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Asia, Asia :: 04/10/2019

Postales de China a 70 años del 1ro. de octubre de 1949

Mario Hernández
La lucha por el dominio de la tecnología es la lucha por el dominio del mundo

Ponencia presentada en el VII Encuentro Internacional "Economía de las trabajadoras y trabajadores" realizado en la Escuela Florestan Fernandes del MST (ENFF), Guararema - São Paulo - Brasil. Del 25 al 29 de setiembre de 2019.

El 1° de setiembre entraron en vigencia los nuevos aranceles estadounidenses a las importaciones chinas. China respondió presentando un recurso ante la Organización Mundial del Comercio.

Pero el 5, desde el Ministerio de Comercio de China informaron que China y EEUU acordaron mantener conversaciones comerciales de alto nivel a principios de octubre en Washington.

La guerra arancelaria entre las mayores economías del mundo pegó un salto a partir de septiembre. Mientras desde EEUU impusieron aranceles del 15% a una serie de importaciones chinas, China comenzó a aplicar nuevos aranceles al crudo estadounidense.

Con el comienzo de las negociaciones, se espera que EEUU desista de aumentar la tasa arancelaria al 30% (desde el arancel del 25% que ya está en vigencia) sobre importaciones chinas por valor de 250.000 millones de dólares a partir del 1° de octubre, lo que implicaría un freno a la escalada de la guerra comercial.

Las dos mayores economías del mundo llevan envueltas en un conflicto comercial desde marzo de 2018. En la última escalada, EE.UU. subió hasta el 25 % los aranceles para la importación de bienes chinos por valor de 250.000 millones de dólares. China respondió con tarifas del 25 % para 5.000 productos estadounidenses por valor de 60.000 millones al año.

Sin embargo, el presidente de EE.UU., Donald Trump, y su homólogo chino, Xi Jinping, habían acordado reanudar las negociaciones económicas y comerciales entre ambos países sobre la base de la igualdad y el respeto mutuo, así como posponer la imposición de nuevos aranceles, según lo expresaron tras reunirse en el marco de la segunda jornada de la cumbre del G20 de Osaka (Japón).

Pero la guerra continuará. Por lo menos así lo entiende el ex asesor estratégico de Donald Trump, Steve Bannon: "En mi opinión, la guerra económica con China lo es todo. Y debemos concentrarnos en ella de forma obsesiva. Y si seguimos perdiéndola, estamos a cinco años, a diez años máximo, de un punto de no retorno".

Porque se trata de una 'guerra fría' entre el poder económico en relativo declive de los EEUU y el nuevo y peligroso rival por la supremacía económica: China. Al igual que la última 'guerra fría' entre los EEUU y la URSS, podría durar una generación o más antes de que surja un ganador. Y las probabilidades de que sea EEUU disminuyen cuanto más tiempo dure.

Al centro de los dilemas estuvo y se mantiene la escalada comercial entre EEUU y China. La envergadura del problema fue reflejada por 520 compañías y 41 asociaciones empresariales norteamericanas, en carta dirigida al Presidente Trump, advirtiéndole que la política arancelaria de su administración, afecta y va a continuar perjudicando los negocios. No menos a la población, sobre la cual recae el aumento de precios para numerosos productos y, por otra parte, acarrea la pérdida de dos millones de empleos y, aseguran, de mantenerse la guerra comercial entre las dos mayores economías del planeta, va a disminuir el Producto Interno Bruto estadounidense también.

Lo avanzado por Trump al invalidar la prohibición a la venta de componentes electrónicos a Huawei, dejando en suspenso nuevas medidas coercitivas destinadas al gigante asiático, parece una respuesta a la voz de alarma de esos empresarios y, posiblemente, a la tendencia asumida por varias compañías que comenzaron a desviar sus producciones hacia otros países, para evadir los pésimos efectos provocados por el aumento de impuestos.

JP Morgan alerta por igual, sobre el anunciado ascenso en la pugna alimentada por el jefe de estado norteamericano. Según la conocida institución financiera, el índice bursátil Standard & Poor's 500 -el de mayor importancia en EEUU- descendería de forma pronunciada, afectando con expuesta intensidad la esfera de las finanzas, si se mantienen las altas tarifas arancelarias.

El ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, aseguró por su lado, que esa guerra tendría un «impacto directo y muy negativo en todo el mundo, especialmente en Europa y la zona euro». El titular galo considera que tanto su país como Alemania, las dos mayores economías europeas, ya sienten perjudiciales efectos de un proceder sin favorecidos o, como estimaron los representantes del empresariado norteamericano, un nadie gana, todos pierden.

La lucha por el dominio de la tecnología es la lucha por el dominio del mundo

El nombre Huawei se podría traducir como "acto magnífico" o "acto espléndido". Statista informó que a diciembre 2018 Huawei avanzó sobre Apple y se coloca más cerca de Samsung, líder del segmento a nivel global. Samsung lidera con un 18.9%, seguido por Huawei con el 13.4%, Apple con un 11.8% del mercado para completar el top cinco con dos firmas también chinas: Xiaomi y OVO o VIVO (según sea la empresa que genere estadísticas). No es menos importante analizar la caída del conglomerado surcoreano: en 2012 se estimaba que Samsung lideraba el mercado de teléfonos inteligentes con el 30.3% contra el 18.7% de Apple. Eran seguidos en tercer lugar por Huaweii con un 4%. Actualmente, Huawei tiene presencia comercial en más de 70 países, una facturación anual de 13.000 millones de dólares y una plantilla que supera los 70.000 empleados.

El veto impuesto por Donald Trump a la firma Huawei se concretó imponiendo la restricción a la firma Google de brindar actualizaciones de los sistemas operativos Android utilizado por sus móviles y tablets. Continuó con la ruptura con empresas como Intel, Qualcomm, Broadcom, Xilinx y ARM (fabricante de chip británico).

Debemos decir que no existen pruebas que demuestren el espionaje de Huawei o que instale puertas traseras en sus equipos que permitan el acceso del gobierno de Pekín a información reservada de otros países.

China está a la vanguardia de la tecnología 5G porque invierte en investigación tecnológica más que EEUU, el Reino Unido y Alemania juntos.

La tecnología 5G está caracterizada por 8 especificaciones: una tasa de datos de hasta 10Gbps (gigabit por segundo, Gbit/s, Gbps ). Unidad de transferencia de datos que equivale a 1.000 megabits por segundo, o 1.000.000.000 de bits por segundo) , de 10 a 100 veces mejor que las redes 4G y 4.5G, latencia de 1 milisegundo, una banda ancha 1.000 veces más rápida por unidad de área, hasta 100 dispositivos más conectados por unidad de área (en comparación con las redes 4G LTE), disponibilidad del 99.999%, cobertura del 100%, reducción del 90% en el consumo de energía de la red, hasta 10 diez años de duración de la batería en los dispositivos IoT (Internet de las Cosas) de baja potencia.

"China se está adelantando a EEUU porque, mientras Washington se dedica a guerrear en otros países, China aprovecha para impulsar su economía. EEUU ha pasado el 93% de su existencia, es decir, 222 años, implicado en guerras y conflictos.". Desde 1979, pregunta el ex presidente estadounidense Jimmy Carter, "¿saben cuántas veces China ha estado en guerra con alguien? Ninguna. Y (nosotros) hemos permanecido en guerra desde entonces" (Julio Yao: "China, la potencia más belicosa del mundo", Alai-Amlatina, 22/4/2019).

Un poco de historia

Durante más de dos milenios China fue el líder mundial de la innovación y el ingenio. Entre sus invenciones se cuenta; el arnés equino, el papel, la imprenta, la metalurgia de altos hornos, la porcelana, las armas de metal tubulares, la pólvora, la brújula marítima, el timón de popa, los compartimentos estancos para buques y las puertas de esclusa para los canales.

Además desarrollaron, de forma independiente a Occidente, componentes que serían clave para la primera revolución industrial; el motor de vapor, el pistón de doble acción y la trasformación del movimiento rotatorio en movimiento rectilíneo.

Durante esta larga historia, el Estado se hizo cargo de las actividades que el mercado fue incapaz de asumir; pero el mercado siempre fue objeto de regulación por un Estado que se guiaba por la tradición filosófica china.

Los programas que han impulsado los líderes chinos desde 1978 han mantenido una incuestionable correspondencia con estas tradiciones. Desde el principio del proceso de reforma y de "apertura", Deng Xiaoping dejó claro que China debía seguir una vía pragmática y experimental en lo tocante a las relaciones entre el Estado y el mercado.

Según Deng no se debía permitir que el mercado actuara solo, sin directrices, y el Estado debía "buscar la verdad de los hechos" en su relación con el mercado. En un lenguaje metafórico los chinos hablan de combinar regulación (la serpiente) con competencia (el erizo).

Por el camino ha habido innumerables dificultades, y sin duda habrá muchas más. Sin embargo, el balance logrado por China ha sido más que notable. Entre 1980 y 2018, su participación en el PIB mundial ha pasado del 2,3% al 18,5%, mientras que durante ese mismo período la participación de la Unión Europea ha caído del 30,1% al 16,2%.

Las principales empresas chinas se han convertido en compañías globalmente competitivas, con tecnologías, marcas y reputaciones punteras a escala mundial.

El crecimiento económico de China ha sido la base que ha sustentado un prodigioso avance en el bienestar material y cultural de su multitudinaria población. La propagación de las infraestructuras físicas y sociales -transportes, electricidad, telecomunicaciones, agua y alcantarillado- han contribuido a mejorar enormemente las condiciones de vida del pueblo chino.

Un gigantesco programa de construcción de viviendas ha ayudado a proporcionar hogares decentes y seguridad a los habitantes de las ciudades, cuyo número ha crecido exponencialmente. La ampliación de los servicios de sanidad y educación ha supuesto una contribución vital para el bienestar de la absoluta mayoría.

El programa de reformas del PCCH hizo creer que Occidente dominaría a China en el siglo XXI. Estas impresiones se afianzaron, cuando China se integró en la OMC en 2001. Sin embargo, la historia está demostrando todo lo contrario. China en pocos años más será la primera potencia mundial sin discusión alguna.

¿Xi Jinping a la cabeza de la burguesía global?

En 1989 se derrumbó la URSS y se oficializó la caída del "socialismo de Estado". La globalización neoliberal parecía imponerse en todo el mundo; no obstante, 18 años después, la crisis económica y financiera (2007-8) introdujo al mundo del capital en una fase de grave recesión permanente. En ese contexto, China ha entrado en escena con relativa fuerza y ha puesto en jaque la hegemonía estadounidense y de Occidente.

La reacción de algunos sectores capitalistas de EEUU y de países europeos (Brexit) ha sido renegar de la globalización neoliberal y promover una política proteccionista que intenta revertir los efectos negativos que trajo la globalización para determinados sectores de la industria y la manufactura de sus países. Los trabajadores fordistas apoyan esa política que adquiere forma "nacional-populista".

La burguesía china, que durante este período aprovechó una serie de ventajas comparativas (inversión extranjera, protección y subsidios estatales, mano de obra súper-barata, permisividad en temas ambientales y otras), ha construido una línea globalista "hacia afuera" y un relato nacionalista "hacia adentro", para contrarrestar la agresiva política de Trump. En ese sentido, Xi Jinping encabeza actualmente a toda la burguesía financiera globalizadora tanto de EEUU como de Europa y del mundo.

Esa alianza no se hace en favor de los intereses de la humanidad ni de los intereses de los trabajadores u otros sectores oprimidos. Simplemente, la burguesía china avanza hacia un mundo multipolar en donde sus inversiones tienen que abrirse más espacio global. El proyecto de la Ruta de la Seda es un buen ejemplo.

Existen dos planes generales de ordenamiento mundial: el belicista de Washington y el integrador de la "Nueva Ruta de la Seda". No hay otra cosa.

El Partido Demócrata suscribe en gran medida el discurso y la política de Trump hacia China. El déficit comercial importa poco. EEUU lo tiene con gran parte de las economías del mundo, aunque no tan abultado. Además, China se mostró dispuesta a aumentar las importaciones.

El objetivo de la "guerra comercial" es sacar a China del liderazgo en 4 ramas: la fabricación de celulares, en telecomunicaciones de 5ta. Generación, en autos eléctricos y en la generación de energías alternativas. Además, convertir a China en una economía totalmente desregulada.

EEUU se ha convertido en una economía exportadora de bienes tecnológicos intermedios y combustible para automóviles a gasolina. China fabrica y consume 2/3 de los automóviles eléctricos fabricados en el mundo. Además de Volvo y Volkswagen en Europa y Honda y Toyota en Japón. Por eso para la industria del petróleo y la automotriz norteamericana el tema ambiental es una invención.

La rivalidad China-EEUU es el eje de la rivalidad inter-imperialista de nuestro tiempo. Trump ha pedido un cambio de enfoque de la llamada "guerra contra el terrorismo" a la "rivalidad entre las grandes potencias" y ha calificado a China y Rusia como "potencias revisionistas" que suponen una amenaza para EEUU. De Joe Biden a B. Sanders están de acuerdo.

El conflicto antecede a Trump y es producto de la evolución del capitalismo global, del relativo declive del imperialismo norteamericano y el ascenso de China como potencia imperialista.

Desde la Guerra Fría la principal preocupación de EEUU fue evitar el surgimiento de un rival imperial que pusiera en entredicho su hegemonía e imponer un orden mundial neoliberal.

Minaron esta estrategia:

  1. China
  2. Irak que lo empantanaría en una guerra dificultando situar a Medio Oriente y sus reservas de energía estratégicas bajo su control e intimidar a China que depende de la región para el suministro de gas y petróleo.
  3. La depresión global caracterizada por expansiones débiles que se alternan con profundas recesiones. Actualmente EEUU se encamina a una recesión (a finales de este año o dentro de 24 meses). La economía mundial dejó de crecer en 2018. El comercio mundial está decreciendo desde hace un año (octubre 2018) como reflejo de la guerra comercial entre China y EEUU.

China logró sostener la expansión aunque ha comenzado a reducir su crecimiento (deuda/sobreproducción/sobrecapacidad/aumento de tarifas de Trump) al 6,2%.

Un acuerdo arancelario no resolverá su rivalidad inter-imperialista. Las guerras no se hacen para lograr un acuerdo. Hay ganadores y perdedores. Ningún imperio cede voluntariamente su poder.

Pero hay tendencias que frenan un conflicto abierto. EEUU se enfrenta a un rival geopolítico con el que está profundamente integrado económicamente y endeudado en el marco del sistema de libre comercio y 2) ambos tienen armas nucleares. La retirada de EEUU de los acuerdos de control de armas nucleares es una respuesta a la alianza chino-rusa.

Para Bill Clinton era un "socio estratégico", para Bush un "competidor estratégico", Obama impulsó el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) pero permaneció empantanado en Medio Oriente. Sus alianzas se deshilacharon y los estados de la región optaron por un equilibrio entre los dos.

¿Qué dificultades enfrenta el Emperador Xi?

El 9 de junio Hong Kong fue sacudido por una manifestación de un millón de personas contra un proyecto de enmienda de una ley en vigor cuyo objetivo era hacer posible la extradición del sospechoso, desde la antigua colonia británica hacia China continental y hacia otros países.

El gobierno presidido por la jefa del Ejecutivo, Carrie Lam, aprobada por Pekín, había insistido en el hecho de que los disidentes políticos y los militantes no se verían afectados por el voto de esta enmienda, sin embargo, el texto proyectado ha desatado la ira de la población.

El viernes 14 de junio, a consecuencia de días de protestas y de enfrentamientos con la policía, y en medio de múltiples llamadas a la huelga política, Carrie Lam anunció finalmente la suspensión de la enmienda.

El sábado 15 de junio, pocas horas antes del inicio de otra manifestación masiva, el gobierno de Hong Kong incluso presentó sus disculpas. No obstante, el 16 de junio, más de dos millones de personas sobre un total de siete millones de habitantes, desfilaron por las calles. Los manifestantes exigían la retirada pura y simple de la enmienda y la dimisión de Carrie Lam.

Desde que Hong Kong fue devuelto a China en 1997, el gobierno chino ejerce de hecho el poder en Hong Kong mediante una alianza con los grandes capitalistas y la clase media del área. Esta estrategia se explica por el hecho de que los principales beneficiarios del desarrollo capitalista de Hong Kong se inclinan por favorecer el statu quo.

Desde 2003, el gobierno chino ha tratado de estabilizar esta alianza aumentando el valor de los activos en Hong Kong. El flujo de capitales provenientes de China continental es una de las causas del crecimiento del mercado inmobiliario y de la Bolsa.

Esta estrategia del gobierno, se ha vuelto contra sus iniciadores, pues resulta cada vez más difícil para los jóvenes adquirir una vivienda. La joven clase media y los estudiantes se han convertido en la piedra angular de las fuerzas opositoras en Hong Kong.

Durante estos veintidós años, la joven clase media, sobre todo entre los profesionales liberales, se ha vuelto muy descontenta. El temor a que el modo de vida, relativamente liberal de Hong Kong se vea amenazado, es una razón mayor, pero es innegable que el alza del coste de vida, sobre todo de la vivienda, es la segunda razón.

Hong Kong representaba el 27% del PBI chino en el momento de la anexión (1997). Actualmente es el 3%.

Desde el Movimiento de los paraguas, el capitalismo hongkonés del laisser-faire ha acrecentado la pobreza y las desigualdades económicas. Un ciudadano de Hong Kong de cada cinco, es decir, 1,38 millones de personas, vive por debajo del umbral de pobreza.

El fracaso a la hora de conseguir logros concretos por parte del Movimiento de los Paraguas hace cinco años, cuando la gente de Hong Kong ocupó importantes vías de tráfico durante 70 días buscando una mayor participación democrática, ha elevado las apuestas todavía más en esta ocasión.

Para el imperialismo se trata de forzar a Pekín a un Tiananmen 2 y provocar sanciones como a Rusia después de la anexión de Crimea. Una nueva Plaza Maidán (Ucrania).

El 70º aniversario de la Revolución china llega en un momento complicado

La desaceleración económica, la guerra comercial con EEUU, el descontento de algunas élites intelectuales con las pretensiones del presidente Xi de perpetuarse en el poder, ha crecido la insatisfacción, aunque todavía es pronto para saber si es lo suficientemente fuerte como para dividir el liderazgo y debilitar a Xi.

"China ha estado transformando su modelo de crecimiento a uno que depende más del consumo, lo que ha contribuido con más del 75% del crecimiento del producto interno bruto (PIB) de China", expuso Xinhua. La agencia china resaltó que "el cambio de la estructura económica en China no sólo protege al país de los desafíos externos, sino que también ofrece oportunidades para las economías que están dispuestas a cooperar de manera justa con China". Xinhua agregó que "en drástico contraste con las acciones proteccionistas de EEUU, China se ha adherido a la apertura a los inversionistas extranjeros", y que "más de 13.000 empresas de inversión extranjera se establecieron en China durante los primeros cuatro meses de este año".

En estas circunstancias, tan pronto se emite el decreto por parte de Trump, el representante de la empresa asiática Huawei anunció la creación de un nuevo sistema operativo en base a tecnología 5G que reemplace al proporcionado por la Corporación Google. "La necesidad es la madre del invento".

En medio de este entramado de situaciones, acontecimientos y decisiones, dos días después de emitido el decreto, el presidente norteamericano decidió dar un plazo de tres meses para aplicar el mencionado instrumento jurídico, y anunció que en el acuerdo comercial que se negocia entre EEUU y China se podría privilegiar la solución de Huawei.

Dicha situación, aunada a las recientes represalias, ha provocado una caída en el valor de las acciones de Huawei en la Bolsa de Shenzhen, que bajaron de 14.37 yuanes (1 de agosto de 2016), y se ubicaron en 3.63 yuanes (22 de mayo 2019).

Si bien estos ataques han afectado a Huawei en términos financieros, las medidas de mayo han afectado paralelamente a las empresas estadounidenses tecnológicas líderes como Qualcomm y Google.

En Osaka (28-29/7), inevitablemente otra vez, el G20 giró en torno del diálogo del G2. Todo esto mientras se hace evidente que esta no es una guerra comercial sino una "guerra tecnológica" con la mirada puesta en quién será la potencia fuerte en inteligencia artificial, robótica y comunicación digital avanzada hacia mitad del siglo.

Por ahora, primó el armisticio. Pero la guerra continuará. A lo sumo, se alcanzó una tregua en la escalada de aranceles y otras medidas contra las empresas de tecnología chinas. Pero no se consiguió un acuerdo duradero. Porque se trata de una 'guerra fría' entre el poder económico en relativo declive de los EEUU y el nuevo y peligroso rival por la supremacía económica: China. Al igual que la última 'guerra fría' entre los EEUU y la URSS, podría durar una generación o más antes de que surja un ganador. Y las probabilidades de que sea EEUU disminuyen cuanto más tiempo dure.

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