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Bolivia :: 30/03/2010

Las viejas mañas del proceso electoral

Centro de Estudios Populares
El Estado se prepara para el recambio de poder de las clases dominantes.

Bolivia, 30 de marzo de 2010 (CEP).- El Estado boliviano se apresta a cambiar de autoridades municipales y departamentales, las ofertas electorales, como ya es costumbre, prometen de todo para captar el voto de la población. La renovación del aparato político boliviano forma parte de la reestructuración del Estado burocrático terrateniente y la consolidación del programa del MAS. La perspectiva es renovar las viejas estructuras del Estado, afinarlas y aceitarlas para, de manera más eficiente, reproducir su naturaleza explotadora.

Un derroche de ofertas imposibles de cumplir, peleas a golpes entre contendientes con heridos de por medio, insultos, denuncias, contradenuncias, demandas judiciales, esos son los elementos de la campaña electoral que vive nuestro país que se prepara para votar el 4 de abril por renovar autoridades municipales y prefecturales. La dinámica electoral del presente no tiene nada que envidiar a las formas del pasado.

Durante años los estudiosos académicos, entre liberales y progresistas, muchos de ellos en el gobierno, criticaron la forma de hacer campaña, denunciaban la guerra sucia, la falta de debate en torno a ideas o a un programa y cuestionaban la construcción mediática electoral en base a figuras políticas como caudillos.

Pues lo que presenciamos hoy, en estos “tiempos de cambio”, es precisamente eso y mucho más como el derroche en dinero, la prebenda, el uso indiscriminado de los recursos del Estado y condicionamientos políticos a la población como lo hace que el mismo presidente al señalar que sus candidatos tendrán el apoyo económico del gobierno.

No ha estado ausente la nota folklórica, un candidato llevó su ovejitas de peluche para decir que los paceños no son borregos, también tenemos el caso del malogrado candidato del MAS a prefecto por La Paz, Félix Patzi, que fue sorprendido en estado etílico cuando conducía su vehículo. Otro ejemplo, el candidato de Unidad Nacional (UN), Carlos Laruta, convertido en cantante charanguista y el candidato del MAS por Santa Cruz, Jerjes Justiniano, quien llevó para su campaña a concursantes de belleza. Entre lo más insólito que pudimos ver, fue a este candidato oficialista rezando en televisión, para satisfacer el casi emplazamiento que le hiciera el entrevistador de demostrar que era creyente. Para ganar votos todo vale.

La prebenda tampoco estuvo ausente, según sabemos, el candidato Rubén Costas en Santa Cruz, utiliza a los escolares comprándoles implementos educativos a los cursos a cambio de que los adolescentes participen en su campaña. El gobierno no se quedó atrás. Como es de conocimiento público, el MAS consiguió una “histórica” unión, a través del hoy Senador oficialista Isaac Ávalos, con elementos lumpenescos y fascistas de la Unión Juvenil Cruceñista y parte de las barras bravas futboleras, éstos que antes golpeaban a campesinos sin tierra por ocupar las propiedades de los terratenientes, hoy marchan orgullosos haciendo campaña por el MAS y vistiendo la camiseta del Che Guevara. Los barristas, según dicen los propios actores, han sido premiados con bombos costosos y celebran deliciosas parrilladas con el candidato del MAS.

Denuncias de todo tipo abundan en esta campaña. Guerra sucia en la que todos se acusan, enfrentamientos en diferentes ciudades del país, acusaciones de quitarse los candidatos como lo hizo Evo Morales respecto de su aliado, el Movimiento Sin Miedo (MSM).

Hay una aparente ruptura entre el MAS y el MSM, aparente porque esto no está refrendado en las otras instancias donde comparten poder, como la Asamblea Legislativa. El MAS se ha lavado las manos de su corresponsabilidad en la gestión del MSM y ha acusado a éste sobre los problemas en las obras realizadas durante su gestión. La población conoce estos problemas porque las vive diariamente, muchas de estas obras con ciertos problemas fueron entregadas con bastante premura, por ejemplo, para las elecciones de diciembre del año pasado cuando se elegía a Evo Morales como presidente. Un ejemplo de esas obras aceleradas es la avenida Buenos Aires a menos de un mes ya estaba con algunas ondulaciones y ruptura de canal de agua.

Las denuncias sobre estos problemas vienen de tiempo, sin embargo, recién ahora el MAS se “entera” de éstos, justo cuando la alianza se debilita. En realidad el gobierno hace gala, una vez más, del cálculo político y la ética política que practica.

Pero hay denuncias más reales como las que hicieron un grupo de madres de familia en El Alto, que fueron movilizadas para pelear por un bono, pero resultó que las estaban utilizando para apoyar la campaña del candidato del MAS, Edgar Patana. También están las denuncias de afiliados a sindicatos que han decidido apoyar al gobierno, los dirigentes, mediante la acostumbrada presión sindicatera, multa con dinero a los afiliados disconformes si no van a las manifestaciones oficialistas. No dudamos que los candidatos opositores que están en función de gobierno como el MSM u otra tienda política hagan lo mismo con sus funcionarios.

Hay que sumar también a esto el conocido voto consigna, antes usado por los viejos partidos políticos a través de prebendas, que acudían a la población campesina y compraban el voto con unos kilos de arroz, este voto, ahora funciona más o menos de manera similar, bajo la demagogia de los dirigentes cooptados por el “proceso de cambio”.

Pensar que en nuestro país va a existir una campaña electoral “democrática”, con discusión de programas, sin reproducir las viejas mañas del pasado es desconocer su carácter semifeudal. Estas formas políticas se reproducen hasta en instituciones más pequeñas, basta echar un ojo a las elecciones en la Universidad Mayor de San Andrés, ahí los frentes que tienen poder hacen lo mismo, sino, vean como la Federación Universitaria Local dirigida hoy por masistas maneja la beca comedor.

Pero las formas finalmente no son lo más relevante, sino el objetivo que persiguen los partidos políticos en la reconfiguración del poder político. Asistimos a una reestructuración del Estado terrateniente burocrático y las fuerzas políticas, que finalmente representan a las clases dominantes se preparan para ver cuanta parte de la torta van a conseguir. El pueblo no puede esperar nada bueno de semejante cosa.

Aunque una parte del pueblo boliviano se va desengañando de las promesas del gobierno y la oposición, la mayoría aún sigue esperando resultados. Elección tras elección renuevan la esperanza de que ahora si ya el gobierno podrá cumplir con lo prometido. Esta idea se reproduce con cada evento electoral y es muy bien manejada por dirigentes sindicales adictos al gobierno. Un argumento muy utilizado es el que aún los neoliberales siguen en parte de la administración del Estado, entonces, al apoyar electoralmente al “proceso de cambio”, el gobierno prescindiría de toda esta gente.

Sin embargo, echar un vistazo a las alianzas políticas nos permite medir si hay, realmente, cambios en los actores de la administración estatal.

La oposición política ha perdido fuerza sin embargo tiene presencia suficiente para controlar el poder algunas regiones del país como Santa Cruz, Beni, Tarija y Chuquisaca; en las demás regiones el oficialismo ganará, al parecer, sin dificultad excepto Pando donde, a pesar de los ingentes esfuerzos gubernamentales las encuestas dan un empate técnico. Esta oposición está muy ligada a la etapa “neoliberal” con fuertes lazos con la burguesía compradora y los terratenientes.

Otra parte de la oposición, más ligada a la burguesía burocrática, como Unidad Nacional y otros partidos de la pequeña burguesía o disidentes del partido de Evo Morales, no logran constituirse en una fuerza electoral. Sus ofertas apuntan principalmente a reactivar el aparato productivo del país, un discurso que compite con las propuestas del gobierno.

Lo más interesante está en el lado del gobierno. Si bien hay una oposición debilitada por su fracaso político, no hay que perder de vista que buena parte de estos opositores ahora están en el gobierno y son de todo calibre. Evo Morales ha incorporado a su gestión gubernamental (no necesariamente a su partido) a miembros de la pequeña burguesía y otros sectores antes opositores o independientes, ahora, incluso figuran como candidatos. Entre estos podemos ver acercamientos al sector ganadero, con la ex miss Bolivia Jessica Jordan, candidata a la gobernación del Beni, también a empresarios ligados a la burguesía burocrática, como Roberto Fernández, candidato a la alcaldía de Santa Cruz, hijo del ex rey de la cerveza.

Muy lejos del pedido de sus militantes, Evo Morales incorporó en estas últimas elecciones a invitados no militantes como la señora Ana María Romero de Campero que es presidenta del senado. En la dirección de conseguir el voto de las clases medias, la candidata del MAS a la alcaldía paceña es la onegera jailona Elizabeth Salgueiro acompañada del “compadre”, Guillermo Mendoza, disidente de UN. Mendoza es un personaje ligado al desaparecido partido Condepa. Los militantes de este partido fueron conocidos como “condepillos” porque prácticamente asaltaron, durante su gestión, la alcaldía de El Alto.

Entre las adhesiones que suman el proyecto oficialista tenemos a varios ex militantes de Podemos, partido de Jorge Quiroga Ramírez, desde un ex diputado en Tarija hasta el ex vocero de dicho partido, José Antonio Aruquipa, que hoy funge de asesor de la candidata del MAS.

Por supuesto no podemos dejar de lado la alianza del gobierno en Santa Cruz con elementos profundamente reaccionarios, lúmpenes y mercenarios como la Unión Juvenil Cruceñista y otros autonomistas, ex opositores rabiosos del gobierno, hoy devenidos en leales militantes del “proceso de cambio”.

Los representantes del gobierno justifican todo esto diciendo que el proceso es “incluyente”. La sustentación de esta idea, según dicen los “teóricos” oficialistas, está basada en el pensar indígena, pues este es incluyente y no excluyente, su visión no es el de la lucha de clases sino el de la complementariedad, por tanto el indígena busca conciliar y armonizar las diferencias en la sociedad al modo de la comunidad.

En realidad este no pasa de ser un tráfico oportunista, lo que es peor cuando se lo hace escudado en un sujeto social cuya palabra no es considerada en el proceso político. Algunos teóricos indianistas, muchos de ellos hoy defensores del “proceso de cambio”, cuando hablaban de la inclusión se referían a la vida en la comunidad. Poco a poco los significados fueron cambiando para decir que en lo económico el indígena, también inclusivo, practica la economía comunitaria y la economía de mercado, calificaban al indígena como una especie de anfibio, esto no es ironía son palabras de algunos constructores del pensamiento indígena, para finalmente justificar la “inclusión” de las clases explotadoras en el llamado pensamiento indígena. De esta forma, cada vez que conocidos reaccionarios sufren transformaciones ideológicas repentinas y son aceptados por el partido de gobierno se justifica diciendo que este proceso es inclusivo.

Las contiendas electorales han sido y continúan siendo el modo de recambio de las clases dominantes en la dirección del aparato estatal. Cada cierto tiempo los candidatos ofrecen todo para negociar el voto de las personas y luego traicionarlas desde la administración gubernamental. La ficción que alimenta la contienda electoral es que voto es sinónimo de democracia, a la hora de votar todos somos iguales porque el voto de los ciudadanos vale tanto como el voto del presidente, que en ese momento no hay clases sociales. Estos argumentos se transmiten en todas las esferas de vida social porque sirve a la reproducción del sistema establecido, sin embargo el sistema está lejos de ser la hoja blanca donde se discuten las ideas libremente y donde gana la mejor propuesta.

La realidad política muestra que el voto está construido por la fantasía de la oferta electoral, el cohecho, la prebenda, el engaño y la coerción. En una sociedad como la nuestra, dividida en clases que mantienen intereses contrapuestos y antagónicos, el “voto libre” no es más que la entrega de un cheque en blanco a los explotadores para que continúen viviendo de la riqueza que generan los explotados.

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