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Estado español, Euskal Herria :: 01/05/2012

Íñigo, Gogoan Zaitugu.

Todo por hacer
Eres la última víctima de un sistema montado para salvaguardar los intereses de una clase frente a la otra.

Ayer nos acostamos con la triste noticia de la muerte de Íñigo. Hoy, aún con la rabia a flor de piel, comenzamos a buscar en los periódicos información relacionada con este asesinato, no sólo para ver si encontrábamos alguna información nueva sobre los hechos sino también para ver si se hacían eco de las manifestaciones de repulsa que ayer mismo se produjeron. Pero tan sólo hemos visto noticias de cuatro o cinco líneas, o algún artículo más extenso pero en la sección de deportes. ¿A qué mierdas se le ocurre incluir en la sección de deportes el asesinato de un joven por la policía? Bastardos mercenarios. Vuestro silencio es reflejo de vuestra complicidad con una estructura política y social que se mantiene en pie a través de la violencia organizada.

Pero para algunos no es lo suficientemente ruin el callar. Siempre alguien va más allá. Porque resulta muy fácil hacer un artículo juntando las palabras radicales y vascos, y ya ni te cuento si haces mención a los ultras y hooligans. De esta forma, ya cuentas con unas líneas para entregarle a tu jefe. Bastardos mercenarios. Nadie escribirá que Íñigo estaba tranquilamente celebrando con sus amigos la victoria del Athletic, de que claro que se tiraron botellas a la policía pero después de que cargaran y dejaran a un joven tirado en el suelo con la cabeza ensangrentada o de que la policía disparó bolas de goma en una calle repleta de gente a escasos metros de ellos. Nosotros preferimos escuchar y creer a la familia y a sus amigos. Las “versiones oficiales”, los informes policiales, las declaraciones del portavoz del Gobierno Vasco, etc., se las dejamos a los buitres. Nosotros nos quedamos con las palabras de esa madre que ha perdido a un hijo o de aquellas personas que trataron de auxiliar a Iñigo. Malditos burócratas, amparáis a toda una masa de descerebrados, porque los necesitáis, porque son ellos los que os mantienen en el poder. Por eso sabemos de sobra que vuestras investigaciones no llegarán a nada. Aún nos acordamos de aquellos Mossos que golpearon y vejaron a un hombre, y no sufrieron represalia alguna, aún lo recordamos porque todos vimos las imágenes en los telediarios, incluso los políticos que los indultaron.

Habéis asesinado a una persona que tan sólo celebraba la victoria de su equipo de fútbol. Y habéis puesto a funcionar toda vuestra maquinaria para que este cobarde asesinato quede condenado al olvido. Vuestros medios de comunicación han callado o han tratado de justificar la intervención policial. Los políticos han comenzado a hablar de depurar responsabilidades, de investigar a fondo lo ocurrido. Pero no os creemos. Así de sencillo. Sentimos demasiada rabia. No sólo es Iñigo. Son demasiadas ya. Es demasiada gente humillada, golpeada y represaliada. Son demasiados amigos que se han comido como mínimo una noche de calabozo. Y también es la rabia por no responder como se merece. Por no saber qué hacer. ¿Quién de nosotros no ha celebrado alguna victoria de su equipo con sus amigos? ¿Quién de nosotros no ha estado tranquilamente tomando algo en la calle y ha aparecido de repente la policía a tocar las narices? Está claro que ahora se les ha ido de las manos. Pero quien juega con fuego se acaba quemando. Las peloteras son armas mortales. Menos que una pistola. Pero también matan. Y si disparas contra una multitud una pelota a 700 km/h, ¿qué esperas que ocurra? Tan sólo en Barcelona, el año pasado tres jóvenes perdieron un ojo a causa del impacto de una bola de goma en alguna manifestación. Otro estuvo ingresado en la UCI durante una semana, con un traumatismo cardiopulmonar, temiendo por su vida.

Bastardos. Íñigo. No te conocíamos. Pero da igual. Compartimos la rabia y la impotencia de tus allegados. No te olvidaremos. No perdonaremos. Porque no ha sido un accidente. . Teméis que un día nos juntemos y demos un golpe sobre la mesa. Porque sabéis que no sólo nosotros, los antisistemas o como queráis llamarnos, os odiamos. Somos muchos. Los chicos que aún se juntan en los parques y sufren vuestro acoso, os odian. La gente que ha empezado ahora a salir a la calle, os odia. Las abuelas que lucharon hace años y ven que nada ha cambiado, os odian. Somos muchos. Pero no estamos juntos. Ese es nuestro fallo. Pero algún día esto tendrá que cambiar. Por Íñigo y por los demás. Para que sus muertes no caigan en el olvido.

Íñigo. Herriak ez du barkatuko. Por ti y por todos los demás. Seguiremos luchando.

Extraído del nº 16 de la publicación anarquista madrileña Todo por Hacer
www.todoporhacer.org

 

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