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El ex-embajador de Estados Unidos en Libia implicado en traficar armas a Siria
El extinto embajador de Estados Unidos en Libia fue acusado de traficar armas para proveer a los mercenarios de Siria mientras cumplía la misión diplomática en el país africano invadido por la OTAN, según denunció el referente de la norteamericana Organización para la Dignidad, los Derechos Humanos y la Paz, Randy Short.
El militante estadounidense comunicó que existen documentos e informes oficiales que implican al ex-embajador de estados Unidos en Libia, John Christopher Stevens -quien murió en el ataque contra el consulado norteamericano en Bengasi el 11 de septiembre de 2012-, en un rol decisivo en el tráfico de armas para los mercenarios terroristas que actúan en Siria.
Hace pocos días el director de Planificación de Políticas del Departamento de Estado de Estados Unidos, Jake Sullivan, por primera vez había reconocido el apoyo directo a los mercenarios. En ese sentido Randy Short dio mayores presiciones al asegurar que especialistas del Pentágono entrenan en la frontera turco-siria a los contingentes terroristas, hasta incluso a los de Jabhat Al-Nusra que es el brazo de combate de Al-Qaeda en Siria.
En las misma declaraciones, Short, asegura que el vinculo entre Al-Qaeda y Washington es muy estrecho, ya que los norteamericanos utilizan a la organización, que lideraba Osama Bin Laden, como “una herramienta para perseguir las políticas del Nuevo Imperialismo y hegemonía de los recursos del oeste de Asia y norte de África”. Y continuó diciendo que “Washington y sus socios crearon una situación en Siria que ellos mismos no son capaces de resolver”, así como también están atrapados en el pantano de África.
La Organización para la Dignidad, los Derechos Humanos y la Paz viene haciendo varias denuncias contra las bestialidades que están llevando adelante las potencias occidentales en distintas partes del mundo.
Hace una semana atrás, denunció a la corporación farmacéutica Pfizer por llevar adelante prácticas experimentales a mujeres humildes de Estados Unidos y de los territorios ocupados palestinos por el Estado sionista de Israel, aplicando la medicina anticonceptiva llamada Depo-Provera -ilegalizada en la mayoría de los países-, donde las mujeres sometidas a este experimento corren el riesgo de perder la vida, quedar estériles sufrir cáncer, contraer SIDA o padecer osteoporosis. Y afirma que los experimentos mortíferos para el control de la natalidad se hacen con el consentimiento de Israel y Estados Unidos.
