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Europa :: 02/06/2014

Francia: Solidaridad con Enrico Villimburgo, miembro de las Brigadas Rojas

Casa de Solidaridad Aracnide

Hace más de 30 años, muchxs militantes de grupos armados tomaron un tren y dejaron Italia. A fines de los 80', un buen número de ellxs llegaron a Francia, siendo lxs primerxs de la ola de quienes tenían la urgencia de ponerse a muchos kilómetros de distancia de Italia, donde la represión se tornaba dura.

Luego de ese primer suspiro de alivio, muchxs otrxs les siguieron con cada solicitud de extradición rechazadas y con cada decreto de libertad provisional concedido.

De hecho, con el paso del tiempo, comenzamos a creer que François Mitterrand mantendría su palabra. El grupo de italianxs, apenas una comunidad, estaba creciendo, inventando nuevas formas de sobrevivir, apostando su futuro por una declaraci{on informal. Todo alrededor de la solidaridad fue brotando en el país anfitrión, donde las vicisitudes de Italia eran seguidas de cerca, incluída la corriente autoritaria que la sociedad italiana estaba tomando.

Años de una tensa calma se alternaban con cargos de arrestos, y lxs italianxs comenzaron a dirigirse hacia los juzgados, firmado por el paso del tiempo que les dejó bolsos bajo sus ojos, cabellos blancos y cinturas anchas. En 1988 Europa se vuelve hacia la escena con el acuerdo de Schengen, y tres órdenes de arresto fueron emanadas, despertando a lxs italianxs refugiadxs. Y la historia se repite: prisiones, solidaridad, juzgados y -finalmente- otro estridente suspiro de alivio por la liberación de lxs tres arrestadxs y la emisión de diez permisos de residencia, que hasta entonces siempre habían sido negados por la prefectura.

Era posible tornar a la vida normal. Pero en el otro lado de la frontera, estaban ajustado la mira. La prensa contribuyó a dar una semblanza de legitimidad a un manojo de clichés acerca de lxs refugiadxs italianxs en Francia (y no sólo allí), transformando una historia colectiva en una tragedia de la literatura barata.

De hecho, lxs regugiadxs italianxs se convirtieron en un asunto de interés sólo en casos de emergencia. Y esta fue la situación hasta la extradición de Paolo Persichetti, donde muchas y diferentes acciones de solidaridad se sumaron al apoyo espontáneo de sus colegas universitarixs. La principal reacción fue incredulidad: después de 20 años, la cuestión de lxs refugiadxs italianxs salía a flote una vez más. Entonces, era el turno de Cesare Battisti, y luego el de Marina Petrella. Sin mencionar la vergonzosa extradición de Rita Algranati desde Argelia. La oportunidad que había sido ofrecida en Francia, de vivir libremente preservando la memoria de cada quien, tan segurx como sea posible de presiones y chantajes, estaba nuevamente en tela de juicio. Más allá de las fronteras, otra vez columnistas y políticxs apuntaban con el dedo a Francia, siendo a menudo lxs izquierdistas más feroces que el resto, ¡y tanto más que lxs laicxs de la crítica!. Esto es lo peor de los dogmas religiosos. Sólo puede haber una razón para dicha obstinación: no quieren entender; quieren castigar, humillar, aplastar. Aún es impreciso lo que es bueno para salvar a Italia de la amenaza "terrorista", sólo para consignarlo a gente como Berlusconi, Fini, Bossi...

Mientras tanto, aquellxs que siguen libres sólo pueden vivir en el presente, suspendidxs en un limbo temporal donde el pasado, presente y futuro, no son más que algo indistinguible.

Esos trenes que trajeron el abrigo de tierras francesas a lxs exiliadxs de luchas francesas aún están sólo mitad-segurxs y mitad-libres. Estas personas quieren bajarse del tren. Uno de ellxs es Enrico Villimburgo. Enrico fue un militante comunista de la diisión romana de las Brigadas Rojas, un partido clandestino armado. Uno de lxs cuales su sentencia no ha terminado. Ahora, Enrico está enfermo y necesita un apoyo que su pequeño grupo de compañerxs no le puede dar más.

Enrico necesita dinero para su quimioterapia. Las condiciones administrativas y legales de lxs refugiadxs en francia no les permite usar el sistema público de saldud. Por lo tanto, solicitamos contribuciones económicas para quienes deseen participar.

Para más información contactar a la Casa de Solidaridad Aracnide: aracnide (arroba) autistici (punto) org

 

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