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Anti Patriarcado :: 07/03/2008

La mitad invisible de la historia

Celina Rodríguez
Desde el espacio de mujeres del FPDS (Frente Popular Darío Santillán) intentaremos aportar el rol jugado por mujeres y organizaciones de mujeres en diferentes etapas históricas de lucha, planteadas en el programa de la Escuela de formación del FPDS en el año 2008.

El objetivo es incorporar estas participaciones activas, para dejar de ser "la mitad invisible de la historia" de manera tal de enriquecer la visión de estas tradiciones revolucionarias permitiéndonos analizar mejor nuestro presente de lucha y nuestras proyecciones políticas revolucionarias. Lo que sigue es un breve panorama de la participación política de las mujeres activistas en el mismo período que actuó el luchador e intelectual revolucionario José Carlos Mariátegui.

La década del veinte

El impacto que produjo la Revolución Rusa en 1917; el indigenismo como movimiento que intentó incorporar elementos de la tradición andina en el arte y la cultura, y el problema nacional como consecuencia de la influencia norteamericana en A. L., fueron aspectos centrales del debate político y cultural de este período en Perú.

Fueron también los años del surrealismo, de "La Quimera del Oro" de Chaplin y el "El acorazado Potemkin" de Eisentein.

Las mujeres irrumpieron en el campo literario, proclamaron su derecho a ser escuchadas y desafiaron a la sociedad: cambiaron el suave vals por el Charleston, se cortaron los cabellos y se despojaron de sus largos trajes.

Se trataba de grupos de mujeres que luchaban por sus derechos a pesar de todo y contra todo.

En 1924 Zoila Cáceres fundó el feminismo peruano e implementó una campaña por el sufragio femenino. El tiempo estaba cambiando. Mariátegui, que volvía de Italia, calificó que uno de los acontecimientos del siglo XX, es que la mujer haya logrado los derechos políticos que solamente eran de los hombres, y puso como ejemplo de la transformación que se empezaba a operar; la presencia de la revolucionaria Alejandra Kollantay, representante diplomática de la Unión Soviética en Noruega.

Las reivindicaciones victoriosas del feminismo -señala Mariátegui en 1926- constituye "el cumplimiento de la última etapa de la revolución burguesa y del ideario liberal, puesto que la revolución francesa inaugura una región de igualdad política para los hombres, no para las mujeres"

"Con la burguesía las mujeres quedaron mucho más eliminadas de la política que con la aristocracia. La democracia burguesa era una democracia exclusivamente masculina. Su desarrollo tenía que resultar, sin embargo, intensamente favorable a la emancipación de la mujer. La civilización capitalista dio a la mujer los medios de aumentar su capacidad y mejorar su posición en la vida. La habilitó, la preparó para la reivindicación y para el uso de los derechos políticos y civiles del hombre" (Jose Carlos Mariátegui "La Mujer y la política”. Publicado en “Variedades". Lima en 1924).

Enfatiza que "el feminismo como idea pura, es esencialmente revolucionario porque vincula la emancipación de la mujer con la lucha de la clase obrera."

"El feminismo, dice, tiene necesariamente, varios colores, diversas tendencias. Se puede distinguir en el feminismo, tres tendencias fundamentales, tres colores sustantivos: feminismo burgués, feminismo pequeño burgués y feminismo proletario. Cada uno de estos feminismos formula sus reivindicaciones de una manera distinta. La mujer burguesa solidariza su feminismo con el interés de la clase conservadora. La mujer proletaria consustancia su feminismo con la fe en las multitudes revolucionarias, en la sociedad futura. La lucha de clases, hecho histórico y no aserción teórica se refleja en el plano feminista. Las mujeres, como los hombres, son reaccionarias, centristas o revolucionarias. No pueden, por consiguiente, combatir juntas la misma batalla, En el actual panorama humano, las clases diferencian a los individuos más que el sexo" (Mariategui. "Las reivindicaciones feministas". Publicado en " Mundial", Lima en diciembre de 1924) "La mujer es algo más que una madre y que una hembra, así como el hombre es algo más que un macho" (De la misma publicación anterior).

En esta perspectiva, la lucha por las reivindicaciones femeninas es parte sustancial de los procesos revolucionarios. No es casual que las mujeres más destacadas de este período, se agruparan en la revista Amauta fundada por Mariátegui en 1926. Cobra importancia la revista que José Carlos Mariátegui definía de doctrina, arte, literatura y polémica, desde una perspectiva crítica y de vanguardia. Esta publicación expresa una ruptura con las viejas ideas coloniales y abrió sus páginas a hombres y mujeres que representaron ese cambio. En una década marcada por la presencia de Mariátegui, la organización sindical culminó una etapa importante con la constitución de la Central de Trabajadores del Perú. En los primeros años la central sindical impulsó una labor orientada a la difusión cultural y a la educación, a través de centros dirigidos integrados por mujeres.

Las mujeres de Amauta

Dora Mayer, cumplió un rol en la Asociación Pro Indígena desde donde se aportó una serie de elementos en el estudio de la situación del indígena bajo el régimen latifundista y demostró que su resolución, no se puede encontrar en un movimiento filantrópico sino que sus "realizadores deben ser los propios indios".

Estudió además la situación de las mujeres campesinas. En un artículo describe con admiración la enardecida actitud de las mujeres durante un conflicto entre la Iglesia y el Estado en México cuando "no sólo salieron a las calles, sino que durante una movilización atacaron a los soldados con cuchillos” (Amauta 1936).

"Para los norteamericanos, los únicos americanos son ellos, aunque este pensamiento por supuesto no pueda ser pronunciado por sus diplomáticos, ni por aquellos heraldos del imperialismo yankee que visitaban con un objetivo nuestros pueblos. Además, teniendo encuenta que la ley de naturalización norteamericana prohíbe la ciudadanía a personas que no sean blancas, todos los latinoamericanos han sido declarados indignos de poseer dicha ciudadanía." (Dora Mayer, Amauta 1927).

Otra intelectual de la época, María Wiesse, escribió una biografía de José Carlos Mariátegui, en la que resaltó la presencia de su esposa: Anita Chiappe. Angela Ramos, periodista y escritora colaboró también con esa revista. Hizo campaña por los presos comunes denunciando el estado de las cárceles. En un período en el que la mujer divorciada se convertía en una paria social, Angela hizo público su divorcio: "yo era una mujer débil y cursi con una almita tenue y azulada en la que todavía quedaban rezagos del convento, la dulzura de los cánticos celestiales y la vaguedad en espiral del incienso....

... Mujeres (advierto que no es una proclama!!!) Desconfiad mucho de los hombres que ponen su nombre, su corazón y su lira a vuestras plantas, no para pegaros (con las manos basta) sino para pediros que les lustréis los chuzos… Yo debía tener la cara de resignación estúpida de la Virgen de los Siete Dolores. Y mientras mayor era mi resignación, subía la marea de las exigencias... Ahora exigía medias limpias y menús variados todos los días y en cuanto a camisas era más tirano que Mussolini, porque éste se conforma con una camisa negra" (Angela Ramos, Amauta 1927)


Bibliografía:

Sara Beatriz Guardia. "El amor como acto cotidiano". Homenaje a Anna Chiappe en el Centenario de José Carlos Mariátegui. Lima, Editorial Minerva, 1994.

Sara Beatriz Guardia. "Mujeres Peruanas. El otro lado de la historia". 1995.

Mariátegui José Carlos. “7 Ensayos de interpretación de la realidad peruana". Revista Amauta 1927.

Darío Vive

 

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