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Medio Oriente, Medio Oriente :: 07/07/2016

¿Candidez de los palestinos en la farsa turca con Israel?

Bruno Guigue

Anunciada en Roma el 27 de junio, la reconciliación entre Israel y Turquía parece llenar de júbilo a numerosos comentaristas. Manifiestamente encantados no ocultan su alegría al ver a la potencia regional romper su aislamiento y alcanzar un papel a medida en beneficio, dicen, de un arreglo del conflicto israelí-palestino. Pero la luna de miel entre Tel Aviv y Ankara engendra serias desilusiones que parecen escapárseles.

Obviamente Estados Unidos es el principal beneficiario de este vuelta de Ankara al redil asumiendo la agenda estadounidense. Al acabar con la querella entre sus dos aliados, el acuerdo vuelve a anudar los hilos de la red meticulosamente lanzada por Washington sobre la región. Acaba con la anomalía de los últimos seis años en la que la principal fortaleza de la OTAN y el apéndice colonial de Occidente saboreaban las delicias de una competición que, aunque mantenida en el terreno verbal, no era menos nociva para los intereses de la potencia dominante.

Según la doctrina leading from behind (dirigir desde atrás, N. de T.), Estados Unidos consiente en subcontratar a sus representantes en la región el mantenimiento de una hegemonía convirtiéndose en administrador de sus medios militares. Pero además exige a sus afiliados un mínimo de cohesión frente a las fuerzas del mal. Ya es un hecho. Como pago de su realineación Erdogan solo ha conseguido una indemnización económica para las familias de las diez víctimas del «Mavi Marmara». Cuando pensamos en las diatribas proferidas por Ankara contra la «barbarie israelí» desde 2010 se puede decir que a Israel le salieron baratos los disparos.

Para Tel Aviv la operación es triplemente beneficiosa. Con la eliminación del contencioso, Turquía no solo se reintegra a la normalidad atlantista de la «pax americana», sino que además ofrece al ocupante israelí la ocasión de rehacerse una virginidad islámica. Afectada de repente de parálisis, la retórica vengativa de Ankara contra el ocupante se ha transformado milagrosamente en lo contrario. ¡Se acabaron los anatemas en los que Erdogan se sofocaba de indignación ante los crímenes sionistas! Ahora los sustituye por calmados discursos sobre la paz y la cooperación.

¡Pero sobre todo los negocios! En Roma no han dejado de brillar las perspectivas radiantes que ofrecen los yacimientos de gas situados en el Mediterráneo oriental, en las aguas territoriales de la Palestina ocupada, de cuyo enorme potencial Israel pretende apropiarse. Con el fin de asegurar a esa producción de gas salidas europeas generadoras de beneficios vertiginosos, Turquía constituye una puerta insoslayable, tanto más cuando su ruptura con Rusia incluso la ha privado de su fuente de aprovisionamiento habitual.

De esta realineación turca, que al fin y al cabo no es más que una vuelta a la situación que prevalecía hasta 2010, Israel consigue dividendos considerables tanto en el plano simbólico, porque un gran país musulmán le tiende la mano por casi nada, como en el plano económico, ya que dicho país le ofrece en bandeja de plata el mercado europeo de los hidrocarburos. Y además podría conseguir los dividendos políticos de la domesticación de la resistencia palestina, para la que Ankara pretende proporcionar los medios.

En efecto, en las negociaciones Turquía exigió como contrapartida el levantamiento del bloqueo israelí a Gaza. Al presentar esta fábula destinada a hacer tragar a los palestinos la píldora de la normalización con el ocupante, Turquía centró su comunicación en la dimensión del futuro acuerdo. Pero cuando el socio israelí la pulverizó en pleno vuelo en la fase final de las negociaciones Turquía claudicó.

En esta secuencia es donde intervino la dirección de Hamás. Sin duda la organización nunca creyó esa quimera, pero tenía que disimular para no ofender al protector turco hacia el cual la afinidad ideológica y el miedo al aislamiento le empujaron desde la ruptura con Damasco. En la organización palestina la tendencia al compromiso prevalece sobre la tendencia de inspiración iraní, reacia a las intrigas cuyo beneficio para la resistencia es inexistente. Cortando en seco desde Doha, finalmente Khaled Mechaal comunicó su comprensión de la política turca y Hamás enterró la ilusión del levantamiento del bloqueo.

A falta de conseguir lo esencial Ankara ha prometido el establecimiento de un dispositivo que constituye la única novedad del acuerdo israelí-turco. Turquía financiará a Gaza la construcción de un puerto, un hospital y una central eléctrica y enviará ayuda humanitaria masiva a través del puerto israelí de Ashdod. Impotente para conseguir el levantamiento del bloqueo sionista Turquía ofrece, bajo control del ocupante, compensaciones materiales a los palestinos de Gaza. Obviamente esta iniciativa a favor de la población civil se pagaría con la orden a la resistencia armada de detener sus operaciones. ¿En un proceso que resume los Acuerdos de Oslo –reducidos- Turquía se brinda a engatusar a Hamás como las potencias occidentales acabaron domesticando a la OLP?

Oumma. Traducido del francés para Rebelión por Caty R. Extractado por La Haine

 

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