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Seattle: Símbolo de un movimiento internacional que cuestiona la globalización

Guiomar Rovira Sancho - Masiosare

Todo un año de protestas que comenzaron en Seattle

Las protestas en la capital del estado de Washington, el año pasado, se convirtieron en el símbolo de un movimiento internacional que cuestiona la globalización impuesta por los organismos financieros internacionales, los grandes bancos y las compañías trasnacionales. El fantasma de Seattle reaparece en cada reunión de la Organización Mundial de Comercio, el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional o grupos de los países ricos. El crecimiento de este movimiento globalifóbico es indiscutible, pues ha logrado ganar un espacio ante la opinión pública internacional para que sean escuchadas sus críticas contra los poderes que dominan el mundo.

El 30 de noviembre de 1999, una multitud de más de 50 mil personas tomó las calles de la ciudad de Seattle para protestar contra la Ronda del Milenio de la Organización Mundial de Comercio (OMC). La gestación de la protesta en Seattle y lo que le seguiría arranca desde los Encuentros Intercontinentales por la Humanidad y contra el Neoliberalismo convocados por los zapatistas, quienes lograron consolidar una red de solidaridad internacional sin precedentes con base en algo nuevo: Internet.

La World wide web apenas se estaba estrenando en 1993 y el alzamiento indígena del EZLN logró con éxito ensayar sus posibilidades para vincular resistencias. Analistas y activistas coinciden en señalar que la primera acción de amplia difusión contra el capitalismo global fue el levantamiento del EZLN contra el Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

En el segundo Encuentro Intercontinental, en el verano de 1997 en España, se llama a formar una red para luchar concretamente contra la OMC. Al poco tiempo se constituye la Acción Global de los Pueblos (AGP), con grupos de base de 71 países. A partir de entonces, surgen varias convocatorias, la más relevante de las cuales es la Jornada Global contra el Capitalismo Financiero del 18 de junio de 1999, el "J18", que se saldó con gran éxito.

Un reporte del Departamento de Inteligencia canadiense1 dice al respecto: "El J18 incorporó a gente y a tecnología, abarcando a un gran espectro de intereses y agendas". Se dieron ciberataques contra instituciones empresariales: "Durante cinco horas, al menos 20 compañías fueron objeto de más de 10 mil ataques de hackers. Internet fue el medio por el cual el concepto del J18 se originó y por el cual el evento fue orquestado, añadiendo al sentido de insultar el de dañar".

La red empezaba a poner a prueba su capacidad de vincular la acción comunicativa en Internet con la movilización de gente a escala global. Los zapatistas lo habían conseguido para una causa concreta que unía lo global con lo local. El siguiente paso sería ver la capacidad de incidencia de las redes de luchas en temas más abstractos y globales, como el neoliberalismo y sus consecuencias.

Cómo se organizó la protesta

DAN (Direct Action Network), de Estados Unidos, una coalición de grupos radicales, convoca al N30 junto con Acción Global de los Pueblos, a los que se une el movimiento británico con vocación a ramificarse internacionalmente Reclaim the Streets!, especialista en fiestas rave para tomar las calles de Londres y plantar árboles en el asfalto. Cientos de grupos se suman, incluyendo activistas, redes ecologistas y ONG. De ahí se crea la plataforma para el N30, así como la página web del mismo nombre, y se difunde el llamado a ocupar las calles de Seattle.

Una enorme labor de propaganda se ramifica a través de los nodos, las redes internáuticas, el trabajo comunitario, los talleres en los barrios; volantes, revistas, escritos que explican lo que es la OMC, realmente algo que la mayoría desconoce. El "think global, act local" (piensa global, actúa local), lema de Seattle y de las movilizaciones posteriores, cala hondo en muchos sectores, que logran sin ninguna dificultad vincular su descontento y sus luchas locales con lo que ocurre en general en el mundo.

Espacios vacíos se convierten en centros de convergencia, que una vez acabada la protesta vuelven a desaparecer. La preparación del N30 se hizo concienzudamente, cuenta Starhawk en Internet: "Las semanas y días previos al bloqueo, miles de personas participaron en cursos de tres horas de entrenamiento para la no violencia, que combinaban historia y filosofía de la no violencia con prácticas reales de juegos de rol, donde se trataba de mantener la calma en situaciones de tensión, utilizar las tácticas no violentas para responder a la brutalidad y tomar las decisiones colectivamente".

Hay un acuerdo básico: la organización en grupos de afinidad, la coordinación descentralizada, y resistencia civil pacífica. En las asambleas de preparación general en Seattle se pedía "abstenerse de violencia física o verbal, no llevar armas, no llevar ni consumir drogas o alcohol, no destruir bienes privados". Aunque aclaraban: "Este acuerdo sólo se pide para la acción del 30 de noviembre, no es una filosofía de vida, y se acepta que hay opiniones muy divergentes respecto a estos principios".

La célula matriz de las protestas, los grupos de afinidad, son unidades de 15 a 20 personas que funcionan discrecionalmente y que tienen capacidad de tomar sus propias decisiones estratégicas. Starhawk explica al respecto: "Cada grupo de afinidad decidía su forma de participar en el bloqueo. Hubo unos que hicieron teatro callejero, otros que se encadenaron, otros que llevaban marionetas gigantes, otros simplemente agarrados de los brazos para impedir de manera no violenta el paso de los delegados. En cada grupo había gente dispuesta a ir a la cárcel, otros que serían el apoyo una vez que estuvieran en prisión y una persona calificada en primeros auxilios".

La "descentralización coordinada" permitía dar prioridad a las pequeñas unidades de activistas que rodearían su objetivo desde todas las direcciones y que se coordinarían por reencuentros del "consejo de portavoces".

Todas las decisiones organizativas que se tomaron en el centro de convergencia se hicieron con base en el consenso, aseguran los participantes. "El consenso formó parte del entrenamiento para la no violencia y para la cárcel. Se dio prioridad a la autonomía y a la libertad más que a la mera conformidad en busca de la coordinación".

La resistencia global toma las calles

Día 30 de noviembre, 6 de la mañana. Cientos de lemas, mantas, disfraces y causas salen a la calle: "Comercio justo, no libre comercio (Fair trade, not free trade)", "Reescribir las reglas de la economía global", "No WTO", "Power to the people", "Resistencia global", "Tortugas, delfines, cuerpos desnudos", "Mejor desnudos que Nike" (Better naked than Nike)...

Desde estudiantes opuestos a las maquiladoras hasta gente disfrazada de árboles en defensa de las selvas del mundo; mujeres, grupos de homosexuales, de lesbianas; anarquistas contrarios a la tecnología, luchando junto a ciberactivistas y hackers. Jóvenes de todas pintas; intelectuales caminando junto con obreros metalúrgicos; estibadores; viejos hippies, reliquias de las luchas contra la guerra de Vietnam; grupos de performance; muñecos y mantas con todo tipo de leyendas. Organizaciones de consumidores como Public Citizen. Integrantes de Médicos sin Fronteras. Grupos de rock, grupos de rap. Budistas, cristianos, ecologistas de todo tipo ("Earth first!": Primero la Tierra). Sierra Club, los sindicalistas de AFL-CIO, el Longshoresmen ("Food, not bombs": Alimentos, no bombas). Los que se oponen a las minas antipersonas, los que piden cerrar la Escuela de las Américas, los que luchan por una Birmania libre, los que denuncian a China...

Unas mil 500 organizaciones no gubernamentales se habían registrado en la OMC, muchas de las cuales participaron en las manifestaciones. En total, unas 50 mil personas protestaron, entre las cuales únicamente había unos 2 mil 500 negros, dice Elisabeth Martínez en su artículo "¿Dónde estaba el color en Seattle?", publicado en Znet en febrero de 2000. Un grupo de negros que visitaron el local de convergencia en días previos a la movilización cuentan: "Cuando entramos, el sitio estaba lleno de jóvenes blancos que se autodenominaban anarquistas. Había un olor desagradable, muchos no se habían bañado. No podíamos tener empatía con esa escena, así que nuestro grupo se fue volando".

No obstante, participaron negros del área de la bahía que trabajan por la libertad de Mumia Abu Jamal. También hubo personas del Centro Comunitario Filipino, la internacional Asamblea de la Gente, el Centro de la Raza de Seattle, los universitarios de MECHA (Movimiento Estudiantil Chicano de Aztlán), Hop Hopkins, activista contra el sida, y grupos hip-hoperos como Company of Prophets.

Pero como registra Martínez, en la planificación central de la coalición inmensa de la Red de Acción Directa (DAN) sólo había una persona no blanca, Jia Ching Chen, del Movimiento del Tercer Ojo del área de la bahía.

Se arruinó la fiesta

La ceremonia de apertura de la tercera Cumbre Ministerial de la OMC estaba programada en la mañana del martes 30 en el Teatro Paramount, cerca del Centro de Convenciones. Los manifestantes rodearon el lugar y sólo unos pocos centenares de los 5 mil delegados pudieron entrar. El teatro estaba virtualmente vacío cuando la representante estadunidense de comercio debía inaugurar la sesión. Pero ella se encontraba atrapada en su cuarto de hotel. Michael Moore, director ejecutivo de la OMC, quien intentó calmar a los pocos presentes, sufrió una apoplejía, según se dijo. Entonces, tres activistas de Global Exchange subieron al estrado para leer el acuerdo de la comunidad de ONG invitadas sobre la globalización. Aunque los tres tenían credenciales, les apagaron el sistema de sonido y la policía se los llevó detenidos.

Afuera, las calles rugían. El plan de Direct Action Network estaba funcionando de maravilla. La estrategia era insertar grupos de activistas entrenados en no violencia en lugares clave del centro de la ciudad, haciendo imposible para los delegados de la OMC moverse.

Las calles alrededor del Centro de Convenciones se habían dividido en 13 secciones; los grupos y coaliciones eran responsables de mantener cada bloque. También había "grupos volantes" que se movían de un lado a otro, apoyando a los que necesitaban refuerzos ante el ataque policial.

Una manifestante cuenta: "La policía dijo que no estaba preparada, por el nivel de violencia, pero de hecho no estaba preparada para una red de manifestantes no violentos completamente entregados a una tarea: cerrar la OMC. Además, les sorprendió nuestra organización, no había líderes carismáticos gritando las órdenes de lo que había que hacer. No había una cadena de mando. No había nadie a cargo".

"Al caer la tarde, empieza la marcha sindical (de la AFL-CIO), que inunda las calles, doblando el número de manifestantes. Mientras los dirigentes sindicales intentan cambiar el curso de la marcha, las bases toman el control y se integran a la protesta, y pasan al frente de las líneas policiales. Entonces los activistas forman una barricada de contenedores y encienden fuego. Avanzan. Era impresionante ver cómo íbamos ganando. Fue en ese momento cuando se anuncia que la conferencia ha sido cancelada ese día."

Entre las 4 y las 5 de la tarde las autoridades de Seattle declaran el estado de urgencia civil. La policía se pasaría el resto del día tratando de dispersar multitudes, hasta pasada la medianoche.

Le euforia era enorme, y el éxito de la protesta, materializado en la cancelación de la sesión de la OMC ese día, se atribuyó a muchas cosas: "Ningún personaje con autoridad hubiera podido convencer a la gente de mantener los frentes bajo el gas lacrimógeno. Pero la gente al tomar conciencia de su poder, libre de tomar sus propias decisiones, lo hizo."

La revista Newsweek del 15 de diciembre de 1999 explica el final del día: "Los manifestantes danzaban en las calles y, de todos los lemas pintados en los muros del distrito comercial, uno parecía especialmente adecuado: 'We win' (ganamos)".

Al día siguiente, primero de diciembre de 1999, el presidente Clinton estaba en Seattle, comprensivo, pareciera, pero dispuesto a que el orden se restableciera a toda costa. Es entonces cuando se producen las detenciones en masa (unas 600) y la normalidad se restituye.

El éxito de Seattle inaugura el ciclo

"Delante nuestro está la tarea de construir un movimiento global que invierta el control financiero e industrial y cree una nueva economía basada en la honestidad y la justicia, sobre una ecología sana y un medio ambiente saludable, una economía que proteja los derechos humanos, al servicio de la libertad", reflexiona una activista.

Se sentará un precedente ritual: cada reunión de alguna institución financiera internacional será recibida por miles de personas disconformes. Le seguirán las llamadas al "próximo Seattle", a "creemos uno, muchos Seattles": Washington el 16 de abril, contra el encuentro del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional. Windsor, Canadá, contra la Organización de Estados Americanos (OEA), en junio. Calgary, una semana después, contra el Congreso Mundial del Petróleo. A eso siguieron las protesta contra la Convención Demócrata, en Los Angeles, y contra la Republicana, en Filadelfia, en julio. Después, la reunión del Foro Económico Mundial Asia-Pacífico en septiembre en Melbourne, Australia. Y el "Seattle europeo": Praga, el 26 de septiembre, contra el Banco Mundial y el FMI... La movilización más reciente fue este diciembre, en Niza, contra la Cumbre Europea...

La unión hace la fuerza

Seattle se ha convertido en un símbolo activo del movimiento de resistencia a la globalización neoliberal, que si alguna forma tiene es el de la misma red. Gracias a Internet, las movilizaciones se pueden organizar sin ninguna burocracia, sin grandes recursos y con gran eficacia. Según la canadiense Naomi Klein, las redes de ONG y grupos de afinidad son sistemas infinitamente expandibles: "Si alguien no encaja en una de las 30 mil o más ONG o miles de grupos de afinidad, puede simplemente agregar su link (vínculo). Una vez implicado, nadie debe renunciar a su individualidad en aras de una mayor estructura; igual como con todo lo que hay en Internet, somos libres de entrar y salir, sacar lo que queremos y borrar lo que no".2

El informe del Departamento de Inteligencia de Canadá dice al respecto: "La diversidad es la principal característica de los activistas antiglobalización, que muchas veces son descritos como multigeneracionales, multiclasistas y multitemáticos... La unión de grupos y participantes crea una imagen de poder y un impacto fuera de proporción con lo que serían sus fuerzas particulares. La mezcla de varios grupos en un cuerpo más grande implica poder, y atrae la atención y la publicidad, que a su vez hace que se integren más y más participantes... Seattle y Washington son un reflejo de lo grande que la audiencia antagonista se ha vuelto, y lo lejos que los participantes quieren ir en su deseo de cerrar o impedir el avance de la globalización".3

No obstante, en Seattle no todo fue un sentir de "armonía universal". Hubo quien por sus convicciones en la no violencia tuvo que pelearse -¡violencia al fin!- con los que rompían escaparates. Por otro lado, los que dicen que "la única violencia en Seattle fue la de la policía; lo que hubo entre los manifestantes fue una gama de estrategias. La destrucción de propiedad no es violencia, la violencia es sobre la gente".

Joyanna Zacher, detenida bajo la acusación de vandalismo, se quejaba: "El equipo legal del DAN decidió no apoyar o dar asistencia a aquellos que rompieron con la premisa de la no violencia. Es triste ver a los autoproclamados activistas aliarse con el Estado, elegir dar en sacrificio a aquellos que hemos empleado tácticas más radicales. Me es difícil aceptar la cruda realidad de que puedo perder más de un año de mi vida, mientras las corporaciones por las que estoy acusada de vandalismo matan culturas y destruyen el planeta".

* * *

Pero el movimiento avanza. Y en él hay también quienes intentan establecer centros de convergencia permanentes, como el que se pretende hacer en Washington, y quienes quieren "objetivos", "programa más definido" y menos movilización callejera, porque "¿a dónde nos lleva una protesta tras otra?"

Naomi Klein se pregunta si el movimiento puede forjarse solamente en estas movilizaciones: "¿Pero es esto realmente lo que queremos, un movimiento de reuniones, que sigue a los burócratas del comercio internacional como si fueran los Greatful Dead (banda rockera)?" Klein concluye: "Demasiadas expectativas se ponen en estas protestas".

Las instituciones, por su parte, también están intentando abrir el diálogo con los grupos inconformes, en un intento de "estructurar" la disidencia y lograr dividir el movimiento entre las organizaciones invitadas a negociar y las que quedarán fuera, pues es imposible que se reúnan con todas las múltiples causas de este crisol de resistencias, porque además hay también quienes se oponen a aceptar cualquier diálogo con el poder...

A partir de Seattle, palabras clave como "globalización", "neoliberalismo", el "pensamiento único", el "turbocapitalismo", el "fin de la historia", quedan en entredicho. Los más poderosos no podrán volverse a reunir públicamente en ningún lugar del mundo sin la molesta presencia de sus detractores. Los delegados tendrán que moverse amparados por miles de policías que los protegen del "odio del pueblo", lo que a nivel simbólico tiene enormes repercusiones. No podrán llevar a cabo sus cenas de gala con tranquilidad.

Michel Camdessus, en su último día como presidente del Fondo Monetario Internacional tras 13 años en el cargo, recibió ante toda la prensa un pastelazo de crema en la cara, en Bangkok.

James Wolfensohn, presidente del Banco Mundial, dijo en rueda de prensa el día de la inauguración del encuentro anual del BM y el FMI en la ciudad de Praga: "Lo que está claro es que hemos subestimado su capacidad de organizar reuniones y montar protestas. Todo eso no hubiera sido posible sin Internet. Pero resulta difícil hablar con ellos. Hemos intentado formar un foro permanente con todas las organizaciones. Pero resulta difícil. Si alguna acepta, otras la acusan de haberse vendido. ¿A ustedes se les ocurre alguna idea mejor? Ya no sé qué más hacer... Resulta duro para mi gente que, como a todo el mundo, le gusta sentirse querida. Hay que seguir avanzando y que nuestro trabajo cambie la opinión pública. Hay mucha gente que no entiende las críticas de la gente ahí fuera. Pero estoy de acuerdo con usted en que si siguen repitiendo que el Banco Mundial es la causa de todos los males, la opinión pública se levantará contra nosotros".4

Zacher, anarquista detenida en Seattle, hacía una reflexión: "Seattle se ve como una victoria para la comunidad activista. Tenemos que recordar que el Estado policial que hemos experimentado aquí unos pocos días es la forma en que están obligadas a vivir toda su vida miles de personas. Somos extremadamente privilegiados porque en pocos días la mayoría de nosotros podemos volver a nuestras casas relativamente sanos y salvos. No obstante, yo veo a Seattle como el primer paso para una lucha que va mucho más allá..."

El movimiento que emerge con Seattle está integrado en su mayoría por gente del denominado primer mundo (europeos y estadunidenses), predominantemente de clases medias de raza blanca, capaces de ejercer su derecho ciudadano a manifestarse sin mayores riesgos, conscientes del privilegio que eso representa para la mayoría de las personas del planeta o, sin ir más lejos, los negros en Estados Unidos, para quienes poner un pie en la cárcel es algo cotidiano, y no tan sencillo salir. La formación de un sentimiento moral respecto a la globalización, un sentimiento de desigualdad y privilegio insostenible incluso para los que supuestamente gozan o pueden gozar de esos privilegios, explicaría la emergencia de este malestar y esta necesidad de protesta.

Además, Seattle y lo que le sigue es la muestra evidente de que la exclusión no sólo depende de condiciones económicas objetivas. La exclusión es subjetiva y la sienten tanto los jóvenes del primer mundo como los indígenas de Chiapas, ambos grupos sin voz. La globalización que produce exclusión hermana a los más desheredados materialmente con los más desheredados de sentimiento.

Notas:

1 Canadian Inteligence Service Report: The Anti-Globalization Movement, 23 de agosto de 2000, Canadian Spooks Website: www.csis-scrs.gc.ca/eng/miscdocs/200008e.html.
2 Naomi Klein. "The vision thing", The Nation Magazine, 20 de junio de 2000.
3 Canadian Inteligence Service Report, op. cit.
4 Entrevista con James Wolfesohn, presidente del Banco Mundial (publicado en El País, 25 de septiembre de 2000)

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