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Bolivia :: 14/01/2007

El reformismo del MAS, camisa de fuerza de las masas combatientes

Centro de Estudios Populares
Los enfrentamientos en Cochabamba han mostrado a las masas que deben romper los límites reformistas que le impone el gobierno si quiere conseguir sus objetivos de liberación.

Los duros enfrentamientos registrados en Cochabamba el jueves 11 entre los campesinos cocaleros, regantes, estudiantes universitarios y las hordas fascistas armadas por la burguesía y los terratenientes han mostrado de manera evidente que la lucha de clases está a la orden del día en Bolivia y que no se trata de un enfrentamiento de hermanos. En cinco días de protestas en las calles, el gobierno y los dirigentes del MAS se dedicaron a contener la indignación y energía popular, bajo el pretexto de que "la gente de campo jamás son vengativos", en palabras del propio Evo Morales.

El conflicto que vive Cochabamba tiene como contexto la lucha de dos proyectos que contienden en el país. El primero es el de las reformas del MAS, que pretende legitimar a través de la Asamblea Constituyente, es el plan de la burguesía burocrática; el otro proyecto está dirigido por la denominada "oligarquía cruceña" o "media luna", que no es otra cosa que la burguesía compradora y los terratenientes aliados para lograr autonomías departamentales. Estas posiciones contienden en Bolivia y ambas se disputan el apoyo del pueblo pues les sirve como carne de cañón al momento de ejercer presión a favor de sus intereses.

El conflicto de Cochabamba nació técnicamente en el marco de la Asamblea Constituyente pues, a cinco meses de ser instalada, todavía no existe un acuerdo acerca de cómo aprobar la futura Constitución (el MAS plantea que sea por voto de la mayoría absoluta, mientras que el opositor Podemos propone que dos de cada tres asambleístas, voto de dos tercios, la aprueben). Las prefecturas de Santa Cruz, Beni, Pando, Tarija, departamentos donde se concentran los terratenientes y la burguesía compradora, desarrollaron huelgas de hambre a favor de los "dos tercios"; mientras que Cochabamba y La Paz se limitaron a apoyar a los prefectos huelguistas. El prefecto de Cochabamba, ex capitán Manfred Reyes Villa, convocó a un cabildo y dio su apoyo a los "dos tercios", pero además manifestó su intención de realizar un referéndum para ver si Cochabamba aceptaba la autonomía departamental, o no. Un referéndum sobre autonomías, vinculante a la Asamblea Constituyente, se realizó el 2006 en todo el país, pero los cochabambinos votaron por el No. Por eso la reiteración generó protestas contra el Prefecto, encabezadas por dirigentes del MAS que pedían su renuncia.

En la reunión de autoevaluación del Gobierno y los "movimientos sociales" que le apoyan, entre el 4 y 6 de enero, se discutieron estos problemas. Fuentes confiables informaron al CEP que el propio Evo Morales ordenó a sus dirigentes arremeter contra el Prefecto de Cochabamba para neutralizarlo, pero aclaró que por haber sido elegido en las urnas había que respetar su investidura. La idea era hacerle callar como había sucedido en 2006 con José Luis Paredes, prefecto de La Paz. El propio vocero de Palacio de Gobierno, Alex Contreras, dijo el 9 de enero, un día después de la quema de la Prefectura de Cochabamba, que la movilización del pueblo era legítima, pero que su demanda era ilegal. La protesta de los campesinos continuó toda la semana "vigilada" mediante multas y amenazas de despojos de cultivos.

A pesar de las intenciones de los dirigentes del MAS, de llevar una protesta controlada y pacífica, el lunes 8 de enero, las masas enardecidas arremetieron contra la Prefectura y quemaron parte de sus instalaciones en represalia a la represión policial, que ni el gobierno ni la Prefectura dicen haber ordenado. Las movilizaciones estaban manejadas por el MAS a través de Omar Fernández, senador del MAS y dirigente de los regantes; Leonilda Zurita, senadora suplente y dirigente de las Seis Federaciones del Trópico de Cochabamba; Asterio Romero, diputado y dirigente de las Seis Federaciones del Trópico; Iván Canelas, periodista y diputado del MAS. Fernández dijo a la prensa al día siguiente que "la dirección del MAS ha sido rebasada por las bases". Al mismo tiempo, el gobierno a través de sus viceministros puso toda clase de argumentos para desvincularse del pueblo movilizado. El viceministro de Coordinación con los Movimientos Sociales, Alfredo Rada, dijo que esos sectores tienen una dinámica propia que no necesariamente es asumida por las autoridades; mientras que el viceministro de Coordinación Gubernamental, Héctor Arce, señaló enfáticamente en televisión que no se debe confundir a los "movimientos sociales" con el gobierno pues no todos están en él y la participación de algunos en el gobierno no significa que el Poder Ejecutivo haga su voluntad.

Así el Gobierno envió al pueblo al enfrentamiento (desarmado y sin mínima organización), se lavó las manos por las consecuencias y después condenó la violencia de las protestas. Es obvio que Evo Morales y sus colaboradores no querían desbordes y menos la responsabilidad de la quema de la Prefectura, por ello marcaron diferencias con el movimiento popular, que suelen ocultar cuando buscan su apoyo.

El jueves 11 los grupos fascistas, aliados del Prefecto, salieron a las calles a cumplir su amenaza: "echar a los campesinos de la ciudad’, "botar a los indios de Cochabamba", "defender la democracia", etcétera. Bajo el nombre de "jóvenes por la democracia", armados de palos, piedras, bates de béisbol, palos y guantes de golf, cascos de motociclista y armas de fuego, la horda fascista enardecida salió a masacrar campesinos que se habían "atrevido" a llegar a la ciudad y bloquearla. El duro enfrentamiento dejó como resultado dos muertos y más de 100 heridos, algunos medios de prensa hablan incluso de 200. La Policía trató de contener con sus manos y escudos a los "jóvenes por la democracia". El enfrentamiento expresa la lucha de clases latente en el país; pero además muestra que para enfrentar a la gran burguesía y a los terratenientes hay que prepararse, no se puede llevar a las masas a luchar desarmadas frente a los grupos de choque de la reacción que cuentan con armas de fuego. Los dirigentes del gobierno dicen que esto no se podía prever, sin embargo el propio vicepresidente, Álvaro García Linera, presidente en ejercicio ese día, en un mensaje al país, dijo que habían detenido a funcionarios de la Prefectura portando granadas de gas, luego fueron requisados y liberados, dijo además que sus informes de inteligencia habían detectado a otros funcionarios más, repartiendo palos y bates de béisbol. El gobierno tenía conocimiento del armamento reaccionario.

Como es lógico, luego del brutal enfrentamiento, los sectores populares pidieron con más fuerzas la cabeza del Prefecto y en un cabildo, realizado este viernes 12, aprobaron resoluciones enérgicas. Los parlamentarios y dirigentes del MAS intentaron parar la ira de la población, pero fueron sistemáticamente abucheados por el cabildo. Los argumentos masistas fueron que "no hay que caer en la provocación de la oligarquía", "ellos quieren eso (violencia)", "hay que levantar los bloqueospara que nuestros hermanos se sumen a esta movilización". A pesar de los discursos conciliadores, los resultados del cabildo fueron radicales por decisión de pueblo. Según la agencia informativa del gobierno, ABI, el cabildo decidió "ratificar las medidas de presión hasta la renuncia del prefecto Manfred Reyes Villa; masificar las medidas de presión de todo el pueblo de Cochabamba hasta la renuncia de éste y, a partir de este momento, proceder a la toma de las propiedades de Manfred Reyes Villa hasta que presente su renuncia a la Prefectura del departamento".
Sin embargo la decisión política del gobierno ya estaba tomada para volver a la calma de la "paz" y la "democracia", "que se imponga la negociación a través del diálogo", etcétera, etcétera.
El viernes por la mañana, al tiempo de pedir una investigación sobre los hechos, Evo Morales "demandó de los sectores movilizado al cese de la violencia, actuar en el marco de la democracia y sobre todo no ser vengativos". Textualmente señaló: "Jamás el movimiento campesino ha sido vengativo con algunas agresiones que recibimos tal vez de algunos sectores, pero el diálogo siempre va a estar abierto junto a los sectores que están confrontados. No se trata de humillar a nadie ni de ofender a nadie sino de buscar soluciones en el marco del diálogo" (ABI. 12-01-07).
Casualmente, los dirigentes y líderes afines al MAS en Cochabamba y el resto del país comenzaron a manejar un discurso, qué raro, parecido al de Evo. El dirigente de la Central Obrera Regional de El Alto, Edgar Patana, por la mañana del viernes dijo que "no hay que caer en la provocación (de la violencia)" y demandó ir por el camino del diálogo y la democracia. Lo mismo hizo el concejal de El Alto, Roberto de la Cruz, quien dijo que el camino del pueblo es el diálogo.
Finalmente primó la línea conciliadora del MAS porque el diputado Asterio Romero, en rueda de prensa, anunció que los campesinos iban a levantar el bloqueo de caminos (aunque eso no se decidió en el cabildo), debido a las gestiones y mediación de su compañero de partido, el ministro de la Presidencia, ex capitán de Ejército Juan Ramón Quintana.
Y aunque los sectores populares decidieron no levantar su protesta, por la tarde del viernes la televisora del Estado mostró que la Policía y los militares persiguieron a los campesinos con gases lacrimógenos y balines, en total contraste con el trato dado a los grupos fascistas en días pasados.
Para rematar el panorama, la noche del viernes Evo salió con el "premio consuelo" para el pueblo al prometer una ley de revocatoria del mandato de las autoridades salidas de las urnas. Además para descalificar a los manifestantes dijo que sabe que "hay dirigentes radicales que están promoviendo enfrentamientos". Varios sectores se negaron a suspender la protesta y continúan con ella, sin embargo el pueblo entero sólo podrá alcanzar estos y otros objetivos superiores si rompe la política reformista que le impone el Gobierno y de sus dirigentes.

 

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