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Medio Oriente :: 30/12/2005

bashar khanani y ahmed jiyousi, mártires palestinos, in memoriam

La Haine
El pasado 22 de diciembre nos despertamos en Euskal Herria oyendo en la radio que "el ejército israelí ha abatido (sic) a tres milicianos palestinos

en la ciudad cisjordana de Nablús, tras rodear el edificio en el que se encontraban".

Lo que para la mayoría de la gente venía a ser otra triste noticia relacionada con el conflicto palestino-israelí, a algunos nos hizo estremecer. Nuestros más negros augurios se convirtieron en triste realidad cuando, durante ese mismo día y los días posteriores, se confirmó que dos de las personas asesinadas (que no "abatidas") por el ejército israelí eran Bashar Khanani, dirigente de las Brigadas Abu Ali Mustaphá vinculadas al Frente Popular para la Liberación de Palestina (FPLP), y Ahmed Jiyousi dirigente también de las Brigadas de los Mártires de Al Aqsa en Nablús. En ese momento para nosotros, el sufrimiento y dolor de la resistencia palestina, un concepto que en determinados momentos puede llegar a ser bastante abstracto para quienes vivimos aquí, adoptaban por desgracia el nombre y el rostro de dos personas que tuvimos la gran fortuna de conocer.

Fue el 28 de agosto del 2005, este verano pasado. Los brigadistas de Askapena en Palestina llevábamos ya varios días conociendo de primera mano la realidad de sufrimiento, lucha y esperanza de ese maravilloso Pueblo tan injustamente castigado por el fascismo sionista israelí. Ese mismo día llegamos a Nablús, donde gentes hospitalarias de este pueblo de más de 150.000 habitantes del norte de Cisjordania nos enseñaron la Parte Vieja, su zoco y sus edificios, mientras nos explicaban distintos hechos acaecidos en aquellas mismas calles. Y es que Nablús es una de esas ciudades palestinas (¡Son tantas!) que tiene una dolorosa, y al mismo tiempo digna, historia de resistencia y lucha. Sus calles están cubiertas de rostros de mártires locales (jóvenes militantes de distintas organizaciones caidos luchando contra la ocupación en muy diversas circunstancias). Varias de las casas han sido demolidas en diversas ocasiones por el ejército israelí. Prácticamente cada calle, cada cantón de Nablús han visto caer asesinado por las balas sionistas a algún hijo o hija suyo. Más de 600 mártires durante la segunda Intifada es el tributo en sangre que las familias de Nablús, y del cercano campo de refugiados de Ballata, han pagado por mantener viva la llama de la dignidad y la esperanza palestinas.

Fue una mañana intensa, de duros testimonios, como el de una señora de unos ochenta años que al visitar su casa, dos veces derruida y posteriormente reconstruida, nos dijo con una entereza y dignidad indescriptibles que "había dado dos de sus hijos a su Patria y estaba dispuesta, si era necesario, a entregarle su propia vida". Palabras que nos dejaron mudos. Duros testimonios como el de los vecinos que nos enseñaron un pequeño edificio, donde durante la segunda Intifada, hace tres o cuatro años, la armada israelí encerró y asesinó a sangre fría a decenas de militantes palestinos totalmente indefensos.

Al final de esa mañana, de ese 28 de agosto, conocimos a Bashar Khanani y a Ahmed Jiyousi, dos jóvenes de menos de 30 años que ya conocían la clandestinidad, que junto con decenas de jóvenes del pueblo patrullaban todas las noches a fin de impedir que el ejército israelí, apostado a las afueras en sus "check points", se hiciese con el control de la ciudad. Estuvimos varias horas con ellos, compartiendo un té, y hablando, conversando entre otras muchas cosas sobre la situación de Palestina, intentando explicar modestamente nosotros la lucha de Euskal Herria y el momento político actual. Al igual que sucede con la mayoría de las gentes en Palestina su formación y cultura política eran de un gran nivel; sus convicciones, profundamente de izquierdas. Tenían claro que la mayor contribución que podían hacer a la lucha contra el imperialismo en el mundo era pelear, en su caso, por la libertad de su Pueblo, Palestina. Y fueron estremecedoramente consecuentes. Lo fueron durante aquellas horas, al hacernos llegar directamente su punto de vista, al reunirse con nosotros. Lo fueron al día siguiente, cuando desfilaron por el centro de Nablus con otros militantes de distintas facciones en los funerales de un campesino y su hijo, que ese mismo 28 de agosto al atardecer serían asesinados por el ejército israelí mientras trabajaban su tierra. Bashar y Ahmed eran consecuentes todos los días, al luchar de forma conjunta y coordinada contra la ocupación israelí, a pesar de ser miembros de organizaciones distintas. Sabían lo que se jugaban y estaban dispuestos a darlo todo, incluso su vida, tal y como finalmente por desgracia ha sucedido.

El recuerdo de esos dos jóvenes y grandes luchadores, permanecerá eternamente en su Pueblo, en Nablús, en Palestina. Y esas horas, esos días, permanecerán también en nuestro recuerdo, y lo decimos con toda humildad, pero con todo el orgullo, porque a veces hay instantes, hay retazos que quedan marcados a fuego y de por vida en nuestras mentes, por lo que para uno mismo suponen.

Para nosotros fue un privilegio conocer en persona a Bashar Khanani y a Ahmed Jiyousi, al igual que lo es haber conocido a Hasan Yousef (líder de Hamas detenido el pasado septiembre) o a Ahmed Saadat, secretario general del FPLP, y sus compañeros encarcelados por la ANP, en la prisión de Jericó. Ha sido un privilegio y un honor conocer a tanta gente, referencial y también anónima, que lucha día a día por la libertad de su Pueblo, del pueblo palestino y, por lo tanto, por la libertad de todos los pueblos oprimidos del mundo.

Bashar, Ahmed: por desgracia, ya no podréis conocer Euskal Herria, ese viaje siempre quedará pendiente. Pero estamos seguros de que llegará el día en que alguno de nosotros, recordandoos, volverá a las calles de Nablús cuando Palestina sea libre. Os lo debemos, al igual que os debíamos estas líneas. Maa salameh (Agur), lagunok!!

Igor Urrutikoetxea, Raul Barrena (Askapenako brigadistak Palestinan)

 

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