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Mundo :: 01/04/2008

Carta de John Bowden, preso anarquista en Escocia

La Cizalla Acrata
Hay importantes lecciones que aprender de la exitosa campaña del año pasado en apoyo al preso John Bowden y en defensa de la Cruz Negra Anarquista. Cuando lxs compañerxs son atacadxs no es momento para la pasividad, es el momento de una acción decidida y contundente. En nuestra lucha contra el Estado, nuestra fuerza colectiva es la única arma que tenemos

La solidaridad es nuestra arma "En mi experiencia, el poder efectivo y dinámico del apoyo a presos nunca se ha ilustrado mejor que en la forma en que una autoridad carcelaria admitió que estaba equivocada, y fue una experiencia realmente gratificante ser parte de ella" John Bowden.
Hay importantes lecciones que aprender de la exitosa campaña del año pasado en apoyo al preso John Bowden y en defensa de la Cruz Negra Anarquista. Cuando lxs compañerxs son atacadxs no es momento para la pasividad, es el momento de una acción decidida y contundente. En nuestra lucha contra el Estado, nuestra fuerza colectiva es la única arma que tenemos. Más abajo John Bowden ofrece una valoración de la campaña en su defensa y de la Cruz Negra Anarquista contra las mentiras del trabajador social de la cárcel Matt Stillman, que en una vista crucial para la libertad condicional de John, definióa la Cruz Negra Anarquista como una organización "terrorista" y "paramilitar" con la que John estaba en contacto. -------------

La decisión de crear una campaña contra las mentiras de Stillman se tomó algo antes de que el sistema se movilizara contra mi; fuera de los muros, en una opinión compartida por algunxs amigxs y compañerxs, se creía que esa decisión fue prematura y que al final sería contraproducente debido a que esa campaña provocaría una represión contra mi, además de que perjudicaría una vista de la libertad condicional programada para el verano. En lo que a mi respectaba, la decisión de resaltar las mentiras de Stillman era estratégica, y motivada por mi preocupación de que si evitaba enfrentarme a las autoridades carcelarias acerca del informe de Stillman lo antes posible, entonces el informe habría pasado sin oposición hasta
la vista del verano. En base a su afirmación de que estaba ligado a un grupo terrorista, mi liberación habría sido denegada de forma casi indefinida por la junta de la libertad condicional, y ningún tipo de protesta posterior podría haber tenido efecto sobre esa decisión.

Sabía que cualquier campaña para denunciar a Stillman como un mentiroso debía ser iniciada de forma inmediata, sin importar las consecuencias a corto plazo sobre mi, y, por ello, yo era absolutamente claro en mi posición respecto a la llamada a la solidaridad inmediata realizada por la Cruz Negra Anarquista.

Afortunadamente, el ex-preso Mark Barnsley confió en mi opinión implícita y me apoyó inmediatamente. La represión posterior fue predeciblemente viciosa y cruel, pero para entonces yo ya había denunciado públicamente las mentiras de Stillman y avisado de que estaba siendo atacado por las autoridades carcelarias de Escocia. Su actitud ulterior de trasladarme a unas condiciones de máxima seguridad, por tanto, fue inmediatamente entendida por lo que era : venganza pura y dura. Como resultado, nunca estuvieron realmente seguros acerca de la situación, sobretodo porque el trato que se me dispensaba se veía claramente como motivado por las ridículas aseveraciones de Stillman, en vez de estarlo debido a alguna seria alegación respecto a mi comportamiento. Al haber sido capaz de organizar una campaña contra Stillman desde el principio no solamente provoqué que el servicio de cárceles escocés a represaliarme, también anulé sus acciones en gran medida y establecí el contexto real de la represión cuando esta llegó. Estuvieron siempre resentidos de que consiguiera hacerlo de esta manera, y me acusaron frecuentemente de crear un contexto político a mi castigo que eventualmente debilitaría y destruiría sus intentos de justificar el trato que me dieran. En un sentido muy real, el comportamiento de las autoridades del servicio carcelario que siguió a mi traslado a una cárcel de máxima seguridad vino dictado en gran medida por la creciente presión contra ellos que se desarrollara en el exterior, que les forzaba a sentir que debían "resolver" el problema. Desde bien pronto se estableció una relación entre la creciente intensidad y determinación de la campaña en el exterior y la creciente intervención de buócratas con experiencia y otros profesionales en un intento de lidiar con la situación: toda la responsabilidad de la estrategia del sistema se excluyó de aquellos que iniciaron la secuencia de eventos (la administración de la cárcel ed Castle Huntly) y pasó a aquellos con más contacto con la cúspide del sistema carcelario.

Si no hubiera habido una campaña visible de solidaridad y apoyo, me habría podrido indefinidamente en el agujero infernal de la máxima seguridad sin que el sistema moviera un dedo. Aparte de los efectos obvios que la campaña estaba teniendo en las autoridades carcelarias escocesas, su efecto psicológico en mi fue significativo. Incluso en mis momentos más bajos, en los que intentaba luchar por readaptarme a volver a estar en condiciones de máxima seguridad, saber que en el exterior había compañerxs comprometidxs que estaban luchando en mi nombre me dio muchas fuerzas. El aislamiento es un arma usada por el sistema carcelario para debilitar y quitar energía a lxs presxs, y mi vuelta a una cárcel de máxima seguridad tenía claramente el objetivo de desmoralizarme, como también de dificultar el contacto con amigxs y otras fuentes de apoyo emocional y psicológico del exterior. La Cruz Negra Anarquista de Leeds, sobretodo, estaba determinada a que eso no pasase, e inundaron la cárcel en la que estaba con cartas y postales de apoyo cada día, reconfortándome y animándome con que, no importa cuán profundamente el sistema me enterrara aquí, no se olvidarían de mi y que de hecho, cuanto más tiempo pasara ahí, más intensa se convertiría la campaña. Toda la correspondencia que recibía entonces era vigilada y controlada por los carceleros y la administración de la cárcel; sin duda, todas esas muestras de apoyo tuvieron un efecto obvio en su trato conmigo. Estaban claramente ansiosos de evitar confrontaciones conmigo para no tener el riesgo de que las denuncias de victimización de mi persona que se hacían desde el exterior fueran en aumento. Esto me proporcionó un valioso espacio psicológico en el que adaptarme a mi situación y centrarme en denunciar las mentiras de Stillman. Poco después de mi vuelta a las condiciones de máxima seguridad en la cárcel de Glenochil, la administración de esa cárcel decidió crear un enlace comunicativo entre mí y los responsables de la cárcel. Ese enlace era Charlie Kelly, un psicólogo. Al principio Kelly fue instruido para intentar persuadirme de que sería en mi propio interés si mantenía la cabeza baja y si desistía de liarla.

Cuando el conocimiento de la campaña exterior se empezó a filtrar a los altos mandos del servicio carcelario escocés, el rol de Kelly cambió. De darme avisos a buscar acuerdos y negociaciones. En un momento reconoció que el grado de claro apoyo político que se movilizó por mi causa había sorprendido y puesto nervioso a las autoridades, que no estaban acostumbradas a que lxs presxs escocesxs tuvieran ese grado de apoyo. Aparte de no estar acostumbradas a enferntarse a tal grado de apoyo, las autoridades estaban también incapacitadas debido a las profundamente ridículas aseveraciones de Stillman y su incapacidad de defenderlas. Normalmente, el sistema carcelario y aquellxs que la administran operan con la certeza de que no existe la obligación de rendir cuentas respecto a su trato de lxs presxs. Cualquier mentira, no importa cuán obvia, puede ser lanzada contra un preso, que está aislado del mundo exterior, y tampoco hay limitación a la represión desatada por esa mentira. Cuando las autoridades se dieron cuenta de que las mentiras de Stillman se estaban denunciando públicamente por parte de un grupo político organizado del exterior, se asustó y empezó a distanciarse de Stillman. Seis meses después de mi traslado a Glenochil, el servicio carcelario encargó un "actualizado informe psicológico de evaluación de riesgos" sobre mi persona. La conclusión de su autor, el psicólogo Dawn Harris, trazó un extremo contraste con el informe previo de Stillman. Mientras que Stillman había escrito acerca de mi contacto con un peligroso grupo paramilitar dedicado fanáticamente al terrorismo, Harris se refirió a la Cruz Negra como a un grupo perfectamente legítimo y pacífico contra el sistema carcelario! Eso fue un giro de 180º de parte del sistema carcelario, que en ese momento estaba ya desesperado por anular la campaña, incluso si eso significaba un abondono de Stillman.

Harris recomendó que volviera a una cárcel normal tan pronto como fuera posible, y eso significó un gesto definitivo de parte del sistema, ansioso de declarar una tregua y de poner fin a la campaña. En mi experiencia, el poder efectivo y dinámico del apoyo a presos nunca se ha ilustrado mejor que en la forma en que una autoridad carcelaria admitió que estaba equivocada, y fue una experiencia realmente gratificante ser parte de ella. Después del informe sumiso de Dawn Harris, ella volvió a la cárcel de Glenochil para avisarme acerca en contra de continuar la campaña y de minar la "integridad corporativa" del sistema carcelario mediante la publicación en internet de informes internos sobre mí, sobre Stillman o sobre ella. Su mensaje era claro: la campaña había dañado al sistema, y quería terminar con ello inmediatamente. Para entoces yo estaba en posición de sugerir que la campaña estaba directamente ligada a mi trato en prisión y que por tanto seguiría activa y vociferante mientras yo continuara siendo reprimido. Ella fue enviada para ofrecer un "trato": dejad la campaña y mi situación mejoraría significativamente. La realidad es que la campaña de la Cruz Negra había roto su voluntad de seguir con la represión y necesitaba desesperadamente una salida a ella. Para entonces Stillman fue completamente abandonado por ellxs, y tres meses después de mi vuelta a la cárcel de Perth and Kinross, las autoridades defendieron mi queja de que Stillman había mentido acerca de la naturaleza de la Cruz Negra. El espiritu combativo y compromiso de, sobretodo, la Cruz Negra de Leeds en defenderme ha tenido éxito, y debe ser una lección para todxs lxs activistas de apoyo a presxs de que la victoria contra el sistema penitenciario es posible siempre que estén preparadxs y concienciadxs de luchar activamente a favor de lxs presxs.

John Bowden.

traducción de: lacizallaacrata@yahoo.es

 

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