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EE.UU., EE.UU., AntiMúsica :: 02/10/2019

Chet Baker: entre la música, su amor por las mujeres y su adicción a las drogas

Ramiro Hernández Romero
Provenía de una familia de obreros e inmigrantes europeos empobrecidos

Introducción

Recuerdo aquel trompetista de jazz que emitía un sonido peculiar y a la vez nostálgico. Lograba captar de manera emotiva la tristeza y la soledad. En cada una de sus notas e interpretaciones, había una forma de admiración hacia un amigo o amiga, incluso de despedida hacia cualquier persona o situación social. Particularmente me sorprendía y emocionaba su resonancia y personalidad distintiva en la forma de cantar y tocar la trompeta. En el presente artículo, pretendo recordar a Chet Baker no solo por su quehacer musical, en el que se distinguió su creación jazzística que es algo tan apremiante y asombroso para todo aquel que admira el jazz en su forma expresiva y humana, sino también por su amor por las mujeres y su adicción a las drogas, las cuales las llevó hasta la muerte. Con base en estos aspectos, haré un pequeño recorrido, en el que tomaré algunos momentos de su vida y su contexto. Cabe decir que no soy ningún "crítico de jazz", no viví la experiencia del músico como para escribir sobre su actitud que le llevó a tener cualidades musicales. No me corresponde ni me interesa este estatus para analizar algo de lo que no entiendo; o intentar interpretar lo que realmente quiso decir a la hora de hacer jazz, sea este sobre el escenario o en sus grabaciones. Ya decía Amiri Baraka que "los críticos se han preocupado primero por la apreciación de la música antes que por entender la actitud que la produjo".[1] Quiero recordarlo para mantenerlo en el presente, retomando algunos pasajes que nos dejó en sus memorias. La música, las mujeres y las drogas, cabe decir, son inseparables en él.

I. A diferencia de algunos otros músicos de jazz de su época, Chet Baker provenía de una familia de obreros y descendiente de migrantes europeos empobrecidos que luego se emplearon en las fábricas de EEUU. Según comenta en sus memorias, recordaba que a la edad de cinco años tenía presente la labor de sus padres para ganarse la vida y para mantenerlo a él.[2] Su madre trabajaba como empleada de la W. T. Grant en Oklahoma y luego en el centro de Los Ángeles, California. Ella nació en Yale, en el estado de Oklahoma, y creció entre el campo y las granjas, en el mismo lugar donde nacería después Chet Baker.[3] En tanto que su padre, un guitarrista que tocaba en los bailes nocturnos de fines de semana en los graneros de la región. De hecho fue el lugar donde conocería a su madre. La infancia del trompetista, la vivió entre granjas y campos de Yale. En la granja, al parecer de propiedad de sus padres:

Había vacas, cerdos, caballos, gallinas, patos y perros; había también, casi siempre, uno o dos primos o primas con los que podía jugar. En el desván donde se guardaba el heno jugábamos al escondite. Recuerdo vivamente todos aquellos olores de infancia que tenía el granero. Cuando fui algo mayor, acompañaba a mi padre y a uno o dos tíos carnales -mi madre tenía cuatro hermanas y tres hermanos- por los robledales en busca de conejos o una ardilla, y tal vez una codorniz o dos.[4]

Los abuelos, luego de migrar de Europa a Oklahoma en la segunda mitad del siglo XIX, se habían hecho de treinta y dos hectáreas para construir su granja, en el periodo en el que ese estado se abrió a los primeros colonos. No se sabe si se las apropió luego de que se desplazaran a las comunidades indígenas que vivían allí, o las compró de manera que no las había afectado. Era el periodo de la expansión del mundo rural-agrícola y el mundo urbano-industrial estadounidense, dicotomía que no supone separación, sino que existe una interrelación entre ambos ámbitos.

En este tiempo EEUU crecía económicamente y adquiría progresivamente poder económico-político que luego le permitió dominar política y económica durante el siglo XX en gran parte del mundo. Las elites políticas y economías del norte y del sur se hicieron del control del país y organizaron el crecimiento económico con ayuda y a expensas de los trabajadores negros, chinos, blancos, inmigrantes europeos y mujeres. Amasaron grandes fortunas en colaboración y con la complicidad del gobierno y los tribunales, introduciendo una serie de trampas que finalmente acabaron siendo los hombres más ricos del país y una parte del mundo. Por citar un ejemplo, Thomas Edison, quien fuera también organizador de sus negocios, pagó a un grupo de políticos de Nueva Jersey mil dólares a cada uno para que crearan una legislación que lo favoreciera.[5] Los capitalistas practican, desde sus orígenes, las trampas, engaños y estafas que los distinguen hasta nuestros días, algo que los economistas (que luego los formarían y los domesticarían) regularmente disfrazaban y legitimaban para que aparecieran como viables. Es el mundo de los criminales bajo el disfraz de empresarios, aunque es lo mismo: delincuentes=empresarios. En un periodo de trasformación capitalista acelerado que llevó a la industrialización rápida del país.

El comercio mediático también empezaría a cobrar mayor influencia e interés entre los capitalistas estadounidenses, que a partir de la primera mitad del siglo XX algunos músicos de jazz estarían laborando, como Chet Baker, a veces dependiendo de dicho mercado o en forma independiente. El comercio mediático, que nacería en esta época, no solo tendría un interés económico, sino también político, pues el control social que deriva de este, serviría para mantener a raya a la población. En un mundo lleno de contradicciones, que en cualquier momento podría revertir la realidad de los grupos de poder dominantes, el comercio mediático fue un instrumento eficaz, pues lograba neutralizar ideológica y culturalmente a gran parte de la gente de las ciudades. Es decir, el contexto en que la familia del trompetista buscaba un medio para sobrevivir, el país se imponía, transformándose política, económica y culturalmente, hasta alcanzar a ser, después de la llamada segunda guerra mundial, una de las potencias mundiales.

Sus abuelos eran trabajadores del campo y producían una serie de productos agrícolas para venderlos y a la vez generar ingresos para vivir. El padre, que laboraba como músico, quedó sin empleo luego de la depresión de 1929, y se vio obligado a buscar trabajo hasta que finalmente encontró como cronometrador por un periodo corto. Es muy bien conocido los efectos que trajo consigo la depresión sobre los trabajadores estadounidenses. John Steinbeck, en su extraordinaria novela llamada "Las uvas de la ira" logra captar la supervivencia de los estadounidenses en un contexto de gran incertidumbre. El cual pasó también la familia del trompetista. Al mismo tiempo, su madre se empleaba en una fábrica de helados. Para decirlo en otros términos, su infancia no era del todo cómoda como lo serían otros músicos de jazz de la época, tal es el caso de Miles Davis, quien posteriormente sería influenciado en Chet Baker. El que luego afirmaría que este músico copiaba sus composiciones.

II. Sus incursiones en la música se dieron por influencia de su padre, quien, como se dijo, era músico. El trombón sería el instrumento con el que experimentó sus primeras notas musicales cuando tenía trece años. Sin embargo, las dificultades que enfrentó al tratar de dominarlo y sacarle algunas notas, acabó por abandonarlo para luego sustituirlo por la trompeta. Con este instrumento se familiarizó y tejió un sonido particular que poco después se conoció como un trompetista nostálgico y gran amante de la música. Cada vez que tocaba y trabajaba para dominar su instrumento y su personalidad en la trompeta, reafirmaba su humanidad, que luego lo distinguió como músico jazzista único. La experiencia musical como futuro trompetista se había dado en la escuela en la que estudiaba y dominaba el instrumento para luego integrarse a la banda.

Al principio dependió de su oído más que tocar por medio de las partituras. Esa fue incluso una de las dificultades con las que se enfrentó con el director. Al parecer, desde su inicio, era un músico que se manejaban más por la sensibilidad, la intuición y la actitud, que por las reglas que impone la academia. La domesticación musical no es algo que distinguió a los músicos jazzistas en su comienzo, ni mucho menos en Chet Baker. La domesticación en los músicos de jazz, por el contrario, se fue dando con el tiempo, en la lucha ideología y cultural entre varios grupos sociales que se disputaban esta música. Aunque también por momentos se reafirmó política y culturalmente cuando los músicos consideraron que vivían una falta de dependencia frente a un mundo enajenante en el que tocaban; es decir, la enajenación que les provocó al estar inmerso en el comercio mediático, como los bares de jazz, por citar un ejemplo; que en parte, cabe decir, son para la venta y el consumo. El hecho de tocar en la forma en la que siente la realidad tal y como la vive, distingue su manera de hacer jazz, que no solo fue de él, sino muchos otros músicos jazzistas de su generación y de los que le precedieron.

Otra de sus primeras experiencias como trompetista se dio cuando tocaba en una banda de música callejera, en la que privilegiado por su oído, lo utilizó para aprenderse las marchas de Sousa, las cuales reprodujo en las calles y en la escuela misma en la que se educaba.[6] Las marchas fueron una de otras interpretaciones musicales que tuvieron gran influencia en los músicos de Nueva Orleans (que serían después de jazz) luego de que los músicos mexicanos de la Orquesta del Octavo Regimiento de Caballería, quienes se presentaron en la feria del algodón que se celebró en 1886 en esa ciudad, habían interpretado este tipo de música. Las marchas estuvieron presentes en el origen y reproducción del jazz a fines del siglo XIX y parte de siguiente siglo. Y serían una de las interpretaciones en las que influyó, y tuvo que ver en su formación como músico jazzista. Aunque también las marchas procedentes de Europa que llegaba a EEUU tuvieron influencia en los músicos de jazz en los albores del siglo XX y desde luego en Chet Baker.

La primera influencia del jazz provino del trompetista blanco originario de Davenport, Iowa, llamado Bix Beiderbecke, quien se hizo famoso en la segunda mitad de la década de 1920. Lo conoció a través de su padre a quien regularmente lo escuchaba a través de las grabaciones de discos que solía comprar. Le caracterizaba su sensibilidad y riqueza jazzística, incluso aportó elegancia al sonido de la trompeta de jazz, del cual influyó en Chet Baker y a otros músicos. La línea que inició aquel músico, años después sería desarrollada y nombrada como cool jazz, de la cual pertenecería este trompetista.[7]

Su incursión en las drogas, quizá la primera, se dio cuando se enlistó en el ejército estadounidense en una edad muy temprana (dieciséis años). Al final de la llamada segunda guerra mundial sería enviado al teatro de operaciones en Europa en una compañía de 1 800 soldados. Durante ese viaje, según comenta en sus memorias, él y el resto de la compañía, experimentaron una de tantas ocasiones el consumo de drogas que los llevó a perderse completamente durante varios días. Según comenta, la falta de bebidas alcohólicas los obligó a consumir un tipo de drogas en la que se mezclaron Aqua Velva con zumo de frutas. "Todo el mundo iba bien cargado, menudean las peleas. Algunas se quedaron ciegos por la ingestión de aquella nociva mezcla".[8] Aunque esta no es una droga convencional, tuvo el mismo objetivo: la enajenación del cuerpo y las emociones; que no solo fue por diversión, recurrieron a dicha sustancia para resistir las condiciones de incertidumbre social y emocional en zonas de guerra.

La introducción de las drogas prácticamente se había vuelto común desde la llamada primera guerra mundial. La historia del capitalismo, cabe decir, brota de sus entrañas grandes efectos de narcóticos que son devastadores sobre y contra los pueblos explotados. Por eso no resultaba extraño en los soldados, pues para resistir los sufrimientos en las batallas, estar lejos y en tierras extrañas y soportar la soledad a la que eran obligados, tuvieron que consumir una sustancia para alterar su comportamiento. Una vía de escape para enfrentar una realidad que les enajenaba su existencia. La invasión de drogas a las comunidades indígenas, por ejemplo, fue eficaz para los grupos de poder coloniales y neocoloniales, pues consiguieron destruir "culturas" enteras que jamás se recuperaron. Fue un instrumento para su exterminio y desaparición casi total en el mundo social e histórico. La introducción de drogas en los ejércitos fue un arma letal para la aniquilación de su espiritualidad humana, los cuales fueron convertidos en máquinas de matar, sin que sintieran dolor no solo a su persona sino a quienes asesinaban. Las drogas también neutralizaron la actitud y rebeldía de los soldados, que también experimentó una parte de los músicos de jazz. Es bien conocido que las drogas devastaron a un grupo de músicos jazzistas estadounidenses.[9] Una historia que, por cierto, falta por hacer y que extrañamos mucho en nuestros días. La mayoría de las investigaciones sobre el jazz dejan de lado el asunto de las drogas como destrucción de la vida de los músicos jazzistas. El asunto de las drogas está relacionado íntimamente con lo político, sin dejar de lado lo económico pues también es una parte muy importante que la sostiene. Además tiene una carga ideológica muy destructiva pues no se piensa más que en el iluso, falso gusto y disfrute pasajero que cada vez se profundizaba y volvía dependiente al consumidor.

A partir de esa y otras experiencias Chet Baker se volvería un consumidor activo por el resto de su vida. Las drogas, cualesquiera que tenía al alcance, lo devastaban en periodos de más vulnerabilidad, sean en lo material o en lo emocional. El trompetista era una persona que pasaba periodos de crisis que lo volvía presa del consumo de drogas de manera cotidiana. Vivía periodos de soledad, angustia y ansiedad.

Otra de sus incursiones en la música se dio en su viaje por Europa, particularmente en Berlín, Alemania luego de que se había alistado en el ejército. El trompetista relata que luego de instalarse en los dormitorios de las oficinas del Gobierno Militar del Sector Norteamericano en Berlín, después de un largo viaje desde EEUU, conoce un lugar donde tocaba la banda del 28º del ejército. Después de hablar con el responsable del espacio donde tocaba un tal Martín, y pasar por una prueba, fue aceptado en la banda. La banda regularmente hacía la música para recibir a los altos mandos del ejército estadounidense que llegaban al campo militar que se había instalado en ese lugar. El primer periodo como trompetista de la banda militar fue en invierno, relata experiencias como aquella que "había que esperar con la boquilla de la trompeta en la boca; si no, al llevársela a los labios se te congelaba y se te quedaban pegados al metal. A veces también se congelaban las válvulas".[10]

En ese mismo periodo, conoce también la música de otros músicos de jazz a través de una radio portátil que regularmente traía consigo. Al parecer, todavía no era un músico de jazz en el sentido formal, pues al escuchar a Stan Kenton y Dizzy Gillespie, se impresionó por la música que en aquellos momentos se estaban haciendo en EEUU y lo motivaba a seguir por esa línea musical. No obstante, su experiencia dentro de la música de jazz ya se daba en ese periodo, pues luego de que habían organizado una orquesta de baile con músicos de la banda militar para tocar en un bar llamado NOO en el centro de Berlín, se involucraron en esa música que trataron de tocarla con elementos jazzísticos. Si bien no era jazz en el sentido formal, era el inicio de lo que va a ser después el propio Chet Baker en esa música. Un asunto que lo se va a mantener durante esos años y lo va a ir transformando paulatinamente.

Los soldados vivían largos periodos de soledad, inmersos en lugares de incertidumbre que provocó la posguerra. Generaron también frustraciones emocionales y falsas ilusiones en torno a las mujeres, por ejemplo. Chet Baker, en sus memorias, habla de la experiencia y anhelo sobre una mujer, imaginaba que algún día esa idea y ese anhelo se concretaría. Aunque también menciona que eran ilusiones de los jóvenes soldados que nunca habían conocido una experiencia sexual, en el amplio sentido de la palabra. En sus incursiones como soldado y músico en Alemania, él se la imaginaba a una mujer bella y esbelta, esa era su idea de belleza de ese ser tan admirable y compleja. Dice:

Era una mujer con la que soñaba que me encontraría alguna vez en el lago, tal vez metida en el agua, cerca de la orilla, sujetando el vestido con una mano para que no se le mojara. Sería mayor que yo, tal vez una chica de veintidós años; sería rubia, esbelta, bellísima. A menudo soñaba con ella incluso estando despierto, y nunca dejé de creer en nuestro encuentro.

Sin embargo ese anhelo y admiración por la belleza femenina se concretaría más tarde en un día de verano cuando de costumbre hacía sus viajes al lago en la cercanía de Berlín. Encontró a una mujer, que se bañaba en el lago, muy parecida a la que se había imaginado. Esa será quizá una de las primeras experiencias en cuanto a las mujeres. La admiración por ellas se manifestó a lo largo de su vida, que incluso su misma esposa le reconoció sus aventuras cuando ya vivía con él. Al parecer, nunca lo cuestionó, sino que aceptaba esa relación con otras mujeres pues era común en los músicos de jazz de la época.

A manera de conclusión

Chet Baker no se podía ver sin su relación con las drogas y las mujeres en su quehacer musical. Si bien no abordamos el resto de su vida, los aspectos que destacamos, que era en su época de juventud, nos dan una idea de un músico que vivió un periodo particular entre otros grandes jazzistas estadounidenses. Provenía de una familia de obreros e inmigrantes europeos empobrecidos que desde muy joven se inició en la música motivado por su padre. Esto es posiblemente lo que lo va a distinguir por el resto de su vida. Su realidad musical, social y emocional fue entre el distanciamiento, la soledad y la incertidumbre, que se presentó por medio de las drogas, la música y su amor por las mujeres. Las drogas fueron las que finalmente acabaron con su vida. Una tragedia que acabó no solo con él, sino con muchos otros músicos de jazz de su época. En una sociedad, la estadounidense, que consume un alto de drogas. Para terminar, los dejo con una interpretación titulada "Love for Sale":

Chet Baker - Oh You Crazy Moon (CD 2003) - 04 Love For Sale

Fuentes utilizadas

Baker, Chet, Como si tuviera alas. Las memorias perdidas, Barcelona, Grijalbo Mondadori, 1999.

Berendt, Joachim E, El jazz. De Nueva Orleans a los años ochenta, México, FCE, 2002

Jones Leroi, (Baraka, Amiri), Black music. Free jazz y conciencia negra 1959-1967, Buenos Aires, Caja negra, 2013.

Zinn, Howard, La otra historia de los EEUU, México, Siglo XXI, 1999.

Notas

[1] Leroi Jones (Amiri Baraka), Black music. Free jazz y conciencia negra 1959-1967, Buenos Aires, Caja negra, 2013, p. 15.

[2] Chet Baker, Como si tuviera alas. Las memorias perdidas, Barcelona, Grijalbo Mondadori, 1999, p. 31.

[3] Chet Baker nació el 23 de diciembre de 1929 en Yale, Oklahoma.

[4] Chet Baker, ob. cit., p. 32.

[5] Howard Zinn, La otra historia de los EEUU, México, Siglo XXI, pp.189-193.

[6] Ibíd., p. 37.

[7] Joachim E. Berendt, El jazz. De Nueva Orleans a los años ochenta, México, FCE, 2002, p. 348.

[8] Chet Baker, ob. cit., p. 17.

[9] Por lo que pude encontrar en el caso de los músicos de jazz mexicanos, también llegaron a consumir una cantidad considerable de drogas, sobre todo en la década de los sesenta. Algunas veces por moda y otras veces por su precario estado de ánimo. La información con respecto a este tema se mantienen en reserva, pues algunos músicos motivados por su actitud conservadora lo niegan. Además que por su temor a verse rechazados en una sociedad también conservadora, les impide a dar información al respecto. Solo uno de los músicos me dio información, el cual falleció hace pocos años.

[10] Chet Baker, ob. cit., p. 19.

Thea

 

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