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México :: 07/12/2004

MUERTOS INCOMODOS (falta lo que falta)

Okupazión Auditorio Che Guevara
Capítulo uno de la novela a cuatro manos escrita sobre mesa de ping-pong pór el Subcomandante Marcos y el escritor Paco Ignacio Taibo II

Para los que venimos siguiendo desde hace algunos años el discurso zapatista, no nos asombro que ahora el Sub Marcos en su "calidad’ de intelectual quisiera escribir una novela policiaca. Lo cual tampoco quiere decir que nos emocione, por el contrario desde que supimos de sus intenciones nos preguntamos para qué escribir una novela policiaca... De entrada dejenme decirles que no lo sabemos, pero cambiar de los discursos "revolucionarios" a las novelas policiacas no es un cambio muy prometedor. Platicando entre nosotros hemos conluído que estamos asistiendo al funeral del intelectual Marcos. Y definitivamente no es por su mala ortografía, mala gramática, mal estilo o su humor negro, sino por el contrario, porque si bien ha contribuido al despertar de la clase media del mundo, ahora no tiene más remedio que ser elconductor-protagonista del Sistema de Televisión Intergalactica del zapatismo, lo cual es una idea de muy buenas intenciones pero de corto alcance porque haciendo uso de algunos medios de comunicación definitivamente no impacta de manera satisfactoria en los deseos de transformación de los pobres del país y hasta del mundo; bien, el mundo necesita producción cultural autónoma en sus diferentes expresiones, digase, pintura, música, literatura, etc., pero de ahí a considerar hacer uso de la novela policiaca para hacer sarcasmo de la vida política pública del país pues deja mucho que desear. Tal vez la novela resulte de buena calidad... pero en realidad ¿el mundo carece de buenos novelistas o de revolucionarios consecuentes, carece de propuestas filosóficas discursivas de avanzada o de premios Nobel, carece de acciones revolucionarias concretas o de masas que sigan un intelectual...? El discurso revolucionario de Marcos, dado su práctica actual de mero vocero del poder popular de las comunidades zapatistas, es un discurso ahora contemplativo, para desde su champa mirar, sonreir, asisitir al funeral de la clase política mexicana, que cegada en su lucha pasional por el poder central puede desatar en cualquier momento una guerra civil... Es así que esperamos que Marcos al asistir a su funeral, también asista a su renacimiento como jefe militar que es.

salud y revolución.
axionkritikacolektiva

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MUERTOS INCOMODOS (falta lo que falta)
NOVELA A CUATRO MANOS
x SUBCOMANDANTE MARCOS Y PACO IGNACIO TAIBO II

PRóLOGO
Hace una semana Paco Taibo II recibió una carta del subcomandante Marcos
en la que le proponía escribir una novela policiaca a "cuatro manos", se
fijaron las reglas, y este es el resultado. Una novela que se está escribiendo,
diseñada como un juego de ping pong en el que cada autor y su personaje
reaccionan a lo que el otro escribe, en una historia que promete meterse en
las tripas del desastre nacional.
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CAPÍTULO I

"A VECES TOMA MÁS DE 500 AÑOS"

"Todo lo que tarde más de seis meses, o es un embarazo o no vale la pena"
A SÍ ME DIJO EL SUP. Yo me lo quedé mirando por ver si estaba bromeando o lo decía en serio. Y es que a veces al Sup como que se le cruzan los cables. O sea que a veces los bromea a los ciudadanos pero con nuestro modo, y a veces hace bromas con nosotros pero con el modo de los ciudadanos.

Y entonces como que nomás no le atina. Aunque no se ve que mucho le importe. El se ríe. Pero no, esa vez no era así. El Sup no bromeaba. Bastaba ver que tenía la mirada seria, fija en la pipa mientras le daba fuego con el encendedor. La miraba a la pipa como si esperara que ella, y no yo, le diera la razón. El me había dicho que me iba a mandar a la ciudad, que tenía que hacer unos trabajos para la lucha, que primero iba a pasar un tiempo agarrando el modo de la ciudad y ya luego iba a hacer los trabajos. Fue entonces que yo le pregunté que cuánto tiempo iba a estar agarrando el modo ciudadano y él me contestó que seis meses, y yo le pregunté si abastaba con seis meses y el Sup dijo entonces lo que dijo.

El Sup me dijo eso después de tardar hablando con un tal Pepe Carvalho que había llegado a La Realidad, trayendo un mensaje de
Don Manolo Vázquez Montalbán y pidiendo verlo al Sup. Bueno, eso me dijo el Max, que fue el que lo recibió. Yo también que lo conocí a Don Manolo. Ya tiene días que vino a hacerle una entrevista al Sup. Trajo un montón de butifarras, o sea de carnes, en su mochila. Yo no conozco qué cosa es butifarras, pero cuando lo fui a alcanzar con el caballo, lo vi que tienen rodeado los perros al
Don Manolo. Le pregunté si trae algo de carne en su mochila y él me dijo "traigo butifarras, pero son para el Subcomandante Insurgente Marcos", así dijo. Ahí claro lo miré que lo respetaba mucho al Sup, porque así sólo le dicen los ciudadanos que mucho lo respetan y lo cariñan. Pero les decía que qué cosa es butifarras, porque yo le pregunté si traía carne y él respondió que traía butifarras, así que las butifarras son unos modos de cómo hacen la carne en su país de Don Manolo.

A Don Manolo no le gusta que le digan "Manolo", sino "Manuel". Eso me lo dijo cuando íbamos camino a la comandancia. Tardamos en
llegar. Primero porque Don Manolo no sabía de caballos y tardó un buen rato en subirse a la montura. Y aluego pues le tocó un caballo muy pajarero y él digamos que no muy se le da lo de la jineteada y entonces el caballo agarra para el potrero en lugar de irse por el camino real. Como tardábamos en enderezar los caballos, lo platicamos con Don Manolo y creo que hasta nos hicimos amigos. Así fue como supe que no le gusta que le digan "Manolo", pero a mí me abasta con que me digan que una cosa no, para que yo terco en que sí. No lo hago por malora, es que creo que así me hicieron, o sea que es mi modo, o sea que contreras. Así me dice el Sup, "Elías Contreras", pero no porque así me llame. "Elías" es mi nombre de lucha y "Contreras" pues así me puso el Sup porque dijo que yo también necesitaba un apellido de lucha, y que como siempre llevaba la contra en lo que fuera pues me quedaba bien el apellido "Contreras". Esto pasó un buen tiempo antes de que yo fuera a Guadalajara, a recoger un correo en los baños públicos La Mutualista y conociera al chino Fuang Chu. Y sí, también mucho antes de que me encontrara con el comisión de investigación que se llama Belascoarán, en el Monumento a la Revolución, allá en la Ciudad de México. Yo le digo "comisión de investigación", peroel Belascoarán dice "detective". En nuestras tierras zapatistas no hay "detectives", hay "comisiones de investigación". El Belascoarán dice
que en la Ciudad de México no hay "comisiones de investigación", hay "detectives". Yo le digo que cada quien su modo. Pero les decía que todo esto fue más después de que el Sup me dijo eso de los seis meses. Y más después fue también que encontré a la Magdalena en la Ciudad de México. ¡Ah la Magdalena! Pero de eso les platico más luego o a lo mejor ni les platico porque hay heridas que no
sanan manque uno las platique. Al contrario, más sangran cuando se visten de palabras.

Pero mucho tiempo antes de que el Sup me dijera lo de los seis meses, yo ya había investigado algunas cosas que pasan en los municipios
autónomos rebeles zapatistas. Se dice "casos", no "cosas", me dijo aluego el Belascoarán que se la pasaba dándome carrilla porque según él yo hablaba muy otro y, siempre que le daba su gana, se la pasaba corrigiéndome el modo de hablar. Pero yo, en lugar de corregirme, pues más le daba. Contreras, pues. Uno de esos "casos" fue el que ahora le da título a este capítulo de esta novela que, ahí lo van a mirar, es muy otra. Pero déjenme y les platico un poco de quien era yo. Sí, era. Porque ahora ya estoy finado. Yo fui miliciano cuando nos alzamos en 1994 y combatí con las tropas del Primer Regimiento de Infantería Zapatista, que comandaba el Sup Pedro, en la toma de Las Margaritas. Ahora tendría yo unos 61 años pero no los tengo porque ya estoy muerto ya. O sea que soy finado. Al Sup Marcos primero lo conocí en 1992, cuando se votó la guerra. Ya después lo volví a ver en 1994 y juntos nos cotorreamos cuando los federales nos ata- caron en febrero de 1995. Yo andaba con él y con el Mayor Moisés cuando nos echaron encima los tanques de guerra, los helicópteros y las tropas especiales de los ejércitos. Estuvo un poco duro, sí, pero ya ven que no nos pepenaron. Nos pelamos, como quien dice. Aunque todavía tardamos días oyendo el "chaca-chaca" de los helicópteros. Bueno, ya es mucha vuelta. Yo sólo quería presentarme. Yo me llamo Elías, Elías Contreras, y soy comisión de investigación. Pero antes no era comisión de investigación, era nomás base de
apoyo del Ejército Zapatista de Liberación Nacional, aquí en Chiapas que está en nuestro país que se llama México. ¿Qué ónde mero queda eso? Bueno, pues ahí mírenlo en una mapa que está en la

COMANDANCIA GENERAL DEL EZLN
Un tucán solitario saca lustre a su pico en lo alto del tronco de un bayalté. Abajo el Teniente Hilario revisa si los caballos no han acabado con la pequeña milpa y la insurgenta Martina termina de repasar los nombres de las capitales de los estados La guardia limpia su arma, sentada a la puerta de una champita. A un lado, y prendida de una varita, ondea una vieja bandera de tela negra, con una estrella de cinco puntas y las siglas EZLN. La estrella y las letras son de un rojo desteñido. En la puerta aparece el Sup. La guardia se cuadra.
-Llámalo al Teniente Coronel José -dice el Sup. José llega. El Sup le entrega unos papeles diciéndole:
-Acaba de llegar esto. Después de leer, el Teniente Coronel le regresa los papeles con una pregunta.
-¿Y qué vas a hacer?
-No sé -dice el Sup, y se quedan los dos pensando
Se va el tucán con un ruidoso aleteo y distrae la mirada de ambos. Después de un momento se miran y, al mismo tiempo, dicen, se dicen:
-Elías.
Ya parpadea la tarde cuando en la punta del cerro se dibuja la figura del Teniente a caballo. Recorre la orillada del pueblo, evitando lodo y miradas extrañas.
Llega hasta donde Adolfo tiene su posta.
-¿Y el Mayor? -pregunta.
-Está en la reunión con las autoridades del municipio.
Va el Teniente.
El Mayor recibe y lee: "Localiza a Elías y dile que se dé su vuelta donde ya sabe para hablar con el viejo. Si puede mañana, está bien, si no
pues cuando tenga chance. Es todo". En el radio, el Mayor transmite: "Gama, Gama. Si copias dile al del ojo grande que compre su anteojo mañana o cuando pueda".
En lo alto de un cerro, el operador recibe y a su vez trasnsmite:
"Tortolita, tortolita, si copias, hay un 40 para Elías, que dice Nube que vaya mañana".
En el pueblo, el encargado de la posta lo va a hablar al responsable: "Que lo busques a Elías y le digas que mañana vaya para La realidad’.
Ya tiene rato que el sol se tapó con la ondulada cobija de los cerros, cuando aparece Elías en la puerta de su champa, cargando
un bulto de calabazas con el mecapal.
En una mano lleva la chimba y en la otra

EL MACHETE
Sí, el Sup no mero me enseñó el papel pero sí me dijo que de qué se trababa el asunto. Era una desaparición. Que en el papel le avisaban que desapareció una compañera y que el Sup hiciera un comunicado acusándolo al mal gobierno. Que de por sí es su trabajo del Sup pero que la problema es que la gente de la ciudada o sea que los ciudadanos ya están hallados a que los zapatistas les hablamos con la verdad o que sea que no les mentiramos. Y entonces que la problema es que qué tal que el Sup hace el comunicado de denuncia y arresulta que la compañera no está desaparecida o que no fue el mal gobierno el que la perjudicó y entonces pues vamos a echar
nuestra mentira y entonces pues nuestra palabra como que se hace débil y entonces aluego no nos van a creer. Y entonces que mi trabajo era que tenía que investigar si la compañera ésa estaba desaparecida de veras o lo que sea y entonces yo le avisaba al Sup qué mero pasó y él ya veía entonces qué hacemos.

Le pregunté al Sup que cuánto tiempo tengo y él me dijo que tres días nomás. Yo no le pregunté por qué tres días y no uno o diez o quince. El lo sabrá. Yo me fui a ensillar la mula y, esa misma tarde, enrrumbé para Entre Cerros, que así se llama el pueblo donde desapareció la compañera que se llama o se llamaba María, porque qué tal que ya estaba finada, y es o era esposa del responsable
zapatista local de ese pueblo. En llegando al pueblo lo hablé al compa responsable que su nombre es Genaro, y que es o era su
esposo de la finada María. Bueno, no es finada todavía. El Genaro me dijo que él cree que salió por leña y aluego pos ya no regresó. La buscó, sí. No la encontró, que si la hubiera encontrado pues no avisaba a la Comandancia. Que eso fue hace unas tres semanas. Que por qué no avisó luego. Que porqué pensó que aluego aparecía. Que si no sabía pá dónde había jalado. Que no. Que la buscara yo.
Que tal vez la habían robado los ejércitos o los paramilitares o ya estaba finada. Que quién le iba a hacer su pozol y sus tortillas. Que quién le cuidaba a los hijos.
Yo me despedí. Como que lo vi más preocupado por quién le hacía la comida que por la suerte de la finada. O sea que no la acordaba bien, que sea con amor que dicen, sino que la acordaba para los trabajos. Entonces pos mejor me fui al arroyo, a donde lavan las mujeres y ahí la encontré a la comadre Eulogia. Ella estaba con mi ahijado, el Heriberto, y taba lavando saber qué.Yentonces la hablé a mi
comadre Eulogia porque ella es de por sí muy averigua- dora. Y ella me dijo que, antes de desaparecerse, la finada María que no era finada todavía, había dejado de ir a las reuniones de la Cooperativa Mujeres por la Dignidad, mero cuando la iban a nombrar autoridad, y que ella, la Eulogia, la fue a ver a la supuesta finada para ver por qué ya no iba a las reuniones, y que ella, la María, le dijo "Acaso me
mandan", y que no le dijo más porque ahí nomás llegó el Genaro y la María se quedó callada, moliendo el maíz. Le pregunté si tal vez se perdió en el monte la María, y entonces la Eulogia dijo:
-¡Qué se va a perder, si mero se conoce todas las trillas y todos los piques!
-Tons no se perdió -le digo.
-No -me dice.
-¿Y entonces? -le pregunto.
-Pos yo creo que fue el Sombrerón que se la llevó -me responde.
-No chingue comadre -le dije -usted tan grandota y todavía cree en los cuentos esos del sombrerón.
-Pos ya ve que aluego pasan cosas compadre, como lo de la mujer de Ruperto -insiste la Eulogia.
-¡Ah que comadre!, pero eso no fue el Sombrerón, fue el Miguel. ¿A poco no se acuerda que los encontraron debajo del fogón a los dos, bien desnudos? -le insistí.
-Bueno -dijo la Eulogia- , pero aluego hay otras historias del Sombrerón que se me afigura que sí son ciertas.
Yo nomás no tenía tiempo de explicarle a mi comadre Eulogia que los cuentos del Sombrerón eran eso, cuentos, así que me fui rumbo a la trilla que va a donde sacan leña. Ya iba saliendo del pueblo cuando escucho una voz que dice:
-¡Ese Elías Contreras! -lo volteé a mirar quién me habla y era el Comandante Tacho que iba llegando al pueblo, creo que a dar plática.
-¿Idiay Tacho? -lo saludé.
Yo me iba a quedar a hablar con él del neoliberalismo y de la globalización, de esas cosas, pero me acordé de que sólo tengo tres días para el asunto de la tal finada María y ahí nomás me despedí del Tacho.
-Ya me voy ya -le dije.
-Ah, ¿andas de comisión? -me preguntó.
-Sí -le dije
-Vaya con dios Don Elías -me despidió.
-Vaya usted Don Tacho -le dije y agarré camino.
En llegando al acahual, empezó a llover. Yo no llevaba nylon, así que nomás ahí empecé a decir groserías, que no tapan de la lluvia pero cuando menos algo calientan. Seguí la trilla de la leña por todos lados. Y es que la caminadera de la leña se parte muchas veces, como si fuera la rama de un árbol. Onde quiera anduve y nada me encontré nada pa saber qué había sido de la supuesta finada María. Me arrimé al arroyo y tomé mi pozol sentado en una piedra. Se anocheció entonces. Aunque la luna era una pelota, tuve que usar mi focador para regresar al camino real. Había seguido una picada vieja. "¿Y ora?", me quedé pensando y mirando como baboso las ramas cortadas
por el machete machete ¡Machete! ¡Eso mero! No había encontrado por ningún lado el machete con el que la pretendida finada María se había ido a cortar leña. Entonces me recordé que en el sitio del Genaro había visto un mache- te al lado de los tercios de leña que se apilaban contra la pared de la champa. Había un buen tanto de leña, así que, ¿para qué había ido por más leña la entonces ya no tan finada María si ya tenía como para un buen rato? Se me ocurrió entonces que a la María no la habían desaparecido y que ella misma se había desaparecido. O sea que, como luego decimos acá, se había huido. Hecho la raya agarré el camino real pa Entre Cerros y, después de un café donde mi comadre Eulogia, me acomodé a dormir en la troje. Acaso pude dormir. Con el chaquiste y la preocupación nomás no entró mi sueño. Cuando no entra mi sueño pienso mucho. La Sara me regaña porque mucho pienso. Yo le digo que ni modos, que así me hicieron. Lo quedé pensando mucho. Que si la María no está finada, que si no la desaparecieron,
que si ella se autodesapareció, que si pa dónde jaló, que si se autodesapareció era porque no quería que la aparecieran, que si
entonces tal vez estaba donde nadie la apareciera.
Amaneció lloviendo, así que lo empresté un nylón con mi compadre Humberto. Le dejé la mula cargada y me fui para el Caracol de La
Realidad. En llegando, lo pedí hablar con la Junta de Buen Gobierno.

Me pasaron primero con la Comisión de Vigilancia. Ahí estaban el Míster y el Brusli. Les dije que andaba de comisión de investigación y lo quería hablar a la Junta de Buen Go- bierno. Me pasaron luego. A la Junta le pedí que si tenían informa- ción de los colectivos de mujeres en los pueblos. Me pasaron una lista. Tardé un buen rato. No me cuadró nada de la lista. Se las devolví.
-¿Qué buscas pues? -me preguntaron.
-No sé -les dije, porque la mera verdad, que sea que yo mero no sabía qué buscaba, pero sabía que lo sabría cuando lo encontrara.
-Tá muy revuelto tu pensamiento -me dijeron los de la Junta.
-De por si - les dije.
-Entonces, ¿no lo encontraste lo que buscabas?
- me preguntaron.
-Pos no -les respondí.
-Pos en esa lista están todos los colectivos de mujeres -me dijo uno de la Junta.
-Sí, todos menos uno que apenas se está formando -dijo otro.
-¡Ah sí!, pero es en una nueva región que apenas se está naciendo, todavía no tienen municipio autónomo, pero ya las mujeres se están
organizando en colectivo -dijo el primero.
-Pos sí, de por sí las mujeres son las más primeras en organizarnos, si estamos tardando en la lucha es por los hombres que tienen muy chiquito su pensamiento -dijo la única compañera que hay en la Junta. Los varones nos quedamos callados.
Yo sentí que ya mero encuentro lo que no sé que estoy buscando, así que pregunto:
-¿Onde mero está ese colectivo que se está formando?
-Es en la región Ceiba, en el pueblo Tres Cruces, por allá de la carretera de Comitán -dijo la compañera.
Empresté su yegua con el Brusli y jalé para Tres Cruces. En el camino se anocheció y la yegua se espantaba con cualquier sombra, así que la dejé encargada en una ranchería y me seguí a pata. Ya se estaba acabando el segundo día, así que casi me corretié. Llegué al pueblo cuando la luna ya llevaba más de la mitad de su carrera. Fui donde le responsable local y me presenté. El se fue un rato. Me
imagino que a checar por radio si yo era quien decía que era, porque al poco regresó muy contento y hasta me ofreció de cenar. Echamos café y guineo. En acabando le pregunté de los trabajos y él me dijo que ahí nomás iban un poco bien, que el
colectivo en veces de desanimaba, pero con la plática política se levantaba otra vuelta y así.
-El que va un poco mejor es el colectivo de mujeres, pero es que mucho le echa ganas Abril -dijo el responsable. -¿Abril?, y ése quién es? -le pregunté.
-Acaso es un ése, es una ésa -me respondió.
Yo le di otro sorbo al café y esperé. El responsable continuó:
-Abril es una compañera que llegó hace como tres semanas, dijo que era comi- sión de mujeres. La acomoda- mos en casa de Doña Lucha, que está sola desde que el Aram se pasó a ser difunto. Ahí se vive esa Abril y yo creo que tiene bueno su pensamiento porque mucho la quieren las mujeres del pueblo. Cada semana se reúnen para la política y los trabajos. Y creo que ya hasta pidieron registrar su
colectivo en la Junta de Buen Gobierno. Me despedí del responsable y le dije que iba a tomar posada en la iglesia. Como no queriendo le
pregunté dónde mero vivía Doña Lucha. Me dijo que en la orilla del pueblo que da al cerro. Me fui, pero en lugar de ir a la iglesia, me seguí de largo. Sólo había una champa del lado del cerro, así que supuse que ésa era la casa de Doña Lucha. Quedé un rato esperando. No mucho. Se abrió la puerta y, lo que primero fue una sombra, a la luz de la luna llena se hizo una mujer.
-Buenas noches María -le dije saliendo de detrás de la pileta de agua.
Ella se quedó como engarrotada. Después de un momento, se agachó para agarrar una piedra y me encaró diciendo:
-Acaso me llamo María, yo me llamo Abril. Yo la miré en silencio, pensando que cual- quier otra mujer se hubiera espantado y hubiera
gritado o corrido, o las dos cosas. Ella, en cambio, estaba dispuesta a enfrentarse a un desconocido. Una mujer así no se queda callada si algo no le parece. Tampoco se queda a vivir con alguien que la maltrata. Sin dejar de vigilar la mano donde llevaba la piedra, le hablé despacio:
-Yo me llamo Elías y soy comisión de investigación. Ando viendo qué pasó con una mujer que se llama María que se desapareció del pueblo Entre Cerros y es que está muy preocupado su marido.
Ella, sin soltar la piedra:
-Acaso conozco el pueblo Entre Cerros, no a la María ésa, ni a su marido Genaro.
Ahí nomás le aventé:
-Yo no dije que el marido se llama Genaro. Yo me imagino que se puso pálida, porque la mera verdad sí alcanzaba a ver su cara, pero no mero me daba cuenta si cambiaba de color. Después de un largo silencio, ella dijo con firmeza, agarrando ahora un palo con la mano libre:
-No me voy a dejar que me lleven a la mala.
-Yo no vengo a llevar a nadie compañera, ni a la buena ni a la mala. Sólo ando investigando
-le dije y me di la vuelta para retirarme.
Apenas di unos pasos y escuché su voz:
-¿No quiere pasar a comer algo? Doña
Lucha hizo tamales.
Después de comer, mientras María-Abril, o Abril-María me contaba su historia, Doña Lucha me ofreció

UN CAFÉ
"El Sup te está esperando de por sí", me dijo el compañero insurgente que estaba en la posta, a la entrada de la Comandancia.
Y sí, ahí nomás donde amarran los caballos estaba el Sup, fumando su pipa. Me abrazó, me ofreció café y nos sentamos en un tronco. Estaba también el Teniente Coronel José. Yo les informé todo. Porque resulta que a la María, que sea a la Abril, el marido, que sea el Genaro, mucho la maltrataba, y no la dejaba participar, y mucho la celaba. Que cuando el Genaro, que sea el marido, supo que la iban a nombrar autoridad en el colectivo de mujeres pues hasta le pegó. Que ella pasó la problema a la asamblea de su pueblo, pero que
no hubo acuerdo y las cosas seguían igual. Que sus hijos ya están grandes y no la necesitan. Que la Ley Revolucionaria de Mujeres dice que ella tiene derecho para avanzar. Que cada tanto, escuchándola hablar, la Doña Lucha movía la cabeza como estando
de acuerdo y cerraba los puños como si estuviera muy brava. Que la Abril, que sea la María, se cansó nomás de que la trataran como perro. Que antes de autodesaparecerse le había dejado un buen tanto de leña al Genaro, nomás pa que viera que no se iba por haragana. Que se había autodesaparecido porque nomás ya no aguantaba. Que la Ley Revolucionaria de Mujeres dice que ella puede escoger a su pareja o si tiene o no pareja. Que se fue para Tres Cruces porque ya había conocido en una reunión de mujeres a Doña Lucha y que sabía que ella la iba a apoyar. Que aceptaba que era un su delito el echar mentiras de que era "Comisión de Mujeres", pero que así se le ocurrió para que la dejaran entrar en el pueblo. Que se cambió de nombre y se puso "Abril", porque así se llama el mes de las mujeres que luchan.
Que yo no le aclaré que el mes de las mujeres que luchan es marzo y no abril, porque estaban muy bravas las dos. Que mejor se los aclarara otro cuando ya estuvieran más calma- das. Que Abril aceptaba su castigo por estar mentirando de eso de que era "comisión
de mujeres", pero que no iba a regresar a que la maltrataran. Que ella era zapatista y que se estaba portando como zapatista.
El Sup y el Teniente Coronel me escucharon en silencio, el Sup sólo rellenaba la pipa y la encendía cada tanto. Cuando acabé de informar me dijo:
-Pues es una sorpresa. A ese compa Genaro lo conocí en una reunión de responsables, hablaba bien y parecía muy zapatista.
Yo le dije:
-Oí Sup, ¿acaso conoce a alguien que no pueda ser zapatista por un rato?
El movió la cabeza como pensando.
-¿Cuánto se toma para ser zapatista pues?
-me preguntó mientras me ayudaba a ensillar la mula.
-A veces toma más de 500 años -le dije y me apuré a agarrar camino porque mi pueblo de por sí queda retirado.
Arriba el sol se iba como si algo le hiciera

FALTA
A mordiscos, el cielo arranca la oscuridad que ya florece en las copas de los árboles. Distraído con el vuelo de una nube, el Sup mordisquea la pipa ya apagada.
-En la cuestión de mujeres falta mucho -dice el Teniente Coronel.
-Falta -dice el Sup y mete los papeles del caso en una abultada carpeta que dice: "Elías: Comisión de Investigación".
Alguien, lejos de ahí, recibe un sobre cerrado cuyo remitente advierte:

(continuará)
Desde las montañas del Sureste Mexicano.
Subcomandante Insurgente Marcos.
México, noviembre del 2004.

 

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