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Estado español :: 03/03/2006

Las auténticas víctimas olvidadas

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La Asociación Víctimas de Terrorismo (AVT) no debería preocuparse. Además de ser atendida puntualmente con dinero público, resulta muy difícil que alguien pueda olvidarse de una organización cuyos miembros celebran con champán la muerte, en extrañas circunstancias, de un preso vasco en la prisión de Cuenca

Por J. M. Álvarez

Desde que los dirigentes de la franquista Asociación Víctimas del Terrorismo (AVT) perdieron algunas prebendas obsequiadas generosamente por Aznar- el pequeño timonel que marca el rumbo de todos ellos-, están empeñados en denunciar al Gobierno actual porque piensan que quiere condenarlos al ostracismo. Puro cuento. Que sepamos, estos seguidores de Torquemada, no han dejado de percibir subvenciones estatales. Si sirviera para algo, exigiría, con todo rigor, que ni un sólo céntimo de mis impuestos fuera a parar a la cuenta corriente de semejante panda de energúmenos.

Es evidente que su verborrea sobre el olvido, forma parte de la correspondencia biunívoca que mantienen con el Partido Popular (PP), partido que representa a la extrema derecha, con el fin de lograr un vuelco político. La última puesta en escena de la AVT, fue una exhibición morbosa de carritos para inválidos de última generación, que, dicho sea de paso, para sí los quisieran miles de jubilados con problemas físicos de desplazamiento que sólo perciben cuatro duros de pensión al mes.

Treinta años de olvidos contemplan ya a las víctimas de los sucesos ocurridos en la ciudad vasca de Vitoria, donde la policía asesinó a cinco trabajadores al disparar, de manera indiscriminada, contra una concentración de obreros reunidos en asamblea en una iglesia. La reivindicación de una subida salarial fue considerada delito suficiente para que fueran acribillados como alimañas. Ninguno de los responsables de la matanza pagó por ella. Incluso algunos gozan de una respetabilidad pública concedida por quienes decidieron enterrar lo que allí sucedió. Manuel Fraga Iribarne, cerebro de la represión, y por entonces ministro de Gobernación, no parece tener, ni siquiera hoy día, algún cargo de conciencia.

A pesar de que el Gobierno asegure ahora que las familias serán reparadas dentro de la Ley de la Memoria Histórica, aún no se han aclarado las circunstancias de los hechos. Todavía hay implicados que ostentan cargos políticos (Fraga es presidente honorífico del PP), no hubo procesados y nadie ha pedido perdón. Aquellos asesinatos quedaron, lamentablemente, impunes. El portavoz de la asociación Víctimas del 3 de Marzo, Andoni Txasko considera que después de tantos años, no se puede tolerar que casos así no se hayan investigado, y denunció que el PSOE ha hecho una dejación premeditada de todas las víctimas causadas por los crímenes ejecutados durante el alzamiento militar, la dictadura franquista, y la llamada transición democrática.

Apenas dos años después de lo acontecido en Vitoria era asesinado en Málaga, José Manuel García Caparrós, abatido por los disparos de un policía por intentar colgar en un balcón la bandera de Andalucía. Al respecto, un grupo de periodistas desea que se haga "justicia" conformándose con conocer el nombre del agente que mató al joven, porque el delito ya ha prescrito.¡Cuánta hipocresía! Demasiado saben esos servidores del régimen español que sólo éste- al que ellos llaman democracia- es quien determina, en última instancia, la prescripción o no de un delito, para lo cual siempre tendrá en cuenta el bando donde esté encuadrado el autor. Por lo visto, para el Presidente de la Junta-, fiel a la oligarquía que le paga el salario- su máxima prioridad consiste en condecorar (para vergüenza de los andaluces dignos) a la duquesa de Alba, terrateniente aristócrata que acepta, sin escrúpulos, los fondos millonarios de la Unión Europea que se pierden inútilmente en los bolsillos de esa explotadora de inmigrantes.

Cuando García Caparrós murió, era responsable de Gobernación, Rodolfo Martín Villa, quien, siguiendo los pasos de su antecesor en el cargo, tampoco asumió responsabilidades ni se molestó en depurar a los mandos policiales. Por ahí lo hemos visto, recientemente, en alegre francachela, y cordial camaradería, con el inmoral de Santiago Carrillo, celebrando el 25 aniversario del autogolpe de Estado del 23-F.

Tenebroso paralelismo el de Fraga y Martín Villa. Ambos ocuparon el mismo Ministerio, ejercieron su labor represora con suma eficacia y pertenecen al PP, un partido que además de aventurarse en la guerra de Iraq, por la que el pueblo pagó la factura del 11-M, enarbola- junto a su apéndice, la AVT- la bandera de la venganza fascista, en lugar de buscar soluciones que restañen definitivamente las heridas de todas las víctimas, incluyendo las de la Guerra Civil española, los torturados por las fuerzas represivas del Estado, y los asesinados a manos de los GAL durante la guerra sucia desencadenada por el régimen plutocrático de Madrid.

Como vemos, son muchos los que moran en el limbo del olvido y ninguno de ellos pertenece a la AVT. Ésta no debería preocuparse porque, además de ser atendida puntualmente con dinero público, resulta muy difícil que alguien pueda olvidarse de una organización cuyos miembros celebran con champán la muerte, en extrañas circunstancias, de un preso vasco en la prisión de Cuenca, la cual fue calificada como "suicidio". Otro muerto más que pasará a engrosar la larga lista de los olvidados, hasta que la democracia real llegue a este país.

 

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