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:: 08/05/2010

Crónica de una megamierda anunciada (II)

Fernando Silva Ansuas
Fallo, para satisfacer a todos en nombre de la injusticia, sobre las contaminantes fábricas de pasta de papel en la frontera entre Uruguay y Argentina

El detonante es el fallado fallo recientemente anunciado, fallo políticamente correcto más que judicial, fallo para satisfacer a todos en nombre de la injusticia. Trataré de no tentarme con el tema en sí, en el absurdo de una sentencia que encontrando un violador y una actitud ilícita sin embargo no sanciona, premia la impunidad porque la violación constatada no llegó a contaminar (aún).

Sería como dejar libre a un violador porqué no embarazó a la violada o como los famosos temas de abuso sexual, donde si no hay penetración (aunque haya habido sexo oral forzado), no se considera violación. La imagen la elijo por lo repulsiva e ilustrativa que resulta.

También aquí es aplicable. Cualquier violador acusado de tal lo primero que hace es negar su acto violatorio, luego trata de embarrar la cancha con argumentos tramposos iguales a los que se aplicaron aquí en Uruguay (por ejemplo que fue consentido).

Las diferencias dentro de las similitudes tienen que ver con la constatación. Un embarazo se constata con el transcurso de un breve tiempo, así como cual es su ADN paterno, una contaminación ambiental importante se demuestra con la degradación del medio en décadas, no a la media hora de haber violado.

Pero lo peor no es en sí el hecho megamierdoso de las papeleras.

Empecé a escribir sobre el tema hace años, tengo más de treinta artículos publicados en diferentes partes del mundo (*), excepto en Uruguay donde un solo diario los publicó (La Juventud) y una sola "carta de lectores" fue publicada en Brecha. Si existen otros textos míos conocidos en Uruguay fueron subidos a Internet con epígrafes denigrantes como traidor, vendepatrias, etc, todos de la mejor cosecha fascista de un progresismo reinante.

Hoy veo como la megamierda terminó de contaminar. Leo con detenimiento los titulares de los diarios y escucho impunes a los protagonistas de aquellos hechos, los que tomaron las decisiones. Todos congratulándose por el fallo que alienta el patrioterismo y vuelven a insistir en cambiar la "génesis del problema" al decir del oncólogo ex presidente.

Con carita de "yo tenía razón" sigue falseando la historia y la gente sigue viendo a "los malos" del lado de enfrente.

Hay peor contaminación que un pueblo defendiendo convencido la mentira?

Hay peor contaminación que una forma estúpida de negar lo evidente hablando sólo de los costados de la evidencia?

Hay peor contaminación que confundir negocios e intereses privados y extranjeros con la patria y los valores nacionales?

Parece que nadie entendió aún (o no se anima a decirlo e voz alta) que este tema empezó allá por abril del 2004 cuando toda la bancada del FA votara en contra de las zonas francas y que el luego elegido presidente (con delirios imperiales) dijera en plena campaña el (5/7/2004) que esas empresas de la globalización liberal, que venían a saquear al Uruguay con industrias no acordes con el país natural, no tendrían cabida en su gobierno.

Esa es "la génesis del conflicto", eso es lo que la militancia del FA votó, contra eso luchábamos, contra el leonino Tratado firmado con Finlandia donde el llorón ex presidente entregaba la soberanía dejándonos inermes e indefensos.

Bueno sería releer las crónicas parlamentarias y los argumentos frentistas que se oponían a esa entrega. Eso votamos y no la traición posterior donde con maniobras tramposas, ambigüedades, mentiras y deslealtades, empujamos a la Argentina al Tribunal de la Haya. El conflicto lo genera Uruguay si duda alguna.

El sólo hecho de concurrir al tribunal internacional nos coloca en un lugar colonial, en un infantilismo de país que se pelea con su hermanito mayor y recurre al papá que todo lo sabe y que impartirá justicia. Un país menor que no puede dialogar adultamente con su vecino, fundamentalmente porque además niega lo que hoy ese tribunal admite y reconoce (aunque no sanciona). El Uruguay fue quién violó un tratado y que ilícitamente tomó decisiones inconsultas, a las que estaba obligado, antes de hacer nada en un río limítrofe, un espacio y recurso compartido.

Escribí hace años que lo mejor opción de ese momento sería habernos unido a los que llamamos "hermanos argentinos" (sólo cuando nos conviene y podemos ganar algo) y junto a ellos denunciar en el mismo tribunal de Holanda la ilicitud de ese tratado firmado media hora antes de ceder el gobierno.

La megamierda empezó allí, en la trampa ideológica que se puso en marcha desde casi todo el progresismo gobernante con el "sitabaré" dominante y fácil. Habría que saber si las famosas denuncias de corrupción sobre el otro lado no eran solamente una proyección propia (El ladrón piensa que todos son de su misma condición), habría que investigar quién hizo los negocios que se insinuaba eran más caros enfrente.

A partir de esos allí nuevos desvíos, los que estuvieron en desacuerdo y tuvieron la dignidad intacta (Chifflet, Sarthou, Licandro, Bonaldi y el "26 de marzo" entre los conocidos) se fueron y sólo quedaron los que negociaron mejor con el gobierno, "genuflexiones" por viajes, "sapos" a tragar por prebendas, "renuncios" por acomodos para un pariente, lo mismo y peor que criticamos y nos opusimos toda la vida, "principios e ideales" por "conveniencias de coyuntura".

Hoy estamos aquí. En un país más endeudado que antes habiendo pagado por anticipado una deuda que no se cuestionó, las AFAP siguen siendo el negocio privado a defender, los carritos hurgadores se multiplicaron, las cárceles rebosan de inhumanidad ya condenada internacionalmente, los desaparecidos sin aparecer, los genocidas sueltos y los "pobres viejitos" hijos de un harén de putas esperando el pase presidencial con honores, los sueldos no alcanzan, el que más tiene es quién más sigue acumulando, el 80% del pueblo no gana la cuarta parte de una canasta básica, el 4,5% de PBI para educación sigue siendo un cuento a futuro (buena parte se lo quedó Negroponte con su plan OLPC y las computadoras de juguete), la ley sobre el aborto fue vetada y todos se callaron, el plebiscito por la anulación de la ley de caducidad fue boicoteado por los que ganaron la elección, la tierra del país productivo se ha vendido en casi su tercera parte (versión moderna de la reforma agraria soñada), las ganancias de la tierra sin detracciones (lo que en Argentina llaman "retenciones al agro" y moviliza la intención destituyente del llamado "campo"), la sequía previsible por la forestación descontrolada genera ganancias que no quedan aquí y junto a la soja transgénica y los agro tóxicos, que no se controlan, avanzan en el vaciamiento agroganadero del país con sus secuelas de desarraigo y gentes que pueblan los asentamientos ciudadanos en vez vivir en su "país natural" de tierras generosas con suaves y fértiles ondulaciones.

Fue de esa forma que se embanderó al país en un partido de futbol, de patrioterismo barato en defensa de nuestra soberanía, la misma soberanía que entregamos previamente con la firma del "Tratado de Inversiones Recíprocas" firmado con Finlandia que nos ató de los testículos. Eufemismo de "entrega a cambio de nada" o de "reciprocidad" para inversores uruguayos que, como todos sabemos, se desesperan por ir a instalarse allá. Juegos de distracción para hacer, silenciosamente y poniendo el señalero a la izquierda, un sombrío giro a la derecha. Una enorme y penosa pena: la soberanía y el rico patrimonio vendidos al bajo precio de la necesidad.

Se trataba entonces y ahora de elegir entre sostener las banderas y los principios del FA o travestirse en rosaditos neoliberales sometidos al poder imperial. Era la hora y el momento de cambiarle el final a esa crónica de una megamierda anunciada.

Resistir la entrega a las que nos ataba el Tratado con Finlandia era frenar este proceso, no se trataba sólo de impedir las papeleras sino de evitar esta metamorfosis en la conciencia popular y darle sentido a la larga lucha, en vez de convertirnos en partido único.

Cuanto más falta decir para describir una gran megamierda que se hace costumbre y cultura de país?

Es necesario recordar los excesos verbales sobre "la revolución que se cae a pedazos" pero solidariamente manda sus médicos para darnos generosamente ejemplo revolucionario?

Es necesario volver a avergonzarse por el asado presidencial al "amigo" y mayor genocida del mundo, es necesario recordar todos los intentos de los TLC a firmar?

Es necesario seguir hablando mal de Chavez al mismo tiempo que le mangueamos y garroneamos todo lo que podemos?

Es necesario recordar la boca demasiado abierta que con ligereza habló de "los K, esos pateros peronistas"?

Es necesario tanto cinismo, tanta hipocresía, tanta prostitución gratuita, tanta miseria y tanta canallada?

Alguien de este gobierno o del anterior o de los cuadros políticos va a reconocer que mintieron, engañaron, trampearon, estafaron deslealmente al vecino?

Alguien tendrá el coraje cívico y de hombre de bien como para admitir la mala fe, disculparse públicamente y tratar de reparar lo reparable?

Las preguntas van dirigidas a los casi tres millones de uruguayos que aquí viven y a los casi 400.000 que habitan en la generosa Argentina, un país que avanza casi por izquierda, que cumple sus promesas electorales, que no reprime las protestas, que procura en los hechos una mejoría de la calidad de vida para las mayorías (y además lo va logrando) un país que se opone y enfrenta los mandatos del FMI con éxito, que defiende a esas mayorías populares que no odian ni desprecian a los uruguayos como una gran mayoría de nosotros lamentablemente (en privado, no en público claro está) odiamos, despreciamos y envidiamos a los "hermanos" argentinos.

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