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Andalucía :: 26/07/2004

El final de los principios ...

La Haine - Sevilla
Hace poco que nos ha llegado esta interesante reflexión desde dentro y fuera de Ecologistas en Acción, un colectivo con una larga trayectoria e importante base en Andalucía. La CEPA y Ecologistas en Acción han sido en las ultims decadas los principales referentes del ecologismo en Andalucía, con la riqueza de un discurse que auna lo ambiental y los social.

En 1988 varias asociaciones locales constituyeron una federación ecologista en la provincia de Sevilla. Aquella iniciativa fue el fruto de un intenso debate previo y las conclusiones quedaron plasmadas por escrito en la declaración de principios que recogía, esencialmente, medios y fines, formas organizativas y líneas de actuación. En quince años, hemos pasado por un proceso organizativo de coordinación y confederación territorial más amplio: CEPA, CODA y por último Ecologistas en Acción. Los abajafirmantes hemos sido protagonistas, co-responsables de los muchos errores y algunos aciertos, en la confluencia y articulación del ecologismo social en Andalucía y en el conjunto del territorio que domina el estado español. El resultado no nos gusta, de tal manera que algunos militantes se han ido desvinculando, poco a poco y en silencio, del ecologismo en acción. Los activos y los apartados consideramos que ha llegado la hora de decir públicamente el consabido HASTA AQUÍ HEMOS LLEGADO.
Diez años después de la Asamblea de Cercedilla (1977) siguiendo "los principios que debieran inspirar la organización de los individuos y grupos que componen el movimiento ecologista..." animamos un proceso, que a lo largo de su recorrido, siempre tuvo una declaración de principios. Declarar es manifestar, hacer público. Principios son las ideas que rigen el pensamiento, la conducta, la acción. Ningún principio es inmutable; debieran estar sometidos a un constante debate que brilla por su ausencia, la discusión es el fantasma que recorre el ecologismo social en la actualidad dentro y fuera de nuestra organización. El final de los principios comienza cuando no se piensa lo mismo que se hace, pues se terminará pensando tal y como se actúa. Enumeramos argumentos y razones:
1. Un mundo a la deriva. Tras una década usando la metáfora del "barco y la posibilidad de naufragio", de marcar el rumbo del desarrollo sostenible señalado en Río-92, aplicando la racionalidad capitalista a la ingobernabilidad física del planeta, los hechos demuestran que el despliegue global del sistema convierte en insostenible el maravilloso equilibrio de la biosfera en la que habitamos los seres vivos: el cambio climático, la herencia nuclear, las huellas ecológicas de la urbanización en megalópolis, el avance de los organismos modificados genéticamente y el retroceso de la diversidad biológica forman parte de un presente que indica con toda claridad el naufragio. Ya ha comenzado. Los Estados han pasado de la gestión de riesgos ambientales y sociales, a gestionar la catástrofe mediante un Estado-de-guerra, que aplica criminales estrategias preventivas contra la mayor parte de la tripulación de la nave tierra, víctima del sistema capitalista agresor del barco y los navegantes.
Mientras todo esto ocurre, el ecologismo en acción dedica sus esfuerzos y la mayor parte del tiempo en presentar alegaciones, hacer campañas a golpe de dossier de prensa y participar en proyectos subvencionados por las administraciones públicas, para educar ambientalmente a la población; proyectos amparados por las directrices de la Agenda 21, de las estrategias de desarrollo sostenible de la Unión Europea, España, Andalucía, etc. En definitiva, se asume la función de subcontrata que los gobiernos han asignado al ecologismo en la fabricación de consenso social. Tratan de impedir motines, aunque el barco se esté hundiendo. Los gobiernos reconocen al ecologismo sentándolo en las mesas, juntas y consejos consultivos, con ello se refuerza la imagen verde de las instituciones, sin que las organizaciones ecologistas tengan capacidad de decisión. Nos hemos parado a pensar alguna vez ¿ A quién representamos los ecologistas en esos organismos?, ¿A la naturaleza y los seres vivos en general? ¿Cuantas personas nos han votado o elegido para ser sus representantes?. Solamente hemos sido cooptados por los que mandan. Esta crítica se hace desde dentro, después de muchos años de participar en dichas instituciones, podemos afirmar, desde la experiencia, el gran valor que tiene... para los que gobiernan.
La ausencia de reflexiones teóricas en el ecologismo en acción han permitido guardar los principios en los cajones, llevar el terreno de la discusión a cuestiones técnicas e ignorar los pocos debates sobre estrategias en los últimos años. Biólogos, arquitectos, ingenieros, químicos o geólogos, un nutrido cuerpo técnico, son los únicos preparados para tomar decisiones de ese tipo; los demás asisten impotentes y observan como la discusión política queda relegada, desaparece más allá de cuatro generalidades. La acción cotidiana del ecologismo se ha convertido en un apéndice más del gobierno, una institución como otra cualquiera, a la que se dirigen los ciudadanos, los medios de comunicación, un lobby con poco "peso" con el que conviene hablar. Así nos ven, así somos. Nosotros no queremos.
El silencio, la "marcha atrás" y el colaboracionismo son las actitudes tomadas por el ecologismo en acción en todo lo relacionado con la mercantilización del medio natural. Silencio ante la lógica mercantil de las políticas territoriales o urbanísticas de las Comunidades Autónomas y grandes ciudades; se puede cuestionar un puerto, una carretera, una urbanización, un plan, pero no la sumisión al dinero, al sistema. Si los gobiernos presentan la evaluación de los impactos ambientales de los planes troceados, por proyectos, el ecologismo crítica por parcelas, parece como si fuera de mal gusto, de escasa educación presentar "enmiendas a la totalidad’ y más aún, actuar en consonancia.
Constantemente se utiliza la "marcha atrás" al aceptar políticas de gestión de residuos. El "paremos primero las centrales nucleares y hablemos después de los cementerios radiactivos" son dos frases que no utilizamos al enfocar la acción contra los otros residuos que genera esta sociedad. Durante años se ha puesto el acento en la recogida selectiva de residuos sólidos urbanos -un éxito asimilado por el sistema- y no en los procesos de producción, distribución y consumo que hacen posible tanta basura. En cuanto a los residuos peligrosos, los vanos intentos de miembros de Ecologistas en Acción de Andalucía, por firmar un pacto vergonzante con la empresa que gestiona el vertedero de Nerva, resulta ser la prueba feaciente -como se expone con nitidez en algunos de sus escritos- de una marcha atrás en la que nadie puede asegurar ni siquiera un período de transición, que combine la implantación progresiva de la producción limpia con una aceptable gestión de residuos. Vale más una derrota honrosa que una claudicante negociación, salvo para los mediadores que siempre algo ganan.
Colabora el ecologismo con el capital cuando acepta ponerle precio al viento o al agua. Al promover y aceptar grandes parques eólicos defendemos las energías renovables, pero no las energías alternativas (como decíamos hace 25 años); nos resignamos al contador y al recibo. Se rechaza con soberbia técnica la descentralización de la energía eólica, porque no se cuestiona el modelo productivo y urbano en el que nos obligan a vivir. Se colabora, cuando en nombre del ahorro y la eficiencia se acepta ponerle un precio al agua ¿también aceptaremos una tarifa para el aire? No queremos colaborar porque nos acordamos del primer párrafo de la declaración aprobada en Cercedilla: "El movimiento ecologista surge como una reacción de defensa frente a las agresiones del sistema socioeconómico imperante contra la naturaleza y el individuo. Sistema éste que, en su locura de industrialismo burocrático, pretende unificar y reglamentar todos los fenómenos de la vida, aun a costa de acabar con la vida misma".
2. ¿Donde está la autonomía? En los años setenta y ochenta del pasado siglo, se calificaba al movimiento ecologista de autónomo y "no sólo porque defiende la autonomía, la variedad y la riqueza propias de la vida frente a la unificación y la dependencia que siembra por doquier la mano burocrática del sistema, sino porque en su configuración misma es y debe ser autónomo". Veinte años más tarde ya no podemos decir lo mismo. Las finanzas del ecologismo en acción dependen en su mayor parte de las subvenciones públicas, no de las cuotas de sus afiliados. Muchas veces se discutió la oportunidad de aceptar subvenciones públicas o privadas, siempre se rechazó la dependencia económica de las instituciones o de las empresas. Una organización comienza a ser dependiente cuando en su normal funcionamiento puede quedar condicionado por subvenciones ajenas. En Andalucía esto ocurre en el 90% de los casos.
¿Donde queda la autonomía?, si la mayor parte de las actividades ecologistas están relacionadas con proyectos subvencionados, (Un andaluz, un árbol, Life del Lince, Venenos, Energía solar, etc.) que aprueban u ofrecen las administraciones públicas, restándole esfuerzos y dedicación a la acción ecologista, a la lucha social. Dependiendo económicamente de los gobiernos, difícilmente se ha podido cumplir con las campañas prioritarias aprobadas en las Asambleas, hasta que poco a poco han sido relegadas a un segundo plano; las propuestas de acción antagonistas al sistema dominante quedaron vacías de contenidos y concreciones, o fueron trasladadas al saco de las buenas intenciones en forma de resolución.
¿Donde está la autonomía?, si el peso de la actividad ecologista recae en profesionales mal pagados, adscritos en su mayoría a proyectos subvencionados, a los que se les carga con tareas militantes ante la crisis de militancia. La disminución del trabajo voluntario y militante ha sido sustituido por "funcionarios" con horario fijo. ¿Cuantas de esas personas están realmente comprometidas con su tiempo y dedicación al duro trabajo de la transformación social?. No es extraño que al ecologismo en acción se les cuelen advenedizos deseosos de hacer un aprendizaje meritorio para medrar en la escala social.
¿Donde está la autonomía?, si gente relevante del ecologismo en acción ocupan u ocuparon puestos de trabajo de designación directa por parte de Ayuntamientos y Comunidades Autónomas; cobran altos sueldos de organismos fuertemente subvencionados por Consejerías, o tienen las vacaciones pagadas formando parte de equipos de la administración ambiental para la cooperación internacional.
¿Donde está la autonomía?, si se elogia constantemente los planes y campañas públicas del gobierno autónomo enfrentado al gobierno central, si se tiene afiliada hasta hace poco a la Alcaldesa del PP, una de las máximas responsables de la degradación ambiental gaditana. La imagen es de gran dependencia, la autonomía se perdió hace tiempo.
"Se trata de crear una organización sin jerarquías ni poderes centralizados que respete la variedad del movimiento. Que permita, evitando que se extienda el cáncer burocrático, que la información fluya entre los participantes del mismo..." No es un extracto sobre modelo organizativo de la CEPA, AEDENAT o de la confederal Ecologistas en Ación, vuelve a ser párrafos del texto aprobado hace veintiseis años en Cercedilla. En tiempos de Internet la dirección de Ecologistas en Acción en Andalucía quiere ponerles "puertas al campo", al aprobar autorizaciones expresas para que la información circule por las listas de correos. Por mucho que se disfracen jerarquía y poder existen en el ecologismo en acción; más que centralización, la relación entre las secretarías y los colectivos locales es de gestoría, de asesoramiento de los primeros con respecto a los segundos, por lo que el hecho confederal no ha trascendido de los papeles. Donde antes había 300 grupos ahora hay ¿300 personas? organizadas en secretarías y comisiones de trabajo. La pérdida de grupos autónomos locales empobrece al ecologismo y a la autonomía de un movimiento social que en la actualidad es una ONG más. La constitución de Ecologista en Acción fue un acto de buena voluntad confederal, un paso "adelante" en el camino que nos ha llevado a la situación actual y que amargamente nos reprochamos: para este viaje no hacían falta esas alforjas.
3. ...Y el principio del final. El motivo de este escrito no es el de intervenir ofreciendo alternativas en las próximas asambleas o congresos de Ecologistas en Acción, a estas alturas cualquier pretensión de este tipo es imposible. Porque le hemos dedicado muchos años a intentar organizar el ecologismo social, ahora que el ecologismo en acción es recuperado por el sistema dominante, hoy más que nunca hay gritar más fuerte, remover conciencias, poner el cuerpo en el empeño de interrumpir el discurso sostenible del capital. Eso queremos.
Sevilla, 2003.

 

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