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Andalucía :: 04/06/2008

Las luchas del algodón

La Haine - Sevilla
Este viernes 6 de Junio, a partir de las 19 h se presenta en el CSOA Sin Nombre (Sevilla) el libro "Las luchas del algodón". C/ San Bernardo 42

Ante el dominio absoluto del pensamiento liberal en las instituciones nacionales y supranacionales, en la prensa o en la universidad, hoy más que nunca es necesaria contra argumentar los ataques contra lo social, lo publico y lo justo. Causas que quedan huérfanas ante la perdida de fuerza de la contestación global anti-neoliberal y ante la deriva conformista y sumisa a la dictadura del mercado de antiguos crítico y antiguos socialistas.

La ofensiva liberal, que lleva décadas atacando la intervención del Estado y la regulación, haciendo pasar las efímeras conquistas de las clases menos pudientes por culpables de todas las miserias del mundo, cuenta con armamento pesado. Cuenta con intelectuales y voceros que influyen sobre la opinión publica, controla prácticamente las instituciones y tienen escasos escrúpulos a la hora de utilizar argumentos hipócritas.

Ante la pervivencia de economías sociales escasamente rentables en los países industriales, descargan todo su cinismo para apoyar el desvío de los recursos hacia actividades más rentables apoyándose cuando es necesario en discursos ecologistas o de justicia social. Se utilizan este tipo de argumentos contra la tradicional producción andaluza de algodón, caracterizada por una economía social de pequeños agricultores propietarios que basan su producción en el regadío y en una intensa mecanización. Argumentos que sirven para justificar su desmantelamiento a través de la retirada de las ayudas estatales.

Una cuarta parte del regadío de Andalucía produce más de la mitad del empleo y de la producción total. Ante la escasez de agua se defiende que no pueden consentirse la existencia de regadíos que no son realmente rentables. Sin embargo solo se habla de rentabilidad económica, el desvío del recurso agua desde las economías tradicionales a las más productivas es un hecho facilitado por los cambios legislativos introducidos por el PP y que permite la compra venta del agua, por ejemplo desde la agricultura tradicional de la Alpujarras hacia los plásticos de Almería.

La eficiencia en el uso del recurso agua solo quiere decir aquí la generación de mayores plusvalías, a través de plásticos que funcionan a partir de un régimen de semiesclavitud. No se intenta limitar en ningún momento la demanda de un recuso escaso, solo que este vaya cada vez más dirigido a fomentar el aumento de su demanda en explotaciones más rentables. Tampoco se intenta frenar el consumo desproporcionado de agua dirigido a los campos de golf, complejos turísticos y segundas residencias. Se argumenta que el ochenta por ciento del agua embalsada se dirige a los regadíos, pero se olvida que en zonas como la costa del sol, debido a la intensa urbanización, esta proporción se reduce a un 50%. Por lo tanto el argumento ecologista es un falso argumento, y el argumento real que se omite es si el agua debe dirigirse al bienestar social de comunidades de agricultores o al enriquecimiento privado de los empresarios.

Por otro lado, y actualmente de plena actualidad, se argumenta que el proteccionismo con respecto de este tipo de producciones impide competir a los países productores de algodón del tercer mundo. Esto cuando en Andalucía a penas se produce un 1% del algodón mundial, un mercado dominado regionalmente por países mucho más proteccionistas como China, India o EEUU, y que esta dominado también en África por multinacionales de la alimentación de capital occidental. Se pretende que el algodón andaluz impide competir a los países africanos, cuando las subvenciones que reciben simplemente compensan sus desequilibrios con respecto a los precios de los mercados internacionales, y por lo tanto no influyen en estos y no van a dificultar la venta del algodón africano. La desaparición de un 1% de la producción mundial difícilmente va a influir siquiera en los precios. La realidad que se esconde detrás de estos argumentos supuestamente humanitarios es la consecución de una administración que no intervenga en los mercados y que se relegue a un papel de policía protector de la propiedad privada y promotor de los negocios más rentables, precisamente el papel que más despreciamos.

El presente libro más que sentenciar intenta abrir una discusión. Intenta contra argumentar a aquellos que defienden el mercado como la mejor forma de conseguir el beneficio común, contra aquellos que se posicionan a favor del libre comercio como forma de corregir los desequilibrios interregionales.

 

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