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Colombia, Colombia :: 13/12/2016

El ascenso imparable del fascismo criollo del siglo XXI

Alberto Pinzón Sánchez
El aspecto principal del nudo de contradicciones que constituye la coyuntura actual de Colombia no es el llamado “Fast Track" (o vía rápida) para implementar el Acuerdo Final

Como nos lo ha hecho creer la democracia genocida y contrainsurgente colombiana en sus fracciones, la Santista y la Uribista. Es, como lo han advertido varios periodistas independientes, el ascenso imparable a la presidencia de Colombia en 2018 del fascismo criollo siglo XXI.

Que tampoco es como se supone un fenómeno exclusivo de Colombia, sino un fenómeno regional, de momento centrado en Colombia y Venezuela, cuyo empeño es llevar estas dos sociedades a la violencia política y el caos geo-estratégico global impulsado desde Washington (como en Irak, Siria, Libia, Somalia, Afganistán, Yemen, etc.), sin la cual no puede existir para depredar.

En Venezuela a una inevitable guerra civil que Unasur y el gobierno de Maduro tratan de evitar desesperadamente, y en Colombia, a una reactivación de la guerra civil cuya finalización se ha pactado en el Acuerdo Final, el que se intenta convertir en papel mojado para reemplazarlo por unos términos de rendición de la insurgencia resistente.

¿Por qué razón nunca se relacionan los problemas azuzados por Uribe Vélez en Venezuela, con los problemas semejantes azuzados por él mismo en Colombia?

Santos ya logró sus tres principales objetivos: Uno, desarmar política y militarmente a la insurgencia de las Farc-EP. Dos, abortar el proceso Constituyente que se venía gestando, salvando al régimen dominante. Y tres, satisfacer su vanidad personal y su narcisismo oligárquico, con la cobertura que le ha dado la academia de Noruega al otorgarle el Premio Nobel de la Paz 2016, logrado a expensa del Acuerdo Final.

Premio Nobel de la Paz que, como el otorgado al presidente de EEUU Obama en 2009 (que el mismo Obama no supo por qué se lo habían dado), muy probablemente pasará a la historia como una burla, un sarcasmo a los verdaderos deseos de paz del mundo.

Santos hizo todo lo posible por imponer el plebiscito refrendatorio en el Acuerdo Final con la Insurgencia, evitando la Asamblea Constituyente. Luego, no hizo nada por ganarlo (incluso puso a un personaje tan desacreditado como Cesar Gaviria a dirigirlo), dejándole la vía libre a Uribe Vélez para su reforzamiento de masas dentro de las capas medias de la sociedad. Actuó de manera semejante o repitiendo la experiencia del pérfido Pastrana en el 2002, al forzar la ruptura de los diálogos de paz con las Farc-EP en el Caguán, una vez hubo creído que el “invencible Plan Colombia de Clinton” estaba ya listo y financiado, y el ejército colombiano estaba re-potenciado con las armas de EEUU.

El embajador de Santos en Washington, Juan Carlos Pinzón, exministro de defensa y reconocido agente de la guerra contrainsurgente, cercano a las posiciones militaristas y guerreristas del fascismo criollo Uribista, no da un paso sin antes consultarlo con su protector y mentor el presidente de Colombia.

¿Creen ustedes que para el lanzamiento de su candidatura presidencial para el 2018, hecho en el portal La Silla Vacía (http://lasillavacia.com/historia/el-tanteo-de-pinzon-para-2018-59034) este embajador no realizó contactos en las alturas con los jefes de los diversos partidos políticos integrantes de la gobernanza actual, y lo hizo sin conocimiento de su jefe JM Santos y sin que el “chuzador mayor” Uribe Vélez estuviera informado?

 “A otro perro con ese hueso”, solía decir en casos semejantes el conocido “jefe natural” liberal de la oligarquía trasnacional colombiana López Michelsen.

Siguiendo la lógica del planteamiento dominante: ¿Qué pasa si la Corte Constitucional no aprueba el famoso Fast Track?... ¿Se reactiva la guerra civil en Colombia?

O si por el contrario, dicha Corte lo aprueba, pero con la condición que ha dejado saber la magistrada ponente de realizar otro plebiscito, el que muy seguramente servirá como ensayo general al fascismo criollo en ascenso para imponerse en las elecciones presidenciales del 2018. Porque la famosa democracia liberal colombiana no tiene candidato creíble para oponer al candidato de la coalición político-religiosa organizada por Uribe Vélez. Y, si una vez llegado el fascismo Uribista a la presidencia, como es de esperar convierte el Acuerdo Final en papel higiénico… ¿Se reactivará entonces la guerra civil en Colombia?

O si la Corte aprueba tal cual todo lo que Santos le ha enviado sobre el Fast Track, se implanta el Acuerdo Final y luego, por lo mismo que la famosa democracia liberal colombiana no tiene candidato creíble, el fascismo criollo gana las elecciones presidenciales del 2018… ¿Se reactivará la guerra civil?

Falta un año y podremos dar vuelta a la tendencia electoral, me responderán. Pero, digo, ¿no es acaso el mismo tiempo con que cuenta el fascismo criollo para continuar su trabajo político? Y añado, contando esta vez con el apoyo de sus amigos en el partido republicano “Trumphante” en EEUU.

¿Es esta la opción única que le queda al pueblo colombiano, después de haber llegado con tantas dificultades a un Acuerdo Final como el alcanzado entre el Estado colombiano y la insurgencia de las Farc-EP?

La realidad o nudo de contradicciones de la coyuntura por la que atraviesa Colombia, tal y como lo plantea ANNCOL en el artículo “El gallo tapado”, es que la presidencia para 2018 se ha convertido en el eslabón más débil de la cadena imperialista en Colombia.

Veamos ese nudo de contradicciones. Ascenso imparable del fascismo criollo. Izquierda lunática y dividida. Implementación del proceso de paz con las Farc enredado en típicas argucias leguleyas y santanderistas. Asamblea Constituyente eliminada. Corte Constitucional de paseo internacional. Proceso de paz con el ELN en salmuera. Caída en picada de la imagen favorable de Santos y show internacional en Estocolmo para subirlo. Aumento de la ira y frustración popular y ciudadana. Desesperación de la oligarquía y el imperialismo por encontrar quien suelde la fractura existente entre la fracción de Santos y la de Uribe Vélez: si Vargas Lleras, si Fajardo, si Roy Barreras, si Benedetti, si Marta Lucía Ramírez, si Ordoñez, si De la Calle, si Zuluaga, si Simón Gaviria, etc. (siguen más nombres). Y ahora, lanzamiento de la candidatura presidencial del embajador de Santos en Washington Juan Carlos Pinzón.

A lo que se debe agregar el deslizamiento de la sociedad venezolana por la peligrosa pendiente de la guerra civil, impulsada por la “oposición” a Maduro azuzada por Uribe Vélez y desde luego, por Washington.

En una circunstancia así, vuelve Lenin, el olvidado y vilipendiado Lenin, a soplar la cabeza de los colombianos con su imbatible concepción dialéctica de utilizar todas las acciones de masas para enfrentar el ascenso del fascismo, claro que enriquecida con las diversas experiencias humanas tenidas en otras latitudes y otras circunstancias históricas.

¡Lucha de masas, resistencia de masas (con todo lo que esta significa) y nada de aventuras! Fue la consigna triunfante de Dimitrov, aquel obrero búlgaro en la Alemania de Hitler de 1936.

ANNCOL. Extractado por La Haine

 

 

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