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Anti Patriarcado :: 10/10/2008

El sexismo en el lenguaje

La Cizalla Acrata
El desarrollo lingüístico es paralelo al desarrollo de la sociedad, de manera que la lengua es también un indicador de las estructuras y procesos sociales.

Al mismo tiempo, el uso de unas determinadas estructuras lingüísticas condiciona la percepción y la conciencia de lxs usuarixs.

El lenguaje reproduce la realidad aparente y es capaz de afianzar o eliminar prejuicios y roles asignados. También se puede crear una identidad sobre el uso de la lengua.

Las lingüistas feministas definen la lengua sexista como una lengua que:
• Ignora y excluye a las mujeres
• Presenta a la mujer siempre en dependencia del hombre
• Presenta a la mujer en un papel tradicional con las “típicas” características y comportamientos femeninos
• Utiliza términos femeninos despectivos (víbora, pécora, zorra, histércia…)

Otro punto importante es el uso de sufijos femeninos y masculinos en la lengua, ya que esto contribuye a la visibilización de la mujer. El argumento de que con las terminaciones masculinas ya se incluye explícitamente a la mujer ha de ser combatido, porque de ese modo no se cuestiona lo masculino como norma y la mujer aparece y es nombrada como excepción a esa norma. Pero también hay que destacar que el cambio de la forma lingüística tiene que ser considerado en relación con el contenido de la frase y con los cambios sociales, ya que de otro modo el uso del lenguaje no sexista se convertiría en una mera obligación y un ejercicio superficial.

Dentro de la lingüística feminista que surgió a partir de los movimientos de mujeres de los sesenta se diferencian dos corrientes:
1. La investigación feminista del discurso, que analiza las diferencias de género específicas en las formas de expresarse.
2. La lingüística sistémica feminista, que se centra en el análisis del sistema lingüístico.

La forma de hablar de las mujeres

Las mujeres atenúan el contenido de sus frases mucho más frecuentemente que los hombres con métodos como: atenuación de los enunciados (parece que, al parecer, etc.), cuestionamiento y empleo de oraciones negativas para afirmar (¿no es así?, ¿pues no me había dicho que…?), infravaloración de ellas mismas, disculpas, invitación, “rodeos”, órdenes indirectas, suposiciones, uso menos frecuente de la forma Yo, etc. Además se observa que, generalmente, los hombres hablan más que las mujeres, los hombres abren y cierran los diálogos, los hombres condenan y analizan más mientras que las mujeres hacen más observaciones alentadoras, más afirmaciones y muestran más indecisión, muchas veces en forma de pregunta.

Si una mujer defiende su posición con un punto de vista personal, el hombre utiliza más bien opiniones generales para así poder imponerse más fácilmente a ella. Las mujeres trabajan más en los puestos donde hay diálogo. Sus intervenciones en los debates suelen ser más abiertas, dan lugar a una continuidad, son más comprensivas con las opiniones de otrxs, incluso si éstxs no tienen en cuenta las suyas. Los hombres suelen basarse en sus propias opiniones, no consideran tanto los temas propuestos por otrxs sino que se concentran en un único aspecto: el que llevaban en mente. Todas las investigaciones empíricas que se han realizado con trozos de discursos de hombres y mujeres en diferentes situaciones en las que había personas de ambos sexos presentes desmienten el prejuicio tan extendido y despectivo de que las mujeres son “chismosas”.

La subordinación de la mujer ante el hombre en el lenguaje

La inclusión de lo femenino en la gramática bajo los pronombres masculinos parece afirmar y reforzar realidades discriminatorias. Se plantea entonces la cuestión del uso histórico y contemporáneo de nombres de profesiones, pronombres y términos neutros (estudiante, asistente…). Contra el uso de ese masculino “genérico” hay que saber:
• Que dicho uso no siempre se interpreta como neutro respecto al género
• Que el género de una persona no es una de esas características con las que nacemos y son inmutables
• Que no sólo es importante la diferenciación entre lo masculino y lo femenino, sino también las consecuencias sociales implícitas que se derivan
• Que la composición de un grupo de personas en cuanto al género puede ser una información relevante para una mujer.

Las lingüistas comprobaron que este uso del masculino genérico no es más que pseudogenérico. Las investigaciones y análisis mostraron que, en el mundo del subconsciente humano, el género sí que está relacionado con el sexo. El masculino neutro en el lenguaje del día a día no se interpreta como “carente de género”, según la teoría lingüística, sino que se equipara al masculino natural, lo que lleva a una invisibilización de la mujer en el lenguaje. En primer lugar, las mujeres deben decidir si se sienten incluidas dentro del masculino o si el uso del masculino genérico viene condicionado por algún tipo de conocimiento previo (por ejemplo al hablar de franciscanos o filarmónicos las mujeres no están incluídas, pues históricamente las mujeres siempre han quedado excluídas de dichos grupos o aún lo están).

Además se recomienda atender al uso de cuatro formas:
1. Lexemas como gin-, fem-, etc.
2. Sufijos: bailaor-a, magnífic-a, abogad-a
3. Artículos: la estudiante, la cantante
4. Atributos: una mujer médico, una conserje femenina

Desgraciadamente sabemos que los cambios lingüísticos impuestos por el Estado tardan mucho en llevarse a la práctica y lo hacen con dificultades, pero esto no ha de ser motivo para dejar de esforzarse por utilizar un lenguaje no sexista. Ha de crearse un consenso de toda la sociedad para que estas medidas se usen con cabeza. Además se tendría que tener más en cuenta la relación recíproca entre el lenguaje y la realidad social. En el uso de un término neutral como “individuo” llama la atención que, al menos en la Historia del pensamiento occidental, la mujer no ha estado incluída. Así encontramos a un buen número de filósofos y pensadores, desde Aristóteles hasta Kant pasando por Feuerbach y Marx, para los que la mujer era en mayor o menos medida infravalorada o, al menos, no era tratada de forma igualitaria. Por eso ha de cuestionarse el argumento de que la forma masculina es totalmente neutral, porque a lo largo de la Historia siempre se ha tomado lo masculino como norma.

Hablar sobre hombres vs. Hablar sobre mujeres

Llegadxs a este punto, vamos a reconocer la imagen estereotipada del hombre y de la mujer y vamos a analizar las causas de esos estereotipos. El afianzamiento, cambio y rechazo de estereotipos comienza ya en edades tempranas, y la educación que recibimos en la escuela tiene una importancia vital. Por eso, el uso o no uso de clichés (p.ej. mujer ama de casa, padre trabajador) determina la percepción de la realidad del/a niñx. Para analizar el peso de los roles que aprendimos de pequeñxs, hemos de tener en cuenta el factor cuantitativo (cuántas veces se presenta la dicotomía niña-mujer/niño-hombre en palabras y en imágenes) y el cualitativo (cómo se presentan ambos grupos, qué temas se les adjudican, qué medios se usan para su representación). Todavía se siguen encontrando en los libros de texto de lxs más pequeñxs frases como los hombres se buscan la vida y las mujeres se ocupan de la casa o los chicos conquistan el mundo y las mujeres la casa. La científica alemana Rosemarie Nave-Herz realizó un análisis de libros de lengua alemana para alumnxs de 14 y 15 años y comprobó que tres cuartas partes de lxs protagonistas de dichos libros eran masculinos. Con la liquidación de los modelos femeninos del siglo XIX como Magd o Bäuerin, el porcentaje de féminas incluso ha bajado en los últimos años. Así, a las jóvenes de esa edad les faltan modelos positivos con los que identificarse.

También en los libros de Historia las mujeres aparecen contadas veces, y si lo hacen, sólo pasan a la Historia en papeles típicamente femeninos o en papeles atípicos sólo si -----. Los éxitos logrados por las mujeres se suelen presentar de una forma ridiculizante y no tienen tanto mérito como si lo hubiese logrado un hombre.

En los libros de matemáticas también se encuentra una amplia gama de clichés con respecto a la mujer, así como también en los libros de educación primaria. Los dibujitos que aparecen en esos libros no se corresponden con la realidad. Por ejemplo, las niñas siempre tienen lazos en el pelo y llevan falda.

Literatura para profundizar sobre el tema:
• Hilde Schramm: Frauensprache - Männersprache
• Maria Kargl u. a.: Anleitungen zu geschlechtergerechtem Sprachgebrauch. Band 13 der : Bundesministerin für Frauenangelegenheiten und Verbraucherschutz # BMUK: Unterrichtsprinzip "Erziehung zur : Gleichstellung von Frauen und Männern"
• Senta Trömel-Plötz: Sprache der Verständigung
• Senta Trömel-Plötz: Gewalt durch Sprache
• Senta Trömel-Plötz: Vatersprache Mutterland : Luise Pusch: Das Deutsche als Männersprache
• Luise Pusch: Alle Menschen werden Schwestern
• Barbara Hahn: Unter falschen Namen
• Norgard Kohlhagen: "Sie schreiben wie ein Mann, Madame!"

 

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