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Mundo, Mundo :: 19/07/2020

República Dominicana y los responsables del rebrote de la Covid 19

Narciso Isa Conde
Hay criminalidad sistémica compartida

La experiencia dominicana en materia de apertura económica y elecciones presidenciales y congresuales en el curso de la pandemia COVID 19, debe ser apreciada a nivel internacional en su grave negatividad. El país está en su peor momento desde el inicio de la pandemia.

Pocos nos atrevimos a advertir y denunciar la peligrosidad de ambas decisiones avaladas por todos los poderes del Estado, por la llamada clase política tradicional (oficialista y opositora), las cúpulas eclesiales de todas confesiones, las organizaciones corporativas del gran capital privado, los grandes medios de comunicación… y hasta por las delegaciones de la OMS y la OPS.

La opinión provino de cúpulas sociales, políticas e ideológicas deshumanizadas e insensibles en grado extremo, que explotaron necesidades y sentimientos con fuertes arraigos.

Resalta el absurdo, puesto que no había que ser genio en la conducción del Estado, la economía y la política para pensar anticipadamente y vaticinar lo que ha pasado –y está pasando- con la pandemia, sobre todo luego de la mala experiencia en el tratamiento del contagio inicial en vista de la resistencia a cerrar los aeropuertos para defender intereses de los magnates del turismo, seguida de unas elecciones municipales realizadas en medio del contagio.

El agravamiento del brote inicial pudo ser apreciado por todo el mundo, con casos comprobados de contagio importado y comunitario, a causa de la tardanza en el cierre del país y su inmediata expansión durante las votaciones municipales.

UN CORO AUTO-ALIENADO.

 De nuevo se hicieron las advertencias, pero estas fueron arrinconadas por un apabullante coro sistémico que brotó de un bloque social y políticamente dominante obnubilado por sus ambiciones; con muchas facciones adictas al enriquecimiento y al poder político a cualquier precio, incluso sin medir consecuencias previsibles que podrían, como acontece ahora, convertirse en “boomerangs”.

 Ese fenómeno ideológico, acompañado de un enorme poder de expansión mediática y dominio de mentes, resulta curioso y peligroso a la vez; y al parecer generado por la decadencia del sistema establecido y su proclividad al caos: la auto-enajenación de los que se la pasan enajenando a los pueblos.

No queríamos tener razón, más bien deseábamos equivocarnos.

 Pero para colmo, la aventura criticada en fase inicial, se repitió en varias oportunidades con una emergencia y una cuarentena mal manejadas, una apertura económica inoportuna y sin posibilidades de cuajar, convocatoria a elecciones presidenciales y congresuales “aunque entrara el mar”, campaña electoral clientelista e irrespetuosa de normas sanitarias vitales, y votaciones y celebraciones altamente contaminantes.

El rebrote le da en el rostro a sus gestores y promotores obnubilados… hasta generar la alarma y los peligros actuales, que incluso resuenan a nivel internacional; pendiente todavía la suma de los contagios generados por un final de campaña tumultuoso, por los descontroles durante las votaciones del 5 de julio y las irresponsables celebraciones posteriores, que podría generar algo ser peor.

CAUSAS Y CULPAS.

Estos desatinos solo se explican por la existencia de una dominación clasista y partidocrática, en la que la salud y la vida de tanta gente nunca ha ocupado el primer lugar en su ejercicio de poder; ni siquiera la COVID 19 conmovió los corazones de sus instrumentos políticos, grandes empresarios y tutores supranacionales, movidos fundamentalmente por el dinero, por la ambición, o por el dominio sobre el Estado y el territorio nacional.

El “Estado de Emergencia” y la “Cuarentena” nunca han sido aplicada con rigor, siempre ha primado el afán de control autoritario del Presidente Danilo Medina, el ventajismo electoral, el uso clientelista del Estado y sus recursos, el empleo de dinero sucio acumulado en ocho años de corruptela y la oportunidad de robar con las ventajas que permiten los atributos excepcionales de la emergencia.

Esto, a su vez, generó en la cúpula opositora -puntera en cuanto a respaldo de electores- enormes tensiones que la condujeron a intensificar sus prácticas clientelistas, a emplear recursos espurios y a inclinarse por riesgosas complacencias con la cúpula empresarial.

¡Hay criminalidad sistémica compartida y hay también responsables impunes en esas decisiones genocidas, las cuales la historia habrá de juzgar y castigar!

Ellos, ellas, tienen nombres y apellidos, personales y corporativos. Los hay presidentes y ex -presidentes, altos funcionarios, candidatos derrotados y triunfantes, partidos del gobierno y de la oposición, empresarios elitistas, autoridades del sector salud, asesores bien pagados, comunicadores de todas las pintas, curas “ensotanados” y pastores “encorbatados” de varias religiones, diplomáticos encumbrados y funcionarios de la OMS.

Alarma que siguen actuando como si nada hubieran tenido que ver en este desastre.

No cuestiono la justeza del inmenso anhelo popular alcanzado, que culminó con el castigo al gobierno saliente y a todas las perversidade de dictadura constitucional mafiosa del Partido de la Liberación Dominicana-PLD.

Incluso es explicable el gran interés puesto por la mayoría dispuesta a votar en desplazar al PLD del gobierno, que en medio de la abstención más alta de la historia electoral de las últimas décadas, logró su propósito, confiando en el discurso engañoso de que concurriendo a las urnas no se corría riesgos mayores.

Pero no se justifica el desprecio esencial y persistente del triunfante Partido Revolucionario Moderno-PRM y aliados, y de todo el abanico defensor de este sistema de dominación, respecto al previsible impacto trágico de una apertura económica, una campaña electoral y unas votaciones evidentemente a destiempo y reñidas con la salud y la vida de esta sociedad.

 En verdad, determinados motivos justos, no eximen de culpas a los responsables de los agravamientos expresamente provocadas y, además, previsibles, de este tipo de tragedia social y humana.

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