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México :: 08/09/2006

Deslindar para avanzar. A 100 días de la comuna de Oaxaca.

Okupazión Auditorio Che Guevara
El gran obstáculo histórico del Estado-Nación, todavía con poder de convencimiento, ha iniciado su caída definitiva no sin mostrarse en toda su peligrosidad con el último recurso que le queda: el poder militar y policíaco asociado a la contrainformación televisual, radiofónica y periodística.

x Alberto Híjar

La globalización forzada y salvaje y la caída de los socialismos soviético y europeos, exigen la deconstrucción de los bloques históricos de poder. En México, la derrota del PRI forma parte de la liquidación económico-política del llamado Estado benefactor con legitimación corporativa. Las derrotas del PRD como resto de la izquierda partidaria eurocomunista, la nacionalista y la de socialistas respetuosos del Estado, no son absolutas sino se mantienen socialmente con la esperanza de alcanzar la Presidencia acompañada por su correspondiente representación parlamentaria, estatal y municipal donde no caben las organizaciones sociales de base ante los enjuagues políticos sin principios

La política como exclusividad de una clase negociadora de espaldas al pueblo y de parte del Estado, reduce el lugar del pueblo a la identidad ofrecida por las cúpulas de poder nacionalista de Estado. El poder popular autogestivo y autonomista queda reducido a la marginalidad y al precarismo.

El bloque histórico de izquierda estatista diferencia en la lucha, la parte nacionalista esencialmente opuesta a toda organización de poder popular para sustituirla con representaciones espurias por su empeño en preservar el poder estatal a toda costa. De aquí sus alianzas puercas opuestas a toda crítica de principios y de aquí su falsedad como izquierda.

La izquierda en todo caso y ante la crisis aguda del Estado-Nación y no sólo del gobierno y no sólo en México, se define como propiciadora de la extinción del Estado capitalista para la emergencia al poder de la nación totalizada e incluyente. La fase histórica, desde esta estrategia, es de construcción del poder popular como poder del proletariado ampliado a los no asalariados cercanos o integrados a la llamada economía informal.

Para la falsa izquierda arraigada en el Estado y la defensa de sus instituciones, el pueblo es sujeto pasivo porque debe quedar representado por el caudillo y la cúpula. La asamblea, la Convención Nacional Democrática, es un rito, un trámite de legitimación de ellos donde no cabe la práctica de la soberanía popular. Se trata, en fin, de proclamar presidente en rebeldía o interino o encargado de gobierno o provisional al caudillo y asumir como estrategia su lucha personalizada acompañada con la improbable coordinación de intereses de diputados, senadores, asambleístas, gobernadores, presidentes municipales y jefe de Gobierno del D.F. a quienes paradójicamente se les considera legalmente electos. La incongruencia de la aceptación de una parte del proceso electoral quedaría resuelta en términos estratégicos de la lucha desde fuera coordinada con la lucha desde dentro para lo cual es necesario un partido político claro en su programa, en su estrategia y en sus tácticas, cosa que no existe en México.

El programa de la falsa izquierda es de nacionalismo cercano al imperialismo monopolista de Estado con la reivindicación de su soberanía en el manejo de la energía y del territorio como si no fuera proverbial la corrupción de PEMEX y de la Secretaría de Energía. Se prometen también servicios públicos en cumplimiento de la consigna "primero los pobres" bajo control estatal por supuesto y a la par, reforma del Estado para mejorar la corrupta justicia, los derechos laborales conculcados y el campo arrasado. Pero la práctica prueba otra tendencia: como nadie, el gobierno de López Obrador en el D.F. operó contra los más elementales derechos laborales, igual que los que han seguido y entregó el Centro Histórico al dominio de las empresas de Carlos Slim, en tanto la cultura popular fue sometida a diversión para alcanzar al Zócalo como territorio de la industria del espectáculo con conciertos masivos de promoción disquera y televisual y con uno que otro acto de agitación popular bajo control de los trepados al estrado. Emblemática resultó la gran marcha contra el desafuero con la multitud clamante, brigadas de perredistas exigiéndole silenciar las altisonancias y con un templete donde brillaron por su ausencia las organizaciones de base a cambio de la presencia de personajes rebotados por el priísmo, hombres de Estado como gustan llamarse. Es elocuente al respecto la exaltación que hace La Jornada de figuras del espectáculo como Jesusa Rodríguez, la Poniatowska o Taibo II, para hacernos creer que el gran plantón de 9 kilómetros en el Paseo de la Reforma, bulle de actividad cultural. En la participación instrumentada de grupos como el Coro de los Pejeviejitos y en la presencia de talleristas y músicos de los barrios, está la prueba de los trabajadores de la cultura jamás atendidos ni promovidos por el gobierno del D.F. Esto se debe a la necesidad de contener la organización popular en los límites de su instrumentación al llamado cupular.

Esperar el desencanto de los convencionistas del 16 de septiembre, resulta criminal. Así seamos pocos los previsores de la conciencia infeliz del pueblo contestatario por el fraude electoral sin más, desde ahora y aún antes, advertimos la urgencia de construir poder popular realmente soberano y con programa de largo plazo contra el Estado opresor y represor. Ponemos el ejemplo del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra que pudo ser el primer Caracol con sus Juntas de Buen Gobierno en las goteras del Distrito Federal. De aquí la desmesurada represión que no ha merecido el menor comentario de la Alianza por el Bien de Todos disminuida por la previsible renuncia de Convergencia.
Ningún partido protestó por la felicitación del Secretario de Gobernación en la Reunión de Gobernadores presidida por Vicente Fox para reconocer la preservación de la ley y el orden por el criminal Peña Nieto represor de Atenco, semejante a Lázaro Cárdenas Batel agresor de los mineros de SICARTSA en el lugar con el nombre de su abuelo. Tampoco la Asamblea Popular del Pueblo de Oaxaca merece atención pejista, pese a la prueba de poder popular concretada en la capacidad de repliegue y acrecentamiento organizativo a raíz del brutal desalojo al que fuera sometida el 14 de junio. La reinstalación de los campamentos acompañada por la autodefensa necesaria y las correspondientes medidas de seguridad, incluye la ocupación de 11 oficinas de gobierno y de Corporación de Radio y Televisión de Oaxaca que usara el repudiado gobernador Ulises Ruiz para su propaganda exculpatoria. Así se respondió al ataque de paramilitares protegidos por policías municipales y federales que queman autobuses, disparan y han matado a cinco movilizados y arrojaron ácido a la consola de Radio Universidad. Las radiodifusoras La Ley y Oro, son ahora medios de comunicación con teléfono abierto para recibir mensajes, comentarios y críticas del movimiento crecido en todo Oaxaca con la ocupación de presidencias municipales, asambleas locales y regionales y tácticas de autodefensa adecuadas al momento. Todo lo que el enemigo privatiza y corrompe, hay que liberarlo y socializarlo, tal como ha ocurrido con la Guelaguetza impedida como negocio turístico y recuperada como don campesino que convoca a los productores de toda la riqueza, los trabajadores, a incorporarse a la fiesta de integración del trabajo y el placer.
Parece que la Otra Campaña espera en el umbral hasta ver pasar los cadáveres del estatismo populista y levantar, una vez más, las banderas de la izquierda desde abajo. Pero desde el Encuentro Indígena celebrado en Campeche, el Delegado Zero saluda a la APPO y pide no confundirse ante los silencios de quienes están liberados de los tiempos electorales del Estado para construir en cambio, el tiempo libertario con territorios nuevos. En todo caso, muchos de los adherentes estarán en la Convención Nacional Democrática quizá para denunciar la expropiación del nombre dado por el EZLN a la reunión de finales de 1994 en Chiapas. Como han sido mantenidos en calidad de adherentes sin precisión de sus derechos y obligaciones, como ya no hay Frente Zapatista civil, cada organización leal lo será de acuerdo a su saber y entender para dar lugar a una compleja relación con la falsa izquierda estatista e institucionalista.

Lo cierto es que ante un bloque de derecha empresarial corporativa y globalizadora con cámaras industriales y monopolios y cárteles asociados al Estado administrador de la máxima ganancia concentrada, de aquí al primero de diciembre cuando tomará posición a sangre, fuego y verborrea televisual el títere derechista en turno, habrá de crecer un programa nacional de lucha desde Atenco, Oaxaca, la Otra Campaña, la Asamblea Popular de Michoacán y las que sigan, los trabajadores contra el charrismo y por los consejos de trabajadores en ejercicio de la soberanía del pueblo consagrada por el artículo 39 constitucional.
A 100 días de la Comuna de Oaxaca, este asalto al cielo es posible. Alrededor de 50 días duró la Comuna de París en 1871, mismos que duró el sóviet de San Petersburgo en 1905. Los revolucionarios eurocentristas hacen a estas gestas el ejemplo a seguir. Hoy toca reivindicar los 100 días de resistencia en Oaxaca como punto de partida ejemplar de la historia y la geografía constructoras de la nueva nación incluyente y ricamente compleja. El gran obstáculo histórico del Estado-Nación, todavía con poder de convencimiento, ha iniciado su caída definitiva no sin mostrarse en toda su peligrosidad con el último recurso que le queda: el poder militar y policíaco asociado a la contrainformación televisual, radiofónica y periodística. Hay que actuar en consecuencia oponiendo al informe-sermón estatista presidencial, la información del pueblo en lucha

Fuente: Por Esto!

 

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