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Estado español :: 19/11/2010

Comunicado de CJC Valladolid ante el 20-N

La Haine - Valladolid
Manifestación a las 19h desde Fuente Dorada.

20-N, FASCISMO, RACISMO Y REPRESIÓN: INSTRUMENTOS DEL CAPITALISMO

En España hoy el descrédito de la clase política, la corrupción o el paro son elementos que debilitan a ojos de la mayoría la legitimidad de dominación del capitalismo. El "Estado del Bienestar" se disuelve como un azucarillo y la respuesta de la oligarquía española es el aumento de los niveles de represión a través de extender las legislaciones coercitivas (ley antiterrorista, ley de partidos, directiva UE sobre "ciudadanos en proceso de radicalización", ordenanzas municipales).

Estas medidas pueden parecer invisibles para el común de las gentes que hoy permanecen como espectadores ante los recortes de derechos, pero basta « comenzar a andar » para escuchar el ruido de las cadenas que el sistema coloca precisamente a quienes practican su derecho a disentir en forma pública. Baste como ejemplo como la huelga del 29-S ha dejado al desnudo la farsa del Estado de derecho que reconoce en el papel el derecho a la Huelga mientras se le pone cerco imponiendo servicios mínimos abusivos o a través de una brutal campaña mediática que bajo la excusa de la crítica a los sindicatos mayoritarios esconde la criminalización del sindicalismo y la lucha obrera en general y califica de salvaje las actuaciones en defensa de los derechos laborales.

Cuando amplios sectores del pueblo eligen el camino de la protesta y la lucha, la policia pone de relieve el motivo de su existencia y nos recuerda con su violencia y sus multas lo que son: los piquetes del patrón. Así entiende la libertad de expresión el sistema: se reconoce en la teoría, siempre que no se use con vocación de cambiar las cosas o vaya acompañado de actividad militante.

La única libertad que garantiza el capitalismo es la libertad de consumo, al menos mientras los salarios y prestaciones aguanten este ritmo consumista a costa de aceptar condiciones de trabajo indignas sin rechistar.

Este sistema tiene un miedo atroz a que cualquiera de las muestras de rechazo a sus infinitas injusticias se conviertan en la chispa que incendie la pradera y se lleve por delante todo lo que hasta ahora se nos había hecho creer "sagrado": la plutocracia, la dictadura de los mercados. Por eso tienen miedo a la juventud consciente, organizada, que tiene en sus ideas revolucionarias su mayor valor.

La derecha más fascista -en este rio revuelto- juega sus cartas en toda Europa al discurso demagógico de cargar las tintas sobre las personas inmigrantes. La derecha "oficial" hace guiños a estos planteamientos para evitar perder comba electoral, y vemos como la socialdemocracia aplica igualmente allá donde puede las duras políticas de expulsión y blindaje de fronteras. Son diferentes caras de la misma moneda.

Este 20-N se da un contexto de crisis del sistema que en una primera fase se ha traducido en destrucción de empleo y ahora -sin que se haya agotado esa tendencia- se combina con una serie de ataques -sin precedentes desde hacia décadas- a los derechos de los y las trabajadores y la juventud. En este escenario el Parlamento aparece como un oficina más donde se dirimen de forma teatral los intereses de la banca y los grandes empresarios para legislar a su medida y donde no existen representantes legítimos que hagan oír y cumplir los derechos de las clases populares.

Hacer del capitalismo y el fascismo historia, pasa por comprender que no vale detenerse en reformas ni parches, que ningún voto fácil nos va a sacar de esta crisis, que todas las fuerzas políticas que ocupan un sillón en el Parlamento están comprometidas -de uno u otro modo- con mantener las cosas como están, recurriendo llegado el punto si fuese necesario a conceder algunas migajas sin cuestionar lo esencial.

Ahora más que nunca es necesario que quienes nos reclamamos antifascistas pongamos todos los motores rumbo al anticapitalismo y a la lucha obrera y popular: es fundamental deshacernos de la resignación, desterrar los "imposibles" de nuestro vocabulario, hace falta la batalla de ideas para hacer trizas los consensos sociales que impiden que la mayoría social explotada y oprimida avance hacia el cambio social, es necesario confluir todos y todas: estudiantes combativos, juventud antifascista, las mujeres y hombres trabajadores más conscientes en un mismo bloque para exigir otra Huelga General y las que hagan falta para abrir el camino de la movilización sostenida que las experiencias de Francia y Grecia nos han marcado como posibles y necesarias. La clase obrera y la juventud hacemos efectiva nuestra libertad en la calle, luchando.

La crisis que la paguen los capitalistas
Ni un paso atrás contra el fascismo

CJC Valladolid

 

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