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Anti Patriarcado, Nacionales E.Herria :: 08/03/2014

A propósito del ocho de marzo

Komite Internazionalistak
No es posible poner en entredicho el sistema capitalista y su crecimiento ilimitado sin cuestionar el patriarcado como sistema

No es posible poner en entredicho el sistema capitalista y su
crecimiento ilimitado sin cuestionar el patriarcado como sistema
social y moral que lo sustenta. El patriarcado es un modelo de
organización social que divide la realidad en pares dicotómicos y
jerarquizados: Cultura-Naturaleza, Hombre-Mujer, Razón-Emoción,
Público-Privado, Trabajo productivo-Trabajo reproductivo... En una
sociedad patriarcal la primera parte de estos pares se asocia con lo
masculino y la segunda con lo femenino. Además, establece una
jerarquía entre ellos hasta el punto de que el primer término llega a
invisibilizar al segundo y acaba convirtiéndose en patrón de
normalidad. Así, la mujer queda confinada al mundo simbólico de lo
femenino: la naturaleza, las emociones, lo privado... que es
sistemáticamente infravalorado e invisibilizado por la sociedad. Esta
simplificación de la realidad ha justificado ideológicamente el
dominio y la explotación de la naturaleza, así como la subordinación
de las mujeres, en favor del hombre y de los valores considerados
masculinos.

La economía capitalista intensifica esta invisibilidad al no
contabilizar los trabajos de cuidados y reproducción social que
realizan las mujeres ni los servicios que presta la naturaleza, al
presuponer que no generan valor en términos económicos. Ha sido
precisamente una doble invisibilización lo que ha permitido someterlas
y apropiarse de sus trabajos. El sistema capitalista-patriarcal las ha
reducido a simples herramientas con las que alimentar el crecimiento
del capital.

Desde el ecologismo social se utiliza el término “deuda ecológica”
para denunciar tanto la apropiación y control de los recursos
naturales como el daño social y ambiental que los países del Norte han
causado en todo el planeta con sus patrones de sobreproducción y
consumo. Si trasladamos este concepto a la subordinación y opresión
que viven las mujeres en el sistema heteropartriarcal, podemos
establecer un paralelismo entre la “deuda ecológica” y la “deuda de
los cuidados”.

Si bien el concepto de “huella ecológica” pone sobre la mesa la
desigual responsabilidad existente en la destrucción ambiental y puede
servir de guía para reconocer y compensar tal desequilibrio. Desde una
perspectiva de feminista, se puede hablar de una “huella de cuidados”
como la relación entre el tiempo, el afecto y la energía amorosa que
las personas reciben para atender sus necesidades y las que aportan a
otras personas. Es evidente que en la sociedad capitalista-patriarcal
los hombres acumulan un balance negativo, ya que han recibido más
cuidados de los que han aportado, contrayendo por tanto, una deuda
histórica con las mujeres.

Partir de la constatación de que el cuidado de las personas y los
trabajos que permiten la reproducción social son absolutamente
imprescindibles para la vida, nos lleva a cuestionar la división
sexual del trabajo que ha hecho que estas tareas recaigan
exclusivamente sobre las mujeres. Por ello, reivindicamos en primer
lugar, la visibilización de la enorme cantidad de trabajo oculto
desarrollado en el espacio doméstico; en segundo lugar, un
reconocimiento y una restitución del valor que estas tareas tienen; y
en tercer lugar, un reparto justo y urgente de las mismas, para lo que
será necesario que los hombres, además de las instituciones y la
actividad productiva, asuman su corresponsabilidad en ellas.

 

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