El servilismo del Cholo y un video miserable con Milei

Voltaire se preguntaba en sus escritos si Jesucristo tuvo ombligo. Si Jesús nació sin truncar la virginidad de María, sin romper ni atravesar su himen, mal pudo tener ombligo, pues tampoco hubo de tener cordón umbilical. ¿Creer en un Jesús con o sin ombligo nos hace más o menos humanos? La onfaloscopia es el oficio más demandado de nuestro tiempo.
Nunca como ahora nos miramos tanto el ombligo: símbolo inequívoco de un capitalismo narcisista, hedonista, e insolidario. Argentina está gobernada por un ombligo gigante, odioso y venerado, que gana elecciones, sabiendo lo que sabemos. Contamos, además, con cientos de miles de ombligos pasivos. Dante despreciaba tanto a esa clase de «ombligos», que en la Divina Comedia los condenó al rincón más abyecto del infierno; «ignavi», los llamó. Son los tibios, aquellos que, en tiempos de crisis profundas, no toman partido, se ponen de perfil, no respaldan en teoría ni a las víctimas ni a los verdugos, lo que en la práctica los coloca junto a los verdugos.
Simeone no es un tibio. No lo fue en el fútbol profesional, ni lo es ahora. Se acercó a saludar a Milei por lealtad incondicional. La inocencia es un estado del alma. Uno sabe muy bien dónde pone los pies y cómo los acompaña. El encuentro fue de una alegría desbordante. Recogido en un video publicado por X, se enfocó en la dirección deseada, con la intencionalidad política suficiente para ser explotado políticamente. En las imágenes se nota que se quieren. Están en su derecho. Faltaría más.
¿Cuál es el límite a partir del cual alguien se cloroformiza o se anestesia de tal manera que renuncia a contemplar otras dimensiones de la realidad? La gente que está llena de certezas inspira miedo. Parafraseando al Cholo, partido a partido Milei nos fue robando los derechos, la solidaridad más elemental, la cohesión más primaria.
Partido a partido nos fue recortando el dinero dedicado a educación, salud, ciencia, y jubilaciones. Partido a partido nos insultó como convencido antiabortista, antivacunas, homófono, defensor del mercado especulativo de armas y órganos, trató de «débil mental», «idiota», «imbécil» a ciudadanos con algún grado de discapacidad intelectual.
Partido a partido nos fue envenenando con su negacionismo: el genocidio de la Dictadura, el calentamiento global, la igualdad de género. Partido a partido decapitó trece ministerios, y en su primer año de gobierno echó a la calle a 50.000 trabajadores públicos. ¿Qué te atrae Cholo del personaje?
Algunos jugadores de fútbol profesional tienden a creer que su victoria es fruto únicamente de su esfuerzo, ignorando el contexto social que les favorece y los aportes colectivos a su empeño. Se desvelan por mantener el confort de sus vidas, sin hacerse demasiadas preguntas. Habitan en una realidad alternativa, sin saber cómo viven los desfavorecidos, los discriminados, cómo se ceba el hambre y el desconsuelo con la gente humilde.
Es falso que el éxito de un jugador de fútbol sea un reconocimiento a su virtud. Es el resultado de vivir en una sociedad que ha decidido coronar a quienes saben jugar y generar dinero haciendo piruetas con un balón. No hay merecimiento moral alguno en el hecho de vivir en un lugar que recompensa estos puntos fuertes y no otros. Maradona, con las mismas cualidades futbolísticas pero nacido en el Tibet no hubiera sido Maradona, hubiera sido otra cosa.
Al pie de la desesperanza están los ciudadanos cargados de problemas, gente subalterna que partido a partido tiene la costumbre de comer tres veces al día. No sé si esto el Cholo lo sabe. A su presidente le da igual.
(*) Periodista, ex jugador de Vélez, clubes de España y campeón mundial 1979. Página 12