueden siempre impedirla. Las actividades de protestas pueden causar numerosas perturbaciones y resultar bastante costosas. Los responsables de la seguridad deben mantenerse informados sobre los manifestantes que les toca contener, prepararse en consecuencia y planificar con sumo cuidado el carácter y la importancia de su intervención.

"Medidas excesivas pueden producir un efecto contrario al buscado y dar a los manifestantes material de propaganda que usarán contra el gobierno y las mismas fuerzas de seguridad. Es preciso evitar crear una atmósfera de 'campo atrincherado" que obstaculizaría la libre circulación de los delegados, los molestaría en sus movimientos e irritaría a los comerciantes locales.

"Finalmente, los responsables de la seguridad y quienes toman las decisiones políticas, deben prever riesgos de violencia de parte de algunos elementos extremistas, que las medidas de protección instauradas en los lugares de las conferencias podrían exasperar."

Anarquismo y tecnología

La inquietud y el desamparo perceptibles en las líneas anteriores son patentes en cada una de las 13 cuartillas del informe. Son particularmente obvios en el capítulo dedicado a la descripción de la heterogeneidad de ese movimiento mundial de protesta contra la globalización, característica que lo vuelve bastante inasible e imprevisible. Y son más apremiantes aún en el capítulo siguiente, titulado Estrategia y tecnología. Algunos fragmentos se reproducen a continuación:

La heterogeneidad ciertamente contribuyó a modernizar y consolidar los movimientos de protesta y las manifestaciones, pero las nuevas estrategias y tecnologías modificaron profundamente su naturaleza misma y renovaron por completo su dinámica.

Ya está bastante lejano el tiempo en que los manifestantes se limitaban a enarbolar pancartas y mantas, a escuchar discursos y a desfilar con calma siguiendo un itinerario bien definido. Las manifestaciones de hoy podrían quizás compararse un poco con las gigantescas concentraciones, a menudo tumultuosas, que se dieron en los años sesenta o setenta contra la guerra de Vietnam y contra la bomba atómica.

Inspirándose en los anarquistas, que sólo creen en la "acción directa", los manifestantes del año 2000 utilizan una gran cantidad de nuevos métodos que dan una dimensión más compleja a sus actividades de protesta. La elaboración y la utilización de tácticas nuevas están directamente ligadas a las nuevas tecnologías que los contestatarios supieron poner al servicio de sus intereses.

Internet, agente de estos cambios profundos, tuvo un impacto importante, entre otras cosas porque permitió a los organizadores planificar rápida y fácilmente las manifestaciones, a veces a escala mundial. Ahora los individuos y los grupos pueden fijar fechas, compartir experiencias, aceptar responsabilidades, planear logísticas y lanzar una multitud de otras iniciativas, lo que nunca hubieran podido realizar antes con tanta facilidad y velocidad.

Ahora es posible lograr que manifestaciones y actividades de protesta se lleven a cabo simultáneamente en varios lugares. La comunicación y la coordinación vía Internet dieron un nuevo aliento al movimiento anarquista (...) Permitió a grupos e individuos consolidar sus lazos, comunicarse sus éxitos y reclutar a nuevos miembros.

Los opositores a la globalización cuentan con la fuerza del número de sus manifestantes para descarrilar las reuniones, y, al hacer eso, paralizan las actividades en la ciudad huésped. Ese tipo de saboteo, que los ecologistas privilegian desde hace tiempo, tiene un efecto económico inmediato.

En los meses que preceden a las acciones de protesta, los militantes reciben una formación intensiva adaptada a las actividades y manifestaciones previstas. Al celebrar contra-cumbres, que se realizan al mismo tiempo que los encuentros internacionales, los organizadores están seguros de poder contar con la presencia de numerosos militantes(...)

Reconquistar las calles

El idealismo juega también un papel importante. Los manifestantes están cada vez mejor informados sobre la causa que defienden y usan métodos cada vez más sofisticados. Entre otras cosas, organizan giras de presentación y seminarios para incrementar la eficacia de su acción.

El nuevo movimiento de protesta se caracteriza por el abanico de grupos con intereses divergentes que deciden unir sus esfuerzos y manifestarse en una armonía casi completa. El concepto estratégico de reclaim the streets (reconquistar las calles), una iniciativa británica que nació a mediados de los años 90 con la organización de fiestas callejeras y de raves parties, ha sido adoptado por los organizadores que apuestan a manifestaciones masivas para hacer prevalecer su punto de vista.

Fue lo que pasó en Seattle y en Washington. Todo fue organizado con mucha maestría. La ausencia de conflictos internos garantizó también el éxito de las operaciones. A imagen y semejanza de Internet, el movimiento antiglobalización sobrevive e inclusive se desarrolla por sí solo sin que nadie esté al mando. Los elementos radicales y extremistas aprovechan esa situación para cometer actos de violencia durante estas grandes manifestaciones, sin preocuparse lo mas mínimo de las intenciones pacíficas declaradas de los manifestantes.

Una de las innovaciones más sorprendentes incluye toda la logística operacional y administrativa —organización, coordinación y dirección— de las manifestaciones. El modo de funcionamiento adoptado es un modelo de eficacia que no parece sometido a autoridad alguna ni a algún órgano de dirección o de control central. Tiene bastantes puntos en común con el modelo preconizado por los anarquistas partidarios del socialismo autogestionario.

Son individuos que comparten las mismas ideas los que lanzan las actividades de protesta: forman grupos afines esparcidos en todo un territorio, planifican su papel y viajan al lugar donde se realizará la manifestación. Una vez en ese lugar, se unen con otros grupos animados por las mismas ideas, integran así un conjunto pluricelular y escogen a un vocero que asiste a las reuniones diarias del Consejo de Voceros. Los miembros de ese Consejo discuten de las actividades operacionales y administrativas —alojamiento, abastecimiento, consultas jurídicas, tipo de acciones— e intercambian informaciones. Seleccionan los lugares donde se llevarán a cabo ciertas actividades y se ponen de acuerdo sobre estas acciones. Las decisiones no se toman por unanimidad y los elementos extremistas o más militantes siempre se las arreglan para hacer lo que se les antoja.

Se confía a algunos conjuntos de grupos tareas y responsabilidades muy precisas: asegurar el abastecimiento, el transporte y el hospedaje de los manifestantes, o tomar disposiciones de orden jurídico y constituir subgrupos encargados de aspectos logístico, administrativo y operacional indispensables para el éxito de una manifestación (contactos con los medios de comunicación masiva, propaganda, atención médica, financiamiento, etétera)...

Un determinado número de grupos afines, así como representantes del Consejo de Voceros y de subgrupos se reunieron en los meses que antecedieron a la manifestación contra el FMI y el BM en Washington. Representantes sindicales y una multitud de defensores de las causas más diversas formaron coaliciones para "movilizar" a los participantes. Una vez más, Internet les permitió intercambiar ideas, compartir experiencias y consideraciones sobre los problemas que afligen al mundo.

Los instrumentos del activista

Los teléfonos celulares representan un medio de comunicación y de control bastante simple. Permiten a los organizadores de las manifestaciones apostar a la movilidad de sus "tropas regulares" y de "reserva" y también desplazar a los grupos de un lugar a otro, según las necesidades.

La movilidad de los manifestantes impide que las autoridades policiacas y los responsables de la seguridad contrarresten sus acciones concentrando masivamente fuerzas en un lugar muy preciso. A esas autoridades les corresponde aumentar a su vez la movilidad de sus efectivos, obtener fuerzas supletorias, interceptar las comunicaciones de los manifestantes, y, en la medida de lo posible, anticipar sus intenciones (...)

Los manifestantes ya tienen la costumbre de conseguir trapos empapados con keroseno o vinagre para contrarrestar el efecto de los gases lacrimógenos o de la pimienta de Cayena. También aprendieron a usar espetones (varillas de hierro largas y delgadas) para asar pollos, y tubos de PVC para levantar barricadas prácticamente imposibles de destruir, y a formar cadenas humanas casi infranqueables.

ÒEntre las nuevas tecnologías, el software de codificación Pretty Good Privacy es el más utilizado en los intercambios por Internet del movimiento antiglobalización, que también adoptó las técnicas de comunicación elaboradas y perfeccionadas por los ecologistas.

El grupo Ruckus Society, que nació en Berkeley (California), en 1995, se especializó en el entrenamiento de manifestantes. Les enseña cómo manifestarse en forma eficaz: dónde colocar las mantas y dónde ubicar a los manifestantes para obtener los resultados esperados, cómo vencer obstáculos y burlarse de los controles de seguridad...

Ese grupo, que inculcó a los ecologistas de los estados de Alberta y de Columbia Británica las reglas de la desobediencia cívica, jugó un papel de primer plano en la preparación de las manifestaciones de Seattle y Washington. También envió a representantes a Windsor y Calgary antes de las manifestaciones contra la OEA y el CMP para divulgar diversas técnicas que permitieron optimizar los efectos de tales manifestaciones.

Una filial canadiense de ese grupo, el Co-Motion Action, organizó un campo de entrenamiento en la ciudad de Banff para preparar a los militantes que se opusieron al Congreso Mundial del Petróleo. En esa oportunidad enseñaron diversas técnicas de "acción directa" y de desobediencia cívica: uso "militante" de Internet, de teléfonos celulares y de cámaras de video, escalada de paredes, cómo treparse a los árboles, formación de cadenas humanas, labores de reconocimiento y elaboración de planes para contrarrestar las estrategias policiacas.

Por si eso fuera poco, agregan los expertos del Servicio Canadiense de Inteligencia de Seguridad en el capítulo Financiamiento, ese movimiento opuesto a la globalización es totalmente autónomo en el terreno económico.

Explican: "El financiamiento y el apoyo logístico son asumidos por los mismos participantes y las partes interesadas a través de donaciones, y descansan, antes que todo, sobre la iniciativa individual y la imaginación de cada cual. (...) Numerosos participantes viajan al lugar de las manifestaciones por sus propios medios y se hacen cargo de sus gastos de hospedaje y comidas. Muy a menudo comparten medios de transporte y hospedaje con otros manifestantes. Algunos reciben ayuda de grupos o individuos que comparten sus ideas. En ciertos casos parte de los gastos corre a cargo de organizaciones poderosas, como Direct Action Network o Alliance for Global Justice. Finalmente, quienes participan en las manifestaciones muy importantes pueden contar con la ayuda financiera de sindicatos o grupos afines.

"El financiamiento también está asegurado por la venta de insignias, camisetas y todo tipo de objetos que promueven distintas causas. (...) Cabe precisar que, de hecho, la organización de manifestaciones y su participación no exigen grandes medios económicos. La mayoría de las actividades son improvisadas y decididas en función de la inspiración del momento. No resultan de los esfuerzos de importantes grupos de presión preocupados por sus intereses ni de amplios complot. El único apoyo, digamos organizado, que algunos de estos grupos reciben, proviene de medios sindicales que se encargan de la publicidad y de alquilar camiones para el transporte de los manifestantes."

Los expertos canadienses del Servicio de Inteligencia de Seguridad, se notan perplejos sobre qué hacer ante semejante movimiento mundial, polifacético, tan moderno e inasible y siempre sorprendente:

"La globalización seguirá provocando actividades de protestas y manifestaciones.(...) Los organizadores de conferencias y los responsables de la aplicación de la ley tienen que aceptar esa nueva realidad y los desafíos que implica. Les corresponde planificar con mucho cuidado medidas de emergencia. Deben contar con servicios de inteligencia muy seguros para planear un dispositivo de protección adaptado a la situación y, sobre todo, evitar movilizar demasiados o demasiado pocos recursos para enfrentar la situación. No se debe olvidar que adoptar medidas draconianas puede provocar reacciones muy violentas entre los manifestantes (...) "

A partir del próximo 19 de abril se sabrá si las autoridades canadienses escucharon las advertencias de su Servicio de Inteligencia. Ese día, en víspera de la inauguración de la Cumbre de las Américas, las numerosas redes opuestas a la integración comercial del Continente tienen la firme intención de hacer oír su voz.

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