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Cuba, Cuba, EE.UU. :: 02/05/2023

Dos siglos de la codiciada “fruta madura”

Abel González Santamaría
La importancia estratégica de apropiarse de Cuba

A fines de 1823, mediante un mensaje al Congreso de EEUU, el presidente James Monroe proclamó lo que se conocería como la Doctrina Monroe.

Hace exactamente 200 años, el 28 de abril de 1823, el entonces secretario de Estado norteamericano John Quincy Adams, delineó hacia Cuba la denominada “ley de gravitación” o más conocida como la teoría de la “fruta madura”. En su enfoque comparaba a la Isla con una fruta que sería inevitablemente anexada a EEUU, una vez desgajada por su madurez del tronco colonial español. Ese día en su mensaje al ministro estadounidense en Madrid, escribió:

Estas islas por su posición local son apéndices naturales del continente norteamericano, y una de ellas, la Isla de Cuba, casi a la vista de nuestras costas, ha venido a ser por una multitud de razones, de trascendental importancia para los intereses políticos y comerciales de nuestra Unión. La dominante posición que ocupa en el golfo de Méjico y en el mar de las Antillas, el carácter de su población, el lugar que ocupa en la mitad del camino entre nuestra costa meridional y la isla de Santo Domingo, su vasto y obligado puerto de La Habana, que hace frente a una larga línea de nuestras costas privadas de la misma ventaja, la naturaleza de sus producciones, y la de sus necesidades propias, que sirve de base a un comercio inmensamente provechoso para ambas partes, todo se combina para darle tal importancia en la suma de nuestros intereses nacionales, que no hay ningún otro territorio extranjero que pueda comparársele, y que nuestras relaciones con ella sean casi idénticas a las que ligan unos con otros los diferentes estados de nuestra Unión.

Tan fuertes son, en verdad, los vínculos que unen a esta última con la mencionada Isla, vínculos geográficos, comerciales y políticos, formados por la naturaleza, fomentados y fortalecidos gradualmente con el transcurso del tiempo y cerca ahora, a lo que parece, de llegar al punto de madurez, que cuando se eche una mirada hacia el curso que tomarán probablemente los acontecimientos en los próximos cincuenta años, casi es imposible resistir a la convicción de que la anexión a Cuba a nuestra República federal será indispensable para la continuación de la Unión y el mantenimiento de su integridad.

Es obvio, sin embargo, que para ese acontecimiento no estamos todavía preparados, y que a primera vista se presentan numerosas y formidables objeciones contra la expansión de nuestros dominios territoriales dejando el mar por medio (…) Pero hay leyes de gravitación política como las hay de gravitación física: y así como una manzana separada de su árbol por la fuerza del viento no puede, aunque quisiera, dejar de caer en el suelo, así Cuba, una vez separada de España y rota la conexión artificial que la liga con ella, e incapaz de sostenerse por sí sola, tiene que gravitar necesariamente hacia la Unión norteamericana, y hacia ella exclusivamente, mientras que la Unión misma, en virtud de la propia ley, le será imposible dejar de admitirla en su seno. [1]

La visión sobre la importancia estratégica de apropiarse de la Isla, atendiendo a su privilegiada posición geográfica y sus potencialidades económicas, políticas y comerciales, puede considerarse como la esencia del postulado central de la geopolítica de EEUU hacia Cuba en toda su historia. Fue precisamente Quincy Adams quien redactó unos meses después de ese mismo año la denominada “Doctrina Monroe”, formulada bajo la frase “América para los americanos”, que como es bien conocido en la práctica significó “América para los estadounidenses”.

Un recuento necesario

El interés de disputarse el dominio sobre Cuba con marcado interés geopolítico, surge en el contexto de las guerras de rapiña europea en el continente americano, durante los siglos XVI, XVII y XVIII. Los principales imperios de la época pugnaron por apropiarse de la anhelada Llave del Nuevo Mundo, debido a su privilegiada posición geográfica por el acceso a las más importantes vías de comunicación y a las rutas comerciales del Caribe, la calidad de sus puertos y su ubicación para el establecimiento de puntos defensivos de la región. La Isla se debatía entre el medieval imperio español, la apetencia de poder de la metrópoli francesa y las ambiciones capitalistas de la potencia británica.

Los ingleses durante el proceso de establecimiento de sus Trece Colonias -las que se convirtieron en la segunda mitad del siglo XVIII en EEUU de América- proyectaron sus aspiraciones de arrebatarle al Reino de España su codiciada colonia en la Mayor de las Antillas. Un precedente importante y que permite descifrar el interés que representa Cuba para EEUU lo constituye el pensamiento geopolítico de los principales exponentes de los grupos de poder estadounidenses, destacándose entre ellos los primeros gobernantes y otras figuras influyentes, conocidos como los “Padres Fundadores”.

En apretada síntesis véase las proyecciones expansionistas hacia Cuba de algunos “Padres Fundadores”:

  • En 1767, una década antes de que las Trece Colonias inglesas declararan su independencia, Benjamín Franklin, había recomendado al secretario de Estado para los asuntos coloniales de Inglaterra, fundar un asentamiento en Illinois para que, ante un posible conflicto armado, sirviera de puente para descender hasta el golfo de México y luego tomar Cuba.
  • En 1783 John Adams, quien llegó a desempeñarse posteriormente como segundo presidente de EEUU (1797-1801), en una carta había escrito que era casi imposible resistir a la convicción de que la anexión de Cuba a la República Federal sería indispensable para la continuación de la Unión.
  • En 1805 Thomas Jefferson, tercer presidente estadounidense (1801-1809), dijo al ministro británico en Washington, que EEUU podría apoderarse de Cuba en caso de guerra con España, cuya posesión era necesaria para la defensa de Luisiana y Florida.
  • En 1810 James Madison, cuarto presidente estadounidense (1809-1817) le indicó a su ministro en Londres, que trasladara a las autoridades de ese país la importancia de la posición de Cuba para el comercio y la seguridad de EEUU y que, aunque pudieran permanecer inactivos, no podrían ser espectadores satisfechos de su caída en poder de cualquier gobierno europeo.
  • En 1823 James Monroe, quinto presidente estadounidense (1817-1825), en carta enviada a Jefferson precisó que la adquisición de Cuba para la Unión sería de la mayor importancia para la tranquilidad interna, tanto como para la prosperidad y engrandecimiento de EEUU.

A dos siglos de su aplicación

Resulta evidente que todos esos postulados influyeron en la proyección ideológica de John Quincy Adams hacia Cuba para la teoría de la “fruta madura”, quien dos años después asumiría como sexto presidente de EEUU (1825-1829). Desde entonces, la gran mayoría de sus gobiernos intentaron apoderarse de la Isla y emplearon diversos métodos para lograr tales propósitos. A modo de resumen pudieran mencionarse los más significativos durante los 200 años transcurridos:

Intentos de compra y anexión, intervención armada y ocupación militar, imposición de un apéndice de la Constitución, usurpación de su territorio e instalación de una base militar permanente, establecimiento de regímenes dictatoriales, realización de acciones de sabotajes, introducción de plagas y enfermedades, organización de atentados contra sus principales dirigentes, múltiples acciones terroristas con un saldo de miles de víctimas mortales e incapacitados, aislamiento político internacional y regional; bloqueo económico, comercial y financiero; ruptura de las relaciones diplomáticas, creación y apoyo a bandas armadas, transmisiones radiales y televisivas ilegales, ejecución de programas subversivos financiados con miles de millones de dólares, los que invierten en la actualidad en las redes sociales de internet para desestabilizar a la nación cubana.

Todas esas acciones están suficientemente documentadas por la historiografía contemporánea y han formado parte de las políticas públicas y encubiertas de los diferentes gobiernos norteamericanos contra Cuba. Es válido también reconocer que, a pesar de tanta hostilidad, al pueblo cubano lo unen lazos históricos, culturales y familiares con el estadounidense.

En los diferentes periodos de historia común entre ambos países, han existido simpatías hacia la Isla de diversos sectores de la sociedad, figuras de los gobiernos y congresos en EEUU. No obstante, han sido desplazadas generalmente por fuerzas de extrema derecha anticubana que se han opuesto a cualquier acercamiento y normalización de las relaciones bilaterales.

De ahí que siempre y cuando permanezca la misma clase política estadounidense alternándose en el poder, mantendrán la obsesión de volver a tener en sus manos la codiciada “fruta madura” que disfrutaron durante 60 años y que le fue arrebatada por la Revolución triunfante de 1959. A dos siglos de aquella teoría podemos afirmar que la esencia del conflicto bilateral entre ambos países perdura en el tiempo: Anexionismo vs. Independencia, Hegemonía vs. Emancipación, Dominación vs. Soberanía.

Fuente: [1] José I. Rodríguez: «Estudio histórico sobre el origen, desenvolvimiento y manifestaciones prácticas de la idea de la anexión de la isla de Cuba a EEUU», La Habana, 1900, pp. 57-59. En: Eduardo Torres-Cuevas: En busca de la cubanidad, Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2006, t. I, p. 176.

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