Honduras: Golpe electoral y debilidades del progresismo

Lo ocurrido en las elecciones de Honduras supera todo lo previsible en cuanto a injerencia desestabilizadora por parte del gobierno de EEUU. Ya se había comprobado con los recientes comicios de Argentina, que Trump no solo genera súbditos obsecuentes sino que también hace lo posible por envilecer la política, destruyendo cualquier tipo de normalidad institucional. En el país rioplatense su amenaza liquidacionista si no se votaba a Milei surtió efecto, y las consecuencias de ese voto-miedo lo pagarán los argentinos por lo menos dos años más, si no se produce algún imponderable que cambie la suerte.
Pero quien opera de ese modo (ya se lo conoce como «estilo Trump»), imponiendo "el dedo" para apoyar a un candidato, demonizando al resto, saltándose todas las vallas que la misma democracia burguesa impone, se ve tentado a aumentar la apuesta, y eso es lo que ahora hizo en la nación hondureña.
Así fue que el heredero del Tío Sam determinó, por una parte, que para vencer a "los comunistas del partido LIBRE" había que explicitar que todos los ojos se posen en "su" candidato del Partido Nacional, el ultraderechista Nasry Tito Asfura, (alias «Papi a la orden») y además, en la misma jugada, determinó que "un hombre de bien", como el ex narcopresidente Juan Orlando Hernández, mundialmente conocido como JOH, debía ser indultado. Pocas horas después, ese delincuente que había sido catalogado como uno de los grandes capos de la droga, y que actuó durante años con la impunidad que le daba su cargo, pudo recuperar su libertad, y resarcido por el imperio por haber pasado raudamente por las prisiones estadounidenses. Estaba condenado a 45 años y solo estuvo uno, todo un récord de impudicia auspiciado por Washington, cuyo mandatario sigue insistiendo en hundir lanchas de pescadores en el mar Caribe, para demostrar su agresividad bélica frente a la dignidad de la Revolución que encabeza Nicolás Maduro.
Es indudable que el suceso inesperado de conceder el indulto a JOJH es una decisión que debió haber sido tomada de acuerdo con quienes motorizan el Partido Nacional del candidato Asfura, y seguramente también con el conocimiento -al menos eso, aunque lo desmientan- de los liberales de Salvador Nasrala. Semejante actuación no tiene otro nombre que "golpe electoral", arteramente llevado a cabo por el mandatario gringo, y contando con la repudiable luz verde de los «demócratas» del bipartidismo hondureño.
El resultado es el conocido: la candidata de LIBRE, Rixi Moncada, quedó tercera en unos comicios con olor a fraude por donde se los mire, y en el marco de una maniobra destituyente, que busca, y así lo explicitó el propio Trump, que "el comunismo" (evocando aquellos tiempos de la "guerra fría") sea derrotado.
El tema fundamental de este nuevo episodio golpista, es que este mismo imperialismo que ha destruido países con sus guerras o sus planes de saqueo y hambre, hoy se ha constituido en un árbitro prepotente que amenaza a los pueblos y que determina quien debe dirigir tal o cual país.
El mismo energúmeno que, desde la Casa Blanca, agrede día a día a Venezuela bolivariana, amenaza al presidente colombiano, trata de asfixiar a Cuba y embiste contra Nicaragua (solo para hablar de sus fechorías en Nuestramérica), está naturalizando una matriz de actuación que echa por tierra cualquier posibilidad de democratizar la política. Más aún, sirve para alejar a poblaciones enteras de la misma. El pistolero Trump y sus cómplices en cada continente hacen y deshacen con total impunidad. Es en ese sentido, que las elecciones hondureñas pasarán a la historia como un ejemplo del accionar imperialista para socavar la autodeterminación de un pueblo que tiene un gobierno que ha beneficiado a los más humildes, y que más allá de algunos errores de comunicación sobre los logros realizados, ha podido poner en pie, hasta este oscuro presente, un país al que siempre EE.UU consideró como su portaviones en Centroamérica.
LIBRE y su devenir: Trump no estuvo solo en su afán golpista
Tal cual como el oficialismo había anunciado profusamente, también se puso en marcha el fraude del TREP (Transmisión de Resultados Electorales Preliminares), esa "institución" que, copada por la oposición, determinó, pocas horas después del cierre de los comicios, que la derecha en sus dos variantes (Liberales y Conservadores) habían doblado en votos a la candidata de LIBRE. Era la segunda muestra del plan desestabilizador de los comicios, no porque no pudiera ser posible una derrota de LIBRE, pero huele mal la abultada diferencia. Más allá de saber que esta vez el partido de la Resistencia compitió solo y no como cuando ganó la elección con Xiomara acompañada de Nasrala como vice.
Volviendo al dichoso TREP, lo políticamente lógico es que si se sabía de antemano que por allí vendría la trampa no habría que haberlo avalado sentando en la mesa al consejero de LIBRE, ya que al leerse los resultados, sospechosamente abultados para la dupla bipartidista, no se debería haber convalidado la manipulación. Pero eso también ocurre porque al progresismo, en general, ya se ha viste en el continente, le cuesta mostrar agallas antes quienes lo agreden, y casi siempre son arrollados por su tibieza. En una ocasión similar, el ejemplo de Venezuela y su gobierno revolucionario, está en las antípodas. De ninguna manera hubieran aceptado semejante ataque a la autodeterminación de un pueblo. Es un ejemplo pero sirve tenerlo en cuenta porque seguramente vendrán nuevas maniobras parecidas.
Otro error de LIBRE fue la no comparecencia pública de su candidata, esa misma noche del domingo, para denunciar lo ocurrido. Hay situaciones que no se arreglan con twits ni con comunicados, y esta era una de ellas. Dar la cara y convocar al pueblo a cumplir con la consigna de «defender el voto», a pie de las urnas o en las calles, algo que se había repetido hasta el cansancio en los momentos previos a la elección, hubiera sido más que necesario. Pero no ocurrió, y solo a la noche siguiente, Rixi Moncada explicó en conferencia de prensa que están en discusión más de 16 mil actas, que sumarían más de 500 mil votos.
Evidentemente afectada por todo lo ocurrido, Rixi no dejó de expresar que «la lucha continúa». Lo mismo hizo el máximo referente de LIBRE, Mel Zelaya. Y 48 horas después del anuncio preliminar, el consejero Marlon Ochoa, dio más detalles de lo que sin duda es un fraude, al advertir que fallas en el sistema biométrico y la retención de miles de actas comprometen la transparencia y la integridad de los resultados. Frente a este panorama no se escuchan voces internacionales que en su momento se desgañitaron gritando que el gobierno venezolano «muestre las actas» de la elección que consagró a Maduro. Hasta para las actas existe la lucha de clases, al parecer unas son más preciadas que otras.
Ahora habrá que ver cuál es realmente el potencial a nivel de movilización de masas que tiene LIBRE para afrontar una situación tan difícil como la que le han impuesto sus enemigos. En estas ocasiones está probado que más allá de lo que opinen las cúpulas, hay que darle intervención a los de abajo, esos hombres y mujeres que pusieron el cuerpo y también los muertos, en las grandes y épicas batallas de la Resistencia, cuando el golpe contra Zelaya y posteriormente. Porque ellos precisamente fueron los que generaron las condiciones para que Xiomara Castro llegara al gobierno.
Por último, una reflexión que excede a lo que está ocurriendo en Honduras: Trump y su estilo fascista de actuación pública, se ha convertido en un peligro para los pueblos. Sus amenazas de agresión militar a Venezuela, y la repetición de las maniobras (antes también se hacían pero más solapadamente) para intervenir en las actividades políticas de cada país, deben ser repudiadas con mucha fuerza. De no hacerlo, el autoritarismo del imperio seguirá avanzando, y en muchos casos contando en lo que hace a la vía electoral, con la anuencia, no solo de oligarquías locales, sino también de sectores sociales que son los primeros en sufrir las desagradables consecuencias de un genocidio social.
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