ARG- Vie 16, 4º intento de llegar a Pza. de mayo- Pulseada abierta: el Gobierno decidió enfrentar a los sectores movilizados de la sociedad

Foto: Sebastián Hacher, para Prensa De Frente Los engaños a los que el ministro Fernández sometió a los manifestantes y a la sociedad toda el pasado viernes cuando, a contrapelo de lo anunciado públicamente, volvió a disponer un impresionante operativo represivo que impidió la llegada de la columna a la histórica Plaza, no hacen más que profundizar las tensiones en torno a las expresiones de protesta popular. Tensiones que todos, salvo el Gobierno, parecen dispuestos a evitar.

Si el argumento -inverosímil- del operativo de la semana anterior había sido que los manifestantes (entre ellos estudiantes, profesores y hasta directivos de las universidades nacionales) irían a acampar en la Plaza un viernes a la noche, esta vez la excusa volvió a mostrarse insostenible: el Gobierno reclamó para sí "la facultad’ de desviar el curso de la movilización por donde quisiera, aunque para esto tuviera que amplificar el problema vehicular a más de veinte cuadras a la redonda. Y en una actitud artera y por demás deshonesta, no avisó previamente de esta disposición, sino que la implementó a medida que la marcha avanzaba desde el Congreso por la Avenida de Mayo.

Es que el objetivo no era ordenar el tránsito, como no lo había sido la semana anterior evitar ningún acampe. En los dos casos la intención del gobierno fue, claramente, la provocación, buscando el enfrentamiento de las fuerzas policiales con los manifestantes. El ministro Fernández tensa la cuerda más de lo recomendable, confiado en que su habilidad discursiva le permitirá salir inmune de las consecuencias en caso de que una represión deje otra vez un saldo lamentable (de la misma forma en que se escurrió de sus responsabilidades por los asesinatos de Kosteki y Santillán cuando era funcionario del gobierno de Duhalde). Y Kirchner avala personalmente cada una de las decisiones, avanzando peligrosamente contra las libertades democráticas, seguro de que los movimientos de protesta ya no cuentan con la legitimidad que tenían pocos años atrás, y que gran parte del progresismo que podría criticarlo está atado al destino de su gobierno por compromisos políticos (y en algunos casos, también, económicos).

El movimiento social y político de protesta deberá seguir dando sus pasos con firmeza y madurez. Aunque en ningún caso se pudo llegar a la Plaza de Mayo, una pulseada políticamente ganada fue la del pasado viernes 2: una movilización masiva y multisectorial, con trabajadores organizados desde las bases, movimientos de desocupados, estudiantes, profesores y organismos de derechos humanos, desafiando el cordón policial aunque sin caer en un enfrentamiento que, más allá de los decididos de las primeras filas, pocos hubieran tolerado. La reacción posterior de organismos de derechos humanos, incluso algunos cercanos al gobierno, sumó consenso al reclamo de libertad de protesta y arrinconó al gobierno en su decisión. La última marcha, en cambio, encontró al gobierno más dispuesto a la zancadilla, y a los manifestantes con menos cohesión, más desprolijidad y desconcierto.

Será bueno para la vigencia y legitimidad de todos los justos reclamos sociales que se están enarbolando hoy en el país que la movilización convocada para el próximo viernes incorpore como experiencia las virtudes y errores de las decisiones tomadas en las últimas jornadas. Y le sume la cohesión, decisión y madurez necesarias para que esta vez sí, las miles de personas que deciden protestar puedan hacerlo en la Plaza de Mayo, que debe seguir siendo la plaza del pueblo.