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Anti Patriarcado :: 30/05/2009

I Cumbre Continental de Mujeres Indígenas de Abya Yala: una perspectiva crítica

Sergio de Castro Sánchez
?No ha habido una perspectiva feminista en la Cumbre?, dice Julieta Paredes, aymara e integrante de la Comunidad Mujeres Creando

(Puno, 29 de mayo); Tras la agitada plenaria celebrada en el día de ayer en el Auditorio Magno de la Universidad Nacional del Altiplano en la peruana ciudad de Puno, se dieron por concluidos los trabajos que durante dos días congregaron a más de 2.000 mujeres de todo el continente en el marco de la I Cumbre de Mujeres Indígenas del Abya Yala. A partir de hoy, la gran mayoría de las delegaciones se integraran en las sesiones de la IV Cumbre Continental de Pueblos y Nacionalidades Indígenas de Abya Yala, que se prolongarán hasta el próximo domingo. Asimismo, el II Encuentro de Jóvenes comenzó ayer sus sesiones, que acabaran en el día de hoy.

Mujeres indígenas y feminismo

Julieta Paredes es una indígena aymara, ubicada en La Paz, integrante de la Comunidad Mujeres Creando, desde la que “a partir de asambleas de mujeres feministas”, está construyendo lo que ella misma denomina “feminismo comunitario”.

Esta propuesta, “que no es la equidad de género, planteada por el neoliberalismo”, lo que añade [al feminismo occidental] es una descolonización del género y desneoliberalizarlo de las llamadas ‘equidades de género’ para convertirlo en un instrumento de interpretación dentro de nuestras culturas desde el planteamiento de la complementariedad horizontal y no vertical, tal y como se da ahora en el par andino”. De ahí que la propuesta que defiende se diferencie del feminismo occidental “que busca un reconocimiento de los derechos individuales, no colectivos, burgueses y liberales surgidos con la Revolución Francesa”. Por tanto, “nosotras no sólo estamos afirmando nuestros derechos individuales frente a nuestros hermanos, sino que tenemos que reconocer que hay derechos tanto de los hombres como de las mujeres que son negados por una sociedad patriarcal colonial y represiva. Y por eso, nuestro aporte desde muestra mitad supone tener en cuenta al hermano, que es la otra parte de la comunidad, con quien vamos a luchar”.

Unas propuestas que, cuando son planteadas en las comunidades, son recibidas con “entusiasmo”: “Las mujeres se sienten encantadas, agradecidas, pues nunca habían escuchado en las áreas rurales de estas teorías de género desde el feminismo. Pero las mujeres dirigentes abaladas por los varones son hermanas que tratan los temas de las mujeres con bastante mediocridad y muy repetidoras de los discursos de los varones”.

Respecto a la crítica repetida según la cual la aplicación del término “feminismo” en el ámbito indígena supone un planteamiento eurocentrista, Paredes opina que en este caso ocurre lo mismo que con el de “indígena”. “¿Por qué aceptamos una cosa y no la otra? Sí aceptamos las teorías antropológicas que nos llaman indígenas. Las mujeres originarias también somos capaces de agarrar el feminismo y darle la vuelta. Para ‘indígena’ sí vale, pero no para ‘feminista’, porque hay machismo de los hermanos”, conluye. Un machismo que ya existía en antes de la colonia, “aunque diferente” y que se “entroncó con el de los españoles y ahora, doblemente, somos oprimidas las hermanas indígenas”.

“No ha habido una perspectiva feminista en la Cumbre”

Respecto a lo sucedido durante la Cumbre, Paredes opina que “es muy importante el haberse atrevido a nombrar [a este encuentro] ‘Cumbre de las Mujeres’”. Aún así, “hay que entender que este es un proceso, son los primeros pasos y estos son a veces vacilantes, temblorosos, inseguros… y esa es mi impresión de esta I Cumbre”.

Entre esas debilidades está el que, en realidad, el encuentro “no ha[ya] sido una Cumbre de Mujeres”, sino “una Cumbre indígena que empieza dos días antes [a la general] en donde todo el mundo discute temas de mujeres”. Para Paredes, “no se está respetando” la necesidad de “posicionar la identidad de las mujeres como la mitad de cada pueblo”. “No pueden venir los hermanos varones a opinar, a organizar y a dirigir en el espacio de las mujeres”, agrega.

Por otro lado, las opiniones vertidas por las mujeres indígenas durante la Cumbre han sido en la mayoría de los casos “conservadoras”. “No ha habido una perspectiva feminista en la Cumbre. Y ese trabajo no se le va a hacer desde el indigenismo, porque la contradicción ahí es colonia vs. pueblo originario, y esas no son categorías suficientes para analizar lo que significan nuestras identidades como mujeres indígenas, que no son todas iguales”, añade.

Respecto a la representación de la diversidad de posiciones que existen desde las mujeres indígenas durante la Cumbre, Paredes opina que “sí es verdad que han venido fundamentalmente organizaciones avaladas y legitimadas por esta constelación que plantea un poder alternativo desde lo indígena”. Algo que “ocurre en todos los lados” y que no puede exigirse en este caso desde la perspectiva de un “purismo” indígena. Sin embargo, “¿por qué no están presentes aquí, autoconvocados, los que protestan contra este tipo de cosas? Nosotras no fuimos convocadas pero hemos podido entrar y participar como cualquiera. No podemos ponernos en el papel de víctimas. Hay que dar la pelea. Nuestras culturas dicen ‘paciencia’. Hay que sembrar y cuando sea su tiempo estará apareciendo”.

Una mirada mapuche

Millaray Painemal, es mapuche del lado chileno y Secretaria General de la Asociación Nacional de Mujeres Rurales Indígenas (ANAMURI). Para ella “hay mujeres [indígenas] que todavía dicen ‘sí, nuestro rol como mujeres, nuestros hijos…’, pero habemos otras que también cuestionamos eso. Es una mirada que tenemos que empezar a cambiar”. De entre ambas posiciones, “en la Cumbre se ha visto más representada la postura más conservadora”.

Entre las cosas positivas que ha tenido la Cumbre, Painemal considera que “ante todo tenemos que hacer alianzas y por eso me parece importante que esta Cumbre haya invitado al Movimiento Sin Tierra, a la Marcha Mundial de Mujeres… Esta lucha contra el neoliberalismo no la vamos a ganar solos los indígenas”.

Respecto a la relación entre la mujer y el hombre indígenas, opina que “nuestra primera lucha es como pueblos, pero cuando decimos que hay que construir esa lucha, debemos hacerlo de manera conjunta e igualitaria, no las mujeres detrás del hombre. Pero en general las organizaciones son lideradas por hombres, y cuando nos hemos constituido como mujeres, nos han acusado de ser feministas y de estar dividiendo el movimiento”. Y añade: “lo que tenemos que hacer es tomar lo que dice nuestra cosmovisión, que dice que la dualidad existe entre hombres y mujeres, pero eso la debemos hacer en lo práctico”.

Por otro lado, Painemal considera que, por ejemplo en el caso de los mapuche, “andamos muy desvinculados”. “Así que si estamos hablando de unidad, ¿de qué unidad hablamos si no nos podemos coordinar nosotros mismos? Entonces, en lugar de venir aquí a pegarnos unos discursos, ¿por qué no nos coordinamos nosotros primero en nuestras bases y trabajamos por una idea de pueblo propio, de nación?”, concluye.

La dirigente indígena tiene la esperanza en que “además de discursos haya también acciones coordinadas”, aunque “se ha hablado poco” de ello. “Tenemos ahí a las forestales, a las hidroeléctricas, presos políticos, ¿qué estamos haciendo [al respecto]?”.

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