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Estado español :: 16/03/2022

El horror de la guerra, ya no pilla lejos, ni es ficción.

Uhuru
De como las consecuencias de la invasión de Ukrania, está siendo encubierta por los gobiernos e instrumentalizada por las grandes corporaciones del capitalismo.


“Un movimiento que ignora u odia la historia social, pero también su historicidad, no hace más que estar constantemente en la isla de los comedores de loto…”
George Merisiotis

Después de más de 15 días de invasión y destrucción de ciudades de Ukrania por las tropas del ejército ruso, "descubrimos" con horror que los niños y las niñas europeos también mueren en nuestras guerras. Que los hospitales son bombardeados y que la población civil se contabilizan como muertes colaterales de las armas de destrucción de los Estados.

Hasta ahora, las diferentes guerras que se exportaban a territorios en los márgenes de la OTAN o a países no occidentales de otros continentes, no causaban el impacto emocional de esta invasión, que no guerra, por parte de los convoyes militarizados rusos y sus armas de aniquilación total.

EE.UU. y su brazo armado de la OTAN, se han dedicado a crear guerras y bombardear países por todo el planeta, con la retorcida excusa de supuestos apoyos a terroristas o las amenazantes fantasías de un arsenal de armas de "destrucción masiva". El tiempo ha mostrado que, llevar la "democracia" a esos territorios que no la reclamaban, provoca un desgaste hegemónico, que hace que una nación militarmente tan poderosa como los EE.UU., pierda parte importante en la credibilidad de su potencial destructor y otras potencias mundiales intenten aprovechar esas debilidades, para aspirar a ocupar el más alto puesto de control de la gendarmería mundial.

La pérdida de fuerza intimidatoria de los letales ejércitos de los USA, se ha ido culminando con las mil y una guerras que libraba en otros territorios. Uno de los últimos claros síntomas de esta debilidad, ha sido su retirada relámpago de Afganistán, un territorio en el que también fracasó estrepitosamente Rusia.

Ninguna de las dos grandes superpotencias militares, pudo reducir a los guerrilleros talibanes y pastunes, familiarizados con el territorio y curtidos en numerosas batallas tribales. Ni Rusia ni los EE.UU. pudieron hacerse con el control de una extensa zona de Asia, a la que consideran un "peligro", mientras decían llevarles democracia y estabilidad, con la única intención de apoderarse de las riquezas de sus materias primas y extender su control sobre la zona. Curiosamente hoy, con la invasión de Ukrania, parece que ya nadie se acuerda de los peligrosos talibanes y su "terrorismo". Qué mejor momento que este para que esos "sanguinarios monstruos" golpeen a occidente. Puede que el peligro del terrorismo de los talibanes, no fuera lo que occidente combatía y esa misma fracasada experiencia, es la que exportaron a lugares como Siria, en donde, a su vez, se aseguraron que una revolución no avanzara para que el país no quedará definitivamente fuera de sus planes imperialistas, y se convirtiera en otro territorio más a invadir. Al final se demuestra que el "terrorismo" se exporta desde los EE.UU.

En todas esas guerras, algunas provocadas por las fuerzas pacificadoras de la OTAN bajo dirección de los USA, la constante destrucción y masacre de vidas humanas, nunca causaba tanto horror como el que se produce en Ukrania. Los "enemigos" que morían en esas guerras, ni eran humanos a ojos de occidente, ni contaban como muertes en las estadísticas de bajas. Las únicas que importaban eran las de los militares caídos de sus "ejércitos humanitarios", a manos de "sanguinarios terroristas" que sólo buscaban "causar el mayor dolor posible a ciudadanxs de la nación y atentar directamente contra las democracias".

En esas guerras de exportación, "los ejércitos occidentales de la paz", jamás violaron a mujeres de los territorios invadidos. Las zonas bombardeadas y sometidas por los disparos de sus vehículos de combate, debían ser de poblaciones en las que no se engendraban niñxs, ni había hospitales, ni tampoco población civil o mujeres embarazadas. No había hombres, mujeres y ancianxs, sólo monstruosos terroristas talibanes sanguinarios que, en nada se parecían a los "adorables" militares del batallón Azov de Ukrania, a los "simpáticos" fascistas de la Unidad Voluntaria Ucraniana “Sector Derecha” [Pravyi Sektor], ni a la "entrañable" milicia neonazi pro-rusa del Viking Battalion o el “Storm Group Rusich”, ni a los "seductores" mercenarios de la unidad Wagner o al mismísimo Lukashenko, "ilustre" y "merífico" presidente de Bielorrusia. Todos ellos son "buena gente", aunque provoquen terror entre las poblaciones y ahora incluso, puedan matarse entre ellos.

Durante años, las democracias europeas, independientemente de la línea ideológica de sus gobiernos, han bloqueado las emociones de las poblaciones ante las masacres que cometían, fuesen en territorio europeo, como Kosovo, o en países lejanos como Siria, Afganistán, Irak, etc... Occidente también se ha insensibilizado ante las masacres que sus aliados sionista del gobierno de Israel, o del régimen alauita de Marruecos, cometían en Palestina, el Sáhara o el pueblo Amazigh. Las imágenes que los medios difundían sobre el terror que vivían esos pueblos, acababan consumiéndose y normalizando como muertes televisadas, como crímenes de ficción y no de lesa humanidad.

La invasión de Ukrania por el ejército ruso, nos acerca a esos miedos atávicos ancestrales y pone sobre territorios de las insensibles democracias europeas, la extensión de la sombra de un terrible desastre nuclear que se empieza a instalar, en las mentes de las poblaciones más cercanas a Ukrania y que, de producirse, no habrá fronteras ni ejércitos de la OTAN que puedan detener una catástrofe de graves proporciones.

El capitalismo, en su versión neoliberal más totalitaria y destructiva, ha movido el terreno del tablero de la geopolítica y la economía, con la exclusiva finalidad de ampliar sus "beneficios" hacia el Este de Europa, no detener el crecimiento de su devastación e intentar contrarrestar la sintonía entre Rusia y la actual potencia hegemónica a nivel tecnológico: China.

Durante el mandato de Donald Trump, el presidente yanki reclamó una mayor participación y compromiso militar de los países europeos de la OTAN. La invasión rusa de Ukrania, fuerza ese reclamo para que la OTAN no pierda su superioridad hegemónica en el Mar Negro, delegando la guerra en el pueblo ukraniano. Armas a cambio de muertes para defender intereses de las grandes corporaciones.

Desde hace más de 15 días, el foco de atención mundial occidental se centra en Ukrania, señalando a Rusia como responsable de la agresión armada, convirtiendo a Putin como su principal instigador y villano, y a Zelensky, en héroe de la resistencia. Mientras tanto, el resto del mundo está ausente, no existe y no sucede nada fuera de Ukrania. La pandemia y sus negacionistas, parecen haber sido derrotados por la invasión rusa, y ahora el "virus" se llama Putin y nos expone a hipotéticas nuevas certidumbres. Las más cercanas giran en torno a esa fulminante carestía de productos básicos o de habitual consumo, asegurándonos que esos desproporcionados aumentos, son consecuencia de la dependencia del "gas ruso" y su "guerra".

Desde hace meses, en todos los países de la comunidad europea, el precio de la electricidad viene sufriendo un incremento tan indecente como el aumento de beneficios que están obteniendo las multinacionales eléctricas. El encarecido coste de la luz, o de cualquier combustible, no es más que otra de las estrategias de esa política económica neoliberal contra las clases populares que, ante "la crisis energética", y hasta que no encuentren otras fuentes no dependientes o ventajas en el suministro, provocan una reacción en cadena con el rápido encarecimiento de la vida, con el incremento de precios de productos básicos, mientras que, con total desfachatez y ante una nueva ola de frío, los gobernantes aconsejan a las poblaciones reducir el consumo energético de las calefacciones. En breve las clases trabajadoras y precarizadas, posiblemente necesitaremos ir a los palacios para encontrar espacios confortables y, de paso, tomarnos una tacita de caldo de restos de sopa de marisco calentito y algunas sobras de asado de faisán caramelizado.

Esta parece una guerra sin ideología, pero no es así. Se da la paradoja que la ideología ultraconservadora y totalitaria, forma parte tanto del grupo invasor, como de la "resistencia". Esta es una invasión de ideologías reaccionarias que buscan la hegemonía y no perder su posición, en el incierto e inestable "equilibrio" de correlación de fuerzas que, mientras en Ukrania desarrollan una guerra más clásica de fuerzas armadas, las nuevas formas de guerra de los mercados, llegan hasta las puertas de nuestras casas a través de las grandes plataformas de la desinformación. Bombardeos y desproporcionados aumentos de precios, nos dejan sin recursos ni suministros. El capitalismo y sus corporaciones, a través de sus lacayos gobernantes, vendrán a justificar esta nueva "crisis" con excusas tan ridículas como que las medidas económicas "que se ven forzados a aplicar", son consecuencia de que "hemos consumido aceite de girasol por encima de nuestras posibilidades". Siempre nos han tomado por idiotas y en general, nos hemos comportado como eso, votando y legitimando su existencia.


Ambiciones ocultas de este capitalismo neoliberal.

"El ejército es un sable, no un escalpelo"
(Bruce Willis. "Estado de sitio")

El asalto al capitolio de los EE.UU. puso en evidencia la capacidad de la propaganda para adoctrinar en el patriotismo y provocar una invasión por masas perfectamente controladas por la voz de su amo. En esta invasión de Ukrania, la comunidad internacional europea no tiene, por el momento, la menor intención de intervenir directamente, pero rearma al pueblo ukraniano para que la contienda armada no llegue a sus países, más que por los medios de desinformación habituales, y con el amenazante terror de la destrucción, encubrir e imponer esa otra guerra que se apropia de nuestra economía doméstica de supervivencia, para entregársela a las grandes corporaciones empresariales.

Esta invasión está despertando y alimentando el patriotismo en las poblaciones de Europa, con la alevosía y premeditación de los gobernantes y las corporaciones. Nos hablan de "oligarquías rusas" que apoyan la invasión, como si en las democracias europeas no hubiesen oligarquías que alientan y promueven el ultranacionalismo, con la finalidad que actúen como brazo armado y fuerzas de choque de su capitalismo neoliberal.

Toda esa desinformación sobre las maldades de Putin, no son más que cortinas de humo para ocultar el crecimiento de las corporaciones transnacionales y ese criminal nacionalismo reaccionario que promueven y que se está extendiendo con el terror bélico, tanto en Rusia como en el resto de Europa. A pesar de las medidas económicas impuestas a Rusia, Europa le sigue comprando enormes cantidades de gas...

Los países de la Comunidad Europea, alimentan temores con la posibilidad que Rusia no se detenga en Ukrania y quiera expandirse hacia sus territorios. Ese temor aumenta cuando la guerra entra en nuestras casas a través de los medios de deformación de masas, y empezamos a sentir cercanas las amenazas de situaciones como las que se viven en las ciudades de Ukrania que han sido bombardeadas. Escasez de alimentos, falta de agua, sin recursos energéticos y escondidxs en sótanos y andenes de estaciones de metro, expuestxs a la crudeza de los rigores de la intemperie.

Mujeres llorando, niñxs asustadxs huyendo y con la expresión en sus rostros de no comprender por qué los dioses del cielo han enloquecido y les llueven bombas de fuego y destrucción. Los miedos de los habitantes se remueven ante el temor de que, si la OTAN no interviene urgentemente, lo peor está todavía por llegar.

En las imágenes de la devastación por la invasión, se ven ciudades que entre los escombros todavía humeantes, se presiente un paisaje aterrador de presentes arrancados de cuajo y futuros inciertos y desesperación. Es un cruel escenario para quienes creían que nada podría ser peor que una pandemia, pero esos negacionistas ahora callan y aguantan la respiración.

Las inmensas aglomeraciones de mujeres, niñxs, ancianxs, cargadxs y arrastrando unas pocas pertenencias, huyen del horror dejando tras ellxs lo que, hasta ese momento había sido su vida, sin otro horizonte claro y esperanzador, más que el de poner a salvo sus vidas. Las expresiones de sus caras no necesitan de palabras y recuerdan a las imágenes de los rostros de aquellas personas que partían hacia el exilio en la guerra civil española, o las de la desesperación que llevó a las multitudes a agolparse ante embajadas o aeropuertos para huir de Afganistán.

Tras de sí, se dejan a quienes se apuntan y organizan en las múltiples formas de la resistencia. En el inicio de la invasión, algunos comercios fueron saqueados, pero ahora que los alimentos empiezan a escasear, los grandes saqueadores son las tropas del ejército invasor.

Del otro lado, en Rusia, parece que una parte de la población está desinformada porque no quieren buscarse problemas con cuestiones políticas, y los medios de deformación de masas del gobierno ruso, censuran y repiten una y otra vez su versión oficial, señalando a Europa y a la OTAN, como responsables de las precarizadas limitaciones impuestas a la población rusa. Hay otra parte de la población que han visto en esta situación, la manera de fortalecer el nacionalismo ruso, de la misma manera que en Ukrania están haciendo lo propio con el argumento de la defensa de la patria y la exaltación del valor de sus resistentes. Nadie se sale del guión.

Nada más iniciarse la invasión de Ukrania, espontáneamente muchas personas, en diversos países, se organizaron con las protestas y con el envío de productos como comida, ropa de abrigo, medicamentos y todo tipo de víveres. Las poblaciones polacas fronterizas extendieron una efectiva red de apoyos diversos, para las personas que intentaban salir de Ukrania cruzando la frontera. Desde otros países, las comunidades migrantes ukranianas, recogieron todo tipo de productos básicos como alimentos, ropas, mantas, medicamentos, y los transportaron en vehículos para ser distribuidos en diversos puntos de la frontera. La respuesta popular fue espontánea y se anticipó a la de las instituciones y ONG's, algunas de las cuales reaccionaron más tarde, tal vez cuando vieron la magnitud de la crisis humanitaria y la posibilidad de incrementar beneficios con las donaciones económicas.

A través de informativos de medios burgueses, algunas ONG's han reclamado con urgencia, el apoyo de lxs ciudadanxs europexs por la crisis humanitaria en Ukrania, ofreciéndose como intermediarias, y algunas aconsejando que no se envíen materiales de primera necesidad, ni medicamentos o víveres, pues alertan que probablemente se queden almacenados en alguna nave industrial y no lleguen a su destino. Lo que reclaman esas ONG's alarmistas, son donaciones económicas a sus organizaciones para que ellas, dicen, hagan las compras sobre el terreno, alertando no hacer donaciones más que a las ONG's reconocidas. Aunque hay asociaciones y ONG's que si solicitan el envío de víveres y todo tipo de productos, de pronto se tiene la sensación que no hay una sola ONG, que no esté haciendo alguna labor humanitaria por Ukrania.

Sin "publicidad" de esos medios de comunicación mayoritarios, las industrias de armas del estado español están haciendo su particular negocio, que no tiene nada que envidiar al de las multinacionales energéticas que, incluso antes del inicio de la invasión, ya habían disparado el primer tiro con el continuo aumento del precio de la electricidad, poniendo como excusa, el elevado coste del gas. Y ciertamente en el estado español, el gas era no más una excusa, pues aunque la electricidad que se obtiene de él es un mínimo porcentaje, ha servido como excusa detonante para esa otra guerra que es la insoportable carestía de productos básicos y cotidianos.

Otra de las "grandes" excusas que preparan para justificar esos precios imposibles, es que ese incremento global ha sido causado por la situación bélica de Europa. Seguramente habrá países de Europa que verán aumentada su crisis de dependencia energética del gas ruso, pero esa no es la situación de todos los países, y sin embargo ese aumento desproporcionado de precios nos afecta a todxs, dependamos o no del gas ruso, incluso ya se especula con una posible crisis alimentaria difundiendo rumores sobre un posible desabastecimiento.

Esta ha sido una descarada estrategia que se ha extendido a todos los países de la Comunidad Europea y como el capitalismo cuanto más tiene, más quiere, no repara en ceder con su escalada abusiva. Saben que la crisis energética es por agotamiento de las fuentes productoras y por la insoportable devastación de recursos, contaminación y envenenamiento del planeta a causa de la actividad extractiva e industrial. Pero esos oligarcas europeos y transnacionales han decidido que, si hay que morir, mejor hacerlo empobreciendo a todo el mundo y con sus cuentas en paraísos fiscales llenas, y para que no nos lamentemos, desvían la atención montándonos una confrontación armada en plena Europa y alimentando el ultranacionalismo.

En este neoliberalismo que ahora apela a la solidaridad con las personas que huyen de las bombas, ni una de sus grandes empresas, ha movido un solo dedo que no sea para preservar los intereses financieros de sus corporaciones. Son los mismos grupos de industrias que a la vez que fabrican armas, se apresurarán a reconstruir las ciudades arrasadas por las bombas que vendieron. Y no las reconstruirán por solidaridad, sino porque les pondrán precio. Son también los mismos grupos empresariales que tanto construyen cárceles o campos de concentración, como reconstruyen ciudades dispuestas para un mejor control. Son esas, las empresas neoliberales, las mismas que ahora muestras su hipocresía humanitaria para abrir fronteras a las personas que huyen de la guerra, al tiempo que levantan muros y vallas fortaleza para "contener" a la migración que no desean.


La guerra como criminal estrategia geopolítica y económica del Capital

"En los extravíos nos esperan hallazgos, porque es preciso perderse para volver a encontrarse"
Eduardo Galeano.

El pueblo ukraniano es europeo, blanco, cristiano, trabajador y además tienen niñxs. El capitalismo piensa en el futuro, y sabe lo que supone tener a ciudadanxs que hayan crecido con ese peso de sentirse en deuda y agradecidxs a los países de acogida. Los EE.UU., la OTAN y los poderes de los países de la Comunidad Europea, conocen muy bien cómo Alemania consiguió alimentar el ultranacionalismo en las masas empobrecidas, que llevó a la II Guerra Mundial.

Este capitalismo neoliberal es el que más necesita, en los actuales momentos, de ese sentimiento del nacionalismo patriótico, que convirtió a Alemania en aquella gran potencia que quiso extenderse y anexionar Europa. Las oligarquías de los dirigentes rusos, conciben el capitalismo desde una perspectiva capitalista diferente a la de la Comunidad Europea, pero igual de totalitaria y ultranacional. Ambas concepciones recurren a estrategias similares y ambas necesitan fortalecer el orgullo patriótico, por si precisan recurrir a que las poblaciones mueran defendiendo sus intereses en una guerra, en un trabajo esclavizante o hacinados en cárceles.

Entre esas estrategias comunes en las dos maneras de concebir el capitalismo, es fácilmente reconocible la de la utilización de la continua propaganda en los medios de deformación de masas, con la finalidad de confundir, manipular y difundir todo tipo de bulos y mentiras que puedan desestabilizar a las otras poblaciones y cohesionar la propia.

Otra cuestión común del capitalismo de EE.UU., Europa y Rusia, es la de rodearse de nutridos grupos de aguerridos provocadores y matones de extrema derecha. Puede parecer bastante sorprendente que en la invasión de Ukrania, ni EE.UU., ni Europa, ni la OTAN, hayan enviado tropas, sin embargo han surgido miles de voluntarios de diferentes países. También sucedió en Siria... Es decir, lo sorprendente no es que de otros lugares aparezcan "milicianos", sino que al preguntar a los propios ukranianos que defienden con las armas el territorio, sobre su adiestramiento militar, todos evitan contestar. ¿Quién adiestró al batallón Azov?. Esto no es como aprender a preparar un cóctel molotov o descargarse de internet el manual del "libro de cocina del anarquista".

Hay más cuestiones en las que coinciden. La ambición por más poder en todos sus ámbitos. Y es por ello que no van a detener la devastación del planeta para conseguir más fuentes y recursos energéticos y materias primas que necesitan para sus industrias y tecnologías. A nosotrxs nos venden el cuento de la "sostenibilidad", lo "renovable" y las "energías limpias", "verdes" y el arcoiris, pero no tienen la menor intención de promover su decrecimiento, solo el nuestro. Y el alza de precios, es siempre un recurso y una opción muy oportunista. Si este planeta se agota, las corporaciones están convencidas que sobrevivirán al colapso o encontrarán otro planeta en el que seguir devastando.

En esta invasión también es posible encontrar similitudes con estrategias de desinformación y confusión que se utilizaron con la pandemia, desde formas de comunicación utilizando el lenguaje de guerra, los bulos y la información selectiva e incompleta, hasta el hecho de negarse a considerar la posibilidad de una invasión, con la misma actitud de retraso en reaccionar cuando China alertó, tardíamente, de la propagación de un nuevo virus. También vemos como la gestión diplomática de los gobiernos, ante la amenaza de invasión de Rusia, ha sido tan tardía como nefasta. Para lo que no les ha faltado tiempo y se han apresurado, es en reforzar la industria armamentística, suministrando arsenales de "vacunas" de destrucción masiva al gobierno resistente de Ukrania, y probablemente habrá "más dosis" hasta conseguir "la pauta completa". Así Rusia podrá justificar la matanza indiscriminada de población y la OTAN tendrá oportunidad para "denunciar" la barbarie.

A la invasión de Ukrania por las fuerzas del ejército ruso, se le pueden dar múltiples lecturas. Desde la geopolítica, la de una grave crisis humanitaria, la de un país atacando la soberanía de otro, la de una reacción por los continuados agravios no resueltos satisfactoriamente, etc... Todas son tan ciertas como incompletas, porque sea cual sea la interpretación que más nos guste o adoptemos, todas son consecuencia de un sistema capitalista que no duda en provocar guerras y promover ultranacionalismos cuando les interesa, para preservar los intereses de clase de las oligarquías de esas corporaciones. Esta no es nuestra guerra de clases, sino a la que nos empujan para morir, mantener a salvo sus privilegios y para continuar con el crecimiento del capitalismo. En esta guerra total, han decidido que todo vale. Como hemos comprobado con la pandemia, no hay ética ni estética, sólo la épica de héroes, patrias y su "ejemplar" defensa que, de no organizarnos desde abajo para acabar con este sistema infame y sus corporaciones, será él quien acabe con todxs nosotrxs y con el planeta entero.

La pandemia se instrumentalizó para avanzar en esa "nueva realidad" que preparan. La despiadada subida de precios de la electricidad, alimentos y todo tipo de combustibles, no son consecuencia de la guerra como pretenden hacernos creer. Estos aumentos ya se iniciaron antes del comienzo de una invasión que, ni los propios analistas gubernamentales daban públicamente crédito. De la misma manera que la pandemia fue instrumentalizada por todos los poderes en su beneficio, unos con sus verdades a medias e inexactas versiones oficiales y otros con sus fraudulentas informaciones y múltiples bulos, la invasión de Ukrania también está instrumentaliza desde medios de comunicación de masas y redes sociales.

Más allá de las historias dramáticas y terribles del contexto de guerra, en las poblaciones que observan con espanto el avance y desarrollo de los sucesos bélicos, las fuerzas reaccionarias se organizan para colocar sus instituciones y ampliar sus bases sociales. Así, en el estado español, hemos visto como las fuerzas ultraconservadoras crean sindicatos, para dar cabida a esa masa popular con la que esperan incrementar sus bases. Para ello no dudan en infiltrarse y las redes sociales, de nuevo, juega un importante papel, a través de grupos que aseguran querer hacer públicas, las "verdades" que ocultan o no tienen cabida los grandes medios. Pese a que intentan modificar sus formas y adaptar sus contenidos al contexto que se dirigen, pueden identificarse con un análisis un poco más profundo que no se deje influir o engañar por esas formas que dicen defender las "libertades". ¿Las libertades de quién?.

Nuestro futuro, si es que tenemos, está en manos de lo que nos mata. Destruyamos ese futuro para tener vida en el presente.

Texto difundido por mail: black army editions / in memoriam nikita forova

 

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