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Mundo :: 05/05/2008

Kirchnerismo: del principio de no injerencia al oportunismo globalizado

Quebracho
La vergüenza de la ocupación de Haití. La simultaneidad del discurso perdonavidas y de supuesto amor por los derechos humanos del kirchnerismo todo y las tropas argentinas de ocupación en, tal vez, el más desdichado de nuestros hermanos pueblos latinoamericanos (o afroamericanos): el pueblo de Haití, el pueblo del libertador negro, Toussaint Louverture.

Por Gustavo Franquet - MPR QUEBRACHO

La vergüenza de la ocupación de Haití
Hace pocos días me llegó un correo electrónico donde reproducían una nota de Verbitsky en la que alababa a la presidenta por no haber ordenado la represión de los piquetes agrarios.
Cinismo monótono el del plumífero, que sabe perfectamente que para esta sociedad no es lo mismo reprimir un piquete de “desheredados de la tierra” que de pequeños, medianos y hasta grandes propietarios de la misma y que, de hecho, excluida esa opción, quién generó tensión, y casi violencia, y quien no pacificó precisamente los ánimos fue el gobierno con sus despropósitos políticos en la implementación de una nueva etapa de retenciones. Pero cinismo o vaya a saber qué es, asimismo, el de tantos que insisten (siguiendo el apotegma de Goebbels) en que este gobierno eligió el camino de la no represión a la protesta social.
¡Y lo repiten kirchneristas y antikirchneristas! Unos para felicitarse y otros para quejarse.
Se me vinieron a la cabeza, al recibir ese correo que pretendía insistir en esa patraña, decenas de ejemplos notorios, públicos y feroces de represión en estos años de kirchnerismo: recuerdo, sin ir más lejos, casos de compañeras manifestantes que perdieron sus embarazos por las palizas de la policía; compañeros que fueron detenidos en represiones callejeras y fueron sometidos a la tortura del submarino seco por la Policía Federal; cientos de apaleados, encarcelados y perseguidos judicialmente; compañeras y compañeros que pasaron meses detenidos por protestas públicas, en causas notoriamente armadas por la misma policía y que terminaron absueltos en juicios orales; encarcelamientos que deberían ser vergonzosos para quienes siempre se llenan la boca por haber sido militantes hace 35 años durante unos meses, y que deberían serlo porque recayeron sobre humildes marginados por este sistema, “peatones” que se sumaron indignados, ante el enésimo atropello al que los poderes económicos o políticos –siempre impunes e impolutos– los sometieron, a alguna pueblada de protesta y pasaron (y pasan, en Las Heras, en Corral de Bustos) meses en las siniestras cárceles de esta democracia superavitaria. (¿Cómo evitar que “La chacarera del expediente” del Cuchi Leguizamón se convierta en la música de fondo de esta vergüenza ajena?)
Pero, la verdad, y tal vez por la simultaneidad de los sucesos, lo que más me empezó a alterar el ánimo y a corroerme de odio las tripas fue que este discurso de perdonavidas, que algunos porfían en relacionar con un supuesto amor por los derechos humanos es simultáneo con la permanencia de tropas de ocupación argentinas en el, tal vez, más desdichado, más castigado, más pobrecito, de nuestros hermanos pueblos latinoamericanos (o afroamericanos): el pueblo de Haití, el pueblo del libertador negro, Toussaint Louverture quien abriera el camino que luego recorrerían entre otros Bolívar y San Martín.

Historia continental de la infamia
Como toda historia de desdichas, en la de Haití también es imposible decidir por donde empezar cronológicamente, aunque hablando de América es fácil saber por donde empezar geográficamente: por los Estados Unidos de Norteamérica. O por lo menos era sencillo
justamente hasta ahora, porque las desgracias y las vergüenzas de esta etapa le vienen también desde varias de sus “hermanas” continentales.
Arbitrariamente, vamos a empezar en 1994: EEUU interviene otra vez, ahora para sacar una dictadura militar que, obviamente con su anuencia, había derrocado al primer presidente elegido bajo las formas democráticas, el ex-sacerdote Jean-Bertrand Aristide. Harto del constante flujo de haitianos que huían del terror, Washington se resolvió a intervenir con tropas y a restaurar a Aristide en el poder, pero obligándolo a considerar los años de dictadura como parte de su período presidencial.

Después de un período intermedio, Aristide es nuevamente electo en 2001 y comienza a cumplir un mandato que, casi obviamente, fue sacudido por distintas crisis económicas, sociales y políticas: Los compromisos que se vio obligado a asumir con el Fondo Monetario Internacional debilitaron no sólo la agricultura de subsistencia, sino el único producto alimentario del país, el magnífico arroz de Artibonite. Más de la mitad de los 8,4 millones de haitianos están desnutridos y el arroz estadounidense reemplazó al propio. La ayuda prometida por Washington llegó primero en cuentagotas y cesó luego paulatinamente, como una soga ajustada al cuello del gobierno, a medida que los reclamos opositores se hacían oír.

El ejército había sido ¡disuelto! por los norteamericanos, pero las mafias de las que estaba compuesto siguieron armadas sin contratiempos, mucho mejor armadas que la policía haitiana.
En un contexto latinoamericano donde la experiencia venezolana pasó a ocupar un lugar central en las preocupaciones de los yanquis y con un Aristide que, más allá de sus terribles defecciones, aún contaba con el apoyo de los sectores más humildes y decididos a un cambio, y que insinuaba la posibilidad de seguir ese rumbo, acosado por bandas que controlaban distintas partes del territorio, EEUU movió sus fichas.
Ante la creciente escalada de violencia y descontrol Aristide y otros gobiernos de la zona pidieron ayuda a la OEA y la ONU ; estos esperaron a que la situación se descontrolara aun más y de pronto todo se precipitó: los yanquis y los monopolios de la información mundial comenzaron a decir que Aristide renunciaba y huía, Aristide clamó que estaba siendo secuestrado por tropas norteamericanas que lo depositaron en África. Después de un par de días de descontrol, un contingente de 2000 soldados norteamericanos, franceses, chilenos y canadienses, con la ONU Miles de pobres, al grito de ¡Bush terrorista! salieron a las calles a pedir la vuelta de Aristide y repudiar la ocupación. El gobierno lo asumieron un ministro tránsfuga del gobierno depuesto, un representante de la oposición y ¡el representante de la ONU en el país!
Como EEUU tenía sus manos muy ocupadas en Irak se construyó un enroque en el que entraron países como Brasil, Bolivia, Chile, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Paraguay, Perú, Uruguay y Argentina, por hablar sólo de los latinoamericanos, y que hoy mantiene unos 9000 soldados en todo el territorio (la llamada MINUSTHA). como “sponsor” se instaló en Haití para poner orden.

Se hicieron elecciones con Aristide proscrito y la ocupación se desarrolló como todas las ocupaciones de ejércitos extranjeros: avasallamiento de la dignidad de los nativos, control y represión sociales tras la fachada del combate a las bandas mafiosas (que, como reconocen todos, después de 4 años siguen operando y manejando negocios como el de la droga, etc.), prostitución y prostibulización de barriadas pobres para solaz de la soldadesca, acusaciones (“no probadas”) de abusos y corrupción de menores, mercado negro, etc.
Eso es lo que Argentina ha sostenido, para eso ha enviado anualmente contingentes de cientos de integrantes de las fuerzas armadas y de seguridad. Ante la ya recurrente pero no menos vergonzosa indiferencia del conjunto de nuestra sociedad, para nuestro escarnio.

Valiente muchachada
Cualquiera conoce historias sobre las tropas yanquis en Irak, incluso quizás hasta de las británicas o alguna otra de esas temibles maquinarias de guerra que van y vienen por el mundo. Todos hemos visto películas sobre ellos, hemos leído sobre el recuento de bajas “propias”, hemos visto filmaciones sobre ellos en el cable o de ellos mismos en Internet, nos han informado con lujo de detalles sobre la visita a nuestro país de algún nativo argentino enrolado en las tropas coloniales y que vuelve “sponsoreado” para contarlo, pero ¿por qué nadie habla de nuestros muchachos, de nuestros infantes de marina (nuestros “marines”) que silban un tango o una cumbia en las nocturnas guardias bajos los inhóspitos e incluso hostiles cielos de tierras semisalvajes, rodeados de hordas de “negros del carajo” (¡grande Fontanarrosa!) armadas hasta los dientes seguro que con armas rusas?

Escuchemos (leamos) parte de su crónica: “El Batallón Conjunto Argentino 6 (BCA 6) se encuentra desplegado en la República de Haití desde el 7 de febrero del corriente año (entiendo que 2006, ahora está desplegado el CCA 8)… El 26 de mayo pasado la Policía de Naciones Unidas (UNPOL) solicito el apoyo del BCA 6… El Comandante del Batallón Argentino (ARGBAT) ordenó que una Sección de la Compañía (Cia "F") FOXTROT de la Infantería de Marina…, concurriera a cumplir su misión con cuatro vehículos Panhard y un Hummer… El jefe de UNPOL recibió la orden de trasladar al detenido a la ciudad capital del país, Puerto Príncipe… A las 1520 el BCA 6 desplegó otra patrulla para reconocer la ruta de marcha (se aprovecho la misma para engañar a los posibles manifestantes sobre la verdadera ruta a tomar). De las dos rutas posibles se decidió utilizar la más larga… Cuando el HUMMER sobrepasó la altura del Hotel CHAC HOU, una camioneta color rojo oscuro se cruzó en el camino y cuatro individuos descendieron y empezaron a disparar sobre el HUMMER y el primer PANHARD. Unos metros más adelante se reciben disparos provenientes de las azoteas de ambos lados de la calle. Debido a esto, el personal de ARGBAT que se encontraba en el primer y segundo PANHARD respondió a la agresión realizando disparos al aire para intentar cesar las hostilidades por parte de los atacantes. El convoy aceleró la marcha para salir de la zona de fuego esquivando la camioneta. A unos 150 mts. más adelante 3 individuos dispararon sobre el HUMMER por lo que se trató de persuadir con disparos al aire. El convoy sobrepaso rápidamente este sector y logró arribar a la base de MINUSTAH unos 10 minutos después… Esto demuestra que a pesar de la estabilización que se logró en todo el país no quita que las tropas y personal integrantes de la MINUSTAH sean ajenos a las agresiones de unos pocos que no desean la paz de Haití. El personal del BCA 6 ha cumplido con su misión en forma muy satisfactoria evitando bajas propias y permitiendo que el detenido sea trasladado y juzgado en la capital del país, demostrando con esto que el adiestramiento y la predisposición del personal desplegado ha posibilitado que en una situación de esta envergadura actúen con serenidad y profesionalismo logrando evitar daños colaterales a riesgo de sus propias vidas.
Por el CCIM Claudio Rodolfo Daniel MACHADO (Destacado en Haití)

¡La caída del Halcón Negro! ¿¡Dónde están Palito Ortega y Carlitos Balá para contar esta gesta!?
Me parece realmente un hallazgo lo de engañar a “los posibles ¡¡manifestantes!!”.
Con todo el respeto para quienes, evidentemente, creen en lo que hacen y ponen el cuerpo a las balas de verdad, ¿¡qué carajo estamos haciendo!? ¿Vamos a terminar como los yanquis, esperando el ataúd envuelto en la bandera para pensarlo? ¿Vamos a esperar que algún soldado argentino se mande un moco y cometa un hecho que, por cantidad o por calidad de las víctimas o por puta casualidad o qué se yo, sea inocultable? ¿Realmente somos incapaces de ponernos aunque sea por un instante, un solo y breve segundo, en el lugar de los haitianos e imaginarnos como sería ver pasar las tropas recontra-pertrechadas de un país que ni sabemos dónde está y que a metros de la punta de sus fusiles estén nuestros hijos, nuestras mujeres, nuestros hermanos? ¿Hasta cuando insistiremos en querer ponernos en el lugar de los amos, de los colonos y no en el de los que comparten nuestra condición de dominados, de saqueados? ¿Por qué los soldados argentinos van codo a codo, en “franca camaradería” con los soldados de países europeos que dicen que las “Falkland” son parte de la Comunidad Europea y controlamos, “por su bien”, a gente a la que le han arrancado todo y ahora también le quieren arrancar el gesto de bronca, de desesperación, el último gesto de humanidad?

Gases lacrimógenos
Una espantosa (¿tengo que volver a escribir “vergonzosa”?) nota en el diario “Crítica de la Argentina” comenzaba con esta frase: “Cuando se sobrevive con menos de dos dólares diarios, un aumento mínimo en los precios (?) es una revolución”. Lo que también es una estupidez de punta a punta, a poco que se reflexione sobre ello, pero, en fin, lo que ocurrió hace pocos días en Haití fue que un aumento de los precios de productos básicos de la canasta alimenticia, particularmente el arroz, provocó un estallido social, una pueblada que fue valerosamente enfrentada por los “cascos azules” de nuestras prósperas colonias, armados hasta los dientes sobre los vehículos de guerra con que diariamente patrullan las callejuelas del 4º mundo.
Según parece los “daños colaterales” no fueron demasiados: “por lo menos” 5 muertos y unos 200 heridos, lo que, por supuesto, apenas llegó a los oídos del Consejo de Seguridad de la ONU, que sí se manifestó vigorosamente por la muerte de un “casco azul” nigeriano en los incidentes.

El estallido también tuvo la virtud de contribuir al alerta que distintos organismos internacionales dieron sobre las consecuencias del aumento del precio de los alimentos a nivel mundial y de colorir el discurso presidencial de Cristina de Kirchner ante los empresarios agrícolas. Logros a los cuales cualquier haitiano seguramente renunciaría a cambio de un poquito de justicia y un poco de comida para su familia.
Las consecuencias, sin embargo, parecen ramificarse:
• El primer ministro en funciones tuvo que renunciar y un presidente Preval seria y, casi seguro, decisivamente debilitado trata ahora de encontrarle un sucesor ya que seguramente ha renunciado hace mucho a buscar una solución al drama de su patria.
• Aun una publicación nada extremista y que cree necesaria y positiva la presencia de la MINUSTAH advierte que, sino antes, ahora, esta fuerza, llamada explícitamente por el presidente a poner fin a los actos de vandalismo y a los saqueos que han caracterizado las manifestaciones contra el costo de la vida en estos últimos días,…no opera ya en compañía de la policía nacional. Desde estos últimos acontecimientos, cada uno va por su parte y es el Minustah que tiene en su mano el restablecimiento de la seguridad. Decisión del Estado haitiano o la ONU, no sabemos. Pero decisión que consideramos llena de riesgos…hablamos de jóvenes soldados venidos de países lejanos sin ninguna afinidad cultural con nosotros. Los haitianos son ases en el arte de tirar piedras y estos jóvenes militares extranjeros pueden tener el gatillo sensible cuando se crean en peligro... Un incidente irreparable casi ocurrió el jueves 10…en el campamento de los soldados srilanqueses y faltó poco. Y eso gracias a una patrulla (de la policía nacional) que se interpuso para calmar a los jóvenes haitianos encolerizados…los policías haitianos como nativos pueden diferenciar; no es el caso del casco azul al que se “liberó en la naturaleza” para poner fin a los saqueos y que se corre el riesgo que vea en toda pequeña reunión de haitianos un grupo de ladrones. Ese parece haber sido el caso de estas últimas 48 horas... tanto más cuando el Minustah no tiene el favor en el medio universitario haitiano, tradicionalmente orientado a la izquierda…

¿Es que las leyes haitianas autorizan al Estado haitiano (a menos que sea un Estado dictatorial o un Estado bajo un empleo extranjero) a utilizar una fuerza armada extranjera a tal efecto en el territorio nacional? ¿Es que el capítulo 7 de la legislación de las Naciones Unidas que preside al envío del Minustah autoriza la utilización de ésta como instrumento de simple policía cuándo se había enviado para combatir grupos armados? Decimos a los unos y a los otros: ¡atención!
• Es a todas luces una voz “moderada”, sobre todo si se tiene en cuenta que una organización llamada HAITIAN PRIORITIES PROJECT (aparentemente ligada al Foro Social Mundial) pide el inmediato retiro de los “cascos azules” nigerianos ya que denuncia (después de recordar el desconocimiento del creole e incluso del francés por parte de las fuerzas ocupantes) que según los comerciantes de alrededor de la catedral del Puerto-Au-Príncipe, las tropas de la O.N.U de Nigeria abrieron el fuego sobre los vendedores callejeros después de la muerte del oficial de policía nigeriano. Condujeron una operación con la gran brutalidad, usando el gas lacrimógeno sin distinción. Prendieron fuego los puestos de los vendedores y amenazaron a transeúntes con quemarlos usando un neumático alrededor de sus cuellos (una práctica conocida en Haití como PèLebrun). HAITIAN PRIORITIES PROJECT denuncia vehemente las acciones de las tropas nigerianas considerando inaceptable que las tropas de la ONU estén dispuestas a abrir fuego sobre la población, a prostituir a nuestros hermanos y hermanas, a matar a nuestros ciudadanos, a amenazar con quemar nuestros negocios y continuar funcionando en Haití con impunidad. Termina recordando que la Constitución haitiana obliga al presidente, además de a proteger el suelo y los habitantes, a dirigir o a nombrar a un haitiano que dirija cualquier tropa asentada en el territorio del país. Y que si esto no ocurriera en el 2008 las tropas de la ONU deberán abandonar Haití y los 600 millones de dólares que requiere su funcionamiento ser destinados a proyectos necesarios para la nación.

• Las agencias internacionales reflejan que muchos de los manifestantes de esos días levantaron la bandera del retorno de Aristide, quien sigue teniendo gran ascendiente sobre los sectores más desposeídos del país, lo cual podría dar una bandera de unificación política a la gran corriente de descontento y aun de desesperación que vendría tomando impulso después de cuatro años más de miseria e injusticia, después de cuatro años de ocupación colonial.

Sueños de justicia poética
Esta historia de los exilios de Aristide, de los pobres para los cuales representa tal vez la única esperanza, me toma, debo decirlo, en un estado de febril nausea ante toda esta gran miserabilidad de nuestro gobierno setentista y de los derechos humanos, que nos arrastra a esta ignominia sicópata de usar el dolor de un pueblo tan terriblemente cerca de los EEUU y tan, tan lejos de Dios para las politiquerías nacionales e internacionales en las que seguramente cree ser avezado. Tal vez como consecuencia de ese estado alterado del espíritu es que me dio por tener una especie de sueño de justicia poética en el cual una joven haitiana (que seguramente conoce a un joven haitiano) tal vez idealista, seguramente ambiciosa, espera y trabaja para el regreso del exiliado, sin saber, sin que nadie sepa, que de aquí a 30, 35 años, allá por el 2045, las vueltas de la vida harán que el joven y la joven (ya crecidos, sin sombras del idealismo, con la ambición viva y quemante) tengan que enviar tropas haitianas a poner orden y controlar la vida de los habitantes de una Argentina que, por excesos de traiciones y de inconsecuencias, naufraga en un desierto de subsuelos secos y de tierra agotada y exánime, incapaz de alimentar a sus hijos después de décadas de saqueo.
Ojala que mi pesadilla sea sólo producto del dolor de ver estas imágenes que acompañan estas palabras y que encontremos el camino de grandeza, de deber y de dignidad de Toussaint Louverture, de Bolívar, de San Martín, de Artigas, de Fidel y el Che y de tantos otros, para apartarnos para siempre de esta avenida de vanidades y de traiciones por donde nos quieren hacer rodar los traidores y los posibilistas.


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