El césped.

Es uno de los trozos del planeta más vigilado... para que se mantenga verde alfombroso. Mide 7.140 metros cuadrados. Allí se fijan las miradas de millones de personas, al menos una vez cada quince días. Allí debajo hay gramíneas inadvertidas en la naturaleza, pero prodigios aquí de tecnología puntera. Todo lo que afecta a esta hierba está supervisado al segundo: la selección de sus semillas, su alimento, el cuidado de los estratos que forman su lecho reposante, las hormonas que la hacen resistente a las pisadas de las botas, apliques duros de los cuadriceps que le hacen daño... En febrero y diciembre se toma con mimo la temperatura de este campo, maravilla de la genética verde, como un padre a su bebé febril. Estamos hablando, claro, del terreno de juego del Estadio Santiago Bernabéu, sede deportiva del Real Madrid. Este césped tiene debajo hasta calefacción y varias sondas internas dan cuenta de las variaciones de temperatura para que el espectáculo futbolero siga generando los ingresos que ingresa para pagar la barbarie que paga a los que danzan la sábana de este vientre verde para que dancen los futboleros, al son que marquen las empresas que les visten, tatúan y peinan.
Los que les compran y venden necesitan de estas pasarelas de lujo y exceso donde se posan ahora todas las estrellas de Oriente y Occidente.
Niños y niñas: ¡Habrá que avisar a los Magos, que se nos van a perder al final del camino, si no encontráis los juguetes en el pasillo, a buen seguro estarán almacenados en un trozo de césped del Paseo de la Castellana!
x Gonzalo Romero*