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Mundo, Mundo :: 24/02/2022

Un nuevo aniversario de la creación de la República Árabe Saharaui

Jorge Alejandro Suárez
Además de la lucha armada, es importante obtener nuevos reconocimientos internacionales

El 27 de febrero de 1976, horas antes que expirara la presencia española en el Sahara, en un caserío conocido como Bir Lehlú, el Consejo Nacional Saharaui proclamaba el establecimiento de la República Árabe Saharaui Democrática (RAS).

En la última parte de la Declaración señala: “En este momento histórico en que se proclama la constitución de esta nueva República, pide a sus hermanos y a todos los países del mundo el RECONOCIMIENTO de esta nueva nación, a la vez que manifiesta expresamente su deseo de establecer relaciones recíprocas basadas en la amistad, la cooperación y en la no injerencia en los asuntos internos."

Perspectivas del conflicto

Además de sus éxitos en la lucha armada, en el campo del derecho internacional los saharauis han obtenido importantes victorias en el seno del máximo tribunal de la Unión Europea. Ningún país reconoce la anexión de la dictadura marroquí. El lobby del Majzén, la permeabilidad de los varios gobiernos africanos al soborno, que seguramente ha sido el incentivo para que instalaran consulados en la ciudad de El Aaiún, parecía un avance hace el reconocimiento de la anexión marroquí, que quedó de alguna manera frustrada, pero es indudable que Rabat está formando un espacio favorable a sus intereses en el seno de la Unión Africana.

La política de contención aplicada por España, para evitar que Marruecos, se vuelque contra Ceuta y Melilla, y los espacios marítimos circundantes a Canarias, esta teniendo fisuras. De manera acotada y con un hábil manejo de la escalada, apoyado por hechos consumados, Marruecos avanza sobre aguas españolas. Puso en evidencia que es un actor a considerar en la seguridad de Ceuta y Melilla, no como socio, sino imponiendo sus intereses e influenciando en la toma de decisiones de Madrid.

España poco y nada ha hecho, por ejemplo, para incidir en los programas de modernización militar marroquí (o más bien los ha apoyado con la intención de venderle material militar), o buscar poner a un freno a las exigencias de Rabat ante las crisis migratorias, como en otras cuestiones vinculadas a la seguridad regional. Es hora que los supuestamente progresistas líderes políticos en España entiendan que Marruecos no es un aliado, sino un adversario geopolítico, adoptando las medidas concernientes para limitar el margen de maniobra de Rabat.

Argelia aplica una política de contención distinta a España, apoyando firmemente al Frente Polisario/RASD, entre otras razones para mantener el conflicto a fuego lento, que obliga a Marruecos a destinar más de 100.000 soldados en el Sahara Occidental, evitando que gran parte de esos recursos sean concentrados en la frontera argelina.

Marruecos, ante la superioridad argelina, busca mejorar el nivel cualitativo de las Fuerzas Armadas Reales, maniobra en la Unión Africana para contrarrestar el peso de Argel en dicha organización, y más precisamente en la región del Sahara Sahel. Esto al parecer no ha sido percibido del todo por Argel. Por razones del frente interno mantiene un discurso duro, pero que en el contexto regional e internacional, impide incrementar la escalada de apoyo a la RAS.

En este complejo juego tenemos también a Mauritania, neutral en el conflicto pero tolerante con los saharauis, dado que es un arma que tiene para mantener alejado de sus fronteras a Marruecos. El incidente de Guerguerat (en noviembre de 2020 las fuerzas marroquíes penetraron en esta estrecha franja fronteriza en disputa para desmantelar una sentada de civiles saharauis, siendo expulsados por la RAS) abrió las puertas para que Marruecos provoque un rechazo al polo de atracción geopolítica que incida en Mauritania y los países del Sahara Sahel.

Los mauritanos no son los suficientemente fuertes para cerrar la nueva ruta terrestre, que de alguna manera contribuye a la economía del Sahara Occidental ocupado. Pero han optado por el ingreso de un actor de “peso” como es China, interesada en los recursos mineros del país. Pekín ha vendido a muy bajo precio un buque de asalto anfibio, como muestra de apoyo a Nuakchot. El ingreso de intereses chinos es una alternativa a la peligrosa influencia franco marroquí.

Otro actor, aún no involucrado directamente en el conflicto, pero que su sombra se hace sentir, es Rusia. Moscú es aliado de Argel, pero en su postura en relación al conflicto, siempre ha sido distante, manteniendo relativa cercanía con Marruecos por razones de “realpolitik” al ser el actor mas fuerte o que ofrece ventajas para los intereses rusos, entre ellos el lucrativo mercado de armas. Pero ello no impide que Moscú adhiera al discurso mayoritario de reconocer al Sahara Occidental como territorio pendiente de descolonización.

Aunque es un actor que aún no tiene intereses directos en el conflicto, una opción viable para la RAS sería lograr que Rusia, dado su enfrentamiento con EEUU por la crisis de Ucrania, desde el Consejo de Seguridad de la ONU vete cualquier avance anexionista marroquí, que siempre cuenta con el apoyo de la Casa Blanca y Francia.

Las opciones que tiene la República Árabe Saharaui son limitadas. El mantener el conflicto a fuego lento genera cierta atención internacional. España se mantendrá al margen de la cuestión saharaui, para no provocar su incómodo aliado y cliente del sur. Estrategia que solo beneficia a Marruecos en el largo plazo.

Argelia seguirá brindando apoyo militar y financiero, a los fines de contener a Marruecos y mantenerlo lejos de la frontera común, además como una maniobra de desgaste del oponente. Pero que puede tener alcance limitado por el apoyo a la dictadura marroquí de Francia y EEUU, además del generoso financiamiento de las dictaduras del Golfo Pérsico.

Creemos que las posibilidades reales que tiene la República Saharaui son avanzar hacia el reconocimiento y establecimiento de relaciones diplomáticas con nuevos estados. En América Latina observamos contextos favorables. En Perú con el cambio de gobierno, su postura hacia la República Saharaui ha cambiado. El gran desafío será Chile, con el triunfo de una coalición de centroizquierda, tal vez existe un contexto favorable para el reconocimiento de la RAS.

Sin ninguna duda, el gran éxito sería Brasil, lo que arrastraría a otros actores en la región como Argentina. La búsqueda de obtener nuevos reconocimientos, tarea relegada por el gobierno saharaui, puede abrir camino a otro gran paso: seguir el ejemplo palestino como Estado observador de las Naciones Unidas. América Latina y África son las grandes esperanzas para lograr ese objetivo.

Esto permitiría desplazar a España como actor rpincipal en el conflicto, que siempre ha sido funcional a Marruecos. Desde el punto de vista político no es lo mismo hablar de un movimiento de liberación, Frente Polisario, que de República Saharaui. Foros internacionales como la CELAC también resultan útiles para lograr avances, por lo menos para hacer visible el conflicto, generar atención internacional y obtener ayudas adicionales.

Existe un contexto que puede ser favorable para la República Saharaui, para hacer conocer el drama que vive hace más de cuatro décadas, y avanzar por lo menos en reconocimientos como Estado, poderosa arma político jurídica en el caso de la ocupación militar de un Estado soberano, por otro Estado dictatorial.

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