La agenda de guerra del gobierno colombiano
La Habana, Cuba, sede de los diálogos de paz, febrero 28 de 2014
El siniestro rostro de la Alianza geopolítica entre Washington y Bogotá se volvió a mostrar tras la difusión de la agenda del ministro de guerra, Juan Carlos Pinzón, con motivo de su participación en el “Diálogo de Alto Nivel en seguridad” con la CIA y el Departamento de Estado.
Varios asuntos llaman la atención y generan más duda y desconfianza en que el gobierno colombiano esté pensando sinceramente en la paz interna y en las buenas relaciones con sus vecinos.
Mientras se habla de posconflicto, aparte de mantener las altas cifras del gasto militar, se pide más apoyo para incrementar la guerra, concretamente buscando nuevos subsidios para el denominado Plan Espada de Honor 2 que ilusamente apunta al aniquilamiento de Bloques guerrilleros de las FARC.
Está claro que el gobierno maneja un doble discurso, con dos agendas diferentes para la conducción de los destinos del país. Aparte de la Agenda de paz de La Habana, la agenda de guerra se sigue urdiendo en conciliábulos oscuros con el gobierno de los Estados Unidos.
Quizá atendiendo las críticas al prohibicionismo, al tratamiento punitivo y militar que muchos sectores académicos y científicos han hecho desde diversas partes del mundo para llegar a la conclusión de que la guerra antidrogas ha fracasado, el Presidente Santos ha hablado sobre la necesidad de reformular tal política, que en nuestro país ha causado profundización del conflicto, desplazamientos forzados y deterioro ambiental entre otros males.
Sin embargo, y en contravía de todo lo que al respecto se debate hoy en La Habana, en la agenda extraviada de Pinzón aparece como punto de primer orden, el componente de lucha contra el narcotráfico dentro del esquema de las campañas militares contrainsurgentes, incluido el intervencionismo de Washington.
Siendo conocido que Estados Unidos se abstiene de participar en las fumigaciones aéreas si los países con presencia de cultivos de uso ilícito no lo piden, en el colmo de la sumisión el gobierno de Colombia le suplica que se continúe con las aspersiones del agente naranja de la corporación Monsanto en nuestros campos.
¿Será que definitivamente piensan hacer caso omiso al rechazo que los pobladores rurales con sus pliegos y marchas multitudinarias han hecho contra estas prácticas criminales de fumigación? Tal como lo hizo con pobladores ecuatorianos afectados por las aspersiones en la frontera, en vez de seguir envenenando los campos de Colombia, el gobierno Santos debe indemnizar también a los campesinos afectados en nuestro país.
En la agenda de guerra de Pinzón, vuelve a asomar sus orejas la unilateralidad en el tratamiento de temas que son de discusión en la Mesa de La Habana. Aspectos de la justicia transicional, que tratan del favorecimiento a militares involucrados en crímenes de lesa humanidad y alusiones al futuro de la insurgencia, se tramitan en la paralela mesa imperial, que al fin de cuentas parece ser la que traza las políticas y decisiones de nuestra contraparte.
Si hay tanto interés del gobierno de Bogotá en la bendición de los Estados Unidos, las FARC-EP insisten en que se viabilice la participación de un representante del gobierno de este país en el proceso de conversaciones.
En el tratamiento de la paz, el gobierno y su ministerio de guerra, deben abandonar la ambigüedad, pero además deben dejar atrás la hipocresía de la diplomacia del buen vecino y actuar con transparencia, pues no es correcto que se siga maquinando, ya no solo desde Bogotá, sino también desde Washington contra un país que como Venezuela, ha acompañado con empeño y desinteresadamente el proceso paz, poniendo todo de su parte para que se logre la reconciliación de los colombianos.
¿Cómo puede entenderse que mientras la cancillería hace reuniones de cooperación con autoridades venezolanas, de manera oculta se pida a Washington apoyo para aumentar la capacidad de acción de las fuerzas militares con la descabellada tesis de que podría presentarse en el futuro un escenario de confrontación con Venezuela o Nicaragua?
Ojalá que la gestión de reuniones de coordinación de ministros de defensa de la Alianza Pacífico, EEUU y Canadá, impulsada por Colombia, no termine convirtiéndose en una suerte de estrategia neocolonial que afecte la paz del vecindario, por la que recientemente abogó la CELAC.