Es femicidio: desmantelando el discurso que responsabiliza a las pibas

Este mecanismo altamente peligroso convierte a las pibas en las culpables de su propia vulnerabilidad, desviando el foco del verdadero responsable: el Estado.
El asesinato de Brenda Del Castillo (20), Morena Verri (20) y Lara Morena Gutiérrez (15) en Florencio Varela, cuyos cuerpos fueron hallados sin vida tras días de intensa búsqueda, conmociona al país y reabre el debate sobre el tratamiento mediático ante la violencia de género. Si bien la principal hipótesis de la investigación apunta a una presunta "venganza narco" vinculada a la criminalidad organizada, el caso es, ante todo, un triple feminicidio, enraizado en la vulnerabilidad a la que este sistema expone a las mujeres.
El riesgo no es la víctima, sino el contexto de desigualdad
"Que vaya presa la mamá", "15 años y ya era prostituta, iba a terminar mal", "eran viudas negras y se metieron con un narco peruano, se las buscaron". "Vivían en La Matanza y tenían Iphone", y otros tantos comentarios misóginos, y patriarcales que abundan las redes sociales
La brutal exposición de la intimidad de las pibas en los escaparates mediáticos esconde un doble propósito. Ya no se trata solo de la estrategia deshumanizante de mercado, diseñada para generar la nota amarillista y la primicia vendida "como pan caliente".
Esta práctica opera, en realidad, como un arma fulminante de estigmatización disciplinante, que refuerza la noción del "ella se la buscó" o "por algo será". Al hacer esto, el periodismo no solo revictimiza, sino que desvía la atención del feminicida y culpa sutilmente a la mujer por su propio asesinato.
La "Guía para el tratamiento mediático responsable de casos de violencia contra las mujeres" de la Defensoría del Público recomienda evitar exponer la intimidad de la víctima, "ejemplo mediante la divulgación de datos escabrosos o de la presentación de descripciones pormenorizadas de aspectos truculentos y/o morbosos" que no hacen más que aportar a la frecuente vulneración y revictimización mediática. "La marcada tendencia a extraer y subrayar el morbo ante los casos de violencia contra las mujeres y su insistente mostración -muchas veces a modo de loop-, de imágenes ilustrativas, pareciera conducir a crónicas espectacularizantes, generalmente invasivas, antes que a provisión de información socialmente relevante", indica la guía.
La brutalidad con la que se exhibe la intimidad de sus vidas opera como un recordatorio disciplinante para el resto de la sociedad: "Si te sales del molde, si eres pobre, si frecuentas la marginalidad, tu vida no solo vale menos, sino que tu asesinato será justificado".
No hay "buenas" o "malas" víctimas: La indignación pública se ha centrado en el persistente intento de algunos sectores mediáticos y políticos por indagar en la vida privada, la edad o el trabajo de las jóvenes. Esta práctica de la revictimización desvía el foco de la verdadera causa: la violencia machista que cosifica los cuerpos de las mujeres y permite que sean utilizadas como objetos de castigo o ajuste de cuentas . Ninguna actividad o condición social justifica un asesinato.
Las jóvenes que "se salen del molde" o que enfrentan situaciones de violencia (incluyendo aquellas relacionadas con redes de narcotráfico o trata), son doblemente castigadas. Cuando la tragedia toca a su puerta, como en los casos de feminicidio, una parte del discurso social y mediático las examina bajo la lupa del prejuicio.
Se cuestionan sus decisiones, sus amistades o sus horarios, instalando la idea de "ellas se la buscaron". Este mecanismo es altamente peligroso, pues convierte a la víctima en la culpable de su propia vulnerabilidad, desviando el foco del verdadero problema: la falta de oportunidades y garantizar su vida estructural, algo que debería hacer el Estado y que cómo vemos, bajo ningún gobierno el sistema capitalista puede garantizar.
Porque mientras se profundizan las brechas de género en los ingresos, la sobrerrepresentación de las mujeres en la pobreza y la gran mayoría, sobre todo la precarizada, ve disminuir su poder de compra de alimentos esenciales.
Si Milei llego a esto es porque con un discurso que buscó ocultar las desigualdades, persistió y se profundizó: no solo la falta de políticas públicas para atender la emergencia de la violencia contra las mujeres, sino también el recorte presupuestario para lo existente, por eso los refugios en los distintos municipios son casi inexistentes o dependen de ONGs o instituciones a fines a la iglesia.
Pensemos que el último informe del Departamento de Análisis de Estadísticas Sociales del Ministerio de Economía bonaerense, publicado en julio de este año, la desocupación en la Provincia de Buenos Aires llegó al 9,3% en el primer trimestre de 2025, el índice más alto del país. Los aglomerados más afectados fueron los partidos del GBA, con 613.000 personas desocupadas. Casi la mitad de los trabajadores está en la informalidad, y el pluriempleo alcanzó el 9,7% en el cuarto trimestre de 2024. Entre los jóvenes menores de 26 años, más del 56% trabaja en condiciones precarias. El 42,1% de los habitantes es pobre y un 10,1% indigente.
En 2024, según el Registro Nacional de Femicidios de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, hubo 1 femicidio cada 39 horas en la Argentina. En tanto, la ONG "La Casa del Encuentro" contabilizó 164 víctimas en los primeros 8 meses del 2025.
Izquierda diario