"Contra el consumo y por la liberación de los espacios"
Hay algo que se nos escapa de las manos, algo que se diluye entre nuestros dedos y que parece que no podemos recobrar, porque cae en un abismo tan profundo y tan amplio, que los ojos del ciudadano libre de toda sospecha son incapaces, ni siquiera, de atisbar: nuestras propias vidas.
El trabajo asalariado y los horarios que nos constriñen, la necesidad creada del consumo, la cesión (in)voluntaria de nuestras facetas más íntimas y personales, la deshumanización y racionalización de nuestra cotidaneidad, no son sino una pequeña muestra de lo que se ha convertido en un eterno claudicar: claudicar en aras de lo que han llamado "confort", "estabilidad’, "calidad de vida", "seguridad’. Palabras todas, no exentas de un tenebroso significado: la no vida.
Las calles, como espacio común y de encuentro, son otro frente más: o las retomamos, o el aislamiento nos engullirá en nuestros hogares sellados; o las liberamos, o serán (son) otro pasillo más del supermercado en el que se ha convertido la ciudad; o las humanizamos, o el fantasma de lo impersonal apagará las luces de sus faroles.
FOOD no BOMB