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Mundo, Mundo :: 08/04/2023

Capitalismo ultra conservador en marcha y energías liberadoras en gestación

Narciso Isa Conde
El poder supranacional desplaza los Estados nacionales

En su decadencia, en el curso de su fase neoconservadora, el capitalismo imperialista apela a las ideologías que le precedieron a lo largo de las monarquías feudales, las cuales nunca logró enterrar a pesar de sus proclamas liberales y sus promesas de revolución democrática.

Retoma con nuevos bríos e ingeniosas modalidades el patriarcado.

Vuelve al caudillismo con fuertes tonos presidencialistas.

Empapa los Estado y el desarrollo de las ciencias de un alto grado de religiosidad y paso a paso manda al carajo el laicismo.

Tritura las promesas de libertad, igualdad y fraternidad.

Siembra racismo por doquier y enfrenta la libertad de emigrar con una alta dosis de supremacía blanca y xenofobia.

El adulto varón al interior de la clase capitalista y de la propiedad privada altamente concentrada se erige en el centro de la sociedad y se extiende a la familia y a toda la pirámide social.

La democracia liberal, además de coexistir con periodos de dictaduras militares, restricciones y fascismos desbordados, ha resultado un proyecto efímero al paso de los siglos.

La incontenible sed de ganancia, de expansión del capital y alienación de la sociedad humana prolonga el capitalismo occidental como combinación abigarrada de dominio clasista, machista, racista, adulto-céntrico, judeo-cristiano y ecocida.

CONSECUENCIAS

A escala mundial y en los diferentes escenarios nacionales-dependientes reina el dominio despótico de los monopolios sobre los mercados.

Prima la voracidad y el despojo para apropiarse de lo que carece para impulsar las nuevas revoluciones tecnológicas, aplicarla a la industria informática y prolongar su existencia dilapidadora hasta devenir en lumpen capitalismo y lumpen imperialismo

La impronta liberal del capitalismo emergente de los siglos xix y xx queda atrás. La bestialidad de su acumulación originaria es ultra modernizada y reincorporada a su ejerció de Estados y corporaciones para contrarrestar la perdida de hegemonía y la prolongación de su decadente existencia.

Las promesas de paz y solidaridad apenas hacen de envoltura de una dominación militarista y una guerra global infinita. El capitalismo imperialista occidental se pentagoniza y la OTAN, con el PENTAGONO en sus entrañas y conectada a los grandes negocios del Complejo Militar-Industrial-Financiero, pasa a ser su brazo armado global.

Las reformas devienen en contra-reformas hasta convertirse en una contrarrevolución conservadora con fuertes tintes neofascistas e intensas dinámicas guerreristas. Abundan sí los adornos, las poses y simulaciones.

POSES Y REALIDADES.

En realidad, lo neoliberal es el camuflaje de lo neoconservador. De liberal tiene el disfraz: libre mercado, libre competencia, liberación de precios, y privatización de lo social y público como sinónimo de democracia económica y libertad… ¡Puras falacias!

El neoliberalismo es conservador y anti-democrático. Es un nuevo periodo de la fase imperialista del capitalismo en que sus potencias estrangulan los mercados internos de su periferia dependiente e incluso de sus aliados con menos poder militar.

El poder supranacional desplaza los Estados nacionales.

La soberanía, o se torna fantasía, o sencillamente se expresa como rebeldía.

Los monopolios y oligopolios imponen los precios,

La gran propiedad subordina y manipula en mayor grado la mediana y la pequeña.

La exclusión social se multiplica, el egoísmo prima sobre la solidaridad, los servicios sociales se privatizan y todo se va mercantilizando; incluyendo política, partidos y elecciones.

La partidocracia termina usando en gran escala el Estado para hacerse ella misma clase capitalista, al tiempo que se asocia a los grandes grupos empresariales, para servirles y engordarlos.

Paso a paso la partidocracia se va transformando en plutocracia (poder del dinero), mientras los megas-capitalistas asaltan los cargos ejecutivos de los gobiernos, trascienden fronteras y conforman espacios de gobernanza mundial

Las desigualdades se tornan abismales. Gobierno, Estado y partidos se privatizan en sí mismos…

Crece el despotismo económico, social y político. Se acelera la conversión de ciudadanos/as, electores/as. en clientela cuya dinámica no solo opera en las campañas electorales, sino que se ejerce y expande permanentemente desde un Estado privatizado y privatizador, generador de esas desigualdades y de un horrible proceso de empobrecimiento material y espiritual de gran parte de la sociedad humana y de su entorno natural.

Así del saqueo del patrimonio natural a base de onerosas facilidades, se pasa a la apropiación directa del mismo por el gran capital privado, transnacional y local, en dimensiones y vertientes inéditas: suelo, subsuelo y sobresuelo. Fuentes de agua, sol, brisa, bahías, ensenadas, playas vírgenes, montañas y áreas protegidas.

De ahí brotan los resorts al borde del mar, erosionando las playas. Se privatizan puertos, aeropuertos, autovías, hidroeléctricas y acueductos.

Ni el agua, ni aire ni el sol quedan libre de la apropiación privada: se instala, campos de paneles solares y molinos para energía eólica privados, mientras el agua pasa a ser garantías de préstamos y grandes tesoros naturales convertidos en negocios a los compases avasallantes de la marcha de APPS, Fideicomisos y el predominio de la mentalidad empresarial capitalista en el manejo del Estado y la política.

Y como la civilización capitalista occidental está en crisis de decadencia, porque su poder dominante resulta altamente destructivo del planeta y de sus seres humanos, su dominación se sigue gansterizando y pentagonizando; y como además se amalgama con la supremacía blanca, con el patriarcado y con el dogma religioso, su dominación se torna más racista, machista, xenófobo, homófoba y criminal.

El capitalismo occidental bajo el mando de EEUU entra así al periodo ultra-conservador de su fase actual generada por una crisis múltiple y un declive incontenible desde su propia racionalidad, que no puede ser otra que la de la súper ganancia y la acumulación a costa de la existencia del planeta y de la humanidad.

Y la resistencia a esa fase su dominación, sensiblemente erosionada por las rebeldías de Estados y pueblos, por todo lo que emerge como diversidad anti-opresora, se torna más eficaz cuando la diversidad de las indignaciones tiende a confluir en un torrente transformador antiimperialista, anticapitalista, anti patriarcal, anti racista y eco-socialista.

Solo así la resistencia podría convertirse en ofensiva liberadora, con energías suficientes para hacer posible lo que ahora parece imposible.

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