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Chile, Argentina, Chile :: 04/10/2025

Nación Mapuche: "Si algo me pasa, ya saben quién fue"

Página 12
La lideresa Mapuche Julia Chuñil Catricura, presidenta de la Comunidad Indígena Putreguel, fue asesinada y quemada

Hacía casi once meses que Julia Chuñil y su perro Cholito habían desaparecido en el territorio ancestral de Los Laureles, comuna de Máfil, Región de los Ríos, Chile. El 30 de septiembre, en conferencia de prensa, sus familiares, compañeras y compañeros, sus lagmien (hermanos), junto a las abogadas Male Santana y Karina Riquelme, denunciaron que cuando se les permitió acceder al expediente judicial -después de largas e intensas gestiones-, se encontraron con la transcripción de una llamada en la que el empresario Juan Carlos Morstadt Anwandter decía a su padre que Julia había sido quemada. La información consternó a las comunidades originarias y a los movimientos populares más allá de las fronteras.

Julia Chuñil, de 72 años, había liderado la recuperación de tierras ancestrales mapuche. La comunidad fue reconocida en 2014 por la CONADI (Corporación Nacional de Desarrollo Indígena). En la concentración realizada el mismo 30/9, uno de los cinco hijos de Julia, Pablo San Martín, informaba con estupor y dolor: "Hoy en la mañana nos acabamos de enterar de una noticia terrible. A ninguna persona le gustaría saber que a su mamá se la quemaron. Es terrible para nosotros, muy terrible saber esa información, que mi madre fue quemada. Por eso es que no la encontrábamos, y a lo mejor no la vamos a encontrar, pero aquí la policía tenía la información. Nosotros estamos dando la lucha por encontrar a nuestra madre. Nosotros no queremos que le hagan un montaje. Pero tenemos que encontrar a los culpables. Mi madre era una mujer luchadora, cuidadora del medio ambiente, dirigente de una comunidad en lucha".

La Fiscalía, a cargo ahora del fiscal Jaime Calfil -que el equipo jurídico de la familia Chuñil solicitó que no fuera designado en el caso por su sesgo ideológico-, y la llamada "Justicia", ocultaron todo lo que pudieron la información sobre el llamado del empresario, y trataron de desviar la atención para declarar como culpables a la familia de Julia, amenazando incluso a su hija y a otros integrantes. La fiscalía no ha querido procesar al empresario imputado, y señaló como improcedente la publicación del informe, amenazando con tomar medidas al respecto.

Por eso en otro tramo del discurso decía Pablo San Martín: "Nosotros como familia hemos sido muchas veces castigados. A mi hermana le trataron de hacer un montaje diciendo que ella fue la culpable. Nosotros no colocamos ningún obstáculo a carabineros para que nos revisen nuestras casas. Hoy día en la mañana, por un informe que tenía Karina Riquelme, mi abogada, sabemos que a mi madre a lo mejor la mataron antes, y después la quemaron. Ahora, para el 8 de noviembre, queremos hacer una marcha nacional, y necesitamos el apoyo de todos ustedes."

Marcha en Melipulli (Puerto Montt), al igual que en otras ciudades de Chile para exigir la investigación sobre la llamada telefónica que asegura que a Julia la quemaron.

"Un día subió al cerro y nunca más bajó"

Lissette Sánchez, nieta de Julia Chuñil, en el Encuentro de Defensoras Territoriales Abya Yala / Sur, realizado en agosto en Chiloé, contaba quién era Julia: "Ella tenía en protección una novecientas hectáreas de un bosque muy hermoso con una hermosa flora y fauna, que además eran tierras ancestrales. Estuvo durante más de cinco años en esta protección. Lamentablemente esta tierra llegó a manos de un empresario, de qué manera no sabemos. Mi abuela tiene cinco hijas e hijos, diez nietos y nietas. Ella nos crió a nosotros respetando a la naturaleza, a los animales. Mi abuela era una mujer muy humilde, era feliz con su humildad. Vivía en la recuperación, construyó una casa. Vivía sin luz, usaba agua de vertiente de las montañas. A veces solía hacer un frío enorme. Ella tenía muchos animales, caballos, perritos. Muchas veces peleaba con los vecinos porque defendía a sus perros hasta lo último. A veces los perros se portaban mal, pero ella siempre defendiendolos".

Julia subía a diario a un cerro de las tierras ancestrales que protegía para guiar a sus animales.

"El día 8 de noviembre subió al cerro, un cerro alto. Todos los días subía a ese cerro y lo bajaba. Ese día subió a buscar a unos vacunos que se habían perdido arriba, pero nunca más bajó", relata Lissette. "Bajaron dos perros, pero el perrito más cachorro desapareció junto con ella. Nosotros enseguida dimos el aviso a bomberos y se activó la búsqueda. Hasta doscientas personas llegaron, vecinos preocupados, y estuvimos durante un mes buscándola. Informamos a la Policía de Investigación que mi abuela estaba recibiendo amenazas y hostigamiento de un empresario forestal. Le ofrecía mucho dinero. Ella siempre señalaba que no, ella no quería plata. Su misión era proteger este bosque, que era algo muy importante. Ella nunca se vendió, pero sí nos avisó a nosotros".

Nos dijo: "Si algo me pasa, ya saben quién fue". El empresario la llamaba, la hostigaba, la intentó atropellar, le pagó a vecinos para que le quemaran la casa, muchas cosas más, siempre fue así. Toda la familia estaba alerta, pero nunca pensamos que iba a pasar esto."

También Lissette da cuenta del accionar cómplice y mafioso del Estado chileno: "Lamentablemente la fiscalía, la policía, en vez de buscar a los principales sospechosos, no hallaron nada mejor que culpar a mi propia familia. Empezaron a hacer allanamientos continuos a los hogares de mi tía Jeanette, que es una de las hijas. Mi tía Jeanette tiene dos hijitos, un niñito de tres años y una de diez años. Estos carabineros llegaron con armas, metralletas, rompiendo candados, como si fuéramos terroristas. Le dijeron a mi tía: ´Ve con quién va a quedar tu hijo, porque tú te vas a ir detenida´. La encerraron en un furgón y la obligaron junto a la fiscal: ´Confiésate, aprovecha que aquí hay una mujer´. Y la fiscal solamente se quedó callada".

Entre otros hechos mafiosos, se encuentra también el ataque a los animales queridos de Julia, después de su desaparición: "Mi abuela tenía muchos animalitos, y en abril todos esos animales fueron asesinados cobardemente. A un caballo que ella tanto amaba, lo envenenaron, y un berraco, un cerdo macho, lo balearon por detrás. El caballo fue encontrado en la entrada de la recuperación, y le dolió mucho. El berraco estaba para la reproducción de los animales y así la familia poder mantenerse, y fue asesinado. Tiene signos de ser apuñalado y baleado. El caballo también tiene registro de que le habían lanzado agua caliente en la cabeza. Nosotros sentimos que eso fue como un aviso para que nosotros no siguiéramos buscándolos, para que nos quedáramos callados".

El gobierno chileno no da respuesta sobre la desaparición de Julia

A pesar de la interpelación realizada por la CIDH (Comisión Interamericana de DDHH) al gobierno "progresista" de Gabriel Boric, este no dio respuesta habilitando nuevos recursos urgentes para la búsqueda de Julia.

El Estado chileno, en sus distintos poderes, actúa de modo colonial, ejerciendo el mando y el control sobre cuerpxs y territorios, para facilitar la propiedad privada y la inversión a empresarios nacionales y extranjeros, marginando y desplazando de sus territorios ancestrales a los pueblos originarios, a los movimientos campesinos y populares, apoyados en una cultura racista, que extiende su influencia también en la sociedad. El Poder Judicial es un instrumento fundamental del accionar colonial, utilizando plenamente las legislaciones antiterroristas para estigmatizar y reprimir al pueblo mapuche y otros pueblos originarios.

¿Quién es Morstadt?

El empresario forestal Juan Carlos Morstadt Anwandter, que está en calidad de imputado en la causa, es descendiente de uno de los más conocidos colonos alemanes del siglo XIX, Carlos Anwandter. Es dueño del predio "La Fritz", donde fue vista por última vez Julia Chuñil. La colonización alemana en Chile data de 1845. Morstadt fue beneficiado en el proceso de adquisición de tierras por la dictadura de Pinochet. En el gobierno de Salvador Allende, esas tierras fueron parte de la Reforma Agraria, pero Pinochet las privatizó. Según relata en una nota de investigación Lucía Sepúlveda, el empresario agroforestal, fuertemente vinculado a redes de poder político y económico en la Región de los Ríos, es además deudor del Estado, pues no canceló los más de $1.000 millones de pesos que debe a CONADI, que le devolvió la propiedad de las 900 hectáreas en disputa.

El crimen de defensoras de territorios y bienes de la naturaleza es parte del accionar colonial de los estados de Abya Yala. En 2016 -año del crimen de Berta Cáceres en Honduras-, en la misma región de Los Ríos, en Chile, fue asesinada Macarena Valdés, activista mapuche que vivía en la comunidad Newen Tranquil, amenazada por la instalación de una hidroeléctrica, a la que ella se opuso con decisión junto a su compañero Rubén Collío.

Señala Sepúlveda que en esta causa el fiscal Calfil intervino con complicidad hacia la multinacional austríaca RP Global, sospechosa del asesinato de Macarena.

Cada uno de estos crímenes sacuden la conciencia y los sentimientos de quienes han hecho de la defensa de la vida un acto cotidiano. La destrucción de los territorios, de las comunidades, el crimen de sus defensoras, el saqueo, forma parte de la crueldad con la que el poder capitalista, patriarcal, racista, colonial, impone sus lógicas para hacerse de la propiedad del mundo, desde Wallmapu hasta Palestina y Venezuela. Es una lógica de guerra y de muerte, que no duda en asesinar, en mentir, en destruir.

Por eso la respuesta hoy es y tiene que ser más todavía de carácter mundial, internacionalista. Es por todas, por todos, y por cada una, cada uno. Los genocidios, los feminicidios territoriales, la destrucción de la vida, requieren de una respuesta urgente, en todos los campos de la política, la economía, la cultura. Volvemos a decir junto a Berta Cáceres: ¡Despertemos humanidad! Ya no hay tiempo.

Justicia para Julia Chuñil. El bosque ancestral necesita florecer.

 

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