Un joven muere en la estación de Atocha tras ser reducido y esposado por vigilantes de seguridad

Día tras día acumulan denuncias que caen en saco roto bajo el amparo de la Policia Nacional que no sólo pasa sino que en varias ocasiones participan de manera implícita en las agresiones. No nos podemos quedar con los brazos cruzados... son frustadillos y amargados que les ponen un traje, una porra y algunos hasta pipa. Hoy ha sido el chico de 27 años mañana puedes ser tú.
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elmundo.es
MADRID.- Un joven de 27 años y nacionalidad española, Antonio Mena Sanz, ha fallecido la madrugada del domingo en la estación de Atocha después de que fuera reducido y esposado por varios vigilantes de seguridad, según ha confirmado Renfe. La Policía Nacional ha iniciado una investigación, al igual que la compañía ferroviaria.
Los hechos ocurrieron sobre las 6.00 de la madrugada, cuando, según ha informado Renfe, de la que depende la estación de Atocha, Antonio apareció en la estación. Primero fue a la zona del AVE, donde empezó a gritar muy exhaltado. Los guardias le dijeron que se fuera de allí. "El joven se dirigió entonces a la entrada del Cercanías, donde siguió gritando", ha explicado una portavoz de Renfe.
Una vez allí, varios agentes de la empresa de seguridad Vigilancia Integrada S.A., subcontratada por Renfe, le esposaron, de acuerdo a lo informado por la propia Renfe. "Según nos han dicho los agentes implicados, la actuación fue limpia. Le esposaron y entonces al chico le empezaron a dar convulsiones y falleció allí", explica la portavoz.
El servicio de Emergencias Madrid recibió una llamada de los empleados de la estación sobre las 6.30 horas. Cuando llegaron al lugar, el joven se encontraba en parada cardiorrespiratoria. Los médicos del servicio de Emergencias le practicaron sin éxito maniobras de reanimación durante 30 minutos.
Posteriormente al lugar acudió el juez de guardia, que ordenó el levantamiento del cadáver sobre las 9.00 de la mañana y su traslado al Instituto Anatómico Forense, donde se le ha practicado este mediodía la autopsia.
Actuación 'muy violenta'
Testigos de lo ocurrido aseguran que la actuación de los vigilantes fue "muy violenta", según los testimonios recogidos en la zona por Francisco José Serrano. Al parecer, Antonio, que según los testigos, tenía un "exhaltado" comportamiento, "incordió a tres chicas que estaban en la parte superior del vestíbulo de la estación de Atocha".
Instantes después, ya en el vestíbulo principal, a unos escasos 15 metros de los tornos del entrada al Cercanías, amenazó con gritos y los puños en alto a un vigilante de seguridad. Tras una discusión entre ambos, el guardia de seguridad barrió con una pierna al joven, que se estampó contra el suelo, siempre según los mismos testimonios. Tras intentar inmovizarle sin éxito, el vigilante jurado llamó a otros tres compañeros más.
Finalmente, lograron inmovilizarle ayudados por las porras y le situaron boca abajo "retorciéndole los brazos y las piernas", según cuenta Luis, que vio lo ocurrido. Los guardias le esposaron y aplastaron su cara contra el suelo, agarrándole fuerte el cuello y la espalda. Al parecer, le dejaron en esa posición entre cinco y diez minutos, pese a que al final Antonio ya no forcejeba por liberarse y pedía que no siguieran con esa presión contra él, de acuerdo a los testigos.
Algunos de los curiosos que se habían acercado a ver lo ocurrido incluso también pidieron a los vigilantes que cejaran en su actitud. De acuerdo a los testigos, sólo dejaron de hacerlo cuando su cuerpo quedó inerte, aunque le siguieron manteniendo las esposas hasta que llegaron varios agentes de la comisaría de Arganzuela.
La Policía Nacional ha iniciado una investigación para aclarar lo sucedido y las diligencias se encuentran bajo secreto de sumario. elmundo.es ha tratado sin éxito de ponerse en contacto en varias ocasiones con la empresa a la que pertenecían los guardias jurados.
Esta mañana, varios vigilantes de seguridad de las empresas Vinsa y Segur Ibérica se encontraban trabajando en la zona donde se produjeron los hechos. Según aseguran, estaban destinados a otros lugares, como Méndez Álvaro o Majadahonda, y fueron llamados por sus empresas para suplir a sus compañeros tras lo acontecido. Todos evitaron hacer declaraciones.