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:: 15/07/2013

Siento un odio irreconciliable hacia la miseria y la injusticia

Ana Jerozolimski / Jorge Zabalza
Entrevista con Jorge Zabalza :: En el pozo, hubo momentos en los que hubiera preferido morir, pero quería revancha y para eso, tenía que sobrevivir

Jorge Pedro Zabalza Waksman (70), fue uno de los nueve líderes de los Tupamaros mantenidos como rehenes durante la dictadura por las Fuerzas Armadas. Hoy, 40 años después del golpe de Estado-que él insiste no fue el 27 de junio del 73 sino ya en febrero de ese año- no se arrepiente del camino seguido por el MLN sino que lamenta que no hayan podido triunfar, lo cual -considera- habría impedido el golpe.

En esta conversación, aunque logramos tocar alguna fibra personal- su pareja y su hija- Zabalza se concentra en la ideología. Y deja en claro que sigue pensando igual que en aquel entonces.

P: Jorge, Uruguay recuerda los 40 años del golpe de Estado. ¿Estoy en lo correcto si comienzo estimando que la fecha significa una cosa para el ciudadano promedio , "común" por llamar de alguna forma a quien vive y observa pero sin un rol activo, y otra muy diferente para usted, uno de los nueve rehenes de los militares?

R: Te corrijo esta primera pregunta porque hay muchas personas que entendemos que el golpe de estado fue en febrero de 1973 y, además, nos parece importante señalarlo. Así lo entiende Alfonso Lessa, por ejemplo, director de informativos de canal 12. También los generales Pedro Aguerre (padre) y Víctor Licandro lo ven así.

En febrero de 1973, en la base aérea Boiso Lanza, el presidente constitucional Juan María Bordaberry y los mandos de las fuerzas armadas acordaron la doctrina que se aplicaría durante el período del terrorismo de Estado, término que define más adecuadamente lo ocurrido en Uruguay hasta marzo de 1985. En ese mismo acto se acordó la creación de Consejo de Seguridad Nacional (CO.SE.NA), institución estatal creada de hecho, sin ningún tipo de legalidad que la avalara y desde la cual los mandos militares se dedicaron a "reorganizar moralmente el país". Este golpe abrió un período muy particular, propio del "país de los amortiguadores" donde la dictadura coexisitió con un parlamento en funciones y con organizaciones sociales que continuaban sus reclamos.

En Uruguay no hubo un día "G" como en Chile. El golpe de estado "a la uruguaya" fue avanzando entre maniobras y cortinas de humo que confundían y permitían creer que la democracia subsistía. En especial porque aunque muy limitado en sus decisiones por los mandos militares, Bordaberry continuaba siendo el presidente aliando con el llamado "pacto chico": Sanguinetti, Jorge Batlle, el pachequismo, y sectores del Partido Nacional encabezados por Echegoyen y Aguerrondo. Este bloque político cívico militar, que controlaba los resortes de poder económico y político, creyó que podría controlar a las organizaciones sociales y al parlamento cuya continuidad fue permitida. Ni los parlamentarios ni los luchadores sociales cesaron en su resistencia al modelo fondomonetarista implementado por el terrorismo de Estado.

El engendro era muy inestable y duró apenas cinco meses. Bordaberry disolvió el parlamento, el pueblo trabajador ocupó de inmediato los centros de trabajo y de estudio y la central obrera convocó a una huelga general por tiempo indeterminado. Porqué la huelga general contra la dictadura no se convocó en febrero? Ese es un tema bastante muy extenso donde hay diferentes interpretaciones entre quienes hacen la historia defendiendo la actuación del Partido Comunista en aquél entonces, quienes la hacen en defensa de algunos dirigentes tupamaros y quienes intentamos aproximarnos a la verdad histórica desde una visión revolucionaria. Disculpá la extensión pero ese debate sobre la historia reciente tiene que ver mucho con las posiciones de cada cual en la actualidad.

El terrorismo convirtió al país entero en un gigantesco campo de concentración, donde los ciudadanos estaban clasificados en categorías, se quemaban libros y se encarcelaba a la gente por sus ideas, se aplicaba sistemáticamente la tortura, las violaciones, el asesinato y las desapariciones. Aterrorizados, los unos delataban a los otros, se prohibían canciones, se censuraban periódicos, se prohibían actividades sociales... el terrorismo de estado significó lo mismo para todo el pueblo trabajador del Uruguay, dentro de las cárceles o fuera de ellas. El miedo era el mismo. La lucha también era la misma. No había diferencia entre una persona común y un rehén de la dictadura.

P: Me imagino que esta primera respuesta podría ser base para muchas discusiones, más que nada la mención de demócratas como Sanguinetti y Batlle en la forma que lo usted lo ha hecho. Como el ex Presidente Sanguinetti también nos concedió una entrevista para este número especial, la discusión se dará por si sola en estas páginas, aunque no en enfrentamiento directo entre ustedes.Le quisiera preguntar qué sentimiento te embarga en un aniversario así.

R: De orgullo. Orgullo de pertenecer a este pueblo trabajador, orgullo de haberme suicidado de la clase social en que nací y renacido con la mirada y el corazón de la clase obrera. Los trabajadores uruguayos han dado varias demostraciones de dignidad al mundo, mientras que la oligarquía y sus representantes políticos han sido protagonistas de los momentos más vergonzosos de nuestra historia nacional. Jorge Pacheco Areco y Juan María Bordaberry, recordemos, no nacieron de un repollo…

P: ¿Alberga odio o rencor contra alguien?

R: Siento un odio irreconciliable hacia la miseria, la injusticia y todas las consecuencias sociales que provoca el desarrollo del capital, no hacia ninguna persona en especial sino que odio ese sistema capaz de emplear el terrorismo militar y policial para asegurar la reproducción del capital y los privilegios de sus dueños. Ese sentimiento de repudio se extiende al sistema de relaciones de poder que permiten que unos Estados se arroguen el derecho de invadir, reprimir, levantar muros y masacrar a otros pueblos, tampoco éste es un odio personalizado contra nadie, individuos o pueblo en especial, lo aborrecible es el sistema imperialista, responsable de las mayores matanzas de la historia humana y aquellos Estados de Europa, Medio Oriente y América Latina asociados a las políticas imperiales.

P: ¿Y arrepentimiento? Lo pregunto porque aunque el golpe no tiene excusa tanto desde el punto de vista institucional como por el hecho que los Tupamaros ya estaban derrotados mucho antes del 27 de junio de 1973, sería faltar a la verdad comenzar a analizar la historia desde ahí…

R: El Estado de bienestar en Uruguay llegó a su fin alrededor de 1955. Entonces se cambiaron las políticas batllistas de redistribución del ingreso por políticas de ajuste que culminaron con los decretazos de Jorge Pacheco Areco en 1968. La clase asalariada salió a las calles a resistir el robo a su poder adquisitivo, salió a luchar de muchas formas; una de ellas, apenas una, fue la lucha armada. El Movimiento de Liberación Nacional (Tupamaros) creció y se desarrolló cuando el régimen democrático derivó hacia un régimen autoritario que reprimía ilegítimamente, asesinó estudiantes que manifestaban pacíficamente, militarizó a los trabajadores que reclamaban salario y clausuró medios de prensa. La resistencia armada hacía imposible el golpe de Estado.... ¿te imaginás una huelga general como la del 27 de junio de 1973 con la guerrilla en condiciones de actuar? Fue todo lo contrario, las fuerzas armadas debieron derrotar a la guerrilla tupamara para quedar en condiciones de dar el golpe. Si de algo tengo que arrepentirme es de no haber sabido transformar el movimiento guerrillero en insurrección popular que derrotara al golpe de Estado.

P: ¿En algún momento se planteó que de no ser por ustedes probablemente no habría habido golpe de Estado?

R: Nunca. Todo lo contrario. La clase dominante y los EEUU tenían necesidad de sembrar regímenes dictatoriales en todo América Latina. ¿Era un guerrillero Salvador Allende? Era un movimiento armado la unión Popular en Chile? Fue la estrategia Kissinger para la guerra fría la que acabó con las democracias formales en todo el continente, como ahora están pensando en terminarlas en Europa. Los dueños del Uruguay se subieron al carro porque querían recuperar la rentabilidad de sus capitales a costillas del poder adquisitivo de los trabajadores. Exactamente lo mismo que ocurre en Europa hoy día.

P: Y en prisión, o mejor dicho en el pozo, en condiciones infrahumanas… ¿pensó "para qué me habré metido en esto"?

R: Sí, en once años de aislamiento total lo pensé muchas veces, pero apenas salí por los portones del Penal de Libertad me metí a reorganizar el movimiento revolucionario.

P: ¿Es posible preguntarse qué fue lo más difícil de todos esos años?

R: En el aislamiento la batalla es contra uno mismo, contra las propias debilidades y temores. En la soledad lo más difícil es lograr dormir tranquilo.

P: ¿Qué lo mantenía vivo? Rosencof y Huidobro recurrían a un tipo de Morse con golpecitos en la pared… ¿y su rutina?

R: El amor a los míos, la solidaridad que recibía de ellos, saber que "la gran marcha roja" abarcaba casi todo el planisferio (no era previsible que se borrara de un plumazo como ocurrió), el odio y la bronca hacia los verdugos, quería revancha y para ello debía sobrevivir.

P: ¿Hubo momentos en los que hubiera preferido morir?

R: Sí.

P: ¿Pensaron alguna vez en tratar de hablar con los militares… apelando a la lógica, de preguntar qué les ayuda tenerlos en el pozo? Estaban presos, Rosencof inclusive aclaraba que no podían verlos como líderes sino como presos… ¿Entonces, para qué ese ensañamiento?

R: Querían destruir nuestras convicciones, valores y principios. Querían que adoptemos los principios, valores y convicciones del sistema capitalista. Algo así como lo que ocurre con los prisioneros palestinos en Israel y con los que sufren el ensañamiento de los gringos en Guantánamo.

P: Usted sabe, por lo que nos escribimos antes de hacer esta entrevista, que discrepo totalmente en este punto de los palestinos. Considero que está equivocado. Los palestinos van presos cuando hay amenazas a la seguridad. No tiene absolutamente nada que ver con la represión de los militares en Uruguay. Pero volvamos, si le parece bien, a Uruguay. ¿Se acuerda cómo fue el día de la liberación? ¿Es posible rememorarlo siquiera?

R: El argumento de amenaza a la seguridad es el mismo que usaba el terrorismo de Estado en el Cono Sur. Del día de la amnistía lo emocionante fue el abrazo con Laura, mi hija, que nació conmigo preso, sufrió todas las consecuencias de decisiones que tomé yo, y tenía quince años cuando salí de entre rejas. No sé si le sirvió de algo que yo estuviera libre, pero no podré olvidar el abrazo que nos dimos ensopados en lágrimas.

P: Volviendo hacia atrás… ¿por qué se hizo Tupamaro?

R: Antes me enrolé en el proyecto de Ernesto Guevara en Bolivia, cuando el Che fue asesinado, hice contacto con el MLN (T). La lucha se daba en la subjetividad de las y los asalariados, apuntando a que cobraran consciencia de las fuerzas alienantes a que viven sometidos, para que rompieran con el sistema, recuperaran las tierras, industrias y bancos que les pertenecen y levantaran el edificio de un poder organizado para el pueblo.

P: ¿En qué consistió su rol? ¿Qué hizo usted como Tupamaro?

R: Caí preso tres veces, dos de ellas baleado, me escapé dos veces y sobreviví hasta hoy consecuente con aquellos valores, convicciones y principios que no pudieron arrancarme.

P: ¿Pero qué es lo que usted hizo? ¿En qué acciones participó?

R. Te puedo decir aquellas de la que me hicieron responsables los jueces militares: desarmes varios en 1968, asalto al Casino San Rafael, transmisión de una proclama por radio Sarandí, las dos fugas de Punta Carretas, varios asaltos en la ciudad de Paysandú y sus alrededores.

P: ¿Hay algo que mirando hacia atrás preferiría haber hecho diferente?

R: Por supuesto, la relación con mi hija, no haberme comportando como un asqueroso patriarca con las mujeres, cuando me vanagloriaba de pelear por la emancipación social de los oprimidos…

P: No sé si todos los lectores sabrán que usted es judío… Waksman de apellido materno… ¿Cuán importante fue eso para usted a lo largo de su vida?

R: Cuando mi madre se casó con un hijo y nieto de vascos, la colectividad judía la rechazó, algunos de sus familiares la rechazaron. Mi abuelo judío no iba a la sinagoga, mi padre no era católico practicante, no soy bautizado, lo religioso no fue nada trascendente en mi vida. Soy ateo, comunista y revolucionario, en ello ser descendiente de judío no fue más importante que ser hijo de vascos.

P: Claro que yo no me refería solamente a la parte religiosa. Lo judío pasa también por lo cultura. En su caso hubo rechazo, en otras familias de distintos orígenes se juntan... y lo sé por experiencia propia en mi familia. Volviendo a la suya, ¿cómo fue el hogar en el que naciste y creciste?

R: Una familia típica de la Suiza de América, una infancia privilegiada con relación a los hijos de los trabajadores.

P: ¿La condición judía de su madre y por ende la suya, estaba muy presente?

R: Nunca fui insultado por ser judío hasta que caí en manos de los militares, de todas maneras algunas veces sentí esa diferenciación sutil que practica el racismo uruguayo también con los afrodescendientes y los discapacitados. Me atraían lecturas como el diario de Anna Frank y las novelas de León Uris.

P: Hoy se le tiene en mente como ex Tupamaro… lo que no se sabe ampliamente es que también fue javer del Hashomer Hatzair y que hasta vivió un año en Israel… ¿verdad? ¿Qué le quedó de todo eso?

R: Nunca lo he ocultado. En Ramot Menashé trabajé duro por primera vez en mi vida (rebajé 22 kg. en tres meses) y tomé contacto con la literatura soviética y los textos de economía marxista. Luego esos doce meses significaron bastante.

P: ¿Cómo es su vida hoy, Jorge? Antes de nuestro contacto, estuve leyendo en la red, como es tan común hacer hoy... y me topé con un sitio sumamente romántico que usted hizo con su pareja, Verónica, en la que escriben de modo muy fuerte, carnal inclusive, sobre vuestro amor... ¿Fue un nuevo empezar?

R: Es EL empezar. Hiperestesia de la sensibilidad, los cinco sentidos focalizados en la otra persona, disolver la individualidad y compartir otra. Ese es el amor.

P: ¿Qué siente que perdió por los años en el pozo?

R: En los años del pozo supe del el horror y el espanto. Somos torturados, sobrevivientes de la tortura, algo de lo que uno no puede librarse.

P: ¿Hubiera querido ser algo que ya nunca pudo… o dentro de todo, diría hoy que logró una vida "normal"?

R: Quisiera que todo el mundo tuviera una vida "normal", o sea en un sistema basado en la igualdad y la justicia social. Todo el mundo, los latinos, los asiáticos y los palestinos.

P: Ojalá todo el mundo tenga una vida normal. Y que unos se las permitan a otros. Pero no me respondió a la pregunta...

R. Ah! Estamos hablando de un mundo donde el salario deje de ser la principal forma de relación entre los seres humanos, donde hayan desaparecido las relaciones patriarcales, la cultura deje de ser machista y los valores de la solidaridad sustituyan al egoísmo y el afán de lucro, entonces sí creo que uno tendría una vida "normal" y la humanidad también.

Semanario Hebreo / www.semanario-alternativas.info

 

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