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México, México :: 29/12/2023

Electricistas, solidaridad y resistencia

Luis Hernández Navarro
El conflicto que vive el Sindicato Mexicano de Electricistas sigue sin solución de fondo

Lejos de los reflectores, fieles a una larga tradición de solidaridad con los de abajo, sin esperar nada a cambio, los trabajadores del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) se lanzaron a Acapulco a apoyar a los damnificados por el huracán Otis.

El 4 de noviembre, un camión de la Cooperativa LF del Centro, formada por el sindicato, arribó a las oficinas de la Coordinadora Estatal de Trabajadores de la Educación de Guerrero (Ceteg), cargado de víveres y productos de primera necesidad, donados por miembros de la resistencia y jubilados.

Acapulco estaba sumido en la oscuridad. No había teléfono ni Internet ni comunicaciones. El 11 de noviembre, llegó al puerto una brigada con 10 cuadrillas de socios de la cooperativa, apoyada por ingenieros, operadores y mecánicos. Se trasladaron en 11 vehículos, tres con canastilla. Su objetivo era colaborar en el restablecimiento del servicio eléctrico.

La planificación, reparto y supervisión de los trabajos fueron responsabilidad de la Comisión Federal de Electricidad (CFE). Los miembros de la cooperativa del SME actuaron bajo los estándares y normativa de la empresa. Electrificaron la zona de hospitales, la hotelera y colonias cercanas a Pie de la Cuesta y el centro de la ciudad.

Durante 13 días, los 22 electricistas solidarios trabajaron jornadas de más de 12 horas diarias, en medio del calor sofocante. Almorzaban en los lugares donde laboraban, y descansaban y aseaban en un hotel que hacía las veces de campamento. Pese a las grandes carencias en el puerto en esos días, muchos acapulqueños les ofrecieron agua potable y alimentos e incluso dinero. Las cuadrillas rechazaron cualquier apoyo monetario. Electrificaron escuelas, comercios, el Palacio Municipal, viviendas y vialidades. Casi 2 mil 500 habitantes tuvieron luz gracias a su labor.

No es la primera ocasión en su vida, en que el SME se solidariza con movimientos populares. Un ejemplo entre muchos más: en 2019, en El Guayabal, municipio de Rayón, Selva Negra, Chiapas, sus afiliados dieron cursos de capacitación sobre transformadores a zoques y tseltales, en resistencia contra los altos cobros de tarifas de la CFE. Encarrerados, electrificaron las casas de 280 familias. Estos talleres se impartieron también en comunidades de los municipios de Jitotol, Bochil, Pueblo Nuevo e Ixapa. Además, donaron herramientas para que pudieran dar mantenimiento a la infraestructura eléctrica de sus pueblos.

Este 14 de diciembre el SME cumple 109 años de vida. Es el sindicato más longevo del país. Los últimos 14 años ha sobrevivido contra la corriente. Además, se ha visto sometido a todo tipo de campañas de estigmatización.

El 10 de octubre de 2009, el presidente (gracias a un escandaloso fraude electoral) Felipe Calderón, lanzó a la Policía Federal y al Ejército para ocupar preventivamente las instalaciones de Luz y Fuerza del Centro (LFC), antes de que entrara en vigor el decreto de extinción de la empresa. Horas después, el gobierno federal decretó la desaparición del organismo y anunció la liquidación de sus trabajadores.

El decreto era arbitrario e ilegal. Una infamia para aniquilar a un combativo sindicato, dique contra la privatización del sistema eléctrico nacional. Calderón no tenía facultades para extinguir la empresa. Para hacerlo, pasó por encima de derechos del Congreso de la Unión. El servicio eléctrico no estaba en riesgo ni había amenaza de huelga. Para desaparecer LFC el gobierno debió seguir un juicio de conflicto colectivo de naturaleza económica, que no se llevó a cabo.

En el momento del golpe, formaban el SME 44 mil trabajadores en activo y 22 mil jubilados. A los dos meses se liquidaron 18 mil. Resisten 16 mil 599.

Como explica Jorge Herrera, en 2015, con Enrique Peña Nieto de presidente, para evitar su desaparición con la extinción de su registro de sindicato nacional de industria, el SME firmó un memorando de entendimiento. En esa negociación, el gobierno les dio en concesión por 30 años las plantas de generación que eran de Luz y Fuerza y les entregó como pago en pasivos laborales una serie de propiedades. Esos bienes siguen siendo propiedad de la nación, aunque ahora estén concesionados.

Así, en el marco de la Ley de la Industria Eléctrica, se creó una empresa en asociación con una filial de la compañía portuguesa Mota-Engil, de nombre Generadora Fénix. El sindicato tiene tiene 49 por ciento de acciones y Mota-Engil 51 por ciento. Así, sobrevivió la gremial, se insertó laboralmente a unos mil 200 trabajadores de la cooperativa y el sindicato y, con los beneficios de la generación de energías, se creó una cooperativa. La compañía genera 1 por ciento de la electricidad nacional.

El golpe de Calderón contra el SME tuvo efectos devastadores contra los sindicalizados. De un día a otro se quedaron sin sustento miles de familias. Proliferaron los divorcios, los pleitos, las enfermedades, la pérdida de autoestima, las enfermedades e, incluso, algunos compañeros se suicidaron. La falta de servicios del IMSS para quienes están en resistencia, agrava la problemática.

El SME demanda que sus afiliados sean contratados por la CFE, en los puestos que tenían en LFC, es decir, en trabajos similares. El personal es, como demuestra la solidaridad que prestaron en el caso de Otis, calificado y eficiente. Su contratación no implica alto costo.

Como sea, el conflicto que vive el SME sigue sin solución de fondo. A 109 años de su fundación es importante la tenga.

@lhan55

 

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