Brasil: Cien días de soledad

Después de cien días, lo viejo no ha muerto y lo nuevo no ha nacido.

Limpieza en la Explanada. Más que avanzar, Planalto dedicó buena parte de su tiempo y energía a reparar y reconstruir pólizas en esos primeros cien días. Es cierto que esto no es poco, como registra el politólogo Celi Pinto, y es mucho si recordamos que el ex ocupante de Alvorada se pasó el mismo tiempo quitando aliados, destituyendo a dos ministros y preguntando qué era la lluvia dorada.
Lula asumió como si el 8 de enero hubiera durado seis años y él fuera el único integrante del equipo de limpieza. Y el presidente parece luchar solo contra un dragón maligno: una inflación que hace insostenibles los precios, desde los fideos hasta los alquileres, y una tasa de interés que condena al 78% de las familias al endeudamiento. Sin crecimiento económico, las posibilidades de una crisis social y política son enormes.
Dos encuestas ya encienden la señal amarilla. En uno de ellos, la clase media y los evangélicos dicen haber sido olvidados por el gobierno. Datafolha, por su parte, demuestra que la opinión pública mantiene congelado el escenario político del año pasado, con lealtad al lulismo y al bolsonarismo, y con el Sudeste en disputa. La encuesta trae al menos una buena noticia: el 80% de los encuestados está de acuerdo con las críticas del presidente a Campos Neto y el 71% que la tasa Selic es mucho más alta de lo que debería ser. Con la presentación del nuevo marco fiscal, el equipo económico logró salir de las cuerdas y Haddad demostró que no tiene miedo de hacer los deberes como exige el mercado.
Pero no basta con ganarse la opinión pública, más cuando el presidente del Banco Central insiste en que el nuevo marco fiscal no interfiere en la decisión de bajar las tasas de interés. Ahora hasta industriales y banqueros ya admiten que la política del Banco Central es suicida y está agravando la crisis en la producción y en el mercado crediticio. Por eso, el gobierno no esperará la buena voluntad de Campos Neto o del Congreso, donde la reforma tributaria está en pañales, para solucionar los problemas económicos. Los próximos objetivos ya están trazados: salvar la industria automotriz en crisis, evitar un alza en los precios de los combustibles, cambiar las políticas de Petrobras y, sobre todo, apostar por una asociación estratégica con China.

Labor de retazos. El tema de la Nueva Escuela Secundaria es bastante simbólico de cómo fueron los primeros cien días del actual gobierno. Después de votar por Lula, los votantes se fueron a sus casas y empezaron a esperar que todo saliera bien. Pero incluso sin grandes movilizaciones nacionales, las protestas y quejas contra la Nueva Escuela Secundaria se hicieron tan frecuentes que obligaron al gobierno a actuar. Y esto a pesar de que el ministro de Educación, Camilo Santana, declaró que la derogación sería un revés. La solución encontrada fue congelar la reforma de la Educación Secundaria por sesenta días y reabrir el debate sobre el tema.
Instituida por medida provisional en 2017, la Nueva Escuela Secundaria pasó a ser ley en 2018 y comenzó a implementarse en las clases de primer año en 2022. En 2024, la reforma cerraría el ciclo al cubrir el último año de Enseñanza Media y la consecuente reformulación de el Enem. El actual congelamiento propuesto por el gobierno debe ser visto en el contexto de la lucha silenciosa que se ha venido dando tras bambalinas en el Ministerio de Educación. Los intereses privatizadores de Jorge Paulo Lemann y su grupo tienen un asiento privilegiado en el Consejo Nacional de Educación.
Para compensar, a fines de marzo, el gobierno revivió el casi extinto Foro Nacional de Educación, que fortalece la influencia de las entidades del sector público. El grado de mercantilización y desorden en el comercio minorista de New High School se ha vuelto tan obvio que sus creadores no se han presentado para defenderlo abiertamente. Esta tarea parece haber sido encomendada a los secretarios de Educación de los estados, quienes utilizan argumentos pragmáticos, mientras que el MDB, al igual que el ?Puente al futuro?, declara contundentemente su oposición a cualquier posibilidad de revocación. Sin embargo, como sostienen Elenira Vilela y Daniel Cara, el modelo actual es tan absurdo que no hay nada que remendar. ¿Serán sesenta largos días?

La basura de la historia. Bolsonaro no se tiñó el pelo de naranja, pero sigue siendo un parecido casi perfecto a Donald Trump. Mientras allí el líder de los republicanos es juzgado por 34 delitos, aquí Bolsonaro testificó en la PF para explicar el caso de las joyas saudíes. Sin embargo, la idea de copiar la estrategia de Trump, presentándose como agraviado por instituciones infiltradas por agentes de izquierda, parece cada vez más inocua. Incluso con planes de viajar por el país para movilizar sus bases, la defensa de Bolsonaro hasta ahora es tímida y demuestra que el capitán está más preocupado por salvar su propio pellejo.
En otras palabras, Bolsonaro está volviendo a lo que siempre fue: un político de extrema derecha fisiológico con poca expresión. La posibilidad de quedar inelegible está cada vez más cerca, siendo admitida incluso por aliados, y hasta el momento no ha surgido ninguna figura capaz de sucederle. Y la situación solo empeora, porque no dejan de aparecer nuevas denuncias que involucran el uso indebido de la cédula corporativa presidencial, además del riesgo de que caiga Anderson Torres, llevándose consigo a su jefe en investigaciones que involucran la actuación de la PF en el nororiente durante las elecciones y el borrador del golpe. Por todo ello, el líder del PL, Valdemar da Costa Neto, ya esboza una posición más pragmática en relación al gobierno.
El mismo camino sigue el militar, que por el momento dejó de elogiar el golpe de 1964 y la dictadura. Si, por un lado, Lula ha buscado honrar a los generales en ceremonias oficiales, creando un clima de convivencia pacífica, por otro lado, el gobierno está trabajando para cerrar las puertas de la política a los militares en servicio activo y crear una nueva carrera para funcionarios del Ministerio de Defensa.
La contrapartida de la buena voluntad de los cuarteles es presionar al gobierno para que retire del Congreso la propuesta que pretende reformar el artículo 142 de la Constitución, que prevé el papel de las Fuerzas Armadas para garantizar el orden interno.