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Mundo :: 17/10/2007

:: La herencia del Che: Imaginar lo imposible & hacerlo Realidad

Colectivo NPH

La herencia del Che:
Imaginar lo imposible & hacerlo Realidad

Partes de la Guerra Social (PGS) nº 17

-Material Multimedia-

“(..) Héroe romántico (..) la admiración que despierta no surge de su perfil de guerrillero o revolucionario, sino del idealista. (..)”Ricardo Kirschbaum, Editor General de Clarín, 7/10/07.

“Todo explotador es enemigo del pueblo. ¡La justicia exige que sea derrotado!” Evita, 1952.

“La violencia no es monopolio único de los explotadores, por lo tanto los explotados la pueden hacer servir siempre y cuando las circunstancias lo permitan”.
Che.

Material Multimedia [M+M] en: http://www.colectivonph.com.ar/pgs/151007.htm

Humano, demasiado humano:

“Pero el pueblo no dejó nunca de alzar la bandera de la liberación, la clase obrera no dejó nunca de rebelarse contra la injusticia. El peronismo probó todos los métodos para recuperar el poder, desde el pacto electoral hasta el golpe militar. El resultado fue siempre el mismo: explotación, entrega, represión. Así fuimos aprendiendo. De los políticos sólo podíamos esperar el engaño, la única revolución definitiva es la que hace el pueblo y dirigen los trabajadores. Los militares pueden sumarse a ella como individuos, pero no dirigirla como institución. Porque esa institución pertenece al enemigo, y contra ese enemigo sólo es posible oponer otro ejército surgido del pueblo”.
Rodolfo Walsh, 1969.

A 40 Años de la caída en combate del compañero Guevara. En combate, en la lucha armada, no en una banca, ni un despacho, ni en un sindicato. Ernesto, que peleó por el comunismo, por un mundo completamente nuevo para un hombre nuevo. Y no por un mundo “más justo”, ni “más solidario”, como lo insulta la insulsa progresía para vaciarle su contenido radical y revulsivo, indigerible, para la sociedad mercantil.

No señor Kirschbaum, El Che, no era un “idealista”; y menos así, en negrita, como usted lo escribe. Esa expresión, “idealista”, así, destacada por su pluma, tintinea peyorativa; suena a hijo bobo, minusválido, ingenuo, del hombre revolucionario.

El Che era un hombre cabal, con ideales, por cierto, pero no “idealista”. Conciente de su lucha y sus métodos. Hijo de una forma de hacer de revolución en la modernidad.

Si la clase social burguesa, para hacerse del poder político, luego de su violencia revolucionaria, decapitó a miles y miles en la guillotina, y asesinó con las invasiones napoleónicas, que mató en las guerras independentistas a otros cientos de miles, y prosiguió, por dos siglos, en dictadura y en democracia, con campos de concentración y bombas atómicas, aniquilando a millones de seres humanos para reproducir su lucro privado a costa del trabajo; entonces, esta clase y sus estados, bien poco pueden ruborizarse de la violencia como ejercicio político y guerrero del poder.

Si los empresarios quieren clausurar la violencia política por ser sus últimos portadores, en democracia, bajo el mercado como la guerra de clases por otros medios, o en la guerra, como la continuación de la política mercantil por las armas; que retiren sus epitafios, imágenes y palabras, sobre la violencia política y revolucionaria, pero de los explotados, que representa el Che. El Che y sus métodos, son inentendibles e inseparables de la violencia revolucionaria, auténtica forma política de la lucha de los oprimidos.

Si la violencia política es execrable para los dueños, gerentes, académicos y periodistas del capital; claro, solo cuando es violencia revolucionaria que vaya contra el orden dominante que disfrutan, pero no cuando naturaliza la violencia del subconsumo, la multiplicación por cinco de las villas miserias post-devaluación y la legalización de los crímenes por desnutrición y hambre que genera su sociedad; si para ellos, únicamente, la violencia popular es condenable, porque la democracia es la violencia política que hay que soportar a cambio de votar cada cuatro años al futuro presidente verdugo, que lo digan con todas las letras, no bastardeando la coherencia de un hombre como el Che, rotulándolo, “Héroe romántico”, como quien dice, un cándido trotamundos, o, ¡Un pobre estúpido!

No señor Kirschbaum, aunque a usted no le guste, el Che fue un hombre con todas las letras; imperfecto como cualquiera, pero obstinado en ser cada vez mejor persona. Un guerrillero, un revolucionario, como usted jamás será. Usted solo puede ser el Editor General del diario Clarín. Un periódico que tituló a la Masacre de Avellaneda del 26 de junio de 2002, donde fueron asesinados Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, y donde hubo otros siete intentos de homicidio con balas de plomo y decenas de heridos, con la antiséptica frase: “La crisis causó 2 nuevas muertes”.

En cambio, señor Kirschbaum, el Che, fue un sujeto que dignificó a la especie animal de los humanos, usted incluido, a su pesar. Pero en contra del perfil que le quiere asignar, no fue “un héroe romántico”, un “idealista”, sino un revolucionario. Y el Che, sabía claramente la diferencia entre ser un idealista y un revolucionario, no por nada dijo que “El eslabón más alto que pude alcanzar la especie humana es ser revolucionario”.

El Che, un hombre más allá de los oropeles y los cargos; de las nacionalidades y los estados; las religiones y las razas; de los sexos masculino y femenino. Tan común en su singularidad, que su nombre propio, no es un nombre propio, sino un sobre-nombre. Un nombre por encima de los nombres, más allá del propio nombre. Un hombre que firmaba como “Che”. Un hombre que enaltece a todos los géneros, un ser humano de lo mejor que dio la humanidad. Un nombre sin apellido; un hombre que es varón y mujer, el nombre de los nadies, de los comunes, de los desheredados. Un hombre sin nombre, un nombre para todos los hombres, un hombre cuyo nombre es El “Che”.

Welcome communism!

“Hay que asumir todos los riesgos y quitarles el respirador artificial a las ideas moribundas. La imaginación es una de las cualidades revolucionarias más importantes, más en estos tiempos de exangüe capacidad onírica. Justamente, hoy se torna necesario creer para ver. Sin confianza en el pueblo la mirada es claudicante o autoindulgente, sin esperanza revolucionaria disminuyen las chances de descubrir y de inventar”.
Miguel Mazzeo y Fernando Stratta, Reflexiones sobre el poder popular, 2007.

El Che, el Cordobazo, los 30.000 compañeros y compañeras asesinados, los organismos de DD.HH., el Cutralcazo, el 19y20, y tantas otras experiencias de lucha, triunfaron culturalmente. Su herencia es presente, creación colectiva y proyecto antikapitalista.

Nunca la humanidad estuvo materialmente más preparada, como hoy, para pasar sin transiciones al anticapitalismo. Porque nunca fue más injusta la sociedad, nunca hubo más pobreza con empleo, trabajo inestable y miseria como hoy. Nunca el mercado asesinó a tantos de inanición y enfermedades curables, nunca el ecosistema estuvo más en peligro por la ganancia privada de los patrones. Nunca la globalización capitalista fue tan completa, y con ella, la globalización de las luchas. Nunca hubo tantos medios de contrainformación en manos de los que luchan. Nunca la vida fue tan atacada como bajo la fase imperial del capital.

Nunca estuvimos como especie más objetivamente preparados para el comunismo. Para socializar la riqueza y no la pobreza. Nunca el cerebro humano fue tan poderosamente productivo como bajo la cooperación del general intellect o cerebro social del trabajo. Nunca estuvimos más capacitados para reducir de manera infinitesimal el trabajo manual.

La humanidad no precisa reindustrializarse. Esa es la utopía regresista del nacionalismo capitalista. Lo único positivo que tuvo el desarrollo histórico del capital, es la liberación de trabajo vivo para subsumirlo como trabajo muerto. Destruir capital circulante para hacerlo capital fijo. Reducir asalariados para emplear máquinas. La desocupación es culpa del trabajo asalariado, no de su carencia, por eso es trabajo negado por el capital, para mantener la tasa de ganancia del trabajo empleable restante. El desempleo es culpa del empleo capitalista del trabajo. El capital mantiene una aristocracia registrada con empleo para enfrentarla al precariado en la clandestinidad. Pero no hay inclusión posible, ni en Argentina, ni en el mundo, para que todos los trabajadores sean asalariados, y menos que menos, en blanco. El Che vive en los que luchan, pero el fordismo como tendencia hegemónica del capital está muerto para siempre. Goodbye mister fordism!, Welcome communism!

Los que predican la vía fabril al desarrollo, nunca en su vida van a pasar ni una hora arriba de una línea de producción. Así, ¡Qué fácil que es hacerse el obrerista, sobre el lomo de los demás! Muy por el contrario, la tendencia hacia la subsunción real de la sociedad en el capital, el capitalismo tardío, postindustrial, la inmaterialización del producto del trabajo, el robot y la biotecnología, la revolución nanotecnológica, neurocientífica y comunicativa, nos señala, que desapoderado el capital de las riquezas creadas, un paraíso material, que entierre por siempre la miseria y la alienación, el egoísmo y la soledad, la angustia y la precariedad, está al alcance de la mano. ¡Qué trabajen las máquinas! Por lo menos, hasta que la inteligencia humana tenga que enfrentar a la inteligencia replicante artificial que reclame su emancipación del trabajo.

El comunismo por el que vivió y murió el Che, es infinitamente más realizable hoy que hace cuatro décadas. No retrocedamos “Ni tantito así, nada”, creyendo en industrializaciones innecesarias. Hoy, el utópico, no resulta el revolucionario sino el reformista. Ahora, el progresista, es un conservador, cuando no un retrógrado. Volver a la sociedad modernista, keynesiana, de masas, resulta más irrealizable que el fin de todas las clases, la abolición de la compraventa de los bienes y saberes, y la destrucción del estado capitalista. Al decir del Che: “No hay más cambios que hacer: o revolución socialista o caricatura de revolución”. Pero no un socialismo a secas, no un mero reproductivismo mercantil con capitalismo de estado. Sino como nos enseñó el Che “El socialismo económico sin la moral comunista no me interesa. Luchamos contra la miseria, pero al mismo tiempo contra la enajenación. Si el comunismo pasa por alto los hechos de conciencia, podrá ser un método de repartición, pero deja de ser una moral revolucionaría”.

A las y los compañeros, que llevamos por siempre en la cabeza y en el corazón, en la piel y en los sueños, en las vísceras y en la acción, que en la noche más oscura de la dictadura cívico-militar fueron secuestrados, atormentados y asesinados; a los curas del tercer mundo que vivían el evangelio mientras otros torturaban; a los maestros villeros que ensañaban a leer para poder disfrutar de la cultura y armarse mejor contra los patrones y su estado; al delegado fabril que coordinó sus luchas más allá del sindicalismo peronista en el ’75; al estudiante rebelde que agitó por la revolución social a mediados de los ’70; a los militantes partidarios y de las organizaciones político-militares que dejaron su vida por una patria liberada de capitalistas; a todas ellas y ellos, una y mil veces ¡Gracias!, ¡Gracias por habernos enseñado a luchar! Gracias por educarnos en las mejores virtudes humanas, y gracias por alertarnos de la crueldad que es capaz la clase dominante de los patrones, sus sanguinarios militares, los plumíferos periodistas y sus políticos acomodaticios. Sepan, que ninguna derrota militar, ¡Nunca!, mancillará su entrega. De las derrotas se aprende, dolorosamente, pero se aprende. Y no tengan la menor duda que, en las mejores hijas e hijos del pueblo, está en plena gestación la futura revolución social. Y cuando sea el momento, que como ustedes nos aleccionaron, siempre llegará, la irrupción multitudinaria se hará presente bajo nuevas formas, y entonces sí, tanto dolor y frustración acumulada, tanta simulación e ingratitud no será olvidada; tanto valor y tanto cariño, en la nueva aurora, será recompensado.

A ustedes, 30.000, compañeras y compañeros, que nos faltan, y nos hacen falta, dejaron un hueco generacional que ahora quiere ser usurpado por los ex-setentistas. Verdaderas lacras, sanguijuelas que parasitan su pasado, que buscan succionar en el presente todos lo nutrientes que nos dejaron.

A esos, que no son ustedes, que los traicionaron, que cambiaron la condición de militante por la de operador político; que dejaron de aspirar a ser comandantes revolucionarios para ser diputados; que llegan a los despachos para acomodarse y se olvidan de donde vienen; que trocaron la revolución por la prosperidad bajo el sol del poder que ustedes combatieron. A esos, que se llevan los bolsos con los dólares a costa de la sangre de la multitud; que recrean el asistencialismo con la lógica empresaria; que quieren vender la caridad de ONG como el nuevo credo de los pobres; a esos, que no son ustedes, a los que escalan en la sociedad subiendo por un escalera hecha con los huesos de los descartados por la democracia genocida; a esos, que nunca jamás serán como ustedes, compañeras y compañeros, que encarnaron esa frase tan hermosa como inconmensurable, “Seremos como el Che”. Y lo fueron.

Porque ustedes comprendieron, como el Che, que “El revolucionario verdadero está guiado por grandes sentimientos de amor”. Sin ustedes, sin su templanza y entrega, sin su inteligencia y amor; sin su tozudez y principios, sin su combate y su ternura, esta sociedad sería inhabitable.

Las luchadoras y luchadores, contra todos los pronósticos y en las condiciones más adversas, han obligado al poder dominante a tener que travestirse, y ahora, se disfrazan de veneradores del “Che”. ¡Esto sí que es una victoria cultural contrahegemónica, de todas y todos los antisistémicos! Una victoria póstuma que les pertenece a ustedes, y a todas y todos los que buscan la manera de hacer la revolución anticapitalista en el siglo XXI.

Pero, ¡Cuidado!, cuando el enemigo de clase, sus aparatos ideológicos y sus instituciones, cobija las mejores prácticas antisistémicas que siempre combatieron, cuando arrulla a un hijo de la revolución que ellos asesinaron y exhuman su legado, es para fosilizarlo y descafeinarlo, marketinizarlo y mitificarlo en el peor de los sentidos; es decir, para volverlo a liquidar.

Hay un nuevo estadio de sentido común, un buen sentido que se ha conquistado. Ahora, hay que ir por más. Evitar, “El abrazo de oso” del poder capitalista. Huir de la momificación de la revolución. Necesitamos pensar lo imposible y hacerlo realidad. Seguir creando, uniendo a los y las que combaten por un proyecto antagónico a la democracia del capital y su Nueva Clase.

Un cuarto de siglo de lucha contra la democracia Capital-Parlamentarista, las miles de experiencias rebeldes nacidas en la hoguera del 2001, una izquierda políticamente autónoma, más la futura insurrección revolucionaria de la multitud, nos permitirá pasar, del pedido de: “¡Qué Se Vayan Todos, que no quede ni uno solo!” (QSVT!); a la exigencia: “Hay Que Echarlos a Todos” (HQET). Y entonces, la multitud, sustrato soberano del poder constituyente, sujeto político de la posmodernidad, en su hora maravillosa, podrá decir con Ernesto Guevara, El Che: “Nuestra venganza será la victoria”.

8 de Octubre de 2007
-A 40 años, de un muerto que resucita cada día-

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